jueves, 26 de junio de 2014

DIARIO DE DOS PINTORAS EN CIERNES. III TRIMESTRE



Lunes 31 de marzo. Fin del segundo trimestre o primer día del tercero…

Repasando el texto antes de colgarlo en el blog, veo que “inopia” se escribe sin “h”. Menos mal que lo he visto a tiempo. ¿Por qué hay palabras que nos suenan de una forma y se escriben de otra…? A mí me pasa con “untar”, y alguna más que ahora no recuerdo.

Paloma me abandona en el último trimestre, pero le he dicho que si se le ocurre alguna reflexión pictórica, o no (en este diario cabe todo), que me la mande.

Debe de ser el horror al vacío, pero los diarios me gusta que sean de “un curso escolar”, de octubre a junio; lo mismo me ocurre con una postal,  que tengo que llenar por completo, o con la hoja que sale por defecto en el ordenador (igual por eso empecé a escribir relatos de “un folio” mucho antes de que se llamaran microrrelatos).

Hoy no tenía el día muy “de Dios”, así que me he dedicado a hacer apuntes rápidos a lápiz de fotos familiares que llevaba en el cuaderno. No se parecen en nada, pero trato de pillarles el movimiento y la forma de estar. La expresión, -triste, seria, enfadada-, ya es más difícil.

Algunos, más bien algunas, que pasan por mi lado son muy generosas y me dan ánimos. Son como mi madre que siempre se ríe con los chistes aunque se los hayan contado mil veces. Dice que es porque se le olvidan, pero yo creo que es que es muy agradecida.

Al final, se los enseño a Sonia rápidamente: “Esta cabeza te ha quedado demasiado grande para el cuerpo, pero la posición de las piernas no está mal”.


Mientras me movía por ahí, viendo qué hacían unos y otras, me dan mi primera clase práctica de acuarela: “Es muy fácil, ¿ves? Primero se da agua a la zona con el pincel y luego se hacen pequeños puntos y líneas y se deja que escurra”. O algo así. Yo creo que me quedarían unos chafarrinones tremendos, pero alguna vez tendré que probarlo.

Y ese ha sido mi día de hoy. Un poco plof. Debe de ser el cambio de hora…

Lunes, 7 abril 2014. Bush hijo retrata a Aznar


En el periódico leo que el expresidente estadounidense George Bush hijo ha hecho una exposición de retratos de mandatarios con los que coincidió, entre ellos el expresidente Aznar. Y claro, como en su día fue famoso (Bush Jr.), pues expone y todo el mundo lo va a ver. Pero la verdad, viendo el retrato de Aznar, creo que Paloma y yo lo hacemos mejor.

Hoy he decidido pintarnos a Paloma y a mí el primer día de clase (como quedamos Paloma y yo para resumen de curso). He escogido el lápiz, claro.

Cuando pasa Sonia, me corrige un poco la nariz y difumina algo los rasgos.
Luego, mira mis apuntes de la semana pasada, seis en hora y media. ¡El sumum!

Me recomienda pintar las “líneas de tensión”: “Si es un apunte, que se vea que es un apunte, no un quiero y no puedo”.

-       ¿Y cómo sé cuáles son las líneas de tensión?- le pregunto, interesada.
-       Lo irás viendo con el tiempo.

Eso será…Me fijo en que ella ha subrayado algunos bordes de las cosas, los que hacen que la figura se asiente. Intentaré practicar en el siguiente dibujo.

He elegido una familia, la de unos amigos ingleses en un día de campo con sus tres hijos.


A mi lado, Carmen ha venido con “goma de enmascarar”, otra sustancia nueva desconocida para nuestro vocabulario y nuestros exiguos plumieres. Al parecer, la extiendes primero sobre la parte del dibujo que quieres salvaguardar. Pintas luego sobre él y, después, “la borras” con el dedo y te quedan las partes blancas sin manchar. Ella estaba haciendo en acuarela una gran amapola y es una manera de que el color no se extienda a todos los pétalos.

Contemplo la labor de un señor que también se ha especializado en caras. Lleva ya tres años y es un maestro. Otra alumna  quiere hace en tinta china un pino negro. Y una más fija con laca especializada su interpretación de la Estatua de la Libertad con los rascacielos reconvertidos en instrumentos musicales, a petición de su sobrino.

Me parece estar rodeada de genios y genias…

Lunes, 14 de abril. Hoy he pintado cuatro (retratos)

Hoy en clase éramos pocos. Quizá tenían que ejercer de abuel@s porque en algunas comunidades ya han empezado las vacaciones de Semana Santa.

Yo, a lo mío. Desplegué mis papeles y me puse a terminar a la familia de Sarah.

Cuando vino Sonia, le enseñé el dibujo de la foto de Paloma y yo del primer día de clase para que revisara mi autorretrato. Me había hecho poco “coco” porque al mirar para abajo es verdad que se me veía bastante cabeza desde la coronilla. (A Paloma le había adelgazado algo los brazos). Me borró mi supermano y también la de Paloma,  para que las repitiera. No sé si me decidiré a pintarlas de nuevo: las manos llenas de dedos y, encima, en posiciones superdifíciles, son mi martirio. Con razón no las pintaba ya desde pequeña y las hacía siempre como manoplas.


Lo dejé para otro día y escogí la foto de la tatarabuela. Me ha salido mucho más joven y me he dado cuenta de que pintar los ojos entrecerrados con los párpados caídos también es difícil. No sé cuándo encontraré algo que me parezca fácil. Luego, me decidí por la bisabuela: me ha quedado como Liz Taylor. Y como aún tenía tiempo, escogí la foto de boda de mis padres. No se parecen en nada, de gesto, pero son casi una ilustración de la revista Lily de mis años jóvenes. “Encajado, está bien encajado” -me dice Carmen, contundente. Antes me había asesorado sobre un ojo que debía estar más inclinado. Con ella aprendo que la acuarela es muy “intelectual”. “Hay que pensar un poco (antes de decidirse a pintar)”. Y me recomienda mirar por internet los retratos de Santiago Ydáñez.

Hoy, Mª Jesús había traído la escultura de dos pajarillos en ¿jade/mármol/alabastro? naranja y quería pintarlos con un lápiz sanguina. Con todos los reflejos que le daban los fluorescentes  del techo, a mí me parecía un imposible.

Al final de la clase, cuando vuelvo de mi “mundo”, escucho: “Pero ¡qué callada ha estado Aída! Ni se le ha oído”. Claro, ya no está Paloma, y ahora, ¿con quién me río yo si todos dibujan fenomenal…? Lo cierto es que yo, pintando, me abstraigo y, ya lo he dicho más veces, ni oigo, ni veo, ni entiendo.

Lunes 28 de abril. Después de las vacaciones de SS

El último día de clase antes de las vacaciones decidí comprarme un cuaderno más manejable, tamaño cuartilla, para “llevármelo de excursión” y poder hacer mis bocetos con más facilidad.
He pintado algo, pero poco, siempre fotos de familiares: la prima Ángeles, a la que he obviado los dientes, que me salen muy mal; la tía Pochola, que mamá reconoció. El tío Marcelo, de joven, hablando por teléfono (no le reconoció nadie) y mamá con David en brazos cuando mi hermano aún no andaba (los ojos y los remolinos del pelo están bastante conseguidos).

En clase, me decidí por pintar el perro favorito de mi madre cuando era pequeña: Chita, un perrillo de raza inclasificable. Pasó un alumno cuando ya lo di por acabado: “Pero aún le falta mucho…”.  La profesora me repitió lo mismo. “Pero es que muy difícil pintar tantos pelos. No sé cómo hacerlo”. Carmen me hizo una sugerencia: “A mí una vez me dijeron que tenía que pintar más pelos entre los pelos…”.

He decidido dejarlo para otro día. Acabo de leer en las cartas de Monet (Los años de Giverny) que él tenía empezados varios cuadros a la vez (claro que, en su caso, era porque al pintar del natural tenía que parar cuando las condiciones de luz, y meteorológicas en general, no eran las mismas…). “Tengo veintitrés telas en marcha…”.

Me pongo ahora con el bisabuelo. Tengo dos fotos: una, de perfil, con una cámara a la altura de los ojos. No sé quién se la sacaría. ¿Él mismo con otra cámara…? Era un gran aficionado a la fotografía. Otra, de carné, mirando de frente. La primera me queda un poco mal pero, en la segunda, creo que consigo bien el rictus de la boca con las comisuras un poco hacia abajo. Les preguntaré en casa a ver si lo reconocen. Es la prueba de fuego. (Al sacarle la foto para ilustrar el Diario, me doy cuenta de que le he hecho un cuello de girafa y que, en mi dibujo, no le sale de la oreja como en la foto. Bah. Una nimiedad).


Cuando llega la hora, salgo como una exhalación. Tengo mucho que hacer. El puente de mayo viene Cristina y, en casa, me espera un gran zafarrancho. Para librarse de cosas inútiles no hay nada mejor que la visita de las amistades. Así, he tirado por fin jabones ya deslucidos, sin color y sin olor, que conservaba porque a mi hermano David le gustaba ducharse con jabón sólido. También he apilado de otra forma, más cómoda, los montones de libros y papeles para dejar caminos fáciles y que nadie se “esmorre” al ir de una habitación a otra.

 Miércoles, 7 de mayo de 2014. Paloma nos hace una visita

Llego a las 9.30 h y me entero de que no es que haya llegado adelantada sino que es nuestro nuevo horario.

Hoy me he traído para dibujar a lápiz a mi abuelo con sombrero y bigote, y a mí misma con 20 años, un retrato en blanco y negro que me hice en Pamplona para una foto de carné, y que resulta antigua, como de estudio. No sé si es también por la raya en medio que llevo.

Empiezo por mi abuelo, que me queda… “japonés”. No sé cómo hacer los ojos que apenas se ven tras las gafas casi transparentes. Sonia viene en mi ayuda.

Resulta que no hay por qué pintar los ojos siempre. Basta una suave insinuación con las sombras de alrededor.

Acto seguido me pongo conmigo misma, y repito el error. “Pero, ¿qué son esos ojos tan marcados…?” (y eso que yo nunca me echo rímel ni me pinto la raya del ojo…. No sé de dónde habré sacado esa manía). Yo no me explico cómo lo hace Sonia, pero en un pis-pas ha logrado la profundidad de ojo y mi parpado caído.

Mi hermano David es el siguiente en la lista. Creo que consigo sus remolinos y su barba. Pero tendré que terminarlo la semana que viene. Paloma ha venido a hacernos una visita con sus últimas obras. Pinta bodegones “de realismo mágico”. “Quiero pintar una lata de sardinas que contenga sirenas…”. No te digo…Esta chica es un prodigio. Nos enseña un bodegón de “pan y vino” con lo que parece una salamandra o una lagartija. Creo que va a inaugurar un nuevo género en la pintura del siglo XXI.


Miércoles 14 de mayo. Desmotivada

Llego a las 9.30 o´clock y estoy solita. No sé si la gente no se ha enterado de que empezamos un cuarto de hora antes.

Hoy he acabado el cuaderno, mi primer cuaderno, con todas sus hojas por delante y por detrás (que hay que amortizarlo). Me voy a comprar uno tamaño cuartilla para llevarlo en mis desplazamientos y practicar. El tamaño folio es poco manejable.

Aún no he empezado mi nuevo cuaderno tamaño cuartilla, pero sí el tamaño folio número 2. Lo he inaugurado con un autorretrato sacado de una foto.

Echo mucho en falta a Paloma. Las clases no son lo mismo sin ella. Incluso estoy más desmotivada a la hora de escribir mi diario pictórico. Casi no tomo notas en mi libreta sobre frases o comentarios. Además, me cansa cada vez más tener qué pensar “qué quiero pintar hoy” y llevarme un modelo. Este trimestre me pesa…

Aunque esta vez medí, a mi hermano (por cierto, que todo el mundo me dice que eres muy guapo) le hice lo que me pareció una barbilla muy larga, y la borré, pero cuando vino Sonia, me demostró que el error estaba en la nariz, demasiado chata. Y, de nuevo, el reto de los dientes. “Es lo más difícil, también para los pintores”- me consoló la profe. Decidimos apenas sugerirlos, pero ahora pareces un “Mobutu” con los labios sensualotes. No me acabas de gustar.


Sonia me sombreó una mitad de la cara y dejó que yo hiciera lo mismo con el otro ojo, pero no me siento motivada. Además, así se nota mi trabajo, y el suyo.

Creo que seguiré con mi autorretrato o me pondré con una foto de Gary Cooper y Patricia Neal. Si estuviera Paloma, me diría que a ver si me centro…

Miércoles, 21 de mayo. Gary Cooper y la “tarantulación más espasmódica”

Begoña, mi compi de las acuarelas de la izquierda, dice que he mejorado mucho, pero no sé…

Cuando pasa Sonia, rauda y veloz, me apunta que me he hecho una nariz muy larga, y que la mía es más chata. Como borrar y volver a pintar la nariz- desnarigarme- me es más difícil que alargarme la barbilla –desbarbillarme-, me decido por esta segunda opción. ¡Ah! Pero por lo visto esos atajos no valen. Cuando vuelve, la profe alucina: “Nunca me había pasado nada igual”. Parece que no basta con alargar la barbilla. También tenía que haber agrandado los ojos y bla,bla,bla. O sea, que mi gozo en un pozo. Veo que Sonia usa el lápiz más duro para ir sombreando muy poco a poco. Igual es mejor para no enguarrecer el dibujo. Lo intentaré con el próximo.

Hoy he decidido inmortalizar a Gary Cooper. Pero su posición, abrazando a Patricia Neal, es muy complicada; un escorzo, o lo que sea, de lo más barroco para una principiante como yo. Seguro que la postura imposible se la pidió un fotógrafo para uno de esos carteles de cine. Él está con la cara ladeada, solo se le ve un poco de pestaña de una mejilla, la nariz brillante y un labio sensualote.


En cuanto a Patricia Neal, su cara me ha salido triangular como la de un marciano. Creo que me voy a pasar a una foto en blanco y negro de mi hermana, de frente y sin complicaciones. Esperaré al curso de perfeccionamiento para reintentar a Gary.

Sonia comenta que va a plantear hacer un curso de “Retrato”, monográfico y para empezar desde el principio, todos juntos y a la vez, con algunas pautas y nociones teóricas. La verdad es que creo que los que nos iniciamos,  necesitamos de algunos trucos y recursos sencillos para sentirnos seguros y no “en shock” ante cada pequeña dificultad.

Aunque como decía Cortázar: “Tampoco ellos [los pintores consagrados] sabían al comienzo”…Él solía usar la tinta china y un pincel gordo “porque son cosas que ayudan harto cuando no se es Alberto Durero”. Así lo narra: “ Y entonces, plaf, una espléndida forma central de la que deberían ir saliendo diversos plups, smunkts y vloufs…por cada plup se ven surgir cuatro o cinco schlajs, cuya repugnante tendencia a entrelazarse con los smunkts y los vloufs es una de esas cosas que me sumen en la tarantulación más espasmódica”.
No se podía explicar mejor.

Miércoles, 28 de mayo. Igual podía haber sido retratista…

Siguiendo con Cortázar, si tengo en cuenta el autorretrato que se hace al final de una de sus cartas en 1947, donde se describe como “largo, flaco y feo”, yo pinto infinitamente mejor.


Recuerdo en un curso de Diseño de Moda que hice en Madrid hace años que, el primer día, la profe nos pidió que nos pintáramos a nosotros mismos desnudos. Curiosamente, los que éramos rellenitos, nos pintábamos “rechonchudinhos” y los flacos se pintaban delgados. Incluso el ilustrador Ulises Wensell, que a mí siempre me ha encantado, pintaba niños y niñas redonditos…como él.

Hoy Sonia me ha dicho que estoy mejorando mucho (con las sombras). Para bajarme el ego y compensar, la alumna de mi derecha corroboró que el retrato de mi hermana le gustaba mucho, “aunque no se le pareciera en nada”…

Mirando hacia atrás sin ira he recordado un autorretrato que me hice en tinta china cuando debía de tener unos 14 o 15 años. La monja que nos daba dibujo artístico (esto es un decir, cada una pintaba lo que quería – debía de ser “tema libre” todos los días) se quedó con  él como ejercicio de examen. Y siempre me ha dado pena porque, aunque me había pintado todas las rayas que me veía ante el espejo (ya sabéis que yo veo rayas, no sombras): las ojeras, las arruguitas de los ojos, los pliegues de las mejillas…, resultando mucho más vieja de lo que era entonces, sí me recuerdo con un cierto parecido. También dibujé a mi hermano David (a lápiz) y a otros miembros de la familia, de manera más o menos incompleta, y es cierto que también se parecían. Igual tenía ahí un filón del que no he sido consciente hasta ahora, cuarenta años después…Nunca es tarde si la dicha es buena. (Igual también si me hubiera dedicado a la natación sincronizada, aprovechando mis cualidades flotatorias naturales, estaría más delgada. Nunca lo sabremos…).

Miércoles, 4 de junio. Ya solo quedan tres días

El curso que viene Sonia va a hacer un monográfico de retrato. ¡Qué bien! A ver si puedo apuntarme y aprendo desde el principio…

La semana pasada fui a ver al MAS, el Museo de Arte de Santander, la última exposición de José Ramón Sánchez sobre la Guerra Civil. El cuadro que más me gustó es uno en el que se ven las siluetas, frente a frente, de dos combatientes de distintos bandos. A su lado, los dos tienen familia y, de alguna manera, son iguales. Me pareció una imagen muy bella y simbólica a la vez.


En las guerras nos enfrentamos por las ideas, pero somos igual de humanos, o de inhumanos. Nacemos, reímos, lloramos…

Hoy había decidido pintar a mi sobrina. Debo de tener una tendencia ignota a poner recto lo que está ladeado (que yo sepa, me pasa solo con los felpudos y con los libros colocados en las mesas de las librerías), así que aunque tuviera un cierto escoramiento, leve, del que yo no era consciente, la pinté de frente total.

Al pasar Sonia, me lo destacó. Lo borré, contra mi intolerancia a rectificar, borrar o corregir, e intenté empezar de nuevo (Sonia se había ofrecido a trazarme los ejes), pero nada, no me salía. Así que decidí pasar a otra foto de “mis chicas” en la cocina. “Pero si dibujar un grupo es mucho más difícil…”- oí una voz a mi derecha. No me importa. Yo me atrevo. También había una cara ladeada, pero más de perfil y, en este caso, yo lo percibía.

Les voy a enseñar el retrato hoy que tenemos comida. No se parecen en nada, pero si lo titulo “Foto de grupo”, o algo así, y no pongo la foto cerca, tiene un pasar.

Incluso me dio tiempo a iniciar otro retrato de “mamá y yo” en el que yo vuelvo a tener los ojos marcados “a lo cine mudo”. Igual si hubiera nacido en los años 20, hubiera sido una figura de renombre internacional…

Miércoles, 11 de junio. Proporción, proporción

Se han partido el eje, sin ningún respeto ni pudor, ante mi retrato de Gary Cooper, de perfil, y Patricia Neal, evanescente. Es que no se han cortado ni un pelo. Se les caían las lágrimas, y las carcajadas llegaban hasta Cuatro Caminos. ¡Qué vergüenza!

Marta me ha sugerido incluso que pinte a un negro o a una negra: “Así no tendrás problemas con las sombras, ja, ja…”.

El problema con Gary era la nariz, que le había hecho muy larga. Es curioso cómo las proporciones (la falta de proporción) pueden afectar al gesto (a conseguir bien un determinado gesto). Sonia me ha apuntado que ponga a la actriz en vertical para que pintarla me sea más fácil (está tumbada en un escorzo imposible). Y ¡funciona! ¡Por eso necesito ir a un curso monográfico de retrato donde empecemos todos de cero!…Para atrapar esos pequeños trucos.

Además del de retrato, va a hacer un taller de tinta china, otro de paisaje a pastel y uno más para pintar a bolígrafo. Yo, siempre fiel al lápiz y al retrato de cosas “con ojos”, sean personas o animales.

Hoy, por ejemplo, he pintado a nuestro primer perro, Lucky 1, a quien pilló un coche cuando cumplió el año. No era de raza conocida, sino mezcla, pero tenía una cara “muy guapa”. Me pasó como con  la vaca tudanca: le hacía un lateral muy largo y luego las patas se quedaban bailando por el cuerpo. Una de ellas más parece el hueso de Los Picapiedra que una pata, pero no sé cómo mejorarla.


A continuación, me puse con mi madre en nuestro retrato dual, pero no he conseguido sacarle el parecido. Y tampoco sé lo que falla. ¿Será la boca con dientes…?

Al llegar a casa, me encontré con la desagradable sorpresa de que una paloma o una gaviota había “pintado” la jamba (¿se dice así?) de una de mis ventanas de “blanco cagadero”. Anda que no lo hacen difícil: en  vertical y de lado. Y encima dirán que es pintura abstracta…

Miércoles 18 de junio. Fin

El otro día oí en la tele que había un nuevo síndrome?? que no era Diógenes (recoger basura) sino ser incapaz de deshacerse de libros y papeles. El chico que hablaba con la cara pixelada decía que no era capaz de invitar a sus amigos al piso. A mí, al menos, eso no me pasa, pero este verano voy a intentar deshacerme de más que dos o tres papeles, no vaya a ser que vaya encaminada a esa enfermedad acumuladora. Aprovechando que en otoño quiero hacer un taller dedicado a las “cartas”, voy a poner en orden todas las que tengo.

En el tema pintura, como solo uso mi cuaderno de dibujo para pintar  a lápiz, sé que no recubriré mis paredes con cuadros infinitos que, una vez llenas,  intentaré colocar a amistades y parientes. Es un alivio.

Hoy, último día, he decidido ser egocéntrica y me he pintado a mí misma en una foto de mis años jóvenes. Lo bueno es que me he sacado más guapa, si cabe. Sonia me he echado un jarro de agua fría: No está bien la proporción entre los ojos…

Pero así se van a quedar, porque yo me veo estupenda.


Cuando pasó, aproveché para preguntarle qué era lo que estaba mal en el anterior retrato de mi madre, que yo no sabía definir. Al parecer, eran los ojos: ambas dos los tenemos que se nos cae el párpado superior sobre ellos, en vez de ser ojos de pez o de bacalao (saltones) como los de Victor Mature (el actor). Casi que prefiero tenerlos hacia adentro que hacia afuera…

Así y todo, sigo sin cogerle parecido. A ver cómo se ve ella…

Hoy, al ser el último día, tod@s estábamos más parlanchines. Pero Sonia no sabe que le vamos a regalar su sueño desde que era niña: la caja de madera de 120 colores de Faber –Castell. Ahora habrá dos “120” en clase…


 PALOMA: VACACIONES Y PUNTO FINAL

“Dale algo para que se apoye, que no flote en el espacio”. “Guarrea el dibujo con el dedo, saca luces con el borrador”. “Traza líneas imaginarias para que cuadren las medidas”. Mi amiga Cristina, en las vacaciones gaditanas que compartimos, me ha puesto a dibujar algo “sencillo”: una botella de agua, que no tiene más remedio que arreglarme con un par de trazos sabios. Generosamente, me regala consejos junto a una caja grande de pasteles y otra de pinturas acuarelables. Ella siempre lleva consigo una cajita de acuarelas y, cuando tiene un poco de tiempo, pinta. Lo que a mí me parece un dibujo estupendo, ella lo desprecia con exigencia de profesional.

Como todos los artistas, desde pequeña ha dibujado muy bien. Me cuenta que un profesor la avergonzó en clase acusándola de presentar un dibujo hecho por su padre y la obligó a repetirlo “in situ” para demostrar su autoría.

Yo nunca destaqué en dibujo, siempre he sido “del montón”, y, hasta este año en las clases de Sonia, no había vuelto a coger un lápiz. He descubierto el placer de recrear pequeños objetos con mis pasteles, y quiero más. Necesito tiempo y clases. Práctica, mucha práctica, no para hacer algo bueno, sino para disfrutar aprendiendo a mirar e interpretar en un papel lo observado. Me ha gustado asistir a clases de dibujo con el resto de “compas”  y, aunque Aída y yo éramos las peores, nos hemos divertido de lo lindo. Espero que ésta no sea nuestra única colaboración literaria porque estoy encantada de haber llegado hasta aquí en su compañía.


EPÍLOGO, por Sonia Piñeiro

Hola, soy Sonia, la profe de Aída y Paloma.

No hagáis ningún caso de lo que escriben estas pájaras. Se les da muy bien el dibujo y, afortunadamente, tienen muy claro lo que les gusta a cada una.

Aída disfruta con el retrato; es una disciplina difícil, pero lo ha abordado con fuerza y con una buena dosis de intuición y sensibilidad. De momento, solo los ha realizado con lápiz. El curso que viene probará otras técnicas que le llevarán a resolver los problemas de otra manera y a obtener resultados sorprendentes.

Paloma es más de bodegón y paisaje. El bodegón lo entiende desde una perspectiva cercana: objetos cotidianos que utiliza a diario y que, al plasmarlos en la hoja, cobran una vida inesperada. Le gusta el dibujo suelto y nervioso, encontrándose cómoda en técnicas rápidas como el pastel y la acuarela.

Pero lo más característico de ellas es la alegría que tienen y cómo se mofan de ellas mismas. Me ha encantado tenerlas en clase. Las dos juntas son como un vendaval travieso, ocurrente y divertido, muy divertido.