Hasta Treceño conocía bien
el camino porque había hecho varios talleres en su biblioteca hacía ya varios
años. Pero después…, era todo nuevo…
LA
HERRERÍA
Primero, La Herrería (un
barrio de Treceño, leo), a 1 kilómetro de Treceño. Lo primero que veo es “el
camino rojo” para peatones. Una vez aparcado el coche, voy hacia uno y otro
extremo, hasta los carteles de entrada y salida del pueblo. Junto a la entrada,
un área recreativa a la vera del río Escudo,
con un parque infantil, varias mesas y barbacoas.
El lugar debe su nombre a
una ferrería que aparece citada por primera vez en el siglo XIV.
Callejeo, desde la carretera
general hacia lo que me llama la atención: una hilera de casas, entre las que
sobresale una, muy deteriorada, con restos de pintura en el alero, pero una
decoración primorosa en la madera: la labor de un ebanista entregado.
Un “grafiti” sorprendente (un domador de leones) en lo
alto de una cuadra…
Me llego hasta el final del
pueblo y me vuelvo, agobiada por el calor. El aroma del jazmín se sobrepone al
caliente de una higuera.
“Aquí nació el misionero y
explorador franciscano Fray Silvestre Vélez de Escalante…”- reza un cartel (En
casa leo que él, junto a Fray Francisco Atanasio Domínguez y el cartógrafo
Bernardo Miera y Pacheco, emprenden en 1776, la fallida expedición entre Santa
Fe (en Nuevo México) y Monterrey (en California), que no alcanzan, pero en la
que el primero da su nombre a un río y
una ciudad en Utah y a dos instituciones educativas en Nuevo México.
Luego sigo en dirección al
Fendedal. Como veo tarde el letrero, un poco escondido, y la carretera es
estrecha, sigo subiendo hasta encontrar un lugar donde dar la vuelta. Así llego
a San Vicente del Monte.
SAN
VICENTE DEL MONTE (a 317 m sobre el nivel del mar), un punto y final
Dejo el coche en el
aparcamiento antes de entrar al pueblo. Voy primero hacia la iglesia, junto a
un tejo, en sombra (en casa leo que es
del siglo XVIII, y está dedicada a San Vicente mártir, patrón del pueblo). Las
vistas: la sierra del escudo de Cabuérniga.
En el centro de una plaza,
antes de llegar a las antiguas escuelas, ahora albergue, veo un artilugio de
madera para levantar piedras que, según los paneles, es una cabria o polipasto,
que usaban los romanos para elaborar sus calzadas.
De hecho, aquí comienza un
sendero de corto recorrido (10 kilómetros, señalizado en amarillo y blanco) que
han llamado calzada Cambera (camino carretero) de los Moros (1.600 m de camino
enlosado).
Pregunto a una señora y me
indica el inicio de la senda. No voy a hacerla hoy, pero ando unos metros a ver
qué se siente. Llego hasta un castaño en floración (siempre me han parecido fuegos
artificiales sus inflorescencias). Al subir, me encuentro a un grupo pequeño de
excursionistas que van a hacerla. ¡Qué envidia!...
Ya de vuelta, veo el
humilladero y un ingenioso arcón para dejar el pan y el correo. La creatividad
popular es infinita…
SABER MÁS
Diario del viaje de fray Francisco Atanasio Domínguez y fray Francisco
Silvestre Vélez de Escalante, desde Nuevo México hasta el río Colorado. http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/show/64727.
Iban con el cartógrafo
(además de pintor y tallista) Bernardo Miera y Pacheco (1713-1785), del valle
de Carriedo (el primer europeo en cartografiar las llamadas “4 esquinas”, los
estados de Colorado, Utah, Arizona y Nuevo México). Sus mapas fueron estudiados por Alexander von Humboldt en 1803 para preparar sus propios mapas.
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