En mi caso, dos horas sentada sobre una paca de heno bajo
un castaño, han dado para mucho.
Como no puedo andar
demasiado, Ana me ha buscado un rincón
mágico en su finca La Estrella para esperar a los niños que Susana (Nansa
Natural. www.nansanatural.es) traerá tras darles una vuelta –llena de sensaciones- por el terreno.
Sobre las 10 h, en las
faldas de Peña Cabarga, con una ligera brisa y el cielo cubierto, sin sol, solo
se oyen una desbrozadora, el piar de los pájaros y algún mugido. La niebla, o
las nubes bajas, van descendiendo poco a poco por las laderas de la sierra.
A las 10. 30 h estoy en mi
“hide”. Enfrente, a unos 200 metros, un grupo de vacas rubias está junto a sus
terneros con algunas garcillas bueyeras campando entre ellos. Ana me ha dicho
que uno de los terneros, de 4 días, se ha puesto malo con el calor de ayer.
Igual no mamó lo suficiente y se ha deshidratado (los terneros maman al menos 7
meses).
Parejas de mariposas y
aviones hacen filigranas ante mí. Sobre la paca de heno, huele a humedad y a
hierba recién cortada. Los cuervos graznan y las vacas mugen en la cabaña
mientras se oyen algunos campanos.
“Hay tantos tipos de vacas
como de personas… son seres individuales…”- leo en el prólogo de Rosamund Young
(La vida secreta de las vacas). Y,
como las personas, pueden ser “inteligentes o duras de mollera”, amables o
agresivas, sosas u orgullosas, ingeniosas o tímidas. Rosamund cuenta que sus
padres se establecieron como ganaderos por cuenta propia en 1953, con 5 vacas.
Ella tenía entonces 12 años. Poco a poco, fueron reuniendo un rebaño de vacas
ayrshire [escocesa] con pedigrí y cerdos wessex saddleback… En 1974, dejan de ordeñar
las vacas con fines comerciales y les permiten criar sus propios terneros.
A las 11 h se han tumbado
casi todas las vacas y terneros (solo quedan dos en pie) y solo una garcilla
picotea entre ellos. La brisa hace que las hojas de castaño suenen rumorosas.
Sobre las 11 y 10, oigo una
algarabía de voces infantiles a mi izquierda. 56 niñ@ s entre 4 y 11 años, que
vienen de un campamento urbano de verano, es difícil que puedan estar callados
nada más bajar del autobús.
Yo, a ratos, sigo leyendo el
libro de Rosamund: … "Einstein dijo que lo único realmente valioso es la
intuición… Los animales buscan las plantas que sienten que necesitan. Los
bóvidos acuden regularmente a buscar zarzamoras en otoño y hojas y brotes de
espino blanco joven en primavera, y comen hojas de fresno y de sauce siempre
que tienen ocasión…”.
Bajo de nuevo la cabeza al
libro: “Algunos buscan tomillo y acedera silvestre mientras que otros, en
determinados momentos del año -que suelen depender de su fase de gestación-,
comen grandes cantidades de ortigas (¿por el nitrógeno…?). Las ovejas comen
cardos y hojas de vinagrera por propia voluntad”.
Acaba de venir a visitarme
un pájaro, que se ha posado a 2 metros de mí. Ha sido tan rápido que no he
podido ver ni lo que era. También ha venido un avispón, que me ha hecho
levantarme de la paca a toda flecha. Y varias moscas zumbonas.
He calzado la paca con una
piedra porque estaba un poco desnivelada. Leo
que en una paca (inglesa) de heno de 4 kilos puede haber 17 láminas de
heno. No sé si en las pacas españolas sucede igual…
Una mariposa blanca
revolotea entre los tréboles blancos. Las vacas, a la luz del resol, parecen
doradas. En la nave, sigue mugiendo una vaca desaforadamente. ¿Estará pidiendo
que la ordeñen…?
A las 12.15 h, dos de las
vacas se levantan para pacer. La garcilla bueyera sigue paseándose y
picoteando. Parece que el ejemplo ha cundido y, ¿por contagio?, se levantan
otras dos. Una desciende por la colina hacia una especie de vaguada, con
higueras y otros árboles que dan sombra. El sol empieza a ser más permanente;
quizá busquen un toldo… Como si se hubieran puesto de acuerdo, una tras otra,
van bajando hacia el socavón. La garcilla les acompaña como si fuera su
mascota. Ahora están más cerca de mí. No sé si vienen a “la hora del cuento…”.
La garcilla vuelve al
descansadero en busca de comida, que comparte con una pareja de cuervos. Pronto
acude una bandada, que la espanta.
Sigo leyendo La vida secreta de las vacas (ya voy
casi medio libro): “Los programas de cría han priorizado… al ritmo de
crecimiento y el tamaño que, a menudo, los esqueletos de las aves criadas de
forma intensiva ni siquiera pueden sostener su propio peso. El resultado es una
mayor incidencia de huesos rotos. En el caso de las vacas, demasiado pesadas
para ponerse en pie, pasan sus vidas encima de estiércol empapado de amoniaco,
que les quema las patas y los jarretes…”. ¡Terrible!
Ahora, que los tengo cerca,
puedo contarlos. Son, en total, 11 vacas y 4 terneros. ¡No! 12 vacas y 5
terneros. Una acaba de aparecer, con su retoño, por el lado contrario de la
vaguada. Debe de ser el que tiene 5 días: es muy chiquitín, el más pequeño de
todos.
A mi espalda, por mi
derecha, empiezo a oír las voces de los niños. Permanezco inmóvil hasta que me
rodean. Entonces, me vuelvo lentamente y les pregunto: ¿Venís a la hora del
cuento…?
Cuando regresamos hacia la
casa, Ana nos indica una vaca que acaba de parir en el campo: su hijo sí es el más
pequeño de todos…
MÁS SOBRE PASEOS EN LA NATURALEZA
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