Martes
21 de julio. En Aguilar de Campoo
He llegado pronto a Aguilar
(9.15 h) y, hasta las 10 h, el bus no recoge a los integrantes del XII Taller
Didáctico del Románico (durante diez años, muchos han sido compañeros de
excursión…) en el Monasterio, así que ¡voy a ver a mis huertanos en el Paseo
del Monasterio…!
Los plátanos del paseo
tienen oidio y una segadora (o lo que sea) hace un ruido infernal en la finca
enmurada. La temperatura, de momento, es muy agradable, con una ligera
brisilla.
La primera visión de la
huerta (en realidad, dos), desde un gordolobo, me parece chiquita…Como si se
hubiera reducido…
Oh, sí. Ya solo queda una
parte; la otra está abandonada…
En la huertita acaldada, una
fila de habas, otra de coles; judías verdes, guisantes, patatas, puerros y
cebollas, calabacines, lechugas, acelgas, pimientos (a veces, tan solo unas
pocas plantas).
En la finca hecha un bardal:
amapolas, hierbajos varios, achicoria, avena loca… Y creo que la flor es de
cebollas respingadas.
A las 10.15 h, le encargo a
Fernando en la charcutería de la plaza, 4 quesos de un kilo, para pasar a
recogerlos luego. Hoy es día de mercado en la plaza de España. Hay gente (no sé
si tanta como otros días…).
-
Se está bien ahora, ¿verdad…?
-
Ahora, sí- responde la tendera a su clienta. (Aún
no pega el calor de mediodía…).
Decido hacer primero el
Paseo de las Tenerías, tras cruzar la Puerta del Hospital junto a la colegiata
de San Miguel. Aviones/vencejos pían y vuelan sobre el río (Pisuerga) mientras
los aspersores refrescan las orillas.
Mi “casa de las lavandas”
sigue hermosa: aún no han alcanzado su cénit, pero ya construyen una buena
barrera malva que destaca de la piedra.
Poco a poco van saliendo
nubecillas, no sé si preparando la tormenta de esta tarde…
Un árbol (¿sauce?) está
desgajado en mitad del río: parece una boca abierta de cocodrilo o la cabeza de
una serpiente, con su legua bífida…
En el puente de madera, dejo
el Paseo del Coto para hacer el Paseo del Loco (al otro lado del río, donde
está el monasterio de Santa Clara).
Sobre las 11 h ya empiezo a
cojear, así que decido hacer una visita a Mónica en El 37, recoger los quesos,
y ya.
En el Paseo de la Cascajera,
junto a la Puerta del mismo nombre, la terraza del Nuevo Omega, en sombra, está a tope. ¡Vaya! El 37 está cerrado… Y yo
que venía porque el día de mercado Mónica solía hacer muchos pinchos distintos…
Me voy al de al lado (porque
necesito ir al baño) y me tomo un té. Pregunto y el dueño me confirma que está
cerrado (problemas familiares…).
Fernando me aclara que ambos
huertanos están bien, pero que los meses de confinamiento han hecho
mella…Además de los quesos, me llevo un kilo de cerezas locales (pequeñas pero
dulcísimas) y un par de tomates de un color que no he visto antes, para probar.
En la calle del Puente, veo
una nueva clínica dental (que no recuerdo del año pasado), y un salón de
peluquería con solárium vertical. En deportes Artiza, con un corazón en el
escaparate, agradecen la vuelta de los clientes (tras el confinamiento).
A las 12.15 h ya estoy en
camino, de vuelta; he decidido llegarme a Valderredible, mi valle favorito, en
el sur de Cantabria. La vegetación está lujuriosa; todo salvaje: hierba de
Santiago, brezo…Y las pacas redondas de hierba, que me encantan.
En Polientes, donde estuve
hace años trabajando como monitora, siguen los dos supermercados, la panadería,
la tienda de golosinas, La Olma y el Demetrio…La posada El cuartelillo viejo yo
creo que es nueva, lo mismo que el bar La parra.
A las 13.30 h voy a comer el
menú al restaurante La Olma: ensalada campera
(piriñaca con patata) y ternera en su jugo. Yo lo recordaba más rústico
(ahora, las sillas son de plástico, aunque continúan las mesas de madera
sólida).
Dos hombres se sientan a
comer:
-
La ensalada campera…, no llevará espárragos y
cosas de esas, ¿no…?.
De segundo, ambos piden
lechazo, sin dudar.
La ensalada campera está muy
buena: con aceite fuerte, lleva -además de patata cocida- mucho atún, tomate,
zanahoria rallada, “palitos de mar” y aceitunas verdes y negras.
En 15 minutos se han llenado
las 8 mesas. A unos que venían sin reserva les han sentado en una mesa
reservada para las 15 h (ahora son las 13.45 h).
Con el calor que hace, unos
han pedido alubias. ¡Bufff!. Una pareja, con una niña pequeña sentada en la
trona, que chilla como un hámster, debe ser sorda. El vocerío es
indescriptible. Esto es un pandemoniun…
Apuro la carne asada, un
poco dura, aunque las patas fritas de sartén, están de vicio. La buena fama de
las patatas de Valderredible, supongo…
El pudin, que me recomienda
la chica, me lo como en un santiamén para escapar, cuanto antes, de ese
griterío. A las 14. 15 h ya estoy en el
aparcamiento.
Decido volver por la otra
salida/entrada a Valderredible: por Ruerrero y el puerto de los Carrales. La
carretera de montaña es una sinfonía de morados
(los de los brezales) y está aún más comida por la vegetación que la
anterior (los peones camineros tienen mucho trabajo…). Helechos, “sombrillas”,
salgueras…, han colonizado el asfalto, naturalizándolo.
Un poco antes de Cabañas de
Virtus, las nubes empiezan a amenazar por el horizonte. Pero los parapentes
sobrevuelan el pantano, ajenos a Mordor.
En lo alto del puerto de El
escudo, junto al cartel promocional de Cantabria Infinita, un grafiti añade
“Infinitos plumeros”. Que quede claro…
Ya en Ontaneda (25 grados a
las 16 horas), me recuerdo a mí misma que prefiero subir El escudo, a bajarlo.
Por si hay otra vez…
Miércoles,
22 de julio. En Comillas
Salgo a las 7 y 20. Bruma y
bochorno. Huele a hoja húmeda y a arizónicas de cierre.
El paseo a La Rabia, a la
izquierda de la carretera, flanqueado por plátanos, ha sido de las mejores
cosas que pudieran hacer (aunque hay que ir pendiente del enlosado porque las
raíces lo han elevado por tramos…). Menos mal que advierten del “firme
irregular” (pero los carteles son de vuelta del paseo, no de ida…).
Rioturbio, 2´5 kilómetros.
Ruta De mar a montaña, leo.
La primera finca a la
derecha (Gerra Molino) la vimos en un curso de jardines, y es impresionante.
De frente, otras dos fincas
particulares (con seguridad y alarma, y hasta perro…).
La carretera sube entre un
túnel de vegetación: musgos, helechos, laureles, avellanos…
En una curva del camino,
entre los pinos, la ría.
Subo, hasta que me canso (una cabaña con unas cabritas).
Mañana, vendré en coche…Mientras descanso antes de bajar, un chaval en patinete
eléctrico, me sobrepasa con su casco mientras hace vídeo con el palito…Cosas
veredes…
Jueves,
23 de julio
Hoy, cojo el coche para
intentar localizar el lavadero de Rubárcena en la carretera a San Esteban.
Tras dejar atrás el
puentecillo que lleva a Rioturbio (una garza real se alza de entre la marisma),
cojo la carretera a San Esteban; pero tras pasar unos maizales más altos que
yo, comienzan unos baches que se pueden tragar el coche, y decido volverme.
Huele a marisma y a pis de vaca y a heno asilado.
Decido entonces terminar el
paseo hasta la bolera, que dejé incompleto el otro día. Pensaba dejar el coche
en el aparcamiento junto al restaurante de las patatas paja, tan añoradas, pero
no sabía que fuera privado (una banda y un cartel lo advierten). Lo dejo fuera,
mientras voy andando los 200 metros que me faltaban. En el remanso, una docena
de patitos deja una estela mientras nadan en formación.
Viernes,
24 de julio
22 grados a las 6.30 h. Unas
chicas fotografiándose en la orilla y gritando. Luego, música de bachata, alta…
Salgo sobre las 7 y 20 h. El
cielo está amenazante (ha llovido esta noche), así que decido hacer el camino
entre los dos puentes (el de la Rabia y el del Capitán) por tramos, e ir, con
el coche, de uno a otro aparcamiento.
El ambiente ahora es cálido,
y la luz en la marisma, maravillosa. Sobre la marcha, cambio los planes: no
quiero que me cambie la luz…Dejo el coche tras el puente de la Rabia, en el
primer aparcamiento, y voy costeando hasta la “casa de las calabazas”, y más
allá, hasta el puente del Capitán, antes de coger la carretera de Oyambre.
Entre tanta belleza, lo
único que discordaba eran las papeleras a rebosar…
Sábado,
25 de julio. Santiago
A las 2 de la mañana, gente
sentada en la heladería, charlando…
A las 4 h, el tractor
limpiando la playa…
A las 6. 30 h, vociferando
los que han pasado la noche en vela…
Salgo a las 7.15 h…y se me
olvida la mascarilla. Voy a dejar una permanente en los bolsillos del chaleco…A
volver otra vez…
Va a hacer un día “de
vitigudino”: un calorrrr (aunque ya ha salido el nordeste).
Doy la vuelta al camping,
que está dormido a estas horas, por la calle Antonio López (hay muchas
caravanas, o me lo parece a mí…, y la gente está bastante separada).
Luego, cojo el antiguo
“Camino de Rovacías”, ahora calle Doctor José Ortiz de la Torre. Han pintado un
camino de peatones en la subida/bajada. Por la carretera general pasan dos
beodos, arrastrando sus voces, con esa música machacona (para mí, insufrible...¿Por qué me obligar a oír su música...? ¿Acaso yo les obligo a oír la mía...?).
A la derecha del jardín, en
la curva, una de mis casas favoritas, construida en diferentes alturas, aprovechando
los desniveles del terreno.
Entro en el jardín, plantado
por la escuela-taller. Una farola solar destaca sobre la hierba recién segada.
¿Por qué ponen plantas pinchudas junto a un camino para que se nos metan en los
ojos…? ¿Acaso piensan que no crecen…?
El “arrocillo” resbala que
te matas: menos mal que llevo los dos bastones…Entre las plantas silvestres:
equisetos, correhuelas, centáureas, hierba de Santiago, salicaria…Entre las
plantadas: pinos, palmitos, arces, fresnos, araucarias…
El camino baja serpenteando
la colina, en Z, como nos enseñaron a subir/bajar cuando hacíamos montañismo.
Bajo la pérgola, un estanque. Y, al
final del camino, ya cerca del puente, unos eucaliptos impresionantes.
Si quieres hacer el camino
de subida desde el puente, puedes optar por el camino de guijo a la izquierda
(siempre pensé que era una pista para todoterrenos que bajaran de Rovacías) o
por el de hierba, a la derecha, que se transforma en “cementado” a los pocos
metros y, de nuevo, en camino herbáceo.
La hierba de los pordioseros
ya está en flor. También veo milamores, llantén, hierba de campanario y ortigas. Hacia la mitad del sendero se ha
abierto una grieta de unos 30 centímetros, un argayo porque la ladera se desliza.
Una bandada de alegres
jilgueros cruza de un laurel a otro. Ya casi al final, huele a hierba recién
segada (uno de mis olores favoritos).
Vuelvo por el mismo camino:
me merezco un buen baño…Llegando a la fonda La Colasa, me llega un olor a
quemado: concretamente, a papel quemado. Espero que no haya un incendio por
ahí…Todo el pueblo huele a quemado y se oye la sirena de una ambulancia. Espero
que no sea nada grave…
Domingo,
26 de julio
Hoy no tengo mucho tiempo y
salgo un poco al albur, a donde me lleven mis pies…
7.30 h. y ya 21 grados.
Anoche me acosté a las 2 de la mañana, porque los vecinos, que se han puesto
ventanas de tres cristales para no oír a los clientes de las terrazas de los
bares de abajo, se pusieron de tertulia en su terraza…
El pescador que se mueve por la orilla ya está y hay un
paseante junto al faro del puerto.
Hoy no hay rocío (o
condensación) sobre los coches. Mirlos,
gaviotas, palomas y urracas son los pájaros que más se ven. Junto a las
¿golondrinas…? de los cables de la luz.
Voy hacia el Joseín y luego
hacia el puerto por arriba. En una hora, encuentro 3 mascarillas abandonadas…

Lunes,
27 de julio. En Santander
Para hoy -según mi móvil-
dan despejado con intervalos nubosos y una temperatura entre 19 y 24 grados (los
24 ya los tengo yo dentro de casa a pesar de haber dejado todo abierto por la
noche…).
19 grados a las 6.30 h.
21 a las 8 y 12 cuando voy a coger el autobús para darme mi
baño diario en la Segunda del Sardinero.
En la parada del bus, tres
mujeres latinas comparten información sobre ayudas, trabajo, la parada más
cercana… "Trabajar y trabajar: eso es lo que nos toca a todas…”.
En la pantalla junto a El Cormorán,
informan: Segunda del Sardinero. Grado de ocupación: 2 % [sobre las 8.30 h. Marea
alta].
Hoy me toca salvar la banda
de arena. Hasta que me cubre, me parece que tengo que andar kilómetros…
Una hora más tarde, cojo el
bus de vuelta frente a Sepúlveda (la estatua del cantante, bajo una pérgola). Aquí
pega el sol, pero luego el camino se sumerge en las sombras.
Me echo hacia atrás en el banco
– para apoyarme sobre el cristal caliente- y, con los pies colgando, tomando un
baño de sol, estoy en la gloria mientras viene el autobús…
Martes
28 de julio
Amanece oscuro, pero hay 21
grados a las 6.30 h. Cuando subo las escaleras mecánicas hacia General Dávila
para ir a la piscina de los Salesianos, a las 8.30 h, hay 22 (para mí, calor).
Es el primer día que voy.
Aunque abren a las 9 h, el
que me tiene que cobrar el ticket está haciendo una ronda por las
instalaciones (según me dice con cachaza un ¿monitor? que zascandilea por la
zona sin hacer nada). Llega a las 9.15 h y, cuando me quejo, se disculpa (algo
había fallado y dice que me podía haber atendido el “zascandileador”...).
Voy a la clase de Aquagym de
las 9 h y luego nado unos largos, paso por los chorros del spa y ando por el
pediluvium. Cuando salgo, el chico me ofrece un pase gratuito para otro día
(“Que te has perdido media clase de aquagym”…). Me parece un buen gesto…
Cuando salgo, está lloviendo
-como anunciaban. Me dejo caer por la primera calle que desciende.
Miércoles,
29 de julio
7 h. Nublado. Humedad: 88 %.19
grados. Pero dan hasta 23. Luego, estará “parcialmente nublado”, pasando por “mayormente
nublado”…
Esperando que haya un poco
el sol, salgo a las 8.30 h a coger el bus a la Segunda del Sardi, para mi baño
diario. 22 grados a las 8.36 h. Bufff.
Antes de entrar en la playa,
descubro el monumento “A los que hablan en voz baja”. ¡Qué maravillosa
dedicatoria…”. Los árboles “sisean” con el viento entre las hojas.
El viento es norte y solo
hay un 1 % de ocupación. Al menos, no tendré que pasar la banda de arena: el
mar hoy está detrás…
En la orilla, lo que parecen
hierbas o algas delgaditas en montones, mezcladas con basura humana: plásticos,
envases, tapones…, y una mascarilla, ¡cómo no!, testigo de los tiempos…
Luego, me voy andando hasta
la primera playa y sigo andando, por arriba, hasta el monumento a Sepúlveda en Reina
Victoria. Hoy canta una canción triste, acorde con estos cielos grises...
Jueves,
30 de julio. Primera ola de calor del verano
19 grados a las 5.30 h…y
llegaremos a los 32 sobre las 17 h (según mi móvil)…A mí hoy la calle no me ve el pelo…
Salgo a las 8.15 h, con el
sol ya “salido”. 21 grados a las 8 y 25 h.
El bus lleva el aire
acondicionado que nos quiere criogenizar…Me pongo la chaqueta del revés y me
doy tres vueltas a la garganta con el fular. También me tapo los oídos con mi
pañuelo, estilo “castañera”. Con las arenillas, las
sandalias de agua me han hecho rozadura en los dedos y me escuecen un poco.
La marea hoy está bajísima. Entrando
a la playa (la Segunda del Sardi), descubro el busto del poeta José Luis Hidalgo (No lo había visto antes…). Estamos
al 2 % de capacidad, pero toda la gente está concentrada en el paseo por la
orilla.
Tras
el baño
Subo por la primera playa. Quiero
ver la plaza de Italia, con una parte ya reformada y otra por terminar.
Lavandas?,
hierba ¿de la que se desenrolla…?, bancos de madera - que van a durar un
telediario- tamarindos y losetas. Muy bonito para la inauguración, pero para un
mantenimiento sostenido…Muchas de las plantas -incluidos tamarindos- ya se han
secado.
En un camión, distingo geranios y romeros para poner en los
cuadros, que ahora solo contienen tierra y “malas hierbas”. Demasiado
pavimento -me parece a mí.
23
grados a las 8.40 h. Para mí, calor. El cielo está encapotado, pero voy a darme
mi baño diario. El agua, un poco más fría que ayer; pero te deja la cabeza
fresca y despejada.