viernes, 16 de noviembre de 2018

VIAJES EN TREN 1. LOS PUEBLOS QUE ME QUEDARON. ANIEVAS

ANIEVAS, un pueblo de leyendas


Miércoles, 14 de noviembre de 2018

12 grados a las 9.42 h en la farmacia de Jesús de Monasterio. Día despejado, azul y brillante de otoño.

Leo en Google que hay 6 kilómetros desde Arenas de Iguña a Anievas; Arenas es el pueblo más cercano desde el tren de cercanías. El bus de la empresa Ruiz que, llega a Barriopalacio, el primero de sus pueblos, sale a las 12 y 10, de Torrelavega (llega a las 13. 29 h). No es que esté muy bien comunicado por el transporte público…¡Veremos…!

En mi vagón, el primero, se han subido otros senderistas que no sé a dónde van. En total, vamos seis personas.

La salida de Santander hacia Valdecilla está invadida de plumeros y de reynoutria japónica.

El luminoso del tren marca 14 grados. La llegada prevista a Arenas, sobre las 11 horas.

Cerca de la estación de Nueva Montaña, en la ladera, una “higuera del diablo” (un ricino), venenosa, roja como la sangre.

El revisor cruza hacia la cola del tren (solo son tres vagones) dejando una estela suave a una colonia buena. Del segundo vagón viene precipitadamente una mujer buscando un baño. “Pues si no hay atrás, aquí solo va la máquina…”.

La niebla aún remolonea cerca de Parbayón, la mies que ya no es mies nunca más. Me ratifico, una vez más, en que me encanta el tramo de paisaje entre Parbayón y Renedo: sobre todo, su parte izquierda (en el sentido de la marcha).

18 grados a las 10.30 h a la altura de Zurita…, y yo no me he dado crema solar (y tampoco me la he traído…).

Efectivamente, los tres senderistas son la “avanzadilla” del grupo que vi ante las taquillas de Santander. Van todos amontonados en un vagón. “Pero si esto es la gloria…”- dice el que viene a recaudar el dinero de la excursión, 18 euros.

Se decantan por el cocido lebaniego y el arroz con leche. Son del Centro de Mayores de…, no alcanzo a leer el logo del polo del “recaudador”. Y eso que he girado la cabeza como un búho.

Cerca de Las Caldas, en un paredón, leo: “Fracking, veneno”.

Van a visitar en Museo de La Vijanera, en Silió.

En Lombera se bajar el revisor. ¿Será que ya no esperan que se suba nadie más…?

En Los Corrales (ya estamos a 19 grados) un señor reteja aprovechando el buen tiempo mientras otros dos marcan con unas cintas el terreno para que pasten los ganados???.

Poco después estamos parados un rato esperando…al Cercanías que baja. A las 10.54 horas ya hay 20 grados. El viento fuera mueve las hojas de los eucaliptos y las ramas de los pinos. Las hojas arrancadas se deslizan por el río haciendo la plancha.

¿Irán a hacer la calzada romana…? -elucubro. Van a Molledo. Acaba de pasar el maquinista para preguntarnos a cada uno dónde vamos. “¿Es que se ha caído la catenaria…?- pregunto, acostumbrada ya a los percances, pequeños, de todo tipo. “Es que hay un pequeño problema y vamos a esperar al Alvia”- nos dice. “Cosa de cinco minutos, menos…”.

Al final, llego a Arenas a las 11 y 10 (su llegada real eran las 10.54 horas). ¡Nada…!

En Arenas de Iguña


Cuando me bajo, hace un viento serrano. La estación siempre me ha parecido un poco destartalada, como desordenada. No veo dónde está el lector de mi tarjeta transporte y, tras acercarla a todas las ranuras y huecos visibles, llamo a un botón de información. ¡Qué cateta!. Está fuera de la marquesina, a la izquierda… También compruebo la hora de mi vuelta (en mi horario antiguo tenía otra, las 14.30 h…). Es a las 15. 24 horas. No puedo perderlo porque el siguiente es a las 18 h (con llegada a Santander sobre las 19) y llegaría muy pillada para dar mi taller…

Antes de empezar mi “ruta”, entro en el café-bar El Rincón, más que nada para ir al baño; pero me tomo un café y un pincho ¡enorme! de tortilla que me sabe a gloria. Es como las de antes: con cebolla y gruesa. “En mi casa, ¡de diez huevos las hacían…!”- explica la chica de la barra. “Así estamos de redondos…”. Otro parroquiano, mientras lee el periódico, comenta a un conocido: “Aquí, leyendo las mentiras que nos cuentan…”. Pregunto y me dicen que hay 4 kilómetros hasta Anievas, no seis. ¡Menos mal! Eso es asequible…


Si sigo el río Casares -según el mapa, que encuentro cerca del Ayuntamiento-, parece que llego a Barriopalacio. El viento huracanado hace sonar los chopos junto al río.


Voy a coger el camino del río, pero veo dos perros que vienen de frente..., y decido volverme y salir a la carretera general…

Un paisanuco me dice que el paseo junto al río dura unos 500 m. antes de salir de nuevo a la carretera. Los perros parecen amigables y me decido. Un gran chopo atraviesa la corriente, desgajado. Algo más adelante, distingo en otro chopo, en pie, un nido de… ¿avispa asiática…? Con el viento, las últimas hojas secas salen volando en todas direcciones.


Cruzo el río Besaya y, a pocos pasos, veo el cartel de Raicedo. Pero la carretera se separa del curso del río y decido tomar una desviación a la izquierda. Salgo otra vez a una carretera general que no sé si es la misma y he cogido un atajo, o es otra…Un mastín que cuida tres ovejas me ladra mientras seis cuervos salen volando hacia los árboles de la ribera. ¡Qué día tan bonito…!

Tras andar un kilómetro, me topo con la desviación a Bostronizo y a la ermita de San Román de Moroso, 4 kilómetros. Para la siguiente…

Ando a buen paso sin fascitis (gracias a la infiltración, que aún me dura). De repente, me viene un olor a leña de chimenea. Ummmm.

Llego a un cruce de caminos, y pienso: si he de seguir el río Casares, tendré que tirar hacia San Vicente de Toranzo (a 16 km), digo yo… Los cuervos van delante de mí, parando en las rastrojeras, mientras se desnudan de hojas higueras y avellanos.

Un paisano me confirma que voy bien mientras nos adelanta una moto blanca llena de luces, envuelta en música pop, que me  trae a la mente una imagen  de Elvis Presley.

La panadera en camioneta me dice que aún me faltan 4 pueblos y que Barriopalacio es el más bonito.

Dejo atrás Raicedo y su iglesia de San Juan con unos parroquianos conversando a su vera.
Huele a hoja seca y las voy pisando por el arcén (desde pequeña me ha gustado escuchar su crujido). 2 kilómetros a las 12.30 h. Mi ritmo habitual…: 2 kilómetros por hora…


Dos cuervos se persiguen en el cielo y aún quedan mariposas marrones (¿mariposa de los muros…?) en noviembre. ¿Será por el veranillo de San Martín…?

Al kilómetro 3 le ha costado aparecer: ya pensaba que me estaban haciendo “luz de gas” y alejándolo a medida que me acercaba. Si es correcto, solo me falta un kilómetro al primer pueblo de Anievas…


Bajando, llego enseguida a Barriopalacio (102 habitantes en 2017). Antes de cruzar el puentito, un poste me indica que la Ruta del valle de Anievas son 9 kilómetros (2 h 45´..., para los que andan a paso normal…).


Entro por el barrio de Abajo, y no hay nadie: solo el murmullo del río y las hojas arrastrándose.

Tiro primero hacia la derecha, a donde vi la iglesia. Los colores del paisaje son brillantes y jugosos. En la espadaña, le está naciendo una higuera y le flanquean dos zarzales. Un hombre desnudo de cintura para arriba tira de una manguera ¿? en una montaña cercana.


Por el lado de la izquierda paso bajo un pino/abeto espectacular siguiendo el letrero “MitoCasuca”. Así llego al barrio El Campo. Y luego a Campolafuente, donde está El horno. Ya tienen cortada la leña para el invierno.


En mi periplo por el pueblo, cruzo otro puentín y estoy en el barrio La Llanía. La gente que veo es poca, y mayor, en los balcones o por la calle, mirando desconfiados o expectantes.

Veo en las puertas varias herraduras de la suerte y, al volver una esquina, en lo alto de una tapia, me sonríen dos calabazas. Son casi las 14 h y he calculado que necesito hora y media para llegar al tren. ¡Me voy!


De vuelta, paso junto a una casa de 1900 y la que había visto al entrar al pueblo, con una especie de torre cuadrada (en casa leo que la llaman “La huertona”). El señor “desvestido” sigue en su ladera soleada, observando, o pensando.


La bruja que me saludó al entrar me saluda al salir. Una excursión de niños de 3º y 4º de primaria “acampan” en el parque infantil. Han venido a ver el centro de interpretación de la mitología de Cantabria.


ANIEVAS, PRIMER MUSEO DE MITOLOGÍA EN ESPAÑA. LA MITOCASUCA

De ser un pueblo de “leyendas” pasa a estrenar el primer museo/centro de interpretación sobre Mitología en España el pasado 20 de junio, en las antiguas escuelas,  promovido por la asociación vecinal y el Ayuntamiento de Anievas.


A mí no me da tiempo a verlo, pero leo que “En la planta baja se explica la mitología de Cantabria, a través de algunos de sus personajes más conocidos [El ojáncano, la ojáncana, el trasgo, la bruja…], basados en las obras de Manuel Llano y Adriano García Lomas [este último oriundo de Arenas de iguña], mientras que la primera planta se dedica a la fiesta mitológica de agosto”. Para concertar visitas hay que llamar al teléfono 942 84 06 13.


SABER MÁS

http://www.vivecampoo.es/noticia/barriopalacio-anievas-acogera-i-encuentro-pararte-16107.html. I Encuentro “Pararte”. Paisaje rural y Arte. 17 nov. 2018.


https://aytoarenasdeiguna.org/acceso-1/. Rutas por el municipio de Arenas de Iguña.

http://quefluyalainformacion.blogspot.com.es/2013/02/manuel-llano-y-la-literatura-infantil.html. RETABLO INFANTIL DE MANUEL LLANO: El Roblón, el Musgoso, el Trenti, El Arquetu...


(Entresacado de la obra de Manuel Llano)

EL TRENTI

El Trenti es un enano que anda por los montes vestido con un ropaje de hojas y de musgos. Duerme en las torcas en el invierno y debajo de los árboles en el verano. Come panojas y endrinas, pero no bebe agua porque dice que el agua le sirve de veneno. Es malicioso y pícaro. Se esconde en las matas de los senderos y tira de las faldas a las muchachas... Los ojos del Trenti son verdes y la cara negra...

EL ROBLÓN

El Roblón es un gigante que tiene los pelos de hierbas secas, las barbas de brezo, las mandíbulas de roble, la nariz de encina, la frente de haya, las piernas de fresno, los brazos de abedul y los ojos de lumbre.
Su jadeo mueve las hojas más altas de los árboles y las piedrecitas de los senderos...En el invierno se entretiene derrumbando las cabañas, abre grandes torcas en los caminos, cubre con pedazos de peña los remansos de las fuentes...

EL MUSGOSO

El Musgoso anda por el monte con su gran zamarra de musgo seco, con su sombrero de hojas verdes, con sus escarpines de piel de lobo. Es alto y delgado y de sus espaldas cuelga un zurrón amarillo, de cuero. Camina lentamente, como si siempre estuviera cansado, como si viniera de muy lejos, andando sin parar. Tiene la cara pálida, los ojos pequeños y hundidos, las barbas largas y negras. A veces toca una flauta, sin dejar de caminar. Cuando los pastores oyen la flauta del Musgoso, miran a las nubes con recelo. No tardará en soplar el vendaval. Entonces apacientan el ganado apresuradamente y ponen más piedras sobre el techo de paja de la cabaña, para que no lo lleve el viento.

LA GUAJONA

La Guajona es una vieja muy delgada y consumida que se tapa con un manto negro desde la cabeza a los pies. Sus ojos relumbran como las estrellas y sólo tiene un diente negro, muy afilado y muy largo.
De día no se la ve nunca. Dicen que está escondida debajo de la tierra como los topos. De noche sale de su escondite, anda por los pueblos como un fantasma y entra como las rámilas en las casas donde hay críos, mozos o muchachas sanas con buenos colores. La Guajona clava el único diente que tiene en una vena de los críos o de los mozos cuando están dormidos y los chupa la sangre, dejándolos descoloridos y debilitados.

EL ARQUETU

El Arquetu va vestido con un hábito blanco salpicado de pintas moradas. Nadie sabe de donde vino, ni donde vive ni a donde va. Es un viejo de melenas enrojecidas y muy largas que anda muy despacio y lleva colgado del hombro derecho una talega del color de las nubes cuando relumbra el sol.
Debajo del brazo izquierdo lleva un arca pequeña de oro, con adornos de bronce y de plata y en la frente tiene una cruz verde rodeada de llaves y de candados pintados.
El Arquetu tiene rabia a los gastadores y a los que tiran las haciendas en jaranas. Va por todos los caminos del mundo enseñando su arqueta, las llaves y los candados para que la gente rica y la pobre no malgaste los caudales. Cuando algún desgraciado pierde la hacienda y va por los senderos del monte llorando sus melancolías, se le aparece el viejo Arquetu con la cara hosca y con aires de compasión al mismo tiempo. Después de afearle su conducta, le consuela y le regala unas monedas de oro para que las siembre en el trabajo y se arrepienta de su mala vida pasada. Pero si no se arrepiente y gasta las onzas de oro en cosas malintencionadas, le castiga a pedir limosna toda la vida.

LOS VENTOLINES

Los Ventolines dicen que viven en las nubes de la puesta del sol. Son como los ángeles y tienen unas alas verdes y muy grandes. Los ojos son blancos como las olas cuando se desenredan, y la cara lo mismo que la de los ángeles. Cuando un pescador viejo se cansa subiendo las redes, bajan los Ventolines de las nubes de la puesta del sol y les cargan los peces en la barca y además los limpian el sudor o los abrigan con las alas verdes cuando hace frío. Después cogen los remos y traen la barca hasta cerca de las dársenas. Otras veces izan la vela. Si no hace viento, soplan inflando los carrillos volando detrás de la embarcación y hacen una brisa que es lo bastante para que navegue la barca. Hay un romance que empieza así:
Ventolines, ventolines,
 ventolines de la mar,
 este viejo está cansado
 y ya no puede remar...

EL OJÁNCANO

El Ojáncano es un animal con las mismas trazas de las personas, muy alto y muy gordo, con unos brazos larguísimos y fuertes. Tiene una cabeza muy grande, con unas melenas muy largas y revueltas del color de la sangre. Las barbas también son muy revueltas, como un matorral, y del mismo color que las melenas. Nada más que tiene un ojo grandísimo en mitad de la frente, que es muy morena. Dicen que vive en las cuevas más escondidas del monte  y que mata a todos los hombres que encuentra en su camino con una honda hecha de piel de oso o de lobo. Siempre anda descalzo y no se hiere los pies aunque pase por encima de los escajos más puntiagudos. Suele entretenerse llenando de piedras las fuentes y destrozando las cabañas de los cabreros. También roba a las pastoras guapas. La única manera de poder matar al ojáncano es arrancarle un pelo blanco que tiene entre las barbas rojas. Tiene de amigos a los cuervos y al cuegle.

LOS CABALLOS DEL DIABLO

Dicen que son almas condenadas por sus muchos pecados. El colorado dicen que es un señor que prestaba dinero a los labradores pobres y después los embargaba con trampas de mala ley; el blanco es un molinero que robaba muchas maquilas de harina; el negro, un ermitaño que engañaba a la gente; el azul, un tabernero; el verde, un señor muy rico que perdió a muchas mozas honradas, y el anaranjado, un hijo que pegó a sus padres.
Aparecen en la Noche de San Juan. Destruyen los tréboles de cuatro hojas y sólo la verbena conjurarlos.

Hay un dicho que dice: El que coja la verbena la mañana de San Juan no le pica la culebra ni bicho que haga mal.



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