viernes, 8 de enero de 2021

Mi Camino de Santiago, de Santander a Comillas. Lo que me faltaba. ANEXO1

En septiembre de 2020 llegué a Santiago. Había salido de Comillas, en 2013. Pero me faltaba la parte desde mi casa, en Santander...Este es el relato...

Jueves, 8 de octubre de 2020. Santander-Peñacastillo. Día 1.

Salgo de casa pasadas las 9 h para ver cómo es la salida de Santander “siguiendo la flecha amarilla” – que ha sido mi guía durante todo el Camino, de Comillas a Santiago.

Voy primero a comprar el pan y a comprobar una cosa y, finalmente, salgo a las 9.30 h  de delante del albergue, en la calle Rualasal. Mientras iba para allá, me he cruzado con un grupo de 5 señores, que llevaban en la sudadera el logo Amics del Cami – creo que he leído-, mirando un azulejo en la acera, con los símbolos del camino, justo frente a la relojería Muñiz.

Yo pensaba que igual la salida era hacia la calle Alta, pero las únicas flechas que veo señalan hacia la catedral de Santander, a un tiro de piedra por la calle Emilio Pino…O hacia Cuatro Caminos, siempre por la acera de la izquierda, Calvo Sotelo y Jesús de Monasterio, para arriba. Sobre la joyería Salamanca, una flecha indica el mismo sentido, de salida.

Las baldosas han perdido, casi todas, sus colores originales (amarillo para la vieira y la flecha), o apenas quedan unos restos. En vez de poner tantas, hubiera sido mejor poner menos -solo donde puede haber dudas-,  y haber reservado dinero para su mantenimiento…

A veces se alternan con azulejos  de la Federación Camino de Santiago del Norte (en la calle Burgos, en la alameda de Oviedo…).

Cuando llego a Cuatro Caminos, por un momento,  pierdo los azulejos; solo veo una flecha pintada en el suelo que señala de frente – junto al monolito que conmemora el VII centenario de la reconquista de la villa por el rey Fernando III. ¿Y cómo…? ¿Por encima del parterre…?

Luego, descubro un azulejo frente a Liberbank. Y, antes de cruzar la calle Alta, otro, más sencillo, solo flecha y vieira (sin cruz). Frente a Maphre, en Jerónimo Sainz de la Maza, también hay un poste, con la vieira sobre fondo azul.

Al inicio de la Avenida de Valdecilla, un poste señala a la catedral de Santander y, en dirección opuesta, a Santiago de Compostela (572 km). Antes, 86 km a Unquera (incluso pone el tiempo…: 22 horas y 40 minutos…Jajaja, será para los elegidos…).  Y 36´5 km a Santillana (9 horas, 35 minutos. JuaJuaJua -como se ríen en los cómics…).

Desde la Alameda de Oviedo vengo cojeando, por el talón del pie derecho y, en el intercambiador de Valdecilla, ya me molesta la cadera izquierda…17 grados (a la sombra) a las 10.37 horas. Para volver en autobús, solo tengo el 13, y ya.

En la iglesia de ¿Cajo?, la flecha te manda cruzar a la acera de la derecha, junto al parque de la vaca (del Doctor Morales).

El azulejo frente a Teka está cubierto de hojas secas, crujientes… (Me encanta pisar hojas secas en otoño). Los postes siempre indican la catedral (nunca el albergue de peregrinos, por ejemplo).

Ya llevaba un tramo sin ver ninguna baldosa cuando, al fin, la veo frente al bar (en venta) “Los langostinos de Mercedes”, antes de la desviación hacia la carretera de Burgos. Junto a la farmacia y el buzón de correos,  una flecha amarilla en una farola.

No sé si pensando en el Jacobeo el año que viene, a partir de La Hacienda de Miranda, han pintado un camino rojo para peatones (más bien, han pintado de rojo la acera).

En la calle El Castro (ya Peñacastillo), veo una flecha amarilla en el muro de cemento. La subida está animada por los plumeros invasores. Se nota que acaban de hacer la intervención porque en la tierra de la cuneta han nacido cenizos, las primeras plantas que colonizan la tierra desnuda.

Cuando finaliza el tramo pintado de rojo, un azulejo te manda recto, por la acera de la derecha, mientras que junto al semáforo, cruzando, una placa del Gobierno de Cantabria te indica que vayas por la izquierda…Como no quiero decidir, me vuelvo.

Otro día, más. Son las 11.15 h. Voy a coger el 3 en Campogiro.

Viernes, 16 de octubre. De Peñacastillo a Bezana. Día 2.

Salgo de casa pasadas las 9 h: hay nubes negras. Mientras voy a coger el bus 3 hacia donde me quedé el día anterior, me cruzo con el señor que habla solo y que, sea invierno o verano, va en chanclas y con los brazos al aire. Ha menguado y ya no es tan fuerte…

A las 9.40 h estoy subiendo de nuevo la cuesta al principio de la calle El castro. Espero que no me llueva…

El viento me viene de cara…, y es fresco. La subida por el lado izquierdo de la acera (la otra vez fui por la derecha, “el camino rojo”) está llena de ortigas y otras “malas hierbas” (plantas silvestres): correhuelas, llantén, ombligo de Venus, diente de león…

Voy hacia lo negro. Hacia Santander se ve más despejado. A las 9.50 h estoy donde terminé el otro día, frente al “santuco” (en realidad un Cristo, “Yo soy el camino”). Ahora toca pasar las naves (el polígono “Nueva Europa”): Diprimar, Volkswagen, Citroen, Carlos Uriarte, Audi, Lopsa…Paso rápido porque a la sombra del monte de la Peña, hace frío.

Ha salido el arcoíris, así que, en algún punto, debe estar lloviendo…En las faldas del monte, en una farola, veo pintada una flecha amarilla.

Me paro ante el cartel de un arboreto de la peña, bastante desvaído. Señala el camino de ascenso y cómo están colocadas las diferentes especies en la ascensión: bosque mixto abajo, encinar cantábrico y robledal a media ladera y, en la parte más alta, hayedo y abedular. Los plumeros pronto van a colonizar el espacio…

Llegando casi a la rotonda, veo una flecha en la parte trasera de una señal de tráfico, casi comida por la vegetación. Me señala cruzar hacia la derecha. A ver si me toca el lado del sol: estoy congelada…

Junto a una casa sin terminar, las flechas se acumulan: en un poste de la luz, en una farola… (indicando que pase al otro lado). En el “otro lado” (el que indica a Adarzo), las señales se multiplican también: “A Santa Cruz de Bezana, 3´6 km”.


A las 10 y 25 me acaba de adelantar un peregrino, el primero que veo. Estoy en la calle Adarzo.

En el bordillo de la acera, antes de cruzar el puente sobre las vías del tren, me mandan ir hacia la izquierda. ¡Qué bien! Es una carreterilla sin tráfico, Y sin ruido… (excepto el motor en marcha de un camión parado ante ascensores IMEM…).

Me estoy calando las botas con el rocío. Dudaba de que el camino fuera este, atravesando un prado, pero sí. Al final, pasas bajo un puente, junto a las vías del tren, separadas por una valla metálica, y el camino de herradura sigue junto a fincas (se distinguen huellas de botas en el barro; también de ruedas de bicicleta de montaña). Está embarrado y hay charcos de estos días de lluvia. Se oyen cuervos, pajarines en los bardales y el traqueteo de un tren.

Al llegar a la carretera, ante un paso a nivel, las flechas señalan a la derecha, pasando ante la nave de Mudanzas Casovalle. Sobre las 11 h, ya todo está despejado y las nubes quedan mucho más lejos. Se ven pacas redondas sobre la hierba, esperando a ser ¿embolsadas…? (las “bolas de silo” que me decía María José, ganadera en Selaya) y recogidas.

Un francés (no sé si es el mismo de antes, que se ha perdido, o se ha parado a desayunar…) me dice, nos decimos: ¡Buen Camino! Una vaca no me quita ojo mientras fotografío a su ternero, en primer plano. En la calle Lluja, me ladra un perro afónico.

Un hito de cemento, algo más allá, me dice que baje. Me huele dulce: a madreselva, a miel, o a la flor del aligustre. Es la salida de Santander, por detrás. Ahora voy junto  a las vías, de nuevo. Llego a una casa verde, llena de calabazas, que me recuerdan la forma del aljibe peregrino medieval. Y paso ante un lavadero/abrevadero de agua NO potable.

La fuente Jumerios, un poco más adelante, tampoco es potable. Pero han creado un rincón apacible, con un banco bajo una salguera. Son las 11 y 20 y, si me hubiera traído algo de comer (solo he metido agua), ahora era el momento (pero no tengo nada y el estómago se me da la vuelta de vacío…). Me llega el olor dulzón de la paja humedecida.

Al segundo hito de cemento parece que le hayan dado un martillazo. Menos mal que han pintado una flecha debajo, señalando la dirección. Me estoy haciendo pis, pero todo es espacio abierto y diáfano junto  a la autovía… Estoy a la altura de la rotonda de los bomberos: distingo su torreta en la lejanía.

Acaba de pasar un ciclista, pero no tenía pinta de hacer el Camino. Ya he visto 3 babosas espanzurradas en la carretera. El agua rezuma en la superficie y en los campos. Bajo los puentes, hay farolas en el camino alquitranado y grafitis en las paredes. Pueden pasar coches.

La flecha amarilla me manda a la derecha en otro paso a nivel. Una pareja que pasea con un perro, y yo, nos subimos las mascarillas al cruzarnos. ¡Qué diferencia ir con una mochilita de 2 kilos para el día…!

A las 11.50 horas el cielo está negro detrás de mí, en Santander. Avanza como una gran mano negra…¡Puf! Todavía me quedan 2´9 kilómetros (casi 3) a Bezana, para coger el tren de vuelta. No sé si me va a dar tiempo a recoger en casa las cosas para ir a Torrelavega a comer…

He oído pasar ya incontables trenes, en uno y otro sentido. Un cartel me indica que estoy entrando en el municipio de Santa Cruz de Bezana. Atrás dejo un Mordor…Ya ha tapado el sol.

En los hitos, lo que no te dicen son los metros/kilómetros que llevas andados. Que, por un lado, alegra (saber que te queda menos hasta el punto final).

En el camino, se mezclan chalés, casas de pueblo/campo y construcciones a medio hacer (¿para siempre…?). ¡Por fin una fuente de agua potable…! Aunque yo, hoy, es lo único que llevo…

Llego a un grupo de casas, que se han “adoquinado” el espacio ante ellas (la calle Bezana). Otra fuente potable, antes de la Avenida José María de Pereda, está rota. “A Mompía, 2´7 km. 40 minutos”- dice el poste. Jajaja… Hay una parada de bus, la 24, en el barrio de Bezanía, donde paran el L2 y el L3, pero su frecuencia…Recorren solo el municipio, en rutas circulares.

En la calle La Soledad veo un “camino rojo” peatonal, que pienso si me llevará al tren, pero recto distingo el letrero de FEVE. ¡Menos mal! Cojo la calle San Juan. Otro día, más.

¡Vaya! El camino rojo llevaba al mismo sitio. Podían haber puesto ahí el cartel que señalaba al tren…La estación sigue en obras. Lleva la tira… (2 años -me dicen). Supuestamente, querían terminarla en octubre. “¿Del 2021…?”- pregunto. “No, hombre, del 20…”. O sea, ya. Veremos si la inauguran antes del 31…

El debate, en el tren: La COVID, cómo no…, y sus consecuencias.

Jueves, 22 de octubre. De Bezana  a Mompía. Día 3

Salgo sobre las 8.30 h a coger el tren. Sur. 19 grados a las 8.37 h. Hoy llevo sándwich…

Como han reducido trenes, perdí el de las 8.30 h y no tengo hasta las 9.15 h, así que, para hacer tiempo…- desayuno otra vez frente a la estación.

Mi vagón lleva la hora de la semana que viene, cuando cambien la hora. Desde el tren veo el camino que hice la semana anterior, en los momentos en que iba cerca de las vías.

A las 9.30 h salgo de la estación de Bezana, de frente, por el camino rojo (calle La Soledad), que me lleva a la que dejé el otro día (Avda. José Mª Pereda). Junto a la casa blanca que hace esquina, una flecha amarilla, la primera de hoy, en una señal de tráfico. En el cartel de FEVE, más flechas amarillas. Un azulejo en la acera, un poco más allá, y otra flecha en el poste del bus local, encaminan hacia la iglesia de Bezana.

Junto a la torre, un cartel señala al albergue de la Santa Cruz, a la izquierda. Yo cojo la Avenida Mompía, de frente, que es por donde continúa el Camino. Paso ante una huerta, un poco descuidada, llena de pimientos, capuchinas y berzas. Los rosales están recrecidos (como los laureles y los avellanos) y se escapan por encima de las vallas, pero tiene su encanto.

En las tapias, muchos vecinos han plantado pasionaria y cuelgan los frutos naranjas de la pasión.

Paso ante el cementerio, con un árbol seco en el centro (parece el árbol del ahorcado…). Al final del muro, una placa señala hacia el espacio abierto. Me cruzo con paseantes (la mayoría, con mascarilla, aunque vayan solos y no haya nadie alrededor) y ciclistas (y con coches...). El campo está precioso: centáureas, cerrajas, menta y hierba pejiguera en las cunetas, ortigas…,  ¡y plumeros…!

Con los vientos de estos días, se ha desgajado una rama de eucalipto. Tras este, las flechas me mandan a la izquierda (sigo en la avenida Mompía). Pasea mucha gente a estas horas; de todas las edades, en pareja o sol@s. Todo el rato llevo el viento en contra y, a las 10.30 h, estoy cansada. Aunque cuando salí de casa, mi idea era llegar a Boo (4´75 km), creo que hoy no voy a pasar de Mompía…

De una urbanización, salen a buscar el pan a una furgoneta de Panusa. Bufff.  A mí, lo de vivir tan lejos…Mirando hacia atrás, se ve la peña de Penacastillo, lo único que se levanta de la horizontal – mirando en dirección al mar-, como en el siglo XVI, cuando Braun hizo el famoso grabado.


Una veleta, con Santiago “al mando”, señala ¿al sur…?. Oeste, supongo (suroeste). La casa es un tótum revolútum, con un perro aburrido que no ladra y esculturas varias en el jardín.

A las 10.45 h estoy ante la iglesia de Mompía, sobria y blanca. El hotel Al Camino está a 150 metros, bajando, a la izquierda (calle Navalías), pero el Camino sigue recto (por la avenida de Mompía).

Al llegar a la urbanización El faro, la flecha amarilla me dirige a la izquierda. Voy por la acera junto al camino rojo. Tras dejar atrás el café-pub “entre Cucos anda el juego”, encuentro una casa abandonada con el letrero del pueblo. Me gusta esta casa en ruinas.

La Avenida de los Condes me lleva directa a la estación de Mompía, mi final de trayecto por hoy. Son las 11 y 10 h. A y 27 tengo un tren de vuelta a Santander. Estoy cansada y esta tarde tengo muchas cosas que hacer. 1´33 km -según mi Guía…¡De récord…!

Martes, 27 de octubre. De Mortera/Mompía a Boo de Piélagos. Día 4

Cuando salgo sobre las 8 h, el cielo no está muy “católico”. “Nos arriesgaremos”… El viento me viene de frente, ¿este…? 15 grados a las 8.07 h.

Sobre el túnel (Pasaje de Peña) ya se distingue la estructura de  la ¿pasarela…?, ¿ascensor…?,  en blanco y negro.

A las 8.15 h, en el primer vagón, vamos todos sentados en filas de “uno” por compartimento, incluidos los asientos que se levantan. En el reloj del tren, no han cambiado la hora. Sigue la de la semana pasada: las 9 y 18 h…

Nubes corridas tapan el cielo en todos los tonos de gris: desde el perla al azulado. Después de Adarzo, las garcillas bueyeras inundan un prado cercano a las vías. La calefacción va encendida.

A las 8.30 h estoy ante la señal que indica el Camino en Mortera/Mompía. Tras pasar el puente, pierdo la flecha un poco más adelante. Empieza a chispear… Oh, Dios mío: si hoy no tocaba…

Me mandan por un caminillo asfaltado entre los prados. Un perro solitario cruza el paso de cebra, tan pichi, para hacer sus necesidades junto a una pared “grafitada”.

Mar, 14´1 km. 3h 45 min -dice el cartel. Vuelvo a reírme…

No me queda claro si he de seguir recto por la acera o cruzar el camino de lajas sobre la hierba… Aquí sí que debían poner una señal que aclarara…

Busco la flecha amarilla en farolas, señales de tráfico, en la acera… Empiezan a caer gotas gruesas. C… en la…El pero callejero también se vuelve. Listo él/ella…

Vuelvo atrás al caminillo, a ver si se me ha pasado algo… Nada…Así que tomo por delante del silo hacia la nave Isolana, materiales de construcción. En mi Guía hablan de una CA- 30…, pero tampoco veo ningún mojón.

Por fin, junto a una casa morada, empieza un “camino rojo” y aparece la señal azul del camino. ¡Voy bien…! Al fondo, los Picos de Europa.

Al terminar la urbanización, salgo del Ayuntamiento de Santa Cruz de Bezana para entrar en el barrio El Vivero, de Boo de Piélagos. Despejo el mojón de la hierba que ha crecido alrededor, junto al mapa del Ayuntamiento de Piélagos. Estoy en la CA-304 y tengo que pasar por los barrios de La Acebosa, La Pedraja y San José (al otro lado, hay un barrio de nombre Las Veneras).

En la casa morada (Vivero, 9) está pegado el azulejo con la vieira. Las gaviotas, posadas sobre los restos de un maizal, echan a volar. Antes, una urraca se ha posado entre los tallos cortados.

Más adelante, el monte La Picota¿, donde quisieron levantar una urbanización bestial, ya muestra hierba en la ladera, síntoma de su recuperación y restauración ambiental. Solo resalta una carreterita estrecha y una matarrasa, a su izquierda.

Junto al kilómetro 1 de la CA-304, las flechas indican cambiar de lado (no hay paso de cebra ni semáforo). Un cartel señala a Arce (de frente, por el camino rojo), pero las flechas amarillas encaminan a El Vivero, por una pendiente hacia las vías del tren. Como quiero coger el convoy en Boo, tomo por este último camino. Un lugareño, que me ha visto consultando mi guía, me confirma que he elegido bien.

La verdad es que cuando tengo dudas, siempre encuentro flechas pintadas en el suelo o en los quitamiedos. Paso frente a un bebedero y, antes de acometer la subida (¡siempre me toca subir…!), decido comerme mi sándwich (que se ha desparramado por el táper; hoy he añadido pepinillo al huevo duro y al atún). A las 9.45 h, aún no ha salido el sol (y yo lo prefiero).

Arriba de la cuesta, se señala un paso a nivel. Las garcillas van migrando de prado. Se oyen los martillos pilones detrás de mí, y el ruido de la autovía. De nuevo, la furgoneta de Panusa toca la bocina para indicar que trae el pan, en el barrio El Monte. “Piélagos, Grande por naturaleza”- sintetiza el cartel, al modo de los estados americanos.

A las 9.50 h, el sol me calienta la nuca. Tras cruzar las vías, la flecha me manda ir en paralelo por una carreterita. El prado está plagado de centáureas.

Libero un poste con la flecha amarilla de las ramas de un aligustre, que se la están “comiendo”. Es la primera vez que uso la podadera desde que salí de Santander.

Se oye un gallo y, en el monte, maquinaria pesada trabajando. Los plumeros colonizan las inmediaciones de las vías.

Voy acercándome a la “aglomeración” de Boo. No sé por qué me recuerda a Benidorm…En un laurel, una trampa de avispa asiática: una botella de plástico con la base llena de cadáveres, y dos, aún vivas, intentando trepar por el cilindro.

En esta última parte, los avellanos flanquean un curso de agua a mi derecha. Han cortado tres grandes árboles y solo quedan los tocones como testigos. Junto a ellos, han plantado nísperos (un árbol que siempre me ha parecido monótono y aburrido), una encina o dondiegos.

El poste de la luz y un azulejo de la Federación me mandan para abajo. Pero el albergue y la iglesia están a 200 metros (y mi estación, también). Son las 10.45 h. He hecho  3´42 kilómetros en dos horas y cuarto. ¡No está mal…!

Mafalda y Guille nos interpelan desde el muro de enfrente. Mafalda: Y…, ¿no será que esta vida moderna tiene más de moderna que de vida…? Guille: ¿Y zi, en vez de planear tanto, volaramoz un poco maz alto…?

A las 10.53 h debería pasar mi tren…

Jueves, 29 de octubre. De Boo de Piélagos a Mogro. Día 5

14 grados a las 7.45 h. Despejado.

Llegando a la FEVE me huele a puré de verduras. ¡Qué rico…!

Tengo que coger el tren de las 8.15 h a Cabezón de la Sal. El de las 8.05 h es un rápido que no para en Boo. Ni me había fijado en que hay dispensadores de gel antes de pasar la puerta hacia las vías (creo que el resto de la gente, tampoco; no he visto a nadie apretar el tapón…), Un cartel recomienda guardar la distancia con los que bajan del tren,  antes de subir (eso que se decía de “dejen salir antes de entrar…”). En el luminoso, en “Avisos” siguen advirtiendo de no cruzar las vías. “Utilicen los pasos habilitados”...

Al pasar la tarjeta transporte, el saldo me dice “5´17 euros”. Creo que FEVE me ha comido dinero el otro día…Como a veces no pita cuando ha cargado, en Mompía estuve venga a pasarla, hasta que un chico me dijo: “Pero que ya ha pasao…”.

Pasadas las 8.30 h me apeo en la estación de Boo. Por lo visto, el jardinillo a un lado y a otro de la rampa de bajada es particular (un magnolio, varios limoneros, una encina…). Piden que no se pise (más bien, que los perros no caguen…).

Cojo hacia abajo, donde me indica el azulejo de la Federación y luego, a la izquierda, por la acera. Estoy en el Barrio El Pozo.

En la subida, una huerta bien guapa, con la verdura de invierno (repollos, berza…), perimetrándola. Y ¡fresas! en unos originales “arriates” de cemento. Lo mismo que las lechugas.

Cruzo sobre las vías del tren y ya estoy en el Barrio San Juan. Detrás, al final del “Benidorm” en la ladera, distingo un pequeño cementerio.

La flecha amarilla (no hay paso de cebra ni semáforo) me manda pasarme a la derecha. En un poste, me anuncian: “¡Atención! Camino sin salida. Cruzar la vía por el puente del ferrocarril representa un riesgo para la seguridad de las personas y del tráfico ferroviario y está estrictamente prohibido”…Pero no me dan alternativa… Es más: la siguiente flecha amarilla (en un poste de cemento), señala explícitamente en esa dirección…

Segunda advertencia antes de un túnel. Son las 9 y 10 h. El día está precioso: fresco y limpio. Solo se oyen pajarines y un ruido monótono de ¿industria…? Voy por una carreteruca entre mieses. Y, de repente, en una intersección, ya no señalan nada…Pero, al fondo del ramal de la izquierda, veo un puente metálico…, y la vía del tren va también en esa dirección (si es que soy una Mrs. Marple…).

Al iniciar este tramo de asfalto, una flecha difuminada, indica “MIENGO”. No veo ninguna señal en el paso a nivel sin barreras, así que sigo recto por abajo…para darme con una valla. Vuelta atrás. Debe ser lo que dice mi Guía, que hay que caminar por uno de los laterales y cruzar el puente de hierro sobre el Pas.

Antes del puente pone “Prohibido el paso”. Pregunto a un pescador si, tras cruzar el puente (unos 70 metros), hay que andar mucho más junto a las vías. “Pase, pase…”- dice despreocupadamente. Antes de hacerlo, el conductor de un tren en dirección a Torrelavega, me hace el signo de que mire bien las vías. Como el de la peli Pulp Fiction (¿?) donde se señalan los ojos como diciendo: “te estoy observando”…

En tramos con barro se ve que han pasado hasta bicicletas. La verdad es que voy un poco cagada. No sé si repetiría… (La alternativa, según mi Guía, es coger el tren de Boo a Mogro, y seguir desde ahí. O quizá, el otro día vi que señalizaban hacia Arce cuando yo me tiré por una cuesta en dirección a la estación de tren…).

Llego a la señal 516/9 (antes de entrar en el puente, ponía 517/2), y sigo andando junto a las vías… Pero solo un poco más adelante, ya distingo la estación de Mogro. No he tardado nada. Son las 9.45 h. Calculo que (a mi paso) habré andado unos dos kilómetros. Según mi Guía, pasando por Arce y Oruña, hubieran sido unos 10…

Me doy prisa. Tengo idea de que a “y 53” pasaba el tren por Boo, así que por aquí, un poco antes. ¡Justo! A menos 10 cojo el tren a Santander de vuelta. Me han picado tres mosquitos…

Viernes, 30 de octubre. De Mogro a Bárcena de Cudón. Día 6

Es como si llegara el fin del mundo: vamos a hacer -antes de que nos arrase-, todo lo que podamos: solo que yo lo hago sola. Sin botellones ni reuniones multitudinarias (mi única ilusión es poder pasear sola por esos caminos de Dios…).

13 º C  a las 8.04 h. Pensaba que iba a llover…, pero debe ser niebla negra. Hoy no toca agua.

No sé por qué ponen “Vía 2, en andén”, si el tren no está…

La niebla se ha ido deshilachando, aunque aún quedan bandas negras -según salimos de Santander.

Hoy es 30 de octubre y la estación de Bezana sigue en obras; seguro que no inauguran este mes…

A partir de Boo, la niebla vuelve. Los pescadores de ayer siguen bajo el puente de hierro, dedicados a su afición.

Sobre las 8.35 h me apeo en Mogro y sigo la flecha amarilla, de  frente. En un poste de madera, Barquería de las Ánimas, 300 m. Iglesia Virgen del Monte, 1´25 km ( el acento en la "i" casi me hace perder el sentido...). No sé lo que quieren decir con lo de la barquería, así que cojo recto hacia la iglesia. Voy siguiendo a los que salen del tren de las 8.30 h porque no veo más indicaciones hasta la rotonda; por cierto, con mucho tráfico.

Realmente, no sé cómo se cruza aquí: te juegas el tipo. Se puede ir hasta 90 kilómetros por hora…

Mi Guía dice que por Bárcena de Cudón (en dirección a la iglesia Virgen del Monte) me ahorro kilómetros…y no voy  por la CA-232, que tiene un tráfico infernal.

Las flechas sobre la escollera indican hacia ambos lados. Podo  unas ramas de avellano y varias quimas de hiedra que las van tapando. Son muy listos: primero hacen la escollera y luego la tapizan con plantas…

La carretera por la que asciendo no tiene arcén; el quitamiedos está justo encima de la línea blanca que señala la orilla. Hay menos tráfico, pero los pocos coches vienen a toda flecha, como si la vía fuera suya. La verdad es que hace frío.

En el santuario hay un ruido terrible de la autovía. Nada de lugar ameno y tranquilo…Como he desayunado a las 5 h,  decido comerme el sanwich en un rayito de sol.

A las 9.30 h reanudo mi camino. Y, ¿otra vez tengo que volver a Mogro (a 1 km)…? No lo entiendo…Una chica que está dentro de un coche me dice que sí; que es correcto, que llego al pueblo de Mogro, y luego, a Gornazo. (La carretera recta lleva a Polanco). Aún reluce el rocío sobre la hierba.

Todos los perros que me encuentro, y me ladran, están roncos y afónicos. Deben ser unos cascarrabias…

Pero, ¿por qué siempre me toca subir…?. Veo la torre de Gornazo y, a sus pies, bajo el monte, una laguna con cabritas alrededor. A mi espalda, Boo-Benidorm…

Arriba de todo, un casoplón (con cámaras incluidas) con una puerta de hierro llena de racimos de uvas; esculturas y vasijas varias. Todo muy sencillo y discreto…

Más cabras pastan en un prado infestado de dientes de león.  Veo el camino que hice ayer: desde la iglesia de Boo, pasando por el puente verde de hierro de Mogro.

Al llegar a una intersección, me mandan por  la calle Las Cuestas (¡cómo no!...). La flecha me manda a la iglesia de San Martín, a 800 m. Una casona de piedra -de las que me gustan a mí- está casi cubierta por la hiedra.  La posada Condado de la Mota, con el número de móvil grabado en la puerta, tiene muy buena pinta.

Abajo, otro espanto de urbanización, sin estética ninguna: cada una como cayó…

En una torreta de la luz, la siguiente flecha, hacia la izquierda. Una urbanización fallida, en ladrillo rojo, está siendo devorada por la vegetación. Algunas ventanas están abiertas o arrancadas y, dentro, se ven signos de vandalismo. ¡Qué pena de edificios! Terminados y urbanizada la zona (con aceras, farolas…), pero sin nadie que los viva. Las palomas torcaces han hecho nido.

A las 10.30 h tengo la iglesia de San Martín a tiro de piedra (en El Cueto). Huele a pis de vaca.  Desde la iglesia se ve el mar…, entre cientos de cables. ¿No podrían soterrarlos…? Un poste indica que a Barquería de las Ánimas ( justo al salir de la estación de Mogro) hay 3´3 kilómetros; así que esto es lo que he hecho hoy, en dos horas... A Barquería de la Arena, hay 7. ¿Será por ahí por donde tengo que ir…? Efectivamente, la flecha amarilla señala en esa dirección.

Por la carretera pasa un bus que hace el trayecto entre Mogro y Torrelavega. Si lo hubiera cogido…

Una señora me dice que hasta la estación de Gornazo me queda como desde Mogro hasta aquí, pero no estoy yo para hacer otros 3 kilómetros… Llego hasta un bebedero y me vuelvo a la parada de bus. Menos mal que esta vez han colocado un horario…Acabo de perder el de las 10.45 h…, y hasta las 14 h no hay otro…Pero en el asubiadero, figura el móvil de un taxi 24 h. Lo llamo para pedirle que me acerque a la estación de Mogro. En un pispás estoy allí y, poco después, cojo el tren de vuelta a Santander. 

Martes, 15 de diciembre. De Bárcena de Cudón a Mar. Día 7

Hacía mes y medio que no podía caminar por el confinamiento de los municipios...

11 grados  a las 8.59 h. Esperemos que no hayan cambiado los horarios de los trenes…No, sigue el horario de octubre...

Hoy me bajaré en Gornazo (aunque no sé si por ahí pasa el Camino, pero hay estación de tren…). Día magnificus.

Llevo puesto el forro polar, y me estoy asfixiando con la mascarilla…El parque de la Vaca siempre me ha parecido un poco siniestro. ¿Será porque sé que ahí estaba el sanatorio psiquiátrico del doctor Morales, del cual escapó la pintora Leonora Carrington…?

La estación de Bezana aún sigue sin terminar.  El letrero “cabeza de tren” está escrito en un pedazo de madera…

Varios ciclistas colocan sus bicis a la entrada del primer vagón (todos, hombres solitarios). - ¡A ver a dónde llegamos!…- dice uno que está hecho una piltrafilla, doblado como una alcayata.

Cerca de Boo ya casi han convertido la plantación de eucaliptos de la ladera en troncos desbastados.

Cuando me bajo yo sola en Gornazo, parece que estoy en mitad de la nada. Se oye el ruido de la autovía y pajarines. Al fondo, los Picos nevados.

En la subida de la rampa al camino, corto mis primeras bardas, Los peones camineros no han llegado hasta aquí…Lo dejo un poco más apañado.

C. El Cascabel y C. del Monte. ¿Qué querrán decir estos carteles…? No veo la flecha amarilla por ninguna parte, y tampoco a nadie a quien preguntar.

Voy primero hacia la derecha, cruzando el puente sobre las vías, Los coches pasan a toda flecha como si la carretera (sin arcén) fuera suya… En una colina lejana veo una ermita/iglesia. ¡Vale! Subiendo hacia lo que parece una señal “de pueblo”, leo que es Bárcena de Cudón. ¡Estupendo! Estoy en ruta. Por el otro lado, hacia la izquierda, parecía que salía hacia la autovía y el hotel de carretera.

Hace fresco, pero el campo está precioso. Las urracas se mueven por las copas de los árboles. Encuentro un eucalipto gigante que parece el tatatatatatrabuelo de unos bisbisbisnietos enclenques y esmirriados.

¿A quién se le ocurre poner una pinchuda junto a la línea blanca de la carretera…, para sacarte un ojo…?.

Arriba de la colina, llego a una intersección. 1´2 kilómetros a Gornazo (ya he hecho 1 kilómetro a las 10 y 20 h…). Mar, a 2´1 km. Y Miengo…, no se sabe.

A Miengo me parece  que voy hacia atrás, así que cojo de frente en dirección a Mar. ¡ Y que sea lo que Dios quiera…! También es las siguiente estación de tren…La acera rezuma y los tacos de los bastones resbalan sobre el verdín. Algunas casas parecen realmente fuera de lugar…

Por fin, hacia la posada de Lunada (a 1´8 km), veo un signo (un aspa cruzada) que indica que, por ahí, no es. De frente, la industria en el llano. Estoy en el kilómetro 4 de la CA-322, frente a la masera de Cortiguera, la ría de Requejada y Solvay. En las zonas sombreadas hay una humedad…

A las 10.50 h alcanzo el kilómetro 5, ya en la llanura. Mirando atrás, veo la iglesia/ermita, pero no recuerdo ninguna indicación o desvío para verla…

Adivino el letrero de Mar y un tren que pasa. Por fin, un bar (el bar Mar, para qué pensar más…). Necesitaba un baño. Me tomo en la terraza un cortado y un pincho de tortilla por 2´60 euros. Luego, voy para la estación.

¡Vaya! Acabo de perder el de las 11.14 h y ya no hay otro hasta una hora después. ¿Cuánto habrá a Requejada…? He andado unos 3 kilómetros y no me veo para hacer otros tres. Por hacer tiempo, aprovecho para descubrir le flecha amarilla, que he encontrado junto a las vías. La pierdo mientras voy hacia unas ruinas que me han llamado la atención. Una cabra, o cabrón, me bala para indicarme su presencia. No me había dado cuenta de que no estaba sola…

MI intuición me dice que tire hacia la derecha, de frente. Como la carretera va paralela a la autovía a y a las vías del tren, supongo que sea esta… Por fin, veo la flecha amarilla en un muro junto a una nave. ¡Localizado!

El próximo día tengo que acordarme de que hay un “gap” en el horario entre las 11.14 y las 12.14 h…Los de FEVE son unos ratas: no creo que se ahorren tantos millones de euros por quitar un tren…

La señora guardabarreras es una marchosa: tiene puesta a todo trapo una emisora con sevillanas y corridos mexicanos.

Pues ¡a tomar vitamina D! para hacer tiempo, que dicen que es muy buena para alejar al covid. Como hay un chico en el único banco, me siento en la rampa de subida.

Jueves, 17 de diciembre. De Mar a Barreda. Día 8

9 grados a las 8.54 h. ¡Vaya! Se me ha olvidado mi Guía. Por no comprobar la mochila… 2´4 km entre Mar y Requejada -me dice Google.

Anoche ha helado. Las tejas están mojadas. Bezana sigue con vallas. Las garcillas bueyeras, con el día, se dispersan por campos y prados en los alrededores de Santillana, que es donde tienen sus dormideros.

Hoy, en el tren, solo va un bicicletero; otro se sube en Gornazo. Se sientan juntos.

Sobre las 9.40 h me apeo en Mar. El camino está más sombreado que ayer y hace frío. Me pongo los mitones y el gorro de lana.  También he olvidado el pañuelo de cabeza y el fular…

Dejando atrás la nave azul y blanca, veo mi primera flecha amarilla, nueva, en un muro de bloques. Voy hacia los Picos de Europa, que ya se ven bien nevados.

Llego a otras naves grises, donde creo que aterricé una vez que me perdí, buscando la ITV de Polanco. La flecha está tapada por un pino y me apresuro a “liberarla”.

Después del bar Jabalí, ya estoy en Polanco. Me mandan seguir recto por la N-611. En la acera hay incrustada una baldosa con la vieira.

Un poco más adelante, en la nave de almacenes Polanco, una señal en altura del Camino de Santiago. ¿Y todo el rato va a ser por la carretera general…? ¡Vaya rollo! Se lo podían haber currado un poquito más…

Llego al chalé de los pinares, que me encanta. Espero que no esté abandonado…¡Hombre! Podían haber pintado los marcos en otro color (es verde clarito, con mucho blanco).

En el stop de Rocacero, la flecha señala de frente. Y lo mismo en el ceda el paso de la gasolinera. ¡Hay un tráfico…, coches, camiones…! ¡ Y una contaminación…!

A las 10 y 25 h, estoy entrando en Requejada. Soy un guepardo. Junto a la carretera de tráfico espantoso, está el albergue de peregrinos Clara Campoamor. Enfrente, la señal de la estación de FEVE. ¿Tan pronto…? Los de los bares me miran como si viniera de otra galaxia.

Creo que voy a ir un poco más allá. Barreda está a otros dos kilómetros. Pero antes, voy a ver la estación. ¡Vaya escalextric que han hecho para cruzar al otro lado…! Esto de que las estaciones sean fantasma…Ya no puedes hacer ni un pis…

Al salir de la estación, me encaminan al albergue. A la derecha, en un semáforo, me espera la flecha amarilla.

Toda esta zona me trae recuerdos de cuando se iba a Santander por la “carretera vieja”, antes de la autovía.

La casa Ceballos, en su día, debió ser algo grande...

A las 11 h, las nubes enmarañadas empiezan a tapar el sol.

A partir de la rotonda del club, son los lugares de mi infancia pre-escolar. Primero, el cobertizo o arenero, que entonces tenía tejado de plástico (no creo que de uralita). Junto a la escuela de parvulitos. Con Catalina y la estufa -tipo la de los Walton-  con la que nunca nos quemamos. Los días de lluvia, jugábamos a las construcciones de madera. Con el buen tiempo, cantábamos La cantinerita y Arroz con leche, me quiero casar…

En la esquina, o la curva, estaba la botica.

Luego venían las casas de los obreros que, por entonces (1968-1970), tenían huerta (ahora, asfalto y parking). Las de los “técnicos” estaban en un lateral (a mí me encantaban porque me parecía que tenían rincones misteriosos) y, delante, las de los ingenieros: todo estratificado como era en una fábrica de principios de siglo (XX).

Voy recordando a quienes vivieron en ellas: Los Rodríguez, Los Villarroya…Luego vienen las Escuelas de Solvay; a la izquierda, los chicos, y a la derecha, las chicas. Con glicinias entre los barrotes de hierro y castaños de Indias con cuyas hojas jugábamos en otoño. No recuerdo plátanos (y son lo suficientemente grandes como para haber estado aquí hace 50 años…).

Los baños  ya no son “las dos pisadas con el agujero en el centro” (como en la actual estación de autobuses de Torrelavega…).Pero sí los azulejos del suelo.

Tras las escuelas, el casino y el campo de fútbol.

Los chalés de la derecha están comidos por la maleza, Solo se salva la casa del médico y luego del director, o al revés.

Frente al campo de fútbol, la terraza “descanso del peregrino” es un sueño: parece del mago de Oz. Sigue el letrero del bar Asturias de mi infancia y la peluquería, aunque más moderna. En la farola, veo la flecha amarilla que me envía a la derecha para cruzar por el puente sobre las vías del tren.  Fin de trayecto por hoy.

Jueves, 28 de enero de 2021. De Barreda a Santillana. Día 9

Más de un mes después de la anterior jornada, me pongo de nuevo en camino.

12 grados a las 8.56 h. Parece que hoy va a hacer bueno.

Cojo el tren de las 9.15 h en dirección a Barreda, mi punto de destino, e inicio.

A la altura de la urbanización Las Palmeras el tren se lentifica…, y se apaga. ¡Muerto del todo...! Luego, retomamos como si le faltara energía. ¡Menos mal! Por fin, cogemos ritmo. Ya veía frustrado mi viaje…

En Adarzo se suben dos ciclistas: uno es un chico joven y el otro no parece jubilado…En Boo, se unirá otro más. Las nubes parecen las fichas de un puzle de mil piezas.

La estación de Bezana ya parece inaugurada y sin vallas, ¡por fin! En Mompía hay niebla: un puré de guisantes espeso y húmedo. Mogro tiene el color del Pantone para este año: gris y amarillo.

En Barreda, la salida de la estación es como la recuerdo desde niña. Las bicicletas que colgaban de sus ganchos entonces son ahora aparcamientos para coches. Siguen igual los jardines de guijo detrás del bar Asturias, la fuente…

Sobre las 10 h estoy ante mi primera flecha amarilla de hoy (en una farola). Enseguida, el primer azulejo en la acera.

Al empezar a subir el puente, una alegría: “Santillana 7´6 km.  2 horas 0 minutos” – establecen, categóricos. Jajaja. Para mí, cuatro horas: siempre, el doble…

Dejo atrás el asubiadero –frente a Solvay- donde cogíamos el bus a Suances y desde donde saludábamos a mi padre, mientras veíamos a la gente preparada para salir al oír el pito de las doce.

En el semáforo, me mandan cruzar a la izquierda (C.S./ Camino de Santiago) y, poco después, en la parte de atrás de una señal de tráfico, una flecha “rara”- indicando a la derecha en la próxima rotonda (a la izquierda, por la carretera vieja, hay 5 km a Santillana, dos menos). Desde el puente sobre el río Besaya se ve la Vía Verde.

Nada más salir del puente, una pintada te pone el ángel en una oreja y al demonio en otra: 7 km por el Camino Real del Norte. 4 km, si tomas la carretera actual a Santillana. Yo, como soy una purista, tomo el camino largo (además, la otra ruta, la he hecho - en coche- cientos de veces…).

El mismísimo San Francisco  (de Asís)  me manda a la derecha, y han pintado una gran aspa amarilla (como un “vade retro”: ¡por aquí, no…!) en la acera.

¡Anda!, que la placa del santo la podían limpiar un poco y darle esplendor, porque no se lee nada o te quedas pistojo.  “En este lugar, después de cruzar en barca el cercano río, pasó peregrino el hermano Francisco, poverelo de Asís, siendo hospedado -según la leyenda- en el torreón medieval de Los Calderones”. Hacia 1214, según Emilia Pardo Bazán.

Rebasado el donuts, paso ante una casa donde nos llevaron una vez de pequeñas: recuerdo que había una costurera que forraba botones con una maquinita.

Al llegar a la farmacia (13 grados), la flecha amarilla me manda hacia la izquierda (Camplengo, 4) por la CA-340.

A las 10.40 h, si mi folleto es correcto, he andado 1´5 km (en 40 minutos).

Según la señal, empiezan 3 kilómetros de curvas. Junto a una caseta/¿transformador? de Viesgo, la Fuente del Peregrino, enfrente del cartel que indica que estamos en Viveda. No me siento en el banco, y continúo -tras apartar un poco la vegetación que casi tapa la flecha amarilla.

El lugar es tranquilo y voy por una acera de azulejos color arena. Mirando hacia atrás, la fábrica de Solvay parece “las calderas de Pedro Botero”. Estoy en el barrio La Pelía.

En una curva me mandan al parque La Alianza, opuesto al cementerio. Unos inefables enanos “de tapia” parecen señalar hacia los picos nevados. Huele a caca de vaca y las urracas se pasean a placer.

Dejo atrás la posada “Las tres mentiras”. La campiña es bien bonita: verde y redondeada, sin aristas. A las 11 y 10 he andado un kilómetro más (en media hora…). Esto se merece un alto (una sentadilla) en el quitamiedos a comerme mi tentempié. A la derecha tengo la masera de Cortiguera  y, a la izquierda, creo que es el monte Vispieres. Las zonas bajas están encharcadas por las lluvias de estos días atrás.

Lo único, que me estoy haciendo pis…, y no hay un maldito arbusto en esta zona tan abierta….

Al final de la cuesta estoy en el barrio Pereo. Un gallo canta a destiempo y le contesta una urraca. Arriba de todo, entre un silo y ¿una capilla? (por una ventana estrecha diviso una vegetación de flores dentro de círculos), señalan el parque La Alianza. Pero, a mí, la flecha amarilla me manda seguir de frente.

Este parece un lugar alejado del mundo, y del mundanal ruido. Paso ante lugares semiderruidos, que ya nunca  nos contarán su historia, y ante casas nuevas, que indican un nuevo comienzo.

A las 11.45 h en el kilómetro 2, a Camplengo, supongo. Termina Viveda.

¿Y esta puerta en mitad de la nada…? Con sus pinchitos arriba y todo…

Por fin encuentro una casa abandonada donde poder “ir al baño”… Ahora me toca  bajar y serpentear un rato. En el horizonte, aletean de un lado a otro, no distingo si palomas o garcillas bueyeras.

A las 12 h me pongo el pañuelo en la cabeza y me quito de los hombros el jersey fino negro que me asfixia. A las 12 y 10 estoy en el kilómetro 3, frente  a un cartel que, recto, me manda a Camplengo (a la derecha, a Puente Avíos). ¡Anda!, que estoy dando más vuelta que un tonto para rodear Vispieres…

A las 12.30 h, en el kilómetro 4. Esas casas ya tienen que ser Camplengo. El sol está en el sur y yo tengo frente a mí la cara norte de Vispieres, creo. Supuestamente, en Camplengo ya he andado 6 kilómetros (y me quedan 2 para aparecer en la colegiata de Santillana).

Dejo atrás una ermita y llego a un cruce, ¿el último…? Unos paisanos me confirman que, en Santillana, salgo a la altura de la colegiata.  Como no me da tiempo, y mi hermana viene de camino desde Comillas, me siento a esperar en un murete del cruce. La quesería Casa Milagros está a 300 metros.

Jueves, 8 de abril de 2021. De Santillana a Caborredondo. Día 10

Por pitos o por flautas no he podido reanudar el Camino hasta ahora. Hoy, que hace bueno, es el momento…

A las 9.15 h cojo en Torrelavega el Alsa a Santillana. 1´35 € el billete con tarjeta transporte (1´55 € sin). Va por Barreda y solo somos dos…

Afuera, todo está florecido y rozagante (magnolios, ciruelos, árbol del amor…). Ya casi no venimos por esta carretera, sino por la autovía o por Puente San Miguel: han construido bastante.

A las 9.35 h me bajo frente al hotel Los Infantes. Pregunto a una barrendera, y me indica: “Tú, desde el Ayuntamiento, sube, sube, sube”…Mi Guía, dice: “Desde la Plaza Mayor salimos de la villa por el Camino de los Hornos”…

Efectivamente: nada más pasarlo, un poste con el símbolo del sendero de corto recorrido (una raya amarilla y otra blanca), la flecha amarilla y la vieira, en la Calle de los Hornos. Y sí, todo es subida…

Dejo atrás la (posada) Casa del organista y La Solana. En una de las viviendas se venden “esquejes del clavel del aire”… Al final de la cuesta (y de los adoquines), la flecha amarilla me manda seguir recto. En una señal, en el camino de la izquierda, unas aspas amarillas cruzadas indican que, por ahí, NO es…

Mientras dan las 10 h, me siento en un poyete a comerme medio sándwich, que el desayuno ya lo tengo en los pies…El día es magnífico; la temperatura, muy agradable y, el paisaje, maravilloso.

Creo que voy rodeando el camping (veo cabañas de madera). A la derecha, el hotel Colegiata. Tiro de frente, por un atajo de hierba. Antes de meterme en el sendero, un cartel enorme del Año Jubilar Lebaniego 2017. Otro cartel anuncia el albergue para peregrinos Camping Santillana del Mar. El menú del peregrino (no sé si estará actualizado…) consta de: macarrones con tomate, potaje de alubias o ensalada mixta; flan o helado, de postre, y pan, agua y café o té, TODO por ¡3´90 euros…!

¡Vaya! No me he traído la podadera…En un poste de la luz, la hiedra se está comiendo una flecha amarilla…Una bandada de jilgueros me pasa revista desde un cable de la luz. Voy en paralelo a la carretera (CA-131), por el interior. Huele a hierba fresca. En las cunetas, falsas ortigas, trébol rojo y ranunculáceas.

Al final del camino, unas escaleras y la señalización hacia Arroyo. Son las 10.30 h. No hay mucho tráfico, pero podían haber pintado un paso de cebra…

“Cóbreces 10´8 km. 2 h 50 minutos”. Jajaja…

Ahora sí que hay que ir por una carretera sin arcén. Un cartel explica que el origen de Arroyo se remonta al siglo XI, por lo menos (entonces, villa Arrogio). Las casas en hilera son de los siglos XVIII y XVIII y el edificio más noble es la capilla de La Santuca, festejada el 8 de septiembre.

El cielo se ha ido enmarañando y se nubla; entonces, hace frío. Me tapo los oídos con mi pañuelo de cabeza.

Los prados amarillos, ¿eran campos de colza…? Ahora me ha venido la palabra a la mente. Y, como siempre, me toca subir…

Dejo el campo amarillo de colza, o lo que sea, a la izquierda (una equis indica No) y cojo el ramal de carretera hacia la derecha.

Llegando a Arroyo,  huele a abono y a campo agro-ganadero. Hasta aquí han llegado los apartamentos turísticos (extrahoteleros…). Alguna casa tiene vigas entreveradas (me recuerda a los tiempos de Shakespeare).

Tras salir de Arroyo, un hito me manda hacia la izquierda. El siguiente está superescondido, pero siempre hay que coger el ramal asfaltado.

Al dar una curva, se ven, al fondo, los picos nevados, y lo que supongo sea Oreña. Me siento en un banco, muy bien puesto, y me como el resto del sándwich. Son las 11.30 h. Luego, me meto en la boca dos caramelos de fresa y nata (que me saben a mi chupachups favorito de la infancia) y, ¡a seguir!...

Detrás, distingoo el camino -que ya he recorrido- mientras desciendo y, al fondo, la iglesia que siempre veo desde la carretera y a la que nunca me he acercado. El campo está lleno de cerrajas, o lo que sean, y el amarillo inunda la vista.

Al rato, comienza un tramo de cemento rayado, como cuando hay nieve, para no resbalar. En el cielo, diría que son cigüeñas (5), volando en círculo. Esto de venir sin mi mochila de paseo, que contiene los prismáticos y el libro de plantas…Huele a cal viva.

Ya en Oreña, cruzo un regatillo con unos gansos u ocas que se ponen a graznar como loc@s. En la plaza de la Fuentona, un descansadero. Son las 12 h. He recorrido 3´60 kilómetros en 2 horas. En mi línea…

Al torcer a la derecha, libero una flecha pintada sobre la piedra  de hierba de campanario  (esta se puede quitar fácil con la mano).

Voy en paralelo a la carretera CA-131 y, al rato, me mandan a la derecha, en dirección a esa iglesia a la que nunca he llegado (San Pedro, del siglo XVI). Ya no sé si hago el Camino o voy de ermita en iglesia…

Hacia la mitad, un banco (¡Bien por los que piensan en los cansados del mundo…!). No me siento porque si no,  no llego nunca. Igual lo de antes eran garzas (veo una erguida sobre los prados)…La carretera de subida está un poco fané y descangallada. La iglesia tiene una parte de sillería magnífica y las vistas hacia el mar son increíbles. Delante hay un aparcamiento inmenso.

El siguiente poste informativo me indica que el albergue de Izarra, en Caborredondo, está a 1 kilómetro. Cóbreces dista 6´1 km. 1 h 35´. Jajaja…

Desciendo por una pista descarnada y pedregosa. Luego, en vez de dirigirme hacia los acantilados, tiro hacia la izquierda…y aparezco en Caborredondo, por donde pasa el bus de La Cantábrica y por donde era antes la carretera, hace muchos años.

Tengo que salir a la gasolinera, donde he quedado con mi hermana para que me recoja. Sobre las 13 h estoy sentada en un quitamiedos, al sol.

En este tramo, de Santillana a Comillas, ya no hay tren y, con el covid, han reducido los servicios de bus a los pueblos, así que es difícil hacer combinaciones…

Jueves, 27 de mayo de 2021. De Caborredondo a Cóbreces. Día 11

¡Por fin! continúo el Camino. Desde el autobús a Torrelavega veo a una peregrina con paraguas -para el sol- antes de cruzar el río Pas.

Sobre las 11 h, parto de Caborredondo (mi hermana me deja donde acabé la otra vez) junto a la iglesia prerrománica; enseguida veo un azulejo en el suelo con la flecha amarilla…

En Caborredondo (un barrio de Oreña) solíamos parar, de pequeños, en Casa el siete (Los Sopeñas), a tomar unas raciones,  cuando la carretera general pasaba por aquí. Ahora solo lo veo cuando cojo el bus de La Cantábrica. Aislado, es un lugar tranquilo y bonito, lleno de flores. A la salida, han construido un parque-descansadero muy agradable, en madera, cerámica y hierro.

Hace calor para empezar a andar (si de mi dependiera, ya llevaría más de tres horas andadas. Tengo unos 6 kilómetros hasta Cóbreces (para mí, tres horas, fácil…).

Justo en la curva está el albergue Izarra “solo para peregrinos”.

Han nacido muchas casas nuevas; alguna, con elementos “insospechados” en sus jardines (un nido ficticio de cartón-piedra con cigüeña de mentiras sobre un árbol, ¿de verdad…?)…

Al llegar al cruce, tras el fin de Oreña, en vez de tirar a la derecha, hacia Comillas, la flecha amarilla me manda de frente, pasando un puente sobre la carretera general. Estoy en el kilómetro 2 de la CA-352.

La cuneta está llena de anises, viborera, avena loca, escabiosa, trébol de cuernecillos, centáureas, malvas…

A la media hora, empiezo a “calentar” quitamiedos. Los caballos pastan tranquilamente en los prados y se oye cantar a las chicharras. Ya se ha producido la siega “de primavera” y la hierba descansa, para secarse, o deja ver rastrojos secos. Un milano me sobrevuela y acabo de descubrir a mi primer petirrojo posado sobre el bastón de un pastor eléctrico.

Menos mal que hay brisa… El aire mueve las copas de los chopos, las cañas y los fresnos.

Dejo atrás un casoplón, “La solana”, para bajar hacia Cigüenza. Son las 12 h y me paro a tomar un refrigerio. ¡No me lo puedo creer…! Todo es bajada…

Mis amigos los cuervos escarban en las tierras removidas para plantar. Y las mariposas vuelan de flor en flor.

A las 12.30 h distingo las torres de la iglesia de Cigüenza: ¡primera etapa conseguida!…

Un cartel intenta seducirme con un “menú peregrino” a 600 metros; pero mi flecha señala en dirección contraria… Apenas se ve, pero el camino va junto a la residencia geriátrica.

El airecillo se ha trasformado en viento más fuerte: ya no se mueven solo las copas de los árboles, sino hasta las raíces…

Cruzo un riachuelillo (el regato de San Miguel -según mi Guía) y llego a la iglesia, que toca la una menos cuarto. Siempre había venido en coche, y creo que del otro lado (¿o la estoy confundiendo con la de Soto-Iruz…?).

La casona de la condesa de Casa Tagle está hecha una pena ( menos mal que dicen que es de principios del siglo XX, con “un moderno escudo de armas”…).

La gente va dejando sus pegatinas por ahí; al principio de la etapa, me adelantó una pareja joven, pero no he visto a ningún peregrino más hasta el momento.

No cabe duda de que este ameno lugar ha atraído desde siempre a quienes buscaban la quietud (Casa del Allende, casona del siglo XVII)…

Voy entre avellanos, robles y fresnos. Cruzo otro puentito sobre un agua un tanto turbia y libero mi primera flecha, a la que estaba sepultando una mata de jazmín. A otra se la está comiendo la hiedra, pero ya no llego.

Rodeo una iglesia/ermita y ya encuentro señalización en madera. Ahora sí que me toca subir (entro en un plantación de eucaliptos)…, para salir a la carretera ¿CA-353/356…?, sin arcén ni nada.

Me paso al lado izquierdo y, en breve, me indican que llegaré a un cruce. Toñanes, 1 kilómetro, a la derecha. Y Cóbreces, 1 kilómetro, a la izquierda (¡No me lo puedo creer…!). Exactamente, 1´4 kilómetros. Cóbreces: 20 minutos, según el poste (jajaja…). A Comillas, 12´7 km (3 h, 20´).

El paisaje de caballos ahora ha cambiado por uno de tudancas. Corto una barda que sale del arcén y me siento un rato en el quitamiedos. Estoy cansada. Menos mal que esta parte tiene sombra…

¡Al fin!, Cóbreces…Y son casi las 14 h.  6 kilómetros en 3 horas: en mi media…

¿Por qué levantan casas espantosas que me tapan las vistas…? Se está metiendo la niebla desde el mar y hace fresco.

En un momento dado, incluso me dan a elegir entre el Camino oficial (que parece que da un rodeo)  y el alternativo (¿un atajo…?). Una pareja que viene por detrás se apunta al oficial. Yo, también. Tengo tiempo hasta las 15. 30 h en que pase el autobús.

Tocan las 2 y aún estoy rodeando el pueblo: ¡se nubló!...

¡Qué pena la villa San Vicente de Paúl! ¡Una ruina…!

El albergue Viejo Lucas está frente al consultorio médico (¡buen sitio!...). Junto a la iglesia roja de San Pedro Advíncula, a la izquierda, la flecha amarilla te manda hacia la próxima etapa (eso será otro día…).

18 grados a las 14.26 h (si quitamos el viento…).

Ya en el pueblo, en la panadería me compro un cruasán por un euro (no tienen nada salado). Estaban para cerrar y el chico se lo iba a llevar a casa…Creo que le he dejado sin merienda…Luego, para hacer tiempo, me siento al sol en el restaurante Brasas y tapas. Pido media ración de croquetas variadas (de jamón y queso picón), una caña, y un aquarius para rellenar mi termo (7´55 euros).¡Que placer...!

Pasadas las 15.30 h, me subo en el bus de La Cantábrica. El billete a Santander, 3´55 euros. Fin de etapa por hoy.

Jueves, 1 de julio de 2021. De Cóbreces a El Remedio. Día 12. 

Día un poco plof (para caminar, excelente). 18 grados a las 8.09 h. Bruma o nubes bajas.

Tengo ya tantas ganas de acabar que, a las 8.15 h, estoy en la estación de autobuses, sentada  frente a la dársena 5 de autobuses La Cantábrica.

Billete: 3´55 euros. El cinturón, en vez de ser de los que te cruzan por la tripa es en plan “Playtex, cruzado mágico”…Me siento oprimida…

Salimos o´clock, a las 8.30 h. Hasta Torrelavega vamos por la autovía, pero luego seguimos por la carretera nacional 634 (Puente San Miguel Santillana, Oreña, Toñanes…). Los campos están infestados de onagra (hierba del asno), una hierba invasora.

A las 9.35 h estoy en Cóbreces. 16 grados. Como no veo nada abierto para tomarme un café, saco unas avellanas mientras subo la cuesta hasta la última señalización (en el muro de la iglesia roja). Frente a la iglesia de San Pedro, me encuentro a las dos primeras peregrinas, extranjeras.

No entiendo: una flecha amarilla señala hacia abajo y, otra, hacia la izquierda (la de la pared de piedra), Me decido por esta última: el lugar parece más tranquilo…Los gorriones pían como locos.

…Creo que era por traerme a la escultura del peregrino en acero corten…Una flecha en un poste azul me indica hacia abajo (de donde venía…). Comillas, 10´7 km -dice. Pero, ¿no eran 7…? “2 h 50 m”- continúa el letrero. Jajaja…

Así que, a las 10 h, parto de la escultura, que inauguró Bertín Osborne (lo dice el cartel…), para volver a bajar. ¡Vaya tontería…!  -que dirían Cruz y Raya

Me estoy haciendo pis (pasadas ya mis dos horas límite…). Paso delante de la ermita de San Roque (de 1908) y, en la panadería, me compro unas magdalenas recién hechas y una napolitana de chocolate. ¡Voy a desayunar por segunda vez…!

¡Pues sí! La flecha amarilla me manda hacia la playa de Luana, a 1 kilómetro. Me adelantan dos chicos mientras me como una magdalena que sabe a humo de leña. Un paseante local me sobrepasa con la canción de La Paloma a todo volumen: “Cuando salí de la Habana, válgame Dios…”. A mí, que cuando ando, solo me gusta oír la música “ambiente”, sea la que sea…

Supongo que en tiempos de Carmen Laforet (el verano de 1954. Relato “Libertad”), todo lo que veo ahora (casas y chalés), sería campo.  Ahora hay incluso una acera (con pasos de cebra para cruzar de una cuneta a otra) y bancos; pensiones, hoteles…

Huele a hierba recién cortada y se oyen los campanos de las vacas  Por fin, la playa…A mí, Luaña nunca me ha gustado. Quizá si la hubiera vivido durante años, como la playa de Los Locos, en Suances, o la de Comillas…, me gustaría…

Para ser día 1 (de julio), no se ven muchos turistas (de momento). Son las 10.40 h. Paro a tomar un café (e ir al baño) en Samar, al pie de la playa. Hay cuatro personas, fundamentalmente paseando a sus perros, y media docena de surfistas, meciéndose en la tabla.

Cuando ya me pregunto dónde estará la flecha amarilla en este fin de carretera, veo delante de la ducha un panel de madera y un mosaico. Es por la izquierda. Unas planchas de madera evitan que pisemos la arena.

Un cartel indica “Aseos”: no sé si nos mandan al campo…El paisaje está colmatado por hierba del asno y plumeros (dos invasoras en una…). Y… ¡ ya sabía yo que me iba a tocar subir…!

Cuando acaba la pasarela de madera, empieza una campa con mesas y bancos para comer y un puentecillo (peatonal) para cruzar al otro lado de un arroyuelo (La Conchuga). En los pilotes, la flecha amarilla señala de frente. Un padre y su hijo juegan sobre el terreno arenoso.

Comillas, 8´8 km. 2 h 20´. La carretera entra en un bosque autóctono (robles, castaños, alisos…), con eucaliptos intercalados. En una zona, parece que han acotado un arboreto: distingo una mata de santolina y ¿frutales? con la chapa del vivero.

Además de los pajarillos, se oye una motosierra y el ruido de un tractor que está limpiando el cauce del arroyo. Me da que voy a acabar en el “descansadero” nuevo de Trasierra…Podían haber puesto algún banco en la subida…o, al menos, un quitamiedos para que lo abrillantase en este “alpediem”…¡Estoy sin resuello! Mojada de tanta humedad ambiental.

El empeine del pie derecho me duele desde que salí de casa: no sé si es reúma, artrosis, o qué… Cuando llego arriba,  me deleitan los fuegos artificiales de las flores del castaño. Una bandada de cuervos pasa por detrás de mí, graznando.

Por fin, un banco desvencijado entre ortigas y zarzas. Me siento… En las cunetas, centáureas, escabiosas, pineapple weed, y otras plantas/flores que no conozco.

En el descansadero nuevo, me adelanta una peregrina menuda, francesa o belga (por el acento). En este pueblo, hay una calle de nombre Muñones

De camino a La Canalona (Carles me ha dicho por wásap que tiene una tortilla increíble…), paso delante de un sitio apestoso, lleno de pájaros…La tortilla, efectivamente, es excelente. Pero le aclaro a Carles que no la hace la chica sino el señor mayor, que tiene manos de ángel…

El camino entre Trasierra y El Remedio, junto al mar, es mi paisaje favorito (había andado tramos, pero nunca entero). Me abstraigo de los chalés construidos del lado interior de la carretera y solo veo los campos y las vacas paciendo. Espero que el lugar siga así por muchos años…

Paso bajo dos fresnos maravillosos. De un casoplón (Marina de Sierra) sale un chunda-chunda a todo volumen. Odio a los que te obligan a oír su música alta…

En un determinado momento, el dilema: la flecha amarilla me manda bajar hacia el barrio de La Iglesia (ya Ruiloba), a 1´7 km (25 minutos), mientras que, el camino recto, sé que conduce al Remedio y, de ahí, por la carretera general llegas a Comillas en un plisplás.

Me molesta mucho un pinchazo en el talón derecho, así que cojo recto.  En el suelo, está todo pintado y como parcelado, ¿para construir…? Yo hace ya un par de años que vengo diciendo que va a empezar el tiempo de los turistas climáticos (aquellos que ya no aguantan el calor de Levante o del sur y deciden venir al norte a veranear).

Sobre la una y diez empieza un tímido resolillo. Que no salga Lorenzo, ¡por favor!… El Remedio está “hasta las bolas” de coches. Cerca de las 14 horas, llamo a mi hermana (en Comillas), a ver si me puede venir a recoger. Ya no puedo más…


Domingo, 25 de julio. Santiago. De El Remedio a Comillas. Día 13. FIN

A las 10.15 h me deja mi hermana en el poste que señala: La Iglesia 1´7 km. 00 h. 25´. Sale un sol de justicia, pero se vuelve a nublar. ¡Menos mal…! Mientras bajo, veo el cementerio calentito y blanco de Ruiloba.

Corto mi primera barda. Un poco escondida en una pared veo la flecha amarilla que me indica que voy bien.

Al llegar a  una casona, la flecha me manda a la derecha. Es la calle San Pantaleón. No hay pérdida alguna.

Salgo a la carretera general a la altura del antiguo estanco. El azulejo me manda tirar a la derecha. ¡Ya sé dónde estoy…! En la casa maravillosa que se quedó a medio terminar. Con todo el maderamen  tallado y con las ventanas sin cristales, está infestado de correhuelas y hierba del asno.

En el cambio de sentido, Barrio La Iglesia 1. Comillas 4. Y, nada más bajar: Bº La Iglesia 1´5… ¡Me encanta…! ¿En qué quedamos…? Este tramo ya es todo conocido, aunque siempre antes lo he hecho en coche.

En un asubiadero, la virgen de Guadalupe, con flores frescas -ya secas- y otras de plástico. Los maizales ya están bastante crecidos y, las hojas, con el viento, flamean.

Al llegar al cementerio, comienza una “pista roja” para peatones. “Paseo peatonal en un 1 km” -dice el cartel ante el camino rojo.  El aparcamiento del cementerio-tanatorio está aprovechado por una autocaravana y varios coches, del camping, supongo. El bosque cercano es el del “bicentenario del mozucu” (1819-2019).

En el camping de El Helguero  se oyen los gritos de los niños mientras tiran a canasta. El viento sopla húmedo “de popa”: espero que no me llueva. Huele a higuera.

El Helguero, que tiene supermercado (abierto de 9.30 a 22 h, 365 días), anuncia “cocina casera”: raciones, platos combinados, ensaladas…Menús de 13 a 16 h. Cenas de 20 a 23 h. Abierto de 8 a 24 h.

El camino rojo rodea un roble centenario casi seco (creo recordar que era un hito para los vecinos, que se opusieron a que lo talaran).

Al acercarme al centro del pueblo, se oye una especie de flauta celta y cantos…Son canciones religiosas: “Yo tengo un amigo que me ama… Su nombre es Jesús”…Suena por altavoces estratégicamente situados.

¡Vaya trasiego de coches! ¡Y eso que es domingo, a las 11.30 h, y no hace día de playa…!

Antes de entrar en el barrio, han instalado un cartel muy bonito: “Rutas calzadas romanas” (aunque calzada romana, como tal, solo hay una: Calzada romana Anero). Los otros paseos son: Casa Prior-Queca-Camping; a  las ruinas de la antigua cárcel, y a la iglesia de la Asunción…

El trasiego de coches es porque “vienen a misa de once y media”-  me dice el dueño del café-bar Ruiloba, donde me compro una bolsa de patatas fritas.

Justo a la derecha, por la calle Abadía, sigue el Camino, en dirección al campamento juvenil. Voy por la calle Olmos, entre tapias y casonas. Una flecha amarilla desvaída, junto a un cauce seco, me señala a la derecha.

¡Madre mía…! Pero qué mamotreto han hecho junto al colegio… ¡Y ya podían haber soterrado los cables de la luz…!

Me siento unos minutos en un banco de los “Picapiedra”, antes de ascender. Frente a mí, el convento de las monjas. Mientras subo, huelo a papel quemado.  Espero que, con este viento, nadie se haya puesto a hacer fuego…

Paso ante los “17 chalets unifamiliares de 300 m2, 60 % comercializado en fase 1”, aunque yo los veo más cerrados que nada…, y llego a la capilla de San Roque y San Sebastián, donde dicen que te sellan. Un anuncio en la puerta advierte de tener cuidado para que no se cuelen las golondrinas…

Las Escuelas de Pando llevan un siglo construyéndose y nunca se terminan. Antes, en una caseta, el lema de Ruiloba en su escudo: “Voluntad, unión y constancia realizan grandes empresas”. No sé si era el antiguo lavadero…

A la altura del monasterio del Carmelo, ya se ve el mar. El campo huele delicioso y me paro en un poyete de piedra a beber un poco de agua.

A las 12.55 h estoy en Concha…aún…Cojo la calle Mayor, a la izquierda. Desde La Solana se ve, al fondo, El Remedio. Bajo hasta la capilla/ermita del Carmen y tiro luego hacia la izquierda, por donde me envía la flecha.

Ya la parte final, creo. En la finca de Haces, nos mandan subir hacia la derecha. Comillas 1´9 km.  Han dejado una estampita de la virgen de La Milagrosa junto al azulejo. Empieza una pista pedregosa por mitad del bosque.

En una revuelta del camino veo, de nuevo, el mar. Ya estoy cerca.

Una señora mayor con su ¿nieto? y un perro, me pregunta si he visto los “pozos azules”. Por lo visto, eran dos balsas de la mina, donde su pandilla se bañaba cuando era joven. “Yo no: era una cobarde”…

Tengo los pies hechos fostatina. Pero ya veo la casa de mis padres en la distancia. El camino se va descarnando en su parte final y las piedras son más gordas. Hay que sortearlas porque mis plantas están muy doloridas. Los últimos metros, desde Joseín, voy como una zombi. Solo quiero llegar…

Por fin, sobre las 14 h, estoy entrando por donde salí un lunes 2 de septiembre de 2013. Hoy es domingo, 25 de julio de 2021. La fiesta de Santiago apóstol, y Año Jacobeo. He cerrado el círculo…

SABER MÁS

https://www.eldiariomontanes.es/cantabria/turismo-convoca-subvenciones-20210422101635-nt.html. Turismo convoca ayudas por 65.000 euros para albergues del Camino de Santiago y la Ruta Lebaniega.

 

 

 


 

 

 

 

 

  

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario