lunes, 20 de marzo de 2023

(Mis) ANDANZAS POR MADRID un febrero de 2023

 

Miércoles, 22 de febrero. En la Residencia de Señoritas de Fortuny 53

Rusia abandona el tratado nuclear Start III que limitaba el número de cabezas nucleares… Bufff.

Cuando salgo de casa, en el jardín de Palestina, prunus en flor y las cotorras verdes volando por todos lados (son una plaga). Los dos durmientes sobre la rejilla de ventilación del metro ni se inmutan  con el ruido infernal del soplador de hojas.

Ya han tirado del todo el edificio en el solar que hacía esquina (en Palos de la Frontera) con el paseo de las Delicias. Echo en falta la casa. Van a construir “viviendas exteriores con terraza, garaje y trastero. Portero, piscina y jardines”…

En el estanco de Atocha, como siempre, pongo al día mi tarjeta transporte de bus y metro. El sol, con la calima, está un poco mortecino y apenas calienta. Luego, cojo el metro a Bilbao para dejar una cosa en la Escuela de Escritores  (en Covarrubias, 1).

En la calle Almagro, lo que fuera el Instituto Británico es ahora la universidad Camilo José Cela. También está la editorial Siruela, cerca de la glorieta de Rubén Darío.

En Miguel Ángel, 8 sigue el Instituto Internacional (nunca me había fijado antes).

Aunque no he concertado cita, tengo la suerte de poder consultar los nombres de las residentes de Cantabria (entonces, Santander) que estuvieron en la Residencia de Señoritas hasta el año 1936.

Luego, aprovechando, voy a ver la exposición “La Residencia de Señoritas: motor de Igualdad”… Y me encuentro con una señora de Molledo, encantada de poderles decir a sus amigas allí que voy a presentar en la cercana Arenas de Iguña el libro del tren…

Jueves, 23 de febrero

Putin anuncia que va a reforzar el poder nuclear de Rusia “por tierra, mar y aire”.

Los museos están llenos de excursiones de escolares: Caixa Forum, el Reina Sofía…

Viernes, 24 de febrero. Madrid-río y la calle Toledo

A las 9.50 h cojo la calle Santa María de la Cabeza en dirección a lo que ahora llaman Madrid-río: quiero ver si queda algo de la época de Barea y de Pío Baroja…

Está todo “cementado”: no puedo andar cerca de la ribera porque, por un lado, hay un muro y, por el otro, el camino va detrás de una loma artificial. Así voy a tener que ver los patos con catalejo…

Yo pensaba que habría un caminito, aunque fuera de herradura…Tomo un camino de baldosas hasta que la madreselva tapizando el bancal me impide el paso. Damn! En el río, distingo azulones y un pato con pico rojo (una gallineta); aneas y juncos. Ya están saliendo las hojas de las salgueras.

Llego a un puente tubular: es el puente monumental de la Arganzuela o puente de Perrault, una estructura “heliocoidal” -leo.

Cerca, un cartel: “Pradera en restauración”. Y no sé si es que toca o es porque ando cerca (por la presencia, los aspersores se ponen a funcionar todos a la vez a las 10.45 h). Praderas… Con la que está cayendo…

Más tarde me doy con el “Puente de bolas”. Encuentro información sobre la Senda temática 1, que tiene una longitud de algo más de un kilómetro (1.300 m). Parte del puente de Toledo (a donde yo quiero llegar. Yo he salido del puente de Praga).

En una de las isletas arenosas, aletean unos patos marrones que luego encuentro que son “Gansos del Nilo”, que ya se han aposentado ahí.

Al rato, veo el puente de Toledo y me indican la Senda temática 2, de 1.050 m, que empieza en el jardín barroco y termina en las “lavanderas del Manzanares”.

Sobre las 11.30 h estoy en el peatonal puente de Toledo. Desde ahí, veo el río canalizado y encajonado. Me hubiera gustado que hubieran dejado algún testimonio del Madrid de las lavanderas, como hacen a veces los arquitectos cuando restauran un monumento antiguo. Yo hubiera dejado un chamizo para hacer un pequeño centro de interpretación… Mi amiga Cristina me dice que ya todo había desaparecido cuando se hizo la M-30, que ahora va subterránea…

Desde Pirámides veo, al fondo, la Puerta de Toledo. En el restaurante El mirador de San Isidro, el primer bar que veo tras cruzar la calle, paro porque ya no aguanto más: son las 12.15 h y necesito ir al baño y comer algo. Me ponen un pincho de tortilla superlativo, que con un cortado me restaura por 4´20 euros.

Estoy en el número 171 de la calle Toledo. Quiero comprobar si aún están el hotel Finisterre, en el número 111, donde nos quedamos en 1980, en nuestro viaje de fin de curso de primero de carrera (no está, sustituido por el hotel Ganivet, de tres estrellas, en un edificio totalmente nuevo), y el restaurante Económico (comida buena y barata), en el número 105 (ahora es el bar La Fuentecilla). Al lado están la calle de Arganzuela y una fuente dedicada Fernando VII  “el Deseado”, junto a la farmacia de La Fuentecilla.

Aunque estoy cansada, decido ir a ver la exposición de Leonora Carrington en Recoletos. Si no, igual ya no me animo...

Mereció la pena...

Sábado, 25 de febrero

Cristina y yo vamos al fisio en Illescas (Toledo).

En la sombra, hace un frío que pela. Aún no han quitado las luces de Navidad y tienen una calle de nombre Transparente.

Cojo la calle Las Avispas que está en sol y sale frente a la botica y la zona de terraceo (plaza de los Hermanos Fernández Criado).  Los rosales están en muñones y la fuente sin agua.


Llego hasta la plaza del mercado ¡y ya! Luego, sobre las 13 h, nos tomamos un aperitivo en un sitio fetén: unas gambas al ajillo y unos espárragos trigueros a la plancha, deliciosos.


La entrada a Madrid es con el cielo negro panza de burro.

Domingo, 26 de febrero

Sobre las 10.30 h inicio mi visita fija al Jardín Botánico. Esta vez empiezo, a mi derecha, por el Paseo de Minuart, que da al Paseo del Prado. Hay un jolgorio del carnaval boliviano por la calle cerrada al tráfico, como cada mañana de domingo.

Las camelias están en flor (blancas, rojas y rosas). En uno de los cuadrantes ha salido un daffodil (narciso) solitario.

Más adelante, dos tirantes de hierro sujetan un pino del Himalaya.

Llego hasta la cuesta de Moyano y subo pegada a la pared de ladrillo lo más que puedo. Pero pronto decido tomar los caminos más soleados porque, en la sombra, hace frío.

En la huerta de invierno col bacalan, bróculi tardío de Angers, cardo, alcachofas, acelgas varias, lechugas y diente de león como verdura. Veo carboneros picoteando la tierra, y un mirlo. Han puesto carteles de “Prohibido coger frutos” y  “Estas plantas no son aptas para el consumo”, por si alguien tiene la tentación de hacer la compra del mercado allí.

Se ven varios árboles talados, no sé si a resultas del temporal Filomena el invierno anterior.

A las 12 h, cuando salgo del Botánico para entrar al Prado a ver los retratos de Sorolla, siguen las charangas por el Paseo, con un volumen infernal. ¡Viva el silencio!





No hay comentarios:

Publicar un comentario