viernes, 10 de marzo de 2023

VIAJE A MADRID EN TREN (I)

Martes, 21 de febrero de 2023

Hoy han empezado media hora antes con el checking, a las 6.35 h. Me siento a esperar la cola en uno de los bancos helados de la sala de espera y viene el de seguridad a ver si tengo servicio Atendo (pienso que es por el bastón,  pero me dice que la gente que solicita dicho servicio suele sentarse aquí, a pie de la entrada al andén).

En casa, he acaldado todo lo de última hora como he podido: los posos del té los he guardado en el congelador (ayer ya había tirado la basura y no quería que estuvieran llenos de moho a mi vuelta), y he metido la camiseta del pijama en mi bolso-mochila (para no abrir la maleta).

Salimos on time, punctual, a las 7.05 h. Aún es de noche y, fuera del tren, solo se ven lucecitas en la oscuridad. Dentro, en bucle un anuncio de Renfe, “una de las empresas más sostenibles del planeta”, junto a la info del museo Cerralbo. En los reposacabezas de los asientos, esta vez publicidad de la experiencia inmersiva de Van Gogh, en Gijón.

Pasado Molledo, se ve un poquito de nieve en las cumbres y en las cunetas.

A dos señoras mayores de mi vagón, la revisora les ha dicho que sus asientos están en el vagón siguiente, pero, hasta el momento, ¡pasan de todo! No sé si esperarán a Palencia, cuando se suba el propietario… (se mueven cuando para en Reinosa, a las 8.15 h).

A partir de Reinosa se ve más nieve (a ver cuando vuelva: hablan de una ola de frío polar). Y desde Aguilar parece haberse metido la niebla.

Pasamos ante una plantación de árboles desnudos (son de hoja caduca) con muchos ejemplares caídos o desgarrados.

El día mortecino me acompaña hasta Monzón de Campos (una nave tiene el tejado destrozado), donde, como siempre, nos paramos. Los molinos de viento, unos están parados y en otros las aspas giran a diferentes ritmos. Los colores del paisaje son ocres y tierra, del beige al marrón oscuro.

En Valladolid me pongo la mascarilla de pato: la chica a mi lado se suena los mocos y, detrás, una señora tose con tos de perro. El vagón se ha llenado: dos niños hablan y caracolean en los asientos de delante.  Unos cuantos llevamos mascarilla FFP2 y la señora de atrás ha optado por ponerse una mascarilla de las azules (no sé si ante mis miradas asesinas cada vez que tosía).

A las 11.30 h estoy subida al Cercanías que me llevará de Chamartín a Atocha. 

Cuando me bajé, en el pasadizo debajo de las vías, no vi pantallas para saber cuál era la vía (tuve que preguntar a una chica con chaleco amarillo que pasaba por ahí). ¡Increíble…!


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