lunes, 4 de septiembre de 2017

PASEOS DE VERANO. POR EL VALLE DEL NANSA, EN CANTABRIA

Para preparar una ruta con familias el sábado 2 de septiembre, vamos primero a ver cómo está el camino y a preparar posibles paradas donde “coleccionar” emociones en forma de colores, aromas, sonidos o tactos, y ponerlas por la tarde en palabras e imágenes…


Martes, 29 de agosto de 2017

Salimos de la plaza de Numancia, en Santander, sobre las 8.45 horas. Vamos por autovía (en dirección a Unquera) hasta la salida 269 en Los Tánagos/Pesués, y buscamos luego Puentenansa; llegamos a San Mamés sobre las 10.15 horas. Lo primero que se oye al bajar del coche, pajaritos y un arroyo.


Alrededor de San Mamés. Ir leyendo el paisaje

Nuestra ruta será un paseo circular de unos 2 kilómetros  que rodeará el pueblo por arriba (San Mamés está a 1.032 metros sobre el nivel del mar).

Dejando a la izquierda un bebedero, y subiendo un poquito por un camino de cemento estriado, entramos en un robledal. (Quercus robur, roble o cajiga). Por él se desplaza ganado doméstico (las bostas de caballo y las plastas de vaca así lo atestiguan). Al pararnos a escuchar los sonidos del bosque, oímos un arrendajo: lo llaman “el chivato del bosque”.


Los árboles están cubiertos de líquenes, “el alga de tierra”. Un indicador de que el aire aquí es puro. Caminamos sobre un lecho de hojas secas cuyo sonido nos recuerda el otoño y la vuelta al cole. El tacto de la corteza del roble es áspera aunque, a ratos, me recuerda la textura del corcho del alcornoque. El sendero, a los lados, está repleto de moras maduras.


Llegamos a una bifurcación y cogemos el ramal ascendente, marcado por un acebo de hojas de charol. Más arriba, encontramos un espacio abierto, una campa desde la que se divisan las montañas lejanas. El campo está todo levantado, hollado por jabalíes en busca de raíces y tubérculos. Han hecho un estropicio. Sin embargo, descubrimos unas cuantas flores de olorosa manzanilla.


Enfrente, una mata de tojos (escajos por otro nombre) en flor (amarilla). Dice el dicho: “Donde entra el tojo, no entra vaca”. No me extraña. Son bastante “pinchudas”. También vemos manchas de brezo, y rosal silvestre, con los frutos enrojecidos (el llamado “tapaculos” porque provoca estreñimiento, a pesar de su vitamina C).


Siguiendo un curso de agua, a veces subterránea, fresnos y sauces. Los juncos y la salicaria también nos indican que el terreno es húmedo. Así como la hepática blanca y los berros.


En un cruce lleno de helechos ya se divisa el pueblo, por detrás. Bajamos por un camino de cemento estriado, muy útil para no resbalar en invierno…


Una vez en Pejanda, en Casa Molleda (el techo repleto de rabeles), paramos a tomar un refresco antes de volver a casa. Ya de bajada, nos detenemos en el – para mí, fascinante- embalse de La Cohilla; siempre me ha parecido una obra de ingeniería extraordinariamente bien integrada en el paisaje. El espacio hasta el inicio de la  vegetación muestra la falta de agua que sufrimos este verano.


SABER MÁS

www.nansanatural.es. Experiencias rurales para conocer y sentir el territorio.

http://posadacasamolleda.com. Casa Molleda, un clásico en Pejanda y en el valle de Polaciones.

P.D.

El sábado 2 de septiembre, por la tarde, en el taller “Los sentidos del bosque” recitamos el romance de La loba parda, en una versión de 1934, recogida por José María de Cossío en la cercana población de Belmonte.

También leemos el relato Las hadas de Bustillo, adaptado al lugar: ahora, son las hadas de “San Mamés”.



Lo mejor: las opiniones de los participantes sobre la experiencia: "Me ha enseñado cosas nuevas y me ha hecho pensar.  Voy  a mirar a la naturaleza diferente a partir de ahora"...



Y el vídeo de recuerdo... https://www.youtube.com/watch?v=bHGbRdn8-8U&feature=youtu.be. Los sentidos del bosque. Nansa Natural. Experiencia del 2 de septiembre de 2017.

Lo siguiente, celebrar el Día Europeo del Patrimonio, el 23 de septiembre...






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