viernes, 27 de julio de 2018

PASEOS DE VERANO: TRES DÍAS Y MEDIO EN AGUILAR DE CAMPOO

Este (2018) es el décimo año que voy a Aguilar al Taller didáctico del Románico. Empecé en 2009 y yo digo que son “mis minivacaciones” anuales donde me pongo “a secar” de la humedad acumulada durante el año en Cantabria.


Me gusta estar en otro clima, en otro paisaje, con otra gente -que también repite-, y ver qué nos han preparado cada año los profes.

A lo largo de estos diez años, a Jesús se le ha encanecido la barba; Juan Carlos ha ganado “tipín”; Pedro tiene dos mellizos y Jaime conserva su pendiente.

Al dejar la autovía por el meandro que lleva a Aguilar, me doy primero de bruces con Gullón, la galletera. “Todo es Gullón”- pienso-, pues el rectángulo verde, ahora amarillo, ocupa toda la vista.


Más tarde, descubrí  “el dromedario”, -mi dromedario, una roca hendida- aunque creo que los de aquí ven un águila…

DÍA 1


Lo que más me gusta, nada más llegar, es recorrer el Paseo del Monasterio y ver lo que ha cambiado: si sigue mi pequeña huerta entre las espigas… y el huertano (que son dos). Siguen. Lo vi llegar en bicicleta de mañana y regando con regadera de plástico por la tarde.


Otro de mis “must” es la que yo llamo “casa de las lavandas” en el Paseo de las Tenerías, que suelo visitar al final del día, cuando los pájaros bajan a beber al río.


Me encanta Aguilar. Quizá sea una percepción equivocada, pero lo que percibo, cada año que vuelvo (a pesar de tiendas que cierran y carteles de pisos en venta), son nuevas mejoras urbanas, y la impresión que me da es que aquí  se vive “razonablemente bien”.

MIS PASEOS LOS DÍAS INTERMEDIOS

Soy una paseante mañanera y, ya amanecido, me gusta salir a la calle a recorrer los rincones y ver qué ha cambiado desde el año pasado.

Cada año, descubro en mis paseos urbanos nuevos espacios o detalles que me habían pasado desapercibidos.

En 2016, como me habían recomendado no andar mucho, conozco sus dos piscinas: al aire libre y la del polideportivo.

En 2017, descubro las gárgolas de la Casa de los VII Linajes…


En 2018, un ¿ángel? en la cooperativa San José.



ÚLTIMO DÍA. DESPEDIRME Y COMPRAR VIANDAS

Me siento como Astérix y Obélix en su “Vuelta a la Galia”, comprando los productos representativos de la zona para llevar a casa.

No puede faltar el queso de leche cruda de la charcutería de Fernando, en la plaza.


LOS DESAYUNOS

En los últimos años, son el 37, y Mónica, quienes alegran mis mañanas, sea con zumos, pan con tomate, un chocolate caliente o uno de sus deliciosos sándwiches. El martes, día de mercado, hay más variedad, pero siempre está todo exquisito, y hecho – como digo yo-, con amor.

Echo de menos, en la chocolatería Chococuit, el cartel “No recojan las mesas. Gracias por colaborar en el empleo…”. Desde 2015, ha cambiado de manos, por jubilación.


DORMIR

En 2009, mi habitación en el Monasterio de Santa María la Real, la número 13, era la celda de doña Ofresa. Desde la ventana, veía el jardín de la hospedería.

Era un dúplex y en la parte de arriba estaba la cama…, y el calor. Con el edredón sin sábana pasé mucho sofoco. Y, por las noches, pensaba si me despeñaría para bajar al baño…

También estuve en el Valentín y casi todas las noches me tomaba una sopa o una ensalada.

Pasé por el hotel-restaurante Cortés. Pero echaba de menos una luz potente en la mesilla de noche.

Mi último hotel ha sido el Villa de Aguilar. Me gusta cenar una porción de pizza de champiñones en la pizzería, y una pieza de fruta después.

ENLACES

Vídeos de los talleres






A partir de 2017, cuelgan un montón de fotos, para que cada uno elija las suyas…

Noticias sobre Aguilar





http://economia.elpais.com/economia/2015/04/15/actualidad/1429092110_185520.html. Gullón, única galletera española en manos de su familia fundadora, inaugura su ampliación.



Sobre las Fundación, sus actividades y logros




viernes, 13 de julio de 2018

PASEOS DE VERANO. 4 días en Laredo. A LAREDO, EN BUS

Voy a hacer un curso de verano de la UC (Universidad de Cantabria). Hace al menos dos años (son tres, desde 2015) que no he estado aquí. A ver qué ha cambiado…

Día 1. Lunes, 25 de junio de 2018

Santander, 7.44 h, 20 grados. ¡Bufff! Estamos en mitad de la primera ola de calor del verano.

Mi autobús va a Zaragoza, pasando por Laredo y Bilbao. Lleva tan separados los reposapiés que los míos no alcanzan…

En Laredo a las 8.40 h hace una solana que decido coger las calles en sombra. Hoy toca “reconocimiento general del terreno”. Luego, ya profundizaré…


Junto al mercado de abastos, en la calle Menéndez Pelayo, sigue aún en venta un local que me encanta, con columnas de purpurina en el interior. El primer día saco la foto a través de un cristal polvoriento pero, el segundo, descubro un agujero, y el interior me sale claro.


Mi primera parada, la pastelería Anaïs, que tiene unos deliciosos pasteles de manzana SIN crema pastelera, todo compota. Abre a las 9: luego vengo.


Me llego hasta el término de la calle Menéndez Pelayo, en cuyo final está el túnel que lleva al antiguo puerto, debajo del monte La Atalaya. Ante la entrada, una tribuna de la celebración de las fiestas de San Juan. En un campo cercano, una pancarta: “Las Sanjuaneras sí te creemos”…


Al volver por el otro lado de la calle, me llama la atención la carpintería Go-pe en una senda llena de ortigas a la Puebla Vieja. Dejo para otro día la Ruta 1 de subida a La Atalaya, una de las seis, “con encanto”, propuestas por el folleto municipal. Me fijo en el empedrado (luego leo que es un “pavimento de cantos de la cercana playa rocosa de La Soledad”, al otro lado del túnel). Dejo atrás también la calle Cuesta del Infierno, que lo dice todo, y tomo el otro lado del triángulo en la plaza Cachupín, con el antiguo Ayuntamiento, de 1562. Me llego hasta otra de mis paradas habituales, la librería San Fer, en la calle Emperador, donde cada año compraba unas tijeras de niño de cortar papel, pero ha cerrado y ahora se vende o alquila…

Antes de ir a clase, paro a tomar un café en Berna, donde siguen Ángel (pálido como un vampiro) y su mujer Marisa (que está visitando a sus hijos en Madrid). Tengo esa querencia desde que los cursos se celebraban en la Casa de Cultura (era el bar más cercano cuando salías a la calle), antes de pasar a su ubicación habitual en la sede de la Escuela Oficial de Idiomas (EOI), junto a la estación de autobuses.

En la playa, sobre las 15 h, me he quemado la planta de los pies como si estuviera andando sobre brasas encendidas en San Pedro Manrique. Menos mal que sopla nordeste…

Salgo de clase pasadas las 18.30 h. El bus, que viene de Irún, y tendría que haber llegado a las 18.50 h, llega a las 7 y 10. Llego a mi casa muerta y en muerte cerebral de tanta intensidad. Vuelvo a reafirmarme en que me siento mayor para hacer un curso de mañana y tarde fuera de Santander (no puedes ir a tu casa a comer o descansar un rato). Preferiría que hubiera sido de 9 a 14 h, de lunes a viernes.

Me hago una cena ligera, y ¡a la cama!

Día 2. Martes, 26 de junio

19 º C a las 7.35 h. ¡Bufff!

Este año toca ir por encima de la rodilla, ¡y no me da la gana! Yo tengo mi sentido de la estética y no me queda bien esta moda, así que al vestido ligero de viyela que me he comprado, le he añadido una tira bordada de 3 centímetros en el dobladillo (para recrecerlo).

Estoy cansada y cierro los ojos. El calor me aplana. No los abro hasta la ría de Colindres, casi llegando ya a Laredo.

A las 8.40 h las 6 calles están recién regadas. Ando con mucho cuidado: llevo sandalias y odio mojarme los deditos de los pies con agua sucia o agua de lluvia…


Entro por Ruamayor, subiendo las escaleras a la derecha del edificio del antiguo Ayuntamiento (a la izquierda, la casa natal de Bernardino de Escalante).

En Ruayusera, un trampantojo de una maceta en una ventana y, al final de la calle, su propio “escudo” de la familia Ruyasera, integrado por una mujer, unos gatos, una sartén con una raspa y un anzuelo en el plato.


En la calle El medio (Rúa de Enmedio en el plano), otro trampantojo; en este caso, una mujer tras la reja de una ventana en un edificio en obras.


En las 6 calles que conforman el cogollo de la Puebla Vieja (Rúa Mayor, San Marcial y Santa María; San Martín, Rúa de Enmedio y Ruayusera) hay multitud de dibujos, unos más afortunados que otros, que aportan color y proximidad. Me dicen que los han hecho jóvenes de la villa, los “voluntarios” de la Puebla Vieja ¿??.


En mi paseo de hoy por la orilla de la playa, a la hora de comer, encuentro una concha de nácar inmensa y única, como un tesoro. Hacía años que no veía una…

De vuelta a Santander, a las 18 h, la bruma, luego la nube negra, acechan…

Día 3. Miércoles, 27 de junio

A las 6. 30 h de la mañana cayó una buena…

18 º C a las 7.46 h. Se respira mejor tras el aguacero. Hay más humedad  y frescor en el ambiente. Para mí, temperatura perfecta: firmaría por conservarla todo el verano. Chispea ligeramente cuando voy al autobús.

El conductor se ha dormido en los laureles y llega a las 8 o´ clock, cuando ya deberíamos haber salido, como un Fangio, distribuyendo a la gente aquí y allá: los de Zaragoza, los de Bilbao…
El día está plomizo y cerrado. Hay mucho tráfico, fluido, en la autovía, en ambos sentidos, y tan poca claridad, que todo el mundo va con las luces puestas. Hasta me levanto las gafas, pensando que llevo gafas de sol, pero no, llevo las de ver normal.

En las enormes grúas del astillero lucen una especie de bengalas verticales para anunciar su posición. Llegando a la salida de Treto jarrea pero bien.


En Laredo ya no llueve y, al bajar del autobús, me huele ligeramente a jazmín o a flor de tilo.

En mi paseo de hoy, esta vez me paro ante la exposición “Tejiendo un mercado” en la plaza de abastos: son cuadros tejidos en lana, con elementos ingeniosos; reconozco pulpos, langostinos, acelgas, zanahorias…Hay gente que tiene un arte…


Luego, tiro hacia el puerto, el pesquero, y el macro-puerto deportivo, que, a mí, me parece un disparate, demasiado sobredimensionado.


A la hora de comer, hoy, que hace malo, tiro la casa por la ventana  y, en lugar de un pincho, me tomo un menú calentito en el restaurante Niágara, en la calle Espíritu Santo: alubias blancas con langostinos y pechuga crujiente rebozada rellena de  jamón y queso. De postre, para compensar, cerezas. Todo me sabe a gloria.


Luego, voy hacia la playa. El mar queda hoy tan lejos…No hay un alma: la Cruz Roja y un paseante solitario por la orilla.


En la primera línea de playa, una pancarta en una urbanización baja: “No se puede derribar mi vivienda adaptada” (y una petición de ayuda en change.org).

Tres horas entre el final de la mañana, a las 13 h, y el inicio de las clases por la tarde, a las 16 h, se me hacen muy largo; sobre todo, en un día tan desapacible. Yo hubiera preferido acabar a las 14/14.30 h todos los días, y ¡cada uno a su casa hasta el día siguiente a reposar los conocimientos…!



martes, 3 de julio de 2018

CARTAS A VID (12). LA VIDA Y LA MUERTE SIEMPRE DE LA MANO

El año pasado cambiamos el sitio donde te dejamos flores: Nos vamos haciendo viejitos; sobre todo, mamá. Y, en algún momento, la cala se nos hará lejos y complicada de alcanzar. Así que hemos buscado otra, donde también rompen las olas, y que queda más cerquita del coche. Mamá dice que por ahí pasaron también tus cenizas de camino a la playa de Los Locos…


Víctor ya ha cumplido 18 años, ¡quién lo diría! Parece que fue ayer cuando la enfermera le dijo a su padre en el hospital: ¡Hala! ¡A cambiarlo…! Carolina entró en el Conservatorio para seguir con el piano, y ha dado su primera audición.

Elo, el hermano de papá, y su padrino desde que tenía diez años, cumplió ¡100! en octubre. No quería dejar que Ángeles, la prima de Salas, fuera la única centenaria…Pero no llegó a los 101.

Murieron la tía “Nena” y Carol, el primo Arturo y Mercedes. Se casó Jaime primo. Papá se reunió con algunos compañeros de la promoción del 56, en Bilbao. Todos pasan de los 80. La vida y la muerte, los acontecimientos tristes y los alegres, siempre de la mano…

En los Encuentros Marco-Julio, el año pasado estuvieron todos (menos Juan, pero no es por enfermedad…). Mamá le hizo al tío Carlos un blusón de pintor y parecía un Gauguin con su paleta y su gorra francesa.

Cada año, cuando se celebra la fiesta del Orgullo, en Madrid, recuerdo que fue antes de tu accidente, el 3 de julio. Como recuerdo que el puente de mayo fue el último día que te vimos aquí,  cuando estuvimos paseando por Suances, con las uñas de gato, nuestros “platanitos” de la infancia,  en flor.

Pensé que el año pasado no podría “echarme al Camino”: tras curar la fascitis del talón izquierdo, tuve una tendinitis de pata de ganso en la rodilla derecha…Pero decidí ir, a pesar de todo, aunque tuviera que volverme al día siguiente. Ya estaba en Lugo, en Ribadeo, y sólo me quedaban la mitad de los kilómetros…Fueron solo 4 jornadas, a 7 km por día…, pero lo hice.

También llevamos a mamá a una nefróloga: tras 30 años mal diagnosticada de la tensión, alguien nos dijo algo -que toda la clase médica sabe: que cuando existen problemas con encontrar la pastilla adecuada y estabilizar la hipertensión, hay que acudir al nefrólogo. ¿Por qué nadie nos lo dijo antes…?

Creo que esto es todo por este año. Ya te contaré más el siguiente…