Domingo, 21 de noviembre de 2021
Salgo de casa (en Palos de
la Frontera) a las 8.45 h con el cielo plomizo y el sol intentando abrirse paso
por algún lado.
Pensaba que, en domingo, a
esta hora, habría menos gente por la calle, pero no (¿consecuencia del
COVID…?).
Los restos de la noche del
sábado se ven por doquier: sobre las mesas apiladas y encadenadas de los bares
o a la entrada de una boca de metro.
Me llama la atención la
cantidad de patinetes eléctricos por todos lados, muchos caídos/tirados al
suelo (los peatones los vamos sorteando). ¡Qué proliferación…!
El Black Friday está
presente en todos sitios: en el centro Auditivo Audifon te hacen incluso un descuento
especial del 10 % en las pilas…).
Subo por el paseo de
Delicias y la ciudad está bastante sucia: alrededor de los cubos de basura,…
En un local de colchones se
ha montado una frutería sin nombre, que ha dejado el letrero anterior: Blue
Night. Pikolin.
Oigo, y veo, a dos cotorras
verdes (13.000 en Madrid según el censo de SEO en 2019) que cruzan la calle
entre dos plátanos. Sus voces desagradables me acompañarán durante todo el
paseo.
Me sorprende tanto todo (un
anuncio que, ante la subida -sin tino- de la electricidad, recomienda comprarse
un buen colchón…), que he tardado media hora en llegar a Atocha (suelen ser 10
minutos).
Me cuesta encontrar un
quiosco abierto (al final, en la plaza de Carlos V, junto a la Cuesta de
Moyano. Siempre me gusta comprar la Guía del Ocio).El quiosquero me dice que ya
no sale desde la pandemia…
En el Paseo del Prado, como
todos los domingos, está cerrado al tráfico uno de los tramos, el que
transcurre junto al Jardín Botánico. Voy por el centro, como si la calle fuera
mía. Desde el lado opuesto, fotografío el jardín vertical de CaixaForum. Cuando
los coches están parados, se oye el
sonido de las fuentes, claro como si estuviéramos en plena naturaleza.
A las 10 h, la zona de los
museos es un “conventillo”- que diría Mafalda: gente arrastrando sus maletas de
ruedas, quienes esperan en cola a que abran, los que pasean/paseamos, los que
corren, los sopladores de hojas…
Voy primero al Thysen (tengo
que ir al baño) y pregunto -por enésima vez- por los cuadernos con boli dentro,
que me parece una idea buenísima. ¡Nada!
A las 10.30 h, el tráfico
por el otro lado del Paseo del Prado es grande y rápido. Podían poner el límite
en 30 kilómetros/h, como en Torrelavega…
Me “pierdo” en la tienda de
CaixaForum. Cuando salgo a las 11 h, ya me duelen mucho las plantas de los
pies. Me dirijo al Jardín Botánico, a ver…
A las 11 h, es otro
“conventillo”: familias con niños, grupos programados…Yo decido rodear el
jardín por la parte más externa, más cercana a los muros (aquí apenas encuentro
gente). Voy por el recorrido “accesible” hasta la escalera que sube a la
colección de nenúfares (y bonsáis). Nunca había estado antes: las vistas son
increíbles.
Luego, voy rodeando,
rodeando hasta una estructura de madera que no sé qué es (¿las cuadernas de un banco
imaginario…?). Las hojas secas de los fresnos, con el aire, se caen “a puñaos”…
Cuando no me dejan ir más
allá, me vuelvo por la parte central, donde se ven animales marinos blancos
(que deben pertenecer al espectáculo nocturno de luces…). He disfrutado mucho.
A las 12.15 h, somos
multitud por el Paseo del Prado.
Y a las 17.30 h, cuando voy
al Círculo de Bellas Artes, a embolsar para el Congreso de APIA del día
siguiente, Atocha está “hasta las bolas”…
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