Martes, 21 de febrero de 2023
Hoy han empezado media hora antes con el checking, a las 6.35 h. Me siento a esperar la cola en uno de los bancos helados de la sala de espera y viene el de seguridad a ver si tengo servicio Atendo (pienso que es por el bastón, pero me dice que la gente que solicita dicho servicio suele sentarse aquí, a pie de la entrada al andén).
En casa, he acaldado todo lo
de última hora como he podido: los posos del té los he guardado en el
congelador (ayer ya había tirado la basura y no quería que estuvieran llenos de
moho a mi vuelta), y he metido la camiseta del pijama en mi bolso-mochila (para
no abrir la maleta).
Salimos on time, punctual, a las
7.05 h. Aún es de noche y, fuera del tren, solo se ven lucecitas en la
oscuridad. Dentro, en bucle un anuncio de Renfe, “una de las empresas más
sostenibles del planeta”, junto a la info del museo Cerralbo. En los
reposacabezas de los asientos, esta vez publicidad de la experiencia inmersiva
de Van Gogh, en Gijón.
Pasado Molledo, se ve un
poquito de nieve en las cumbres y en las cunetas.
A dos señoras mayores de mi
vagón, la revisora les ha dicho que sus asientos están en el vagón siguiente,
pero, hasta el momento, ¡pasan de todo! No sé si esperarán a Palencia, cuando se
suba el propietario… (se mueven cuando para en Reinosa, a las 8.15
h).
A partir de Reinosa se ve
más nieve (a ver cuando vuelva: hablan de una ola de frío polar). Y desde
Aguilar parece haberse metido la niebla.
Pasamos ante una plantación
de árboles desnudos (son de hoja caduca) con muchos ejemplares caídos o
desgarrados.
El día mortecino me acompaña hasta Monzón de Campos (una nave tiene el tejado destrozado), donde, como siempre, nos paramos. Los molinos de viento, unos están parados y en otros las aspas giran a diferentes ritmos. Los colores del paisaje son ocres y tierra, del beige al marrón oscuro.
En Valladolid me pongo la
mascarilla de pato: la chica a mi lado se suena los mocos y, detrás, una señora
tose con tos de perro. El vagón se ha llenado: dos niños hablan y caracolean en
los asientos de delante. Unos cuantos
llevamos mascarilla FFP2 y la señora de atrás ha optado por ponerse una
mascarilla de las azules (no sé si ante mis miradas asesinas cada vez que
tosía).
A las 11.30 h estoy subida al Cercanías que me llevará de Chamartín a Atocha.
Cuando me bajé, en el
pasadizo debajo de las vías, no vi pantallas para saber cuál era la vía (tuve que
preguntar a una chica con chaleco amarillo que pasaba por ahí). ¡Increíble…!
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