Jueves,
12 de enero de 2023. A MAR
9 grados a las 9 y 23. Luna
menguante en un cielo, más o menos, despejado.
¡Qué bueno…! Por la autovía,
una caravana (rulot) que lleva, en una plataforma, un minicoche, supongo que
para desplazarse donde se queden…
Cuando bajo en Mar, sobre
las 10 h, me sale humo por la nariz (del frío…). En los campos y la pasarela
metálica hay rocío. “¡El chatarrero…!”. Hacía tiempo que no lo oía. En
furgoneta.
Voy a tirarme primero del lado del sol, el barrio La Cantera. Veo la
flecha amarilla del Camino de Santiago (o sea que, por aquí, ya estuve).Me doy
la vuelta. Cojo entonces una carretera cortada (un paisano me dice que no tiene
salida) al filo de las vías. Un mimoso está preparando sus brotes para florecer
en febrero, como es su norma.
Se oye el ruido de fondo de
la autovía y, sobre él, el piar de los pájaros. De frente, viene un viento
fresco. El camino asfaltado, efectivamente, no lleva a ninguna parte. Bueno, sí, hasta el número
114. En la huerta, solo berzas. Huele a humo de leña.
Llegando a la estación, de
vuelta, veo una casa con 5 placas solares en el tejado.
Dejo a la izquierda una
carreterita en sombra y sigo de frente hacia el bar que veo al fondo, al sol.
Recuerdo que ahí me tomé algo mientras hacía este tramo del Camino. Huele a
colada recién tendida. Una mujer me ha informado de a dónde llega la
carreterita en sombra.
Es el bar La Fuente. Menú
del día. Hamburguesas -publicita en su toldo.
Hoy toca tortilla de bacalao, a pesar de ser miércoles (un cartel pone
las distintas especialidades según el día de la semana). Con un cortado, me
cobran 3´90 euros, pero es un pedazo de tortilla…Buenísima. La señora me dice
que la ha hecho su marido. Le digo que le felicite de mi parte. “No, que se lo
cree…”.
Ya restaurada, llego al final de Mar y el inicio de Bárcena de Cudón.
Y entonces reconozco el sitio: yo bajé desde la iglesia/ermita que hay en lo
alto de una colina, por la carretera. Me vuelvo. A las 11 y 10 h, el sol empieza
a calentar.
Mar parece un municipio
tranquilo, alterado -de cuando en cuando- por el-pitido del tren.
Junto a la ermita/iglesia
(San Miguel, según el mapa), una casa de oficios dedicada a la rehabilitación
del patrimonio arquitectónico y medioambiental (lo que antes llamaban una
escuela-taller).
De frente, en un muro, junto
a una mancha de hierba de campanario, una señal del Camino (en perpendicular a
la que va cruzando las vías. Como todos los caminos van a Roma…). Ante mis
ojos, la “masera” de Cortiguera.
Llego a una rotonda con una
sirena de piedra que no recuerdo (La sirena de los ojos turquesa, de 2002, obra
del escultor Salvador G. Ceballos). Como siempre, el focazo que han puesto en el centro, me estropea la foto…
Requejada, a 1 kilómetro –leo.
Llego hasta la señal del barrio de Ventorro en el kilómetro 11 de la CA-232, y
me vuelvo. El sol se está poniendo mortecino. Huele a hierba recién cortada
(aunque ya no sea a dalle, sino con
desbrozadora). No me suena nada que la otra vez las flechas me enviaran por un
caminito entre árboles…
Junto a las traviesas que
enmarcan el sendero de arrocillo, una vinca per vinca en flor: me encanta esta
planta. Aunque su flor sea morada… Los árboles los han dejado en muñones, con una poda salvaje. Da dolor
verlos, con un extremo lleno de nudos y enroscamientos. Menos mal que, a los alisos, los han dejado
crecer libres…
Llego hasta la nave de FAED
(Fundición de Aceros Especiales) y me vuelvo al tren. Son las 12 h y me duele
el pie. Me meto por donde he visto salir un coche, en el barrio de El campón.
Espero que llegue a la estación (resulto salir
a la carreterita en sombra del principio)…
El día se está quedando frío
y las nubes se agazapan a lo lejos.
Para saber el siguiente tren
tengo que leer el código QR con el móvil (no hay horario en papel). Menos mal
que ya sé hacerlo y mi teléfono tiene capacidad… A las 12 y 21 h. ¡Bien! Justo
a tiempo.
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