sábado, 24 de junio de 2017

PASEO AL CENTRO BOTÍN EL DÍA SIGUIENTE A SU INAUGURACIÓN


Sábado, 24 de junio de 2017

7. 30 h. Mi objetivo es ver el Centro Botín sola, sin el gentío del día anterior.


Cuando salgo de casa, solo oigo gorriones, palomas y gaviotas. Los aligustres de la calle Isabel La Católica están perdiendo sus hojas, ¿por el calor…? Los cubos de basura huelen mal, los autobuses ya circulan y los limpiadores hacen su faena en las calles. Chic@s jóvenes  vuelven a casa o esperan el autobús tras una larga noche de San Juan. También me cruzo con  mochileros que inician el Camino de Santiago.


Alrededor del Centro Botín hay un perímetro de seguridad y no se puede pasar por debajo (hay guardas jurado). Pregunto a uno de ellos y me dice que será cosa de dos o tres días por la afluencia de gente que se espera. Unos corredores se quejan mientras rodean la construcción: “¿un carril bici taponado…?”.


Yo me imaginaba que el edificio iba a quedar más limpio: dos “alas de mariposa” con una pasarela entre medias, y ya, pero hay muchas escaleras externas y “trampolines” que se adentran en el mar. Me recuerdan los tablones de los barcos piratas…


La grúa de piedra, a su izquierda, luce enterita de nuevo, con la polea-ancla colgando, y un dron nos sobrevuela, va y viene, perdido entre las gaviotas. El Banco Santander y el Centro Botín se miran, separados por más de sesenta años. En el estanque de los jardines de Pereda, alguien ha echado un paraguas “a nadar”.


Cuando regreso, pasadas las 8, en mi calle los descargadores de mercancías se saludan con pitidos.

P.S. Creo que, en este día, no me fijo en los 4 pozos y un estanque de Cristina Iglesias…



lunes, 12 de junio de 2017

VIAJES DE VERANO. MALLORCA, EN ABRIL DE 2007


En 2007, nos llovió lo indecible, dicen que por ser el mes de abril “aguas mil”. Pero en Irlanda también insistían en que ese era un clima no habitual y luego leímos que un literato lo llamaba “the bleak country”, algo así como “el país rezumante”.

Mallorca, a pesar de ser una isla de solo 37 por 100 kilómetros, no puede verse en solo una visita…

Nos sorprendieron agradablemente las ensaladas y la verdura, muy buenas, pero echamos de menos en el hotel que nos pusieran zumo de naranja natural para desayunar (en el país de las naranjas) y unas ensaimadas que no fueran industriales…

De todas formas, hicimos todo lo que pudimos, sin darnos por vencidas por el tiempo, pero no yendo de mar y playa. “¿Habéis visto las calas…?” -nos preguntaban. “No, ¿para qué? Si está jarreando todo el día…”.

Lunes, 9 de abril

Llegar en coche alquilado al hotel Zurbarán nos cuesta un triunfo. Está detrás del Paseo Marítimo, pero en una callejuela de solo un sentido, y sin poder aparcar en la calle. Menos mal que el hotel tiene un aparcamiento… a seis euros el día.


Nuestra habitación tiene una terraza tan amplia como la habitación. Debe de ser que al quedarnos cuatro días… quieren conservar la clientela. También hay una máquina de café en la que uno puede servirse gratis las veces que quiera.

VALDEMOSSA, EL VALLE DEL MORO MUZA


Lo primero que se ve es el campanario de azulejos verdes de La Cartuja. El rey Martín el Humano donó en 1399 su palacio de Valldemossa para que se fundara la actual Cartuja. Alrededor del Patio de los Mirtos se construyeron seis capillas y diez celdas, cada una con su jardín, primitivamente los huertos de los monjes.


La botica, fundada entre 1723 y 1725, se mantuvo activa hasta el año 1895 y su último boticario, Juan Esteva Oliver, la mantuvo ocasionalmente abierta hasta 1926. 

En 1932, se abrió al público como museo. Este contiene 138 albarelos de cerámica catalana de los siglos XVII y XVIII, decorados en azul, con figuras humanas, motivos vegetales y animales; el nombre, en latín, y escrito en caracteres góticos. Además, se pueden admirar 21 arquetas de madera policromada que contuvieron raíces, semillas u hojas o preparados de origen animal como cuerno de ciervo o dientes de tiburón. O una colección de recipientes de vidrio soplado que guardaban aceites, jarabes y destilados como el agua de rosas o la flor de azahar.

Leo que la farmacia de Llívia en La Cerdaña (Girona), de 1594, se considera la más antigua de Europa…

Tras la Desamortización de Mendizábal, en 1835, [tres años antes de la llegada de Chopin y George Sand a Mallorca], las celdas de los monjes cartujos y demás dependencias de La Cartuja se dividieron entre 9 propietarios, modelo que ha llegado hasta nuestros días.

Algo de historia

En el año 902 Mallorca pasa a formar parte del mundo islámico  hasta que en 1229 Jaime I el Conquistador entra en Madina Mayurca (Palma de M.). En esa fecha, el barrio judío, llamado El Call, estaba junto a la actual calle de Santo Domingo.


De la época musulmana sólo quedan los Baños árabes y el palacio de La Almudaina que, junto a la Seo, la Catedral, constituyen los núcleos de Palma.

Pero Palma fue fundada mucho antes por el cónsul romano Quinto Cecilio Metelo, con el nombre de Palmaria, hacia el año 123 a. C.

Oriundos famosos…

En 1233 nace en Palma Ramón Llull. El árbol de la ciencia, un incunable suyo, se halla en la actualidad en la Cartuja de Valldemossa.

Quinientos años más tarde, en 1713, nace en Petra el que luego será Fray Junípero Serra, evangelizador de California.

…Y visitantes célebres

Jovellanos estuvo prisionero en la isla, entre 1802 y 1808, primero en la Cartuja de Valldemossa, que aún no había sufrido la Desamortización, y luego en el castillo de Bellver.


Pero son George Sand y Chopin los considerados como precursores del turismo en Mallorca. “Creo que hubiera podido reclamar el honor de haber descubierto la isla de Mallorca”- escribe George Sand en su relato “Un invierno en Mallorca”. “Llegamos a Palma el mes de noviembre de 1838 [un 8 de noviembre], con un calor comparable al de  nuestro mes de junio [en París]”.


Unos años después, en 1867, llega el Archiduque Luis Salvador de Habsburgo Lorena, bajo el seudónimo de Ludwig. A él se le tiene como el primer ecologista, ya que compró, para preservarlas, varias fincas: Miramar, en Valldemossa; S´Estaca (que fue propiedad del actor Michael Douglas), Son Ferrandell, Son Gallard y Son Guall, también en Valldemossa, y Son Marroig y Sa Pedrissa, en Deiá, lugar que también eligió para vivir y morir el escritor Robert Graves, enterrado desde 1985 en su cementerio, y que vivió en la casa de nombre Ca N´Alluny. En 1953 escribió Por qué vivo en Mallorca.


Son Vent (El Viento) en Establiments

Cuenta George Sand en Un invierno en Mallorca: “Íbamos todos los días a pasearnos por el lecho del torrente y llamábamos a este rincón el Poussin, porque esta naturaleza libre, elegante y bravía nos recordaba, con su melancolía, los sitios predilectos de este gran maestro [pintor]”.

“Hacía tres semanas que estábamos en Establiments cuando empezaron las lluvias. Hasta entonces habíamos tenido un tiempo inmejorable…Los mallorquines…hasta el fin de los dos meses de diluvio que tuvimos que aguantar, nos sostuvieron que no llovía jamás en Mallorca…La Casa del Viento (Son Vent)…se hizo inhabitable…No podíamos habituarnos al olor asfixiante de los braseros, y nuestro enfermo [Chopin] empezó a sufrir y a toser”.

Los marjades, “muros de piedras secas que cierran todos los cercados”


Muchos están derruidos o abandonados, pero el paisaje humanizado creado por ellos le da una forma reconocible y característica. Es un rasgo peculiar del paisaje mallorquín. “Este cultivo en bancales es muy favorable a los árboles” -dicen sus conservadores.

Nos fuimos sin ver Marivent

Al volver a casa, otra pregunta habitual era: “¿Habéis visto el palacio de Marivent?”. Pero en los cuatro días que estuvimos, oteando desde el hotel al norte, al sur, al este y al oeste, nunca lo vimos. “Nos vamos a ir sin ver Miravent”, vaticinaba mi hermana, trafucando las letras. Y nos fuimos…

RECUERDOS DIEZ AÑOS MÁS TARDE, EN 2017


Me fascinó Valldemossa. Pensé que, si alguna vez volvía, este sería mi centro a partir del cual desplazarme. O si no, me bastaría con pasear sus rincones y caminos. En La Cartuja salió el único rayo de sol del que disfrutamos...

En cambio, me quedé con pena de no ver los jardines de Raixa, que estaban cerrados por obras. Solo pudimos ver el exterior...


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