lunes, 28 de enero de 2019

VIAJE EN TREN A MADRID. El primero de 2019

Jueves, 10 de enero de 2019

11 grados a las 13.22 h. Soy una agobiada y he salido con mucho tiempo para la estación. Ahora hace un sol “picón”, pero ¿quién me dice  que no jarreará dentro de un cuarto de hora…?

Voy forrada: jersey de cuello alto, chaleco de lana, forro polar a la cintura y trenca. Y botas en los pies. Han dicho que va a hacer mucho frío y, tras el incidente del tren de Badajoz. Además, he metido dos sanwiches y una naranja y un botellín de agua (por si nos quedamos sin electricidad y sin existencias. Nunca se sabe…). También llevo, además de mi inmortal maleta de cabina, una bolsa con viandas -roscón incluido- y otra con regalos. Nos vamos a juntar, después de muchos años, las amigas que compartimos piso en Madrid, primero como estudiantes y luego como trabajadoras (sin unos sueldos muy prometedores …).

Por una promo, voy en Preferente (solo a la ida). 10 grados a las 13.55 h. Estoy en el vagón de cierre (el primero, pero por la cola). La azafata recita su bienvenida deprisa, con pocas ganas y arrastrando y juntando las palabras. Incluso en inglés. Delante de mí, un señor va jugando en su portátil al ajedrez consigo mismo. El revisor es un moderno con el pelo cano recogido en una coleta.

El cielo está lleno de nubes con la tripa negra. 129 kilómetros por hora en la salida de Santander. A partir de Los Corrales, entramos en Mordor. Detrás de mí, dos viejillas se recuerdan que a las 15 h se han de tomar sus pastillas. Se ha oscurecido todo que casi parece de noche a las 3 de la tarde. El paisaje está grandioso. Pienso, mientras reconozco los lugares en los que he estado, gracias a los trenes de Cercanías,  que “solo memorizas un camino andando”.



En Reinosa hay 4 grados a las 15.07 h. Apenas un poquito de blanco (¿nieve, granizo…?) mancha las montañas. Al ver el letrero de Pozazal (el “alto” de Pozazal), me vienen a la mente las veces que, de pequeños, con mis padres, vinimos a esquiar y a tirarnos con plásticos. No había nadie. Estábamos solos.

La puerta de nuestro vagón, a pesar de ser Preferente, no corre o, cuando lo hace, es como si tuviera arenillas en el carril inferior. El señor del ajedrez dice que el secreto es apartarnos de la puerta cuando damos al círculo táctil…

En Palencia vuelven de nuevo la luz del sol y el cielo azul. A mi lado, una estudiante de Magisterio va subrayando sus apuntes. Tiene un examen en un par de días. Detrás, una chica joven hace crucigramas mientras con el móvil saca fotos del paisaje.

A las 16.10 h estamos parados en Monzón de Campos esperando al Alvia que viene de Madrid. También nos ralentizamos un poco a la salida de Palencia. Una de las viejecillas tiene una tos de perro…

“Calle de la vía”- veo entrando en Valladolid: no se han esforzado mucho al pensar el nombre… 247 km/h a las 17.26 h. Después de Valladolid, ¡a toda máquina…!. Llegamos o´clock a Chamartín. Hoy no ha habido incidencias…

Día 1. Viernes 11 enero

A las 9 salgo de casa con un frío que pela. Mi objetivo es fotografiar nuestra primera casa de alquiler en Madrid, un edificio de apartamentos en Clara del Rey, 39. En Atocha, tráfico intenso más la sirena de una ambulancia y otra de bomberos…

Cojo el metro hasta Avenida de América (con cambio en Bilbao de la línea azul a la marrón). Aunque sigue siendo un nudo de comunicaciones, la salida está muy cambiada (Nada de la pintada “Fláccidos Lunes”, a la entrada…). La de los números pares (la mía) se ha convertido en unos cubos de cristal bien aparatosos.



Me dejo llevar por la intuición y el recuerdo: salía de frente hacia el poliedro con el cartel de la UGT encima. Ahora es una vía semipeatonal con una parada de taxis en un lado y un mamotreto (un intercambiador) que aúna la estación de autobuses, la de metro e interurbanos¿.


Llego a la calle Cartagena, perpendicular, y el comienzo de la calle Clara del Rey. Intento ver si recuerdo algún comercio, pero en el apartamento solo estuvimos un curso (el de 1982-1983). Hace ya tanto tiempo…



Recuerdo que había una lavandería cerca (en el piso, enano, no teníamos lavadora, aunque había una despensa que casi era más grande que la única habitación…) y un banco a donde mis padres me enviaban el dinero para el mes.

No me suenan los comercios de 2019, tan solo el despacho de reparación de calzado (El Artesano) en la calle Cartagena y el edificio alto de Las Torres Blancas, que servía de referencia.


Creo que siempre lo sentí un lugar de paso: era residencial, de oficinas, sin calor de barrio, para mí. No recuerdo salir a recorrerlo, como hice con otros, y siento que, en este caso, el barrio era solo mi calle, de ida y venida de la facultad, desde Avenida de América hasta Argüelles.


Tras tomar un café y un cruasán, voy a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Alcalá, 13) a ver la exposición del fotógrafo francés Jean Laurent (Juan Laurent, en España, con estudio fotográfico en el número 39 de la carrera de San Jerónimo desde 1856). Había recortado la noticia del Diario Montañés para cuando viniera a Madrid. El autor había retratado Puerto Chico en 1867. Dicha foto ocupa un buen trozo de pared y trato de reconocer los edificios acercándome mucho y seleccionando detalles: un escudo, la Fonda del Comercio…Cuando vuelva a Santander, intentaré reconocer los edificios in situ…


Luego, dejo atrás el ruido de las obras alrededor del metro de Sevilla para entrar en el jardín de la Residencia de Estudiantes en la calle Pinar, 23 (un Shangri-La). Me compro dos tomos de las memorias de Victorina Durán (otra mujer olvidada) y hago tiempo para comer el menú en el salón que aún conserva el piano donde tocaba García Lorca, con los mismos ventanales.


En el comedor de la Residencia los manteles son siempre muy blancos, siempre uno de los platos es bufé de ensalada y siempre ponen una jarra de agua en la mesa. Tomo arroz negro, rabo de toro y tarta de chocolate con naranja. Ummm...


DÍA 2. Sábado 12 de enero. Me acuerdos

El sábado, las amigas que compartimos piso en los 80 y 90, más una, quedamos para comer en la Residencia de Estudiantes sobre las 14.30 h, y ponernos al día. Llevamos unos cuantos Me acuerdos  (Frases breves que sintetizan los recuerdos de los años pasados en Madrid), para compartir.

He aquí unos cuantos ejemplos…

-Me acuerdo de la pintada “Fláccidos Lunes” a la entrada del metro Avenida de América. Eran los tiempos del Rock-Ola [sala de conciertos en Padre Xifré, número 5, frente al edificio Torres Blancas, entre 1981 y 1985, cuando La Movida madrileña].

-Me acuerdo de cuando limpiaba con una fregona el suelo frente a la tele para practicar la gimnasia con Eva Nasarre (en Viriato, 33).

-Me acuerdo de cómo a las 10 nos instalábamos en el salón con el desayuno para ver [la telenovela] Los ricos también lloran.

-Me acuerdo de La edad de oro, de Paloma Chamorro. ¡Cuánto aprendí de música aquellas noches…! [Los jueves, entre 1983 y 1985].

-Me acuerdo del día en que, al dar la vuelta a una tortilla, se nos fue por la ventana (del patio). Éramos muchos a cenar y tuvimos que sacar colacao con galletas…

Luego, una visita a nuestro exbarrio de Chamberí, y las casas que habitamos (Viriato 33, Santísima Trinidad, 7 y Viriato, 38), constatando lo que aún permanece y lo que ha desaparecido, o cambiado…


DÍA 3. Domingo 13 de enero. Un brunch para seguir hablando

El domingo, a las 12.30 h, quedamos para un superdesayuno en Ganz (Almadén, 9, en el barrio de Las Letras, cerca de Atocha). Y siguen las risas y los recuerdos. Prometemos no tardar tanto en reunirnos de nuevo…





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