No tiene ni nombre (al
menos, yo no lo he visto en ninguna de sus dos entradas…).
Está frente al colegio
Castro Verde y la parada de bus “Menéndez Pelayo nº 74”, en cuesta bien pindia.
Castaños de Indias, plátanos, palmeras…
El área de juegos infantiles
(partido en dos miniespacios) es un poco rácano: solo 2 elementos en cada uno.
No sé si vendrá aquí algún niño…
Una rampa de cemento (mojada
por el agua que esculla de la montaña) sube hasta unas escaleras: unas
desembocan en una urbanización privada con verja; las otras, ascienden hasta la
calle General Dávila, donde se encuentra la otra entrada al parque.
En la ascensión, un cedro
despelucado, un magnolio y un gran eucalipto. En una plataforma, casi arriba
del todo, un rincón con aparatos para la gente mayor.
No sé si habitan muchos
pájaros aquí: un mirlo ha salido huyendo, avisando con su grito de la presencia
humana. Veo alguna paloma,…¡y ya!
Me resulta un parque un poco
triste: le falta color. Solo unas pequeñas rosas rojas bordeando el parque de
mayores y unas pequeñas, amarillas, haciendo lo mismo en el espacio infantil.
Pienso en el jardín de May Sarton en Nelson (Massachusetts), pensado para que
las flores se sucedieran unas a otras y siempre hubiera color (excepto en los
meses de invierno, con nieve y temperaturas bajo cero…).
https://quefluyalainformacion.blogspot.com/2021/12/diario-de-una-soledad-la-vida-los-60.html. MAY SARTON. Diario de una soledad .
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