Miércoles,
22 de febrero. En la
Residencia de Señoritas de Fortuny 53
Rusia abandona el tratado
nuclear Start III que limitaba el número de cabezas nucleares… Bufff.
Cuando salgo de casa, en el
jardín de Palestina, prunus en flor y las cotorras verdes volando por todos
lados (son una plaga). Los dos durmientes sobre la rejilla de ventilación del
metro ni se inmutan con el ruido
infernal del soplador de hojas.
Ya han tirado del todo el
edificio en el solar que hacía esquina (en Palos de la Frontera) con el paseo
de las Delicias. Echo en falta la casa. Van a construir “viviendas exteriores
con terraza, garaje y trastero. Portero, piscina y jardines”…
En el estanco de Atocha,
como siempre, pongo al día mi tarjeta transporte de bus y metro. El sol, con la
calima, está un poco mortecino y apenas calienta. Luego, cojo el metro a Bilbao
para dejar una cosa en la Escuela de Escritores (en Covarrubias, 1).
En la calle Almagro, lo que
fuera el Instituto Británico es ahora la universidad Camilo José Cela. También
está la editorial Siruela, cerca de la glorieta de Rubén Darío.
En Miguel Ángel, 8 sigue el
Instituto Internacional (nunca me había fijado antes).
Aunque no he concertado
cita, tengo la suerte de poder consultar los nombres de las residentes de
Cantabria (entonces, Santander) que estuvieron en la Residencia de Señoritas hasta
el año 1936.
Luego, aprovechando, voy a
ver la exposición “La Residencia de Señoritas: motor de Igualdad”… Y me
encuentro con una señora de Molledo, encantada de poderles decir a sus amigas
allí que voy a presentar en la cercana Arenas de Iguña el libro del tren…
Jueves,
23 de febrero
Putin anuncia que va a
reforzar el poder nuclear de Rusia “por tierra, mar y aire”.
Los museos están llenos de
excursiones de escolares: Caixa Forum, el Reina Sofía…
Viernes,
24 de febrero. Madrid-río y la calle Toledo
A las 9.50 h cojo la calle
Santa María de la Cabeza en dirección a lo que ahora llaman Madrid-río: quiero
ver si queda algo de la época de Barea y de Pío Baroja…
Está todo “cementado”: no
puedo andar cerca de la ribera porque, por un lado, hay un muro y, por el otro,
el camino va detrás de una loma artificial. Así voy a tener que ver los patos
con catalejo…
Yo pensaba que habría un
caminito, aunque fuera de herradura…Tomo un camino de baldosas hasta que la
madreselva tapizando el bancal me impide el paso. Damn! En el río, distingo
azulones y un pato con pico rojo (una gallineta); aneas y juncos. Ya están
saliendo las hojas de las salgueras.
Llego a un puente tubular:
es el puente monumental de la Arganzuela o puente de Perrault, una estructura
“heliocoidal” -leo.
Cerca, un cartel: “Pradera
en restauración”. Y no sé si es que toca o es porque ando cerca (por la presencia,
los aspersores se ponen a funcionar todos a la vez a las 10.45 h). Praderas… Con
la que está cayendo…
Más tarde me doy con
el “Puente de bolas”. Encuentro información sobre la Senda temática 1, que
tiene una longitud de algo más de un kilómetro (1.300 m). Parte del puente de
Toledo (a donde yo quiero llegar. Yo he salido del puente de Praga).
En una de las isletas
arenosas, aletean unos patos marrones que luego encuentro que son “Gansos del
Nilo”, que ya se han aposentado ahí.
Al rato, veo el puente de
Toledo y me indican la Senda temática 2, de 1.050 m, que empieza en el jardín
barroco y termina en las “lavanderas del Manzanares”.
Sobre las 11.30 h estoy en
el peatonal puente de Toledo. Desde ahí, veo el río canalizado y encajonado. Me
hubiera gustado que hubieran dejado algún testimonio del Madrid de las
lavanderas, como hacen a veces los arquitectos cuando restauran un monumento
antiguo. Yo hubiera dejado un chamizo para hacer un pequeño centro de
interpretación… Mi amiga Cristina me dice que ya todo había desaparecido cuando
se hizo la M-30, que ahora va subterránea…
Desde Pirámides veo, al
fondo, la Puerta de Toledo. En el restaurante El mirador de San Isidro, el primer bar que veo tras cruzar la
calle, paro porque ya no aguanto más: son las 12.15 h y necesito ir al baño y
comer algo. Me ponen un pincho de tortilla superlativo, que con un cortado me
restaura por 4´20 euros.
Estoy en el número 171 de la
calle Toledo. Quiero comprobar si aún están el hotel Finisterre, en el número
111, donde nos quedamos en 1980, en nuestro viaje de fin de curso de primero de
carrera (no está, sustituido por el hotel Ganivet, de tres estrellas, en un
edificio totalmente nuevo), y el restaurante Económico (comida buena y barata),
en el número 105 (ahora es el bar La Fuentecilla). Al lado están la calle de Arganzuela
y una fuente dedicada Fernando VII “el
Deseado”, junto a la farmacia de La Fuentecilla.
Aunque estoy cansada, decido ir a ver la exposición de Leonora Carrington en Recoletos. Si no, igual ya no me animo...
Mereció la pena...
Sábado,
25 de febrero
Cristina y yo vamos al fisio
en Illescas (Toledo).
En la sombra, hace un frío que pela. Aún no han quitado las luces
de Navidad y tienen una calle de nombre Transparente.
Cojo la calle Las Avispas
que está en sol y sale frente a la botica y la zona de terraceo (plaza de los Hermanos Fernández Criado). Los rosales están en muñones y la fuente sin agua.
Llego hasta la plaza del mercado ¡y ya! Luego, sobre las 13 h, nos tomamos un aperitivo en un sitio fetén: unas gambas al ajillo y unos espárragos trigueros a la plancha, deliciosos.
Domingo, 26 de febrero
Sobre las 10.30 h inicio mi
visita fija al Jardín Botánico. Esta vez empiezo, a mi derecha, por el Paseo de
Minuart, que da al Paseo del Prado. Hay un jolgorio
del carnaval boliviano por la calle cerrada al tráfico, como cada mañana de domingo.
Las camelias están en flor (blancas,
rojas y rosas). En uno de los cuadrantes ha salido un daffodil (narciso) solitario.
Más adelante, dos tirantes
de hierro sujetan un pino del Himalaya.
Llego hasta la cuesta de Moyano
y subo pegada a la pared de ladrillo lo más que puedo. Pero pronto decido tomar
los caminos más soleados porque, en la sombra, hace frío.
En la huerta de invierno col
bacalan, bróculi tardío de Angers, cardo, alcachofas, acelgas varias, lechugas
y diente de león como verdura. Veo carboneros picoteando la tierra, y un mirlo.
Han puesto carteles de “Prohibido coger frutos” y “Estas plantas no son aptas para el consumo”,
por si alguien tiene la tentación de hacer la
compra del mercado allí.
Se ven varios árboles
talados, no sé si a resultas del temporal Filomena el invierno anterior.
A las 12 h, cuando salgo del
Botánico para entrar al Prado a ver los retratos de Sorolla, siguen las charangas
por el Paseo, con un volumen infernal. ¡Viva el silencio!
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