Fue antes de que muriera
mi abuelo, así que yo debía de tener menos de diez años.
Por Navidad, solíamos ir
a Madrid en el 600, atravesando el
puerto del Escudo y Somosierra, donde recuerdo que el
dueño del restaurante tenía alguna clase de animal en una vitrina.
Yo, todos los años,
comenzaba un cuaderno donde apuntaba cada pueblo por el que pasábamos, que
siempre tenía los mismos huecos, donde había caído rendida. Aún me sé los
primeros: La Montaña, Las Presillas, Vargas, Puente Viesgo, Aes…
Aquella Navidad, de
niña, fue la más divertida: A las chicas nos hicieron vestidos de papel Pinocho,
y recuerdo una locura de persecuciones y risas,
por el pasillo y el salón del piso del Parque de las Avenidas.
La noche terminó con mi
tía Sonia, un año menor que yo, roncando frente a la tele dentro de su traje de
papel.
[Publicado en el Blog “Esta noche te cuento”. www.estanochetecuento.blogspot.com ]
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