miércoles, 6 de febrero de 2013

MI TÍA BEA


                                                                                  
Mi tía Bea es la monda.

Ahora es profesora -y muy buena, por cierto- pero, de pequeña, era un auténtico cenutrio.

El otro día subimos al desván -la acompañé a colocar sus papeles- y nos pusimos a ojear sus tareas escolares desde parvulitos (que es como llamaban entonces a preescolar).

Al empezar a escribir -confundía las bres y las bles- lo hacía todo junto, de corrido, en renglones interminables.

Más tarde, con sus respuestas en las fichas, podía haberse recopilado todo un catálogo de citas ocurrentes.

Lo curioso es que la maestra siempre le ponía “regular” en vez de un cero patatero. Yo creo que se partía tanto de la risa que solo por aligerarle la rutinaria tarea de corregir era incapaz de suspenderla. Un ejemplo: ¿Qué se saca del algodón? La lana. ¿Por dónde sale el sol? Por la izquierda. ¿Medios que puedes utilizar para ir de excursión? Pues el pan, el chocolate, el queso, la fruta...

En cada pregunta, interpretaba y aplicaba sus códigos particulares; leía lo que ella quería leer, y así salía... ¡por peteneras! ¿Cómo se fabrican las conservas? En el frigorífico.

Creo que mi tía era un poco pasota y veía la vida de otra manera, más desdramatizada, más alegre, más desenfadada.

Todo lo que quería era terminar pronto los deberes para saltar a la goma. Y jugar, que era lo que le correspondía a sus años.

Le preocupaba tan poco lo que le hacían aprender que incluso rellenaba dos veces la misma ficha, y ni ella ni la maestra se daban cuenta. Lo cierto es que la profe de turno tampoco se apuraba mucho por las respuestas. Ponía V de visto y adelante. ¿Dónde hay minas de sal en España? En Francia. Y las dos se quedaban tan frescas. Debía resultar tan aburrido corregir cientos de fichas cada día...

Pese a todo, la envidio en sus composiciones. Mis redacciones son de lo más correcto y anodino; nada que resaltar, frases de sujeto, verbo y complementos, todo muy previsible.

Me gustaría resultar tan fresca y divertida como ella y que, cuando me leyeran, se carcajearan en el metro hasta los señores con traje y barba.

Y es que mi tía Bea es atómica. Ojalá siga así por muchos años... 


[CO-GANADOR III CONCURSO NACIONAL DE CUENTOS INFANTILES  A.C.TERTULIA GOYA. 1998]
Ilustrado por José Luis Mazarío.

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