viernes, 31 de enero de 2020

DIARIO “Un año mirando desde el balcón” (3)

Miércoles, 8 de enero de 2020


6.25 h. Aún siguen las luces de navidad en el patio de la dentista. Y también sigue la luz en la antigua papelería de Magallanes 31. ¿Se habrán dado cuenta…?

Hay 8 grados (humedad, 80 %) y para hoy dan “huevo frito”, sin nada de lluvia (en mi pasillo, sigo con 19 grados y un 56 % de humedad).

Se oye en sordina el ruido/rumor de fondo, pero apenas nada más (no se oyen pájaros, por ejemplo). De vez en cuando, ruidos puntuales: el pitido del tren, una tos…

La tele sigue “muerta”. “No hay señal”- pone en todas las cadenas. Se murió ayer a partir de  las 19.30 h. Antes, a las 16.30 h, yo estuve viendo mi serie… ¿Serán las obras de la calle…? La gente es muy cochina: aprovechando que hay zanjas abiertas, tira las latas de refrescos o las mondas de naranjas al suelo (Esto no lo veo desde el balcón, claro, sino cuando salgo a la calle o vuelvo de noche).


El día, más tarde, será glorioso....



Jueves, 9 de enero. 8 h


El “monstruo” del tráfico ya es ensordecedor (pitidos, un volquete…).

El aire huele a carne guisada: el vapor de una olla por donde se escapan los efluvios a vinito blanco, verduras…

Mi vecina del 27 ya está colgando la ropa del día. En una cocina de San Luis, alguien con bata, pijama y zapatillas, se prepara el desayuno.

Varias gaviotas pasan chillando.

“Despejado con intervalos nubosos”- leo en mi móvil. ¡Anda! Se acaba de cambiar a “lluvia, 80 %...”. La temperatura, ahora 10 grados, llegará a 17. El cielo, ahora, es de sur (En apenas dos horas, a la hora de comer, se pondrá todo negro y empezará a llover. En el País Vasco, galerna).

Viernes, 10 de enero. 8 h

La vecina del 27 tiene la luz encendida y, ya vestida de calle, descuelga la ropa. En el balcón, unas zapatillas secándose/aireándose…


El cielo, nuboso,  y despejado en la parte central.


Comienza la “trepanadora” de calles. Por momentos, parece que compiten dos, o se alternan. Las gaviotas chillan y pasa un ambulancia con la sirena puesta.

El aire es fresco y huele a frío. Para hoy dan chubascos débiles…

Sábado, 11 de enero. 6.30 h

Hay una estrella en el cielo y apenas unas ventanas encendidas, pero siempre, a cualquier hora, hay gente despierta en la ciudad.

Hace frío (6 grados) -dijeron que iban a caer las temperaturas-, y se oye el rumor del tráfico, un ruido constante, sin solución de continuidad, como la línea de la vida,  en una máquina, cuando te mueres.

A estas horas, no se oyen pájaros. Oh, sí, un chipirroteo melodioso y suave de pájaro pequeño (ni paloma ni gaviota; tampoco estorninos) y la voz estridente de una mujer por la calle San Luis.

Miércoles, 15 de enero. 8.30 h


Viento sur. 47 km/h. Nada que ver con el que imagino leyendo la novela (de 1925) de Dorothy Scarborough, situada en Texas en los años 1880s, The Wind/El viento.



Para hoy dan entre 11 y 16 grados, pero en mi pasillo sigo conservando los 19 y una humedad de solo el 55 %.

La dentista ya quitó las luces de navidad de su patio trasero y en la calle se oye la máquina trepanadora que nunca cesa…


P.S. “El viento fue la causa de todo…”-comienza la novela. “Sucedió en el oeste de Texas, hace muchos, muchos años…el viento del norte era un semental salvaje que corría con una fuerza extraordinaria…el viento era enemigo de las mujeres…Se ensañaba con ellas sin descanso…la arena era el arma del viento…”. Así, la introducción nos pone en antecedentes de lo que va a ocurrir…


En el capítulo uno, la protagonista, Letty Mason: “Una joven viajaba sola en dirección al Oeste un día de finales de diciembre…”. Viene de la dulce Virginia (“todo es verde  y agradable”) y va a un destino desconocido en Sweetwater, Texas, “que contendría las cosas que más le importaban” [una casa acogedora con un huerto de árboles frutales y un jardín “con todas las flores que amaba”]. Eso se imagina ella…Pero en el tren, un hombre, Wirt Roddy, la baja a la tierra: “Lo peor es el viento…Suele ser la ruina para el aspecto y los nervios de una mujer. Seca su piel hasta que se vuelve parduzca, como cuero. Sopla todo el día, y la arena que levanta las deja medio ciegas. Les ataca los nervios con su bufido constante, las vuelve irritables y asustadizas…El viento…es un demonio…”. 

Viernes, 24 de enero. 8.35 h

Entre el ruido de las “trepanadoras” callejeras, se oye -de cuando en cuando- el chasquido de un ¿estornino…?

Menos mal que no vivo en la parte delantera/frontal de la casa. Con el ruido de las obras de  mi calle (casi tres meses), me volvería loca. Ya la trepanación continua que se oye, tenue, con las ventanas cerradas, me molesta…


En la parte trasera, las bayetas se siguen oreando en el balcón del 5º. Descubro -gracias a la luz eléctrica, una ventana rota, reparada con cinta carrocera, en el edificio que tengo enfrente, en un 1º.


En un tercero de la calle San Luis, una señora (más bien, una chica), ya vestida (o quizá es una chaqueta de punto sobre el pantalón de pijama), trastea por la cocina. Las cocinas están en este lado, sí. Acabo de ver a otra mujer, en pijama, abriendo un armario de tazas en el segundo.

De repente, me llega un olor a chocolate, a caramelo, a algo dulce. Ya sé: una napolitana de chocolate recién hecha. Ummm.


En el patio de las sillas de oficina y los baldes, hay ropa blanca metida ¿en lejía…? En el cielo, revolotean algunas palomas y gaviotas, sin prisa.

Hay 9 grados (entre 7 y 14 dan para hoy), un 82 % de humedad, y el tiempo previsto es despejado y sin lluvia. En mi pasillo, 18´5 grados y un 56 % de humedad.

Jueves, 30 de enero. 7.45 h

Parece que haga sur. Aún sin amanecer, al fondo, se ven nubes rasgadas. Sopla una ligera brisa (8 km/h -según el móvil), no muy fría (14 º C).


En el fragor monótono del tráfico, destaca una moto, y luego, el pitido del tren y la caída en cascada de los vidrios desde un iglú. Se oyen unos piucos débiles de pájaro pequeño; todavía no hay luz para volar.

Mi vecina del 3º, del 27, ya está levantada. Y lo mismo en varios pisos a la vista.


Hoy dan lluvia en un 85 %. ¡Vaya! Adiós a mis planes de ir en tren a Molledo…

A las 8 menos 5, con algo más de luz, ya oigo gaviotas, pero aún no las veo. Parece que se intensifique el tráfico, ahora un fragor como de cascada rugiente…Todavía no han comenzado las trepanadoras…A ver qué me encuentro hoy cuando salga de casa: cada día es una aventura en este arreglo interminable...






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