Miércoles,
23 de enero de 2019
11 grados a las 17. 24 h.
Día de perros.
Al menos nos han puesto un
tren de lujo con los asientos azul de Prusia…
Estoy más coja que un pirata
con pata de palo; la fascitis ha reaparecido más violenta en el talón del pie
derecho.
-
¡Qué día, ¿eh…?! -es el comentario general.
La gente va tosiendo…, sin
taparse la boca. Me cambio de sitio. Acabo de salir de un trancazo y no quiero que me peguen otro catarro…
Los asientos son un poco
estrechos: si tengo algo más de cadera, ya no entro…Hace demasiado calor en el
tren, acostumbrada al ambiente fresco de mi casa (17 grados en el pasillo).
Pensándolo bien…, creo que
estos vagones son más antiguos (aunque tengan un tapizado azul Prusia). Los reposabrazos
están un poco machucados.
Salimos con tres minutos de
retraso. Y con lo lenta que ando yo hoy, voy a llegar a mi charla a las 6 y
cuarto… Me he sentado al lado de la primera puerta del primer vagón para llegar antes a la
salida, y no andar tanto. Casi parece de noche…
En este tren ni te avisan ni
nada: no hay monitores ni megafonía. O estás atento o…
El día es tan nefasto que a la conferencia no ha acudido nadie:
solo la presidenta y su marido consorte, la secretaria y una vecina que vive
junto al local social. Es la primera vez que me pasa en veinte años…
Segundo
intento. Miércoles, 6 de febrero
Hemos vuelto al Cercanías de
siempre, el que se parece a los vagones de Madrid.
La tarde está como de sur,
anaranjada y con celaje. Gris y oro.
Llegando a Renedo, en el
ribazo, montones de prímulas.
“La cantina” de la estación
huele a churros. Es la churrería “Donaire”, en el exterior.
Los comercios publicitan el
cercano San Valentín con ofertas y descuentos.
Hoy, lleno total.
A la vuelta, el revisor se la pasa hablando de lentejas por el
móvil…
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