Lunes,
8 de mayo de 2017
Santander. 21 º C a las
13.23 h.
Como no me daba tiempo, y ya
había cerrado la bolsa de basura, he “crionizado” en el congelador una cebolla
pachuchilla y los restos de una ensalada junto a las lentejas sobrantes y unas
pechugas de pollo. Cuando vuelva, lo descongelaré y tiraré a la basura.
En la sala de espera de la
estación, un gorrión pía furioso. La gente, como de costumbre, es capaz de
hacer cola, durante media hora, de pie. Yo, me he sentado en uno de los bancos
“cistíticos”. Me he puesto un jersey debajo del trasero.
A las dos menos cuarto abren
el check-in. Somos millones y la cola da tres vueltas.
Ya en el vagón, a mi lado,
va una señora mayor oyendo a voz en
grito ¿un vídeo?, ¿una telenovela…?, sin casquitos. Por los altavoces, fusilan
el inglés cuando quieren darnos la bienvenida en lenguaje internacional. El
chico habla macarrónico.
Me pongo a hacer
manualidades con las páginas de Excel que nos ha mandado nuestro coordinador.
Tengo celo y pegamento, pero no tijeras (por lo de los controles…).
Por la ventanilla, reconozco
todos los paisajes hasta Reinosa, llenos de árboles en flor: saúcos, acacias,
majuelos…
Detrás va un joven jugando a
algo en su ordenador. A mí, ni se me ocurre. Con mi PDA (Papel De Apuntar)
tengo suficiente. En Reinosa quedan unos pañuelucos de nieve en las montañas.
A la gente deberían darle
clase de uso de móviles: hay que quitar el sonido y uno se va a hablar fuera…
¡y bajo!
El padre y el hijo, al otro
lado del pasillo, van a Linares, a donde llegarán a las 11 de la noche, con
trasbordo en Madrid. Bufff. La señora a mi lado lee un libro electrónico y no
se ha quitado el plumas. Yo paso,
alternativamente, del sofoco a las ganas de echarme una gabardina por encima.
El tren me tranquiliza y
adormece. ¡Qué bonitos los cielos después de Aguilar! Los colores del campo se
han suavizado: los verdes amarillean o se vuelven más ceniza. Los ocres y
arenas salpican el paisaje. No me había dado cuenta antes pero, en Frómista, el
albergue de peregrinos está junto a la estación: una especie de barracón largo.
Pasada Palencia, vienen
ejércitos de nubes que cruzan de izquierda a derecha. 28 º C y vamos a 200
kilómetros por hora.
Martes,
9 de mayo. 2ª etapa. Madrid-Huelva
¡Es inhumano! A las 6 de la
mañana no han puesto ni las cafeterías. Hay 16 grados en Madrid.
A las 6.20 h es la salida,
con paradas previstas en: Ciudad Real, a las 7.19 h; Puerto Llano, a las 7.37
h; a las 8.05 h, en Villanueva de Córdoba; a las 8.27 h, en Córdoba. Y a las
9.16 h, llegada a la estación de Santa Justa, en Sevilla. Luego, tengo que
hacer trasbordo a Huelva…
Mi móvil nuevo me dice:
“Diga OK Google”. ¿Por qué voy a decir eso…? ¡Qué bien! Me han elegido pasillo…
Los entendidos, que deben
viajar mucho en AVE, dicen que este es de los viejos. “No tiene televisión ni
cargador de móviles…”. Para sacar las bandejas del asiento, en diagonal, hay
que saber latín.
Salimos de noche, pero
amaneciendo. Temperatura exterior: 20 º C. Temperatura interior: ¡0 grados! Ni
frío ni calor -que dice el chiste… Por momentos, nos bandeamos de un lado a
otro, cabeceando como en el mar.
A las 6.50 h el amanecer es
glorioso y naranja, pero los postes pasan demasiado rápido. Hasta los baños
están como escondidos. Creo que he utilizado uno de minusválidos del que no
sabía cerrar el pestillo.
En la cafetería, entra una
chica casi gritando: “¿Pero qué tren es este…? ¿Un intercity…? ¿O es que
quieren conmemorar los 25 años con vagones vintage...?”. Y habla del Intercity
que aún queda a Murcia y que coge los veranos para ir a Águilas y que tarda más
de cinco horas.
Muchos ejecutivos van
trabajando con su ordenador y ni miran el paisaje, ni hablan, ni nada. Ellos se
lo pierden.
En Puertollano, hay una
especie de minero de hierro a la entrada, en una colina, a la izquierda. A la
derecha, un artilugio, también minero.
A bordo, un montón de constipados o alérgicos: espero
que no me peguen nada…
TREN
SEVILLA-HUELVA
Las nubes nos esperan
agazapadas para mañana. No sé ni si se contendrán, hoy, martes. Van hacia
Sevilla.
En el móvil me ha salido un
gremlim verde diciendo que se está actualizando (aunque yo no le he dado a
actualizar nada…).
Benacazón, 10.25 h. 20º C.
Olivos a derecha e izquierda. A la salida, chumberas junto
a las vías y bancos de amapolas. En el horizonte, se está confabulando la madre
de todas las tormentas.
En Carrión de los Céspedes,
adelfas a tutiplén.
En mi vagón o, mejor dicho,
medio vagón, vamos 5. “Luego, vendrá lleno”- me dice una paisana ante la
pregunta de para qué llevamos tantos
vagones.
Las estaciones tienen
puertas de herradura, a lo árabe. En los campos, instalaciones solares.
¡La Palma del Condado! Qué
recuerdos de la fiesta de la vendimia un septiembre de hace años… Fino, adobo y
baile por la noche. Y estupefacción por el día, al preguntar si había tren para
Huelva esa mañana: “Puede que zí, puede que no…”- nos dijo un feligrés. Los
campos, a ratos, hacen olas de cereal onduladas.
Niebla, Puerta del Buey. El
río baja rojo y hay una fortaleza. En las torretas de la luz, las cigüeñas
viven en dos o tres pisos, cada una en su nido.
En el andén de la estación de Huelva se le rompe una rueda a mi maleta... Damn!
No hay comentarios:
Publicar un comentario