En otoño de 2014 inicié mi
diario anual de octubre a junio, el curso escolar, sobre Viajes en tren de
cercanías a lo ancho y largo de Cantabria. Le siguió, el curso siguiente, el
Diario de viajes en autobús, en el que llegaba en transporte público por carretera
a los sitios donde no era posible por ferrocarril.
http://ficcionesdeloreal.blogspot.com.es/2014/12/diario-de-una-viajera-en-tren-de.html. DIARIO DE UNA VIAJERA EN TREN DE CERCANÍAS I.
http://ficcionesdeloreal.blogspot.com.es/2015/04/diario-de-una-viajera-en-tren-de.html. DIARIO DE UNA VIAJERA EN TREN DE CERCANÍAS II.
http://ficcionesdeloreal.blogspot.com.es/2015/07/diario-de-una-viajera-en-tren-de.html. DIARIO DE UNA VIAJERA EN TREN DE CERCANÍAS III.
http://ficcionesdeloreal.blogspot.com.es/2016/01/diario-de-una-viajera-en-autobus.html. DIARIO DE UNA VIAJERA EN AUTOBÚS.
Pero me quedaron sitios y
paradas intermedias por ver: de ahí, la elección para este otoño de esos viajes
que se quedaron sin hacer y de esos pueblos que se quedaron sin reseñar.
¡Felices jornadas!
HERAS,
donde se hace el pan del “Machi”
Martes,
5 de diciembre de 2017
8.10 h. Frío, cielo
despejado y gaviotas graznando en mi calle. Hoy vuelvo a mis paseos de otoño.
¡Se me han olvidado los
guantes!...6 grados en Santander.
En la estación, como
siempre, al poner la vía en los rótulos, sale automáticamente: “en andén” y,
como siempre, el tren no está…
Un joven se ha saltado la
valla y nadie de seguridad se ha dado cuenta. Los demás, hacemos como que no
hemos visto nada.
El trasero se me ha
congelado el breve minuto que he permanecido sentada. Espero no coger cistitis…
Antes, en la cafetería de
RENFE, he tomado un café y un sándwich vegetal que se veía fresco y recién
hecho tras los cristales.
Saliendo de Santander, aún
se ve la luna, casi llena, sobre las casas de Valdecilla. ¡También he olvidado
el abanico…!
De repente, el tren se pone
a vibrar como si le hubieran dado una descarga eléctrica. Me levanto porque,
sentada, me resulta muy molesta la reverberación.
En Valle Real la niebla flota sobre los campos.
Llegando a Astillero, ocurre
de nuevo: siento como si me estuvieran electrocutando. Miro a la gente alrededor
a ver si también se revuelven incómodos, pero a ellos debe de parecerles que atravesamos
un plácido lago…
Por fin, la recta de Heras:
naves y más naves...
Al salir de la estación,
tiro hacia la derecha, como veo hacer a un chico y una chica. El ruido de la
autovía se me hace ensordecedor. Enseguida veo la silueta del instituto de
Heras. El IES La Granja está frente al moderno tanatorio. ¡En algún lugar
tendrían que ponerlo…! En la carretera, un grupo de cinco o seis chicos hacen
pellas, o están a la espera de la siguiente clase…El suelo está un poco helado
y hago aquaplaning.
En vez de ir hacia la
autovía, y al pueblo de Heras, decido coger a la derecha la desviación al
barrio La Estación. En la distancia, las montañas nevadas. Un mirlo viene a
posarse en un cable de la luz ante mis
narices: le saco un perfil divino. Me sigue o parece que quiera indicarme algo;
vuela sobre el cementerio hacia un ciprés del muro.
Aún hay muchas zonas en
sombra donde la helada y la escarcha permanecen. ¿Me saldrán sabañones en los
dedos…?
Aunque hay varios chalés más
modernos y nuevos, me seduce una casa despintada en colores blanco, verde y
ladrillo.
A las 9 y 35 he llegado a la
estación de nuevo tras hacer un circuito circular. Creo que para ir a Heras
pueblo tengo que coger la indicación hacia la autovía. Al cruzar el puente
sobre la autopista, veo un gran parking a la izquierda frente a las naves de
(transportes) Margutsa.
Estoy en el barrio La Sota.
Me llego a la iglesia de San Miguel. Junto a ella el edificio escuela al que
asistió en 1862-1863 el niño Ramón Pelayo, luego marqués de Valdecilla.
A un hombre que pasa con un
pan debajo del brazo le pregunto dónde está la panadería (no he olvidado que mi objetivo es
descubrir el lugar donde hacen el pan tan rico que desayuno a veces en “El Machi”). Es la casa amarilla a la derecha de la iglesia. “No pone nada”- me
dice. Sí, son ellos (la panadería artesana y familiar Gómez Pan. https://www.gomezpan.es/)
-me confirma la mujer a la que compro un delicioso pan de centeno con pasas,
recién horneado. Me dice que venden su pan en varios sitios en Santander y que
en la plaza de la Esperanza están restaurando su puesto. ¡Bien!
Luego, para ir al baño, me
pido un cortado en el café La Plaza. Es un sitio nuevo con unos servicios amplios, muy limpios.
Solo me queda ya ver la
torre de Alvarado (de las sugerencias del poste magenta), cruzando la carretera
general. Está en venta. La vende Solvia.es. Dándole la vuelta, tiene adosado un
pegote (la casa, supongo); pero el escudo en la parte frontal es maravilloso:
un guerrero parece esconderse tras el escudo, que contiene cuatro flores de lis y
dos hombres barbados frente a frente (en casa, un libro de Carmen González Echegaray, me ilustra: las cabezas afrontadas son, en realidad, un moro y un cristiano. Y el lema, Jus est in Armas, significa "la Justicia está en las armas"...Pues vaya. Cómo se las gastaban en el siglo XVI).
De camino al tren, veo un
estornino entre los caquis. A mí me parece un fruto de lo más insípido, ¿o es la chirimoya la que solo me sabe dulce…?
Al final, cojo el atajo
lleno de musgo que antes pensé terminaba en un paso para animales.
El tren
llega puntual a las 11.21 h. Y a las 11.45 h estoy en Santander...con mi pan...
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