viernes, 13 de septiembre de 2019

PASEOS DE MEDIA HORA. SANTANDER, DISTRITO 39007. MI DISTRITO, MI BARRIO

Mi calle, Magallanes, 420 metros, está en el  código postal 39007. Con 21.141 euros de renta media, está en octava posición (de doce). De la mitad para abajo.

Nuestras baldosas, por ejemplo,  tienen más de veinte años,  al menos (que son los que yo llevo viviendo aquí)… Cisneros, paralela por arriba, tiene unas aceras estupendas, recién puestas, y San Luis, paralela por abajo, también, nuevecitas...

https://www.eldiariomontanes.es/santander/calle-luis-semipeatonal-20190430215621-ntvo.html. La calle San Luis será semipeatonal. ¿Y Magallanes…? Iban a intervenir a primeros de año. ¡Y ya estamos en julio!... Ahora dicen que en septiembre...





Empiezan el 21 de octubre. ¡Por fin...!

https://www.eldiariomontanes.es/santander/comienzan-obras-remodelacion-20191022222137-ntvo.html. Comienzan las obras de remodelación de la calle Magallanes y su entorno.



Jueves 6 de junio. Antes de que llegue la ciclogénesis

Salgo a las 11 h. 23 grados (al sol).


La primera calle que me encuentro a la salida de casa es Elcano, diminuta, en L, sin salida.

Paralela, a su derecha, la calle Virgen de la Paloma. Esta, con escaleras, que suben a la calle Cisneros. Lo mismo Peñas Redondas, donde está el Centro Asturiano.


En Antonio Mendoza, la rampa que, alternando con escaleras mecánicas, llega a General Dávila (en su primer tramo, a la calle Cardenal Cisneros). Cisneros fue una calle que también ausculté cuando buscaba piso. La Escuela Oficial de Idiomas (EOI) se halla frente a dos coles públicos, Cisneros y Mendoza; todo un conjunto educativo.


Más adelante, los chalés de La Tierruca, pintados con colores vivos (morado, turquesa, mostaza), con su jardín. Siempre que paso, me extasío. ¡Qué lugar tan estupendo para vivir!


Siguiendo, la panadería-pastelería La Marcelina, regentada ahora por dos argentinos y, casi enfrente, Charines, donde me hice mi exlibris recién llegada al barrio. El hotel Jardín Secreto, que vislumbro a través de la puerta de entrada, tiene muy buena pinta.

En la larga calle Cisneros, cerraron el café Tucán y Atrezzo Danza, y se mudaron Gira, comercio justo y ecológico (ahora, en la calle Honduras) y la librería La Vorágine, unos números más arriba. Siguen el café de tarde Ópera, el modisto Carlos Romo y el cine Groucho, ya cerca de la plaza de la Esperanza.


Algún inmueble está bastante deteriorado (nº 26) y reformaron el Lupa (yo, por momentos pensé que sería de esos locales donde ponen “cerrado por vacaciones” y ya no vuelven a abrir…, pero no). Han puesto auto-cajas y un escalón para situar la cesta de la compra y así no tener que agacharse a sacar los productos. Que vamos cumpliendo años…

La calle Isabel La Católica es una pendiente donde no quieres que nunca se te pare el coche. Recuerdo que, una vez que tuve anemia, tenía que subirla parándome cada dos pasos. Arriba de todo, para bajar, han puesto una barandilla (supongo que para no resbalar los días de lluvia…).


Viernes, 7 de junio

Creo que tengo tendinitis en la rodilla izquierda y cojeo del pie derecho, pero ahí voy a mi paseo diario de media hora…

Hoy es pronto; son las 9.45 h, pero ya he ido a la piscina y he trabajado un par de horas en el ordenador.

Hay 20 grados, al sol, pero con viento, así que la sensación es de más fresco. Hoy prefiero ir por la acera del sol…Cuando fui a la piscina, lo cierto es que la luz me pareció ya de otoño, de septiembre.


No me acordaba ya de la calle El Lábaro,  corta y en L. Sale de la plaza de Numancia y conecta con Francisco Cubría, que sube hasta Cisneros. ¿Por qué habrá calles que, estando tan cerca, no recorremos nunca…?


En Francisco Cubría está el Espacio Cultural Alexandra y estuvieron la Asociación Cántabra de Astrología o Gráficas del Mar. En la calle Cisneros tiene su sede la iglesia Cristiana Misionera Internacional.

La calle Jiménez Díaz ha sido remozada recientemente  y cuenta con bancos, aceras nuevas y aligustres del Japón.


Perines es una calle que sube en zig-zag hasta Camilo Alonso Vega,  con discobares (África) y pubs (Blues, Rus). La asociación de vecinos ocupa, con UNATE, el edificio del antiguo colegio del Pilar.


La calle Luzmela sale a su izquierda y sorprende con sus pequeños jardines. Hay que perderse, de cuando en cuando, por la ciudad, para hacer estos descubrimientos.


En Rebolledo (centro de jardinería) compro un geranio y una salvia rojos, semilla de hierba y abono de prado. El viento arrecia, así que decido volverme para casa a las 10.30 h. 

Jueves 13 de junio

Salgo a las 10.30 h con buen día.

En Camilo Alonso Vega veo la iglesia que confundía con la del Alto de Miranda. Sabía que no podía ser, pero…Son Las Salesas (la parroquia de La Visitación, me dicen unas parroquianas, y también lo veo escrito en uno de los carteles anunciadores).


Mientras he llegado aquí, he dejado atrás nombres de calles que no salen en mi lista (tomada de la página web del Ayuntamiento, distrito a distrito). ¿En qué limbo están las calles que ni son de este distrito ni aparecen en los colindantes…? Narciso Cuevas, Los Indianos, Alonso, Valderrama…

La calle Canarias (Islas) sí que viene. Recuerdo que, cuando era “joven” estaba ahí el TIVE, para sacarte el carné con el que podías quedarte en un albergue juvenil, mucho más barato que ir a un hotel o un bed and breakfast en el extranjero…, y aquí.


Ahora, en la zona, hay una Asociación de Paracaidistas Veteranos, detrás de una gran mata de acantos. También en la esquina, hay una Escape Room (el divertimento de moda tras las sesiones de paintball).


Al lado izquierdo de Camilo Alonso Vega están las calles “geográficas”: Málaga, Navarra, Salamanca, Portugal…Son edificios hechos, en su día, sin mucho amor. Algunos están pintados, pero sin haber enrasado antes las paredes. Nunca he entendido por qué los diseños de las casas humildes han de ser sin encanto (entiendo el uso de materiales más sencillos o más baratos, pero diseñar sin amor…). Algunos bloques me recuerdan las casas del barrio de pescadores de Laredo. La ropa se seca en los balcones y apenas hay vegetación (veo dos olivos mortecinos en una vasija).


Cada cual cuida su calle, o los espacios comunes, a su manera. Hay quien instala una puerta-valla, o una barra.


En la calle Segovia, el parque infantil (un polideportivo) es una donación, en 1969, de la Caja de Ahorros.


Arriba de todo, pegando a General Dávila, el CEIP Quinta Porrúa, con un mural pintado este curso en la tapia.


Volviendo por General Dávila (una calle de casi 4 km que, en tiempos, se llamó el Paseo del Alta o La Alta), en el lado izquierdo, un parque de mayores…y de pequeños, con un palomar camuflado entre los árboles. Los estorninos, con sus voces estridentes, pasean por el prado. Al fondo, muy al fondo, se ve el mar.


Enfrente, en el lado derecho, las casas de la Sociedad Cooperativa Obrera Barrio del Rey (en el número 119) y, un poco más adelante, el colegio La Salle, “por detrás”- me informa una vecina.


Junto a uno de los pocos chalés que permanecen en el paseo, un mamotreto recién pintado de azul fuerte que parece que se mete en la finca. “La escala, la escala…”- que decía un arquitecto.


Desde la desviación por Camilo Alonso Vega se divisa Peña Cabarga. Bajo por unas escaleras a la izquierda de San Andrés/Perines junto a la parada de bus. Han puesto una barandilla de acero inoxidable, menos mal…Mirando hacia arriba, la estructura abandonada de un chalé a medio construir, lleno de pintadas, y unas escaleras invadidas por la vegetación.


A la izquierda, me llama la atención, en la calle San Juan Bautista, un rincón de verdor y casas nuevas (propiedad privada), en azul y blanco. Es el parque Cisneros, debajo de Las Carolinas.


Bajo dejándome llevar y acabo en la calle Cardenal Cisneros, ya cerca de casa.


Jueves, 27 de junio

A las 8.30 h, en plena ola de calor (aunque aquí dicen que no llega, tengo 22 grados en el pasillo y un 62 % de humedad) y, tras sumergirme en la piscina para bajar dos grados la temperatura de mi cuerpo, salgo a hacer las calles que me faltan, antes de que el sol apriete.

La primera calle que sube a la derecha tras dejar la plaza de Numancia es Beato de Liébana. La segunda parte de la calle aún está adoquinada y conserva algunos chalés pintados de alegres colores. Los de Parques y Jardines del Ayuntamiento están segando la hierba de las zonas comunes entre edificios.


Ya casi llegando arriba, a la izquierda, la calle La Folía, y, más arriba, Las Marzas, con Villa Cicero y otras “villas” con medallones y curiosas esculturas. Son las casas intercaladas entre la subida “mecánica” a General Dávila, desconocidas a no ser que te adentres en ellas.


Llegando arriba huele muy bien… a barquillos. Es la fábrica de Barquillos Artesanos A. Ríos (desde 1963). Pregunto a ver si tienen un “menú degustación”, con uno de cada para probar, pero no se les ha ocurrido la idea, así que me llevo, por 1´50 euros, una bolsa con 5 canutillos y un abanico de regalo. Está crujiente y muy bueno.


En General Dávila, tirando a la izquierda de la taberna La Radio (rincón de raciones para grupos), dejo atrás el Colegio Mercedes (de las mercedarias), la finca La Cubana y el hotel-escuela (de hostelería) Las Carolinas. 24 grados a las 9.20 h (a la sombra). Los llamados “Grupos” son edificios como de los años 50, hechos sin amor.


Bajo por la calle Pedro San Martín, la única que me quedaba por andar de mi distrito. En ella están los Juzgados,  y en uno de los chalés de la derecha (en el número 15), vivió sus últimos años, y murió (en 1955, con 84 años), Aurelio Herreros, el maestro laico, que – de niño- se cayó, jugando en La Llana, y a quien sus padres dieron, por eso, estudios de Magisterio...


















































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