Miércoles,
14 de noviembre de 2018
12 grados a las 9.42 h en la farmacia de Jesús de
Monasterio. Día despejado, azul y brillante de otoño.
Leo en Google que hay 6
kilómetros desde Arenas de Iguña a Anievas; Arenas es el pueblo más cercano
desde el tren de cercanías. El bus de la empresa Ruiz que, llega a
Barriopalacio, el primero de sus pueblos, sale a las 12 y 10, de Torrelavega
(llega a las 13. 29 h). No es que esté muy bien comunicado por el transporte
público…¡Veremos…!
En mi vagón, el primero, se
han subido otros senderistas que no sé a dónde van. En total, vamos seis
personas.
La salida de Santander hacia
Valdecilla está invadida de plumeros y de reynoutria japónica.
El luminoso del tren marca
14 grados. La llegada prevista a Arenas, sobre las 11 horas.
Cerca de la estación de
Nueva Montaña, en la ladera, una “higuera del diablo” (un ricino), venenosa,
roja como la sangre.
El revisor cruza hacia la
cola del tren (solo son tres vagones) dejando una estela suave a una colonia
buena. Del segundo vagón viene precipitadamente una mujer buscando un baño.
“Pues si no hay atrás, aquí solo va la máquina…”.
La niebla aún remolonea
cerca de Parbayón, la mies que ya no es mies nunca más. Me ratifico, una vez
más, en que me encanta el tramo de paisaje entre Parbayón y Renedo: sobre todo,
su parte izquierda (en el sentido de la marcha).
18 grados a las 10.30 h a la
altura de Zurita…, y yo no me he dado crema solar (y tampoco me la he traído…).
Efectivamente, los tres
senderistas son la “avanzadilla” del grupo que vi ante las taquillas de
Santander. Van todos amontonados en un vagón. “Pero si esto es la gloria…”- dice
el que viene a recaudar el dinero de la excursión, 18 euros.
Se decantan por el cocido
lebaniego y el arroz con leche. Son del Centro de Mayores de…, no alcanzo a
leer el logo del polo del “recaudador”. Y eso que he girado la cabeza como un
búho.
Cerca de Las Caldas, en un
paredón, leo: “Fracking, veneno”.
Van a visitar en Museo de La
Vijanera, en Silió.
En Lombera se bajar el
revisor. ¿Será que ya no esperan que se suba nadie más…?
En Los Corrales (ya estamos
a 19 grados) un señor reteja aprovechando el buen tiempo mientras otros dos
marcan con unas cintas el terreno para que pasten los ganados???.
Poco después estamos parados
un rato esperando…al Cercanías que baja. A las 10.54 horas ya hay 20 grados. El
viento fuera mueve las hojas de los eucaliptos y las ramas de los pinos. Las
hojas arrancadas se deslizan por el río haciendo la plancha.
¿Irán a hacer la calzada
romana…? -elucubro. Van a Molledo. Acaba de pasar el maquinista para
preguntarnos a cada uno dónde vamos. “¿Es que se ha caído la catenaria…?-
pregunto, acostumbrada ya a los percances, pequeños, de todo tipo. “Es que hay
un pequeño problema y vamos a esperar al Alvia”- nos dice. “Cosa de cinco
minutos, menos…”.
Al final, llego a Arenas a
las 11 y 10 (su llegada real eran las 10.54 horas). ¡Nada…!
En
Arenas de Iguña
Cuando me bajo, hace un
viento serrano. La estación siempre me ha parecido un poco destartalada, como
desordenada. No veo dónde está el lector de mi tarjeta transporte y, tras
acercarla a todas las ranuras y huecos visibles, llamo a un botón de
información. ¡Qué cateta!. Está fuera de la marquesina, a la izquierda… También
compruebo la hora de mi vuelta (en mi horario antiguo tenía otra, las 14.30
h…). Es a las 15. 24 horas. No puedo perderlo porque el siguiente es a las 18 h
(con llegada a Santander sobre las 19) y llegaría muy pillada para dar mi
taller…
Antes de empezar mi “ruta”, entro
en el café-bar El Rincón, más que nada para ir al baño; pero me tomo un café y un
pincho ¡enorme! de tortilla que me sabe a gloria. Es como las de antes: con cebolla
y gruesa. “En mi casa, ¡de diez huevos las hacían…!”- explica la chica de la barra.
“Así estamos de redondos…”. Otro parroquiano, mientras lee el periódico, comenta
a un conocido: “Aquí, leyendo las mentiras que nos cuentan…”. Pregunto y me dicen que hay
4 kilómetros hasta Anievas, no seis. ¡Menos mal! Eso es asequible…
Si sigo el río Casares
-según el mapa, que encuentro cerca del Ayuntamiento-, parece que llego a
Barriopalacio. El viento huracanado hace sonar los chopos junto al río.
Voy a coger el camino del
río, pero veo dos perros que vienen de frente..., y decido volverme y salir a la
carretera general…
Un paisanuco me dice que el
paseo junto al río dura unos 500 m. antes de salir de nuevo a la carretera. Los
perros parecen amigables y me decido. Un gran chopo atraviesa la
corriente, desgajado. Algo más adelante, distingo en otro chopo, en pie, un
nido de… ¿avispa asiática…? Con el viento, las últimas hojas secas salen
volando en todas direcciones.
Cruzo el río Besaya y, a
pocos pasos, veo el cartel de Raicedo. Pero la carretera se separa del curso
del río y decido tomar una desviación a la izquierda. Salgo otra vez a una
carretera general que no sé si es la misma y he cogido un atajo, o es otra…Un mastín que cuida tres
ovejas me ladra mientras seis cuervos salen volando hacia los árboles de la
ribera. ¡Qué día tan bonito…!
Tras andar un kilómetro, me
topo con la desviación a Bostronizo y a la ermita de San Román de Moroso, 4
kilómetros. Para la siguiente…
Ando a buen paso sin
fascitis (gracias a la infiltración, que aún me dura). De repente, me viene un
olor a leña de chimenea. Ummmm.
Llego a un cruce de caminos,
y pienso: si he de seguir el río Casares, tendré que tirar hacia San Vicente de
Toranzo (a 16 km), digo yo… Los cuervos van delante de
mí, parando en las rastrojeras, mientras se desnudan de hojas higueras y
avellanos.
Un paisano me confirma que
voy bien mientras nos adelanta una moto blanca llena de luces, envuelta en
música pop, que me trae a la mente una
imagen de Elvis Presley.
La panadera en camioneta me
dice que aún me faltan 4 pueblos y que Barriopalacio es el más bonito.
Dejo atrás Raicedo y su
iglesia de San Juan con unos parroquianos conversando a su vera.
Huele a hoja seca y las voy
pisando por el arcén (desde pequeña me ha gustado escuchar su crujido). 2
kilómetros a las 12.30 h. Mi ritmo habitual…: 2 kilómetros por hora…
Dos cuervos se persiguen en
el cielo y aún quedan mariposas marrones (¿mariposa de los muros…?) en
noviembre. ¿Será por el veranillo de San Martín…?
Al kilómetro 3 le ha costado
aparecer: ya pensaba que me estaban haciendo “luz de gas” y alejándolo a medida
que me acercaba. Si es correcto, solo me falta un kilómetro al primer pueblo de
Anievas…
Bajando, llego enseguida a
Barriopalacio (102 habitantes en 2017). Antes de cruzar el puentito, un poste
me indica que la Ruta del valle de Anievas son 9 kilómetros (2 h 45´..., para los
que andan a paso normal…).
Entro por el barrio de
Abajo, y no hay nadie: solo el murmullo del río y las hojas arrastrándose.
Tiro primero hacia la
derecha, a donde vi la iglesia. Los colores del paisaje son brillantes y
jugosos. En la espadaña, le está naciendo una higuera y le flanquean dos
zarzales. Un hombre desnudo de cintura para arriba tira de una manguera ¿? en
una montaña cercana.
Por el lado de la izquierda
paso bajo un pino/abeto espectacular siguiendo el letrero “MitoCasuca”. Así
llego al barrio El Campo. Y luego a Campolafuente, donde está El horno. Ya
tienen cortada la leña para el invierno.
En mi periplo por el pueblo,
cruzo otro puentín y estoy en el barrio La Llanía. La gente que veo es poca, y
mayor, en los balcones o por la calle, mirando desconfiados o expectantes.
Veo en las puertas varias
herraduras de la suerte y, al volver una esquina, en lo alto de una tapia, me
sonríen dos calabazas. Son casi las 14 h y he calculado que necesito hora y
media para llegar al tren. ¡Me voy!
De vuelta, paso junto a una
casa de 1900 y la que había visto al entrar al pueblo, con una especie de torre
cuadrada (en casa leo que la llaman “La huertona”). El señor “desvestido” sigue
en su ladera soleada, observando, o pensando.
La bruja que me saludó al
entrar me saluda al salir. Una excursión de niños de 3º y 4º de primaria
“acampan” en el parque infantil. Han venido a ver el centro de interpretación
de la mitología de Cantabria.
ANIEVAS, PRIMER MUSEO DE MITOLOGÍA EN
ESPAÑA. LA MITOCASUCA
De ser un pueblo de
“leyendas” pasa a estrenar el primer museo/centro de interpretación sobre
Mitología en España el pasado 20 de junio, en las antiguas escuelas, promovido por la asociación vecinal y el
Ayuntamiento de Anievas.
A mí no me da tiempo a verlo, pero leo que “En la planta baja se explica la
mitología de Cantabria, a través de algunos de sus personajes más conocidos [El
ojáncano, la ojáncana, el trasgo, la bruja…], basados en las obras de Manuel Llano y Adriano García Lomas
[este último oriundo de Arenas de iguña], mientras que la primera planta se
dedica a la fiesta mitológica de agosto”. Para concertar visitas hay
que llamar al teléfono 942 84 06 13.
SABER
MÁS
http://www.vivecampoo.es/noticia/barriopalacio-anievas-acogera-i-encuentro-pararte-16107.html. I Encuentro “Pararte”. Paisaje rural y Arte. 17 nov.
2018.
https://aytoarenasdeiguna.org/acceso-1/.
Rutas por el municipio de Arenas de Iguña.
http://quefluyalainformacion.blogspot.com.es/2013/02/manuel-llano-y-la-literatura-infantil.html. RETABLO INFANTIL DE MANUEL LLANO: El
Roblón, el Musgoso, el Trenti, El Arquetu...
EL TRENTI
El Trenti es un enano que anda por los montes vestido con un ropaje de
hojas y de musgos. Duerme en las torcas en el invierno y debajo de los árboles
en el verano. Come panojas y endrinas, pero no bebe agua porque dice que el
agua le sirve de veneno. Es malicioso y pícaro. Se esconde en las matas de los
senderos y tira de las faldas a las muchachas... Los ojos del Trenti son verdes
y la cara negra...
EL ROBLÓN
El Roblón es un gigante que tiene los pelos de hierbas secas, las
barbas de brezo, las mandíbulas de roble, la nariz de encina, la frente de
haya, las piernas de fresno, los brazos de abedul y los ojos de lumbre.
Su jadeo mueve las hojas más altas de los árboles y las piedrecitas de
los senderos...En el invierno se entretiene derrumbando las cabañas, abre
grandes torcas en los caminos, cubre con pedazos de peña los remansos de las
fuentes...
EL MUSGOSO
El Musgoso anda por el monte con su gran zamarra de musgo seco, con su
sombrero de hojas verdes, con sus escarpines de piel de lobo. Es alto y delgado
y de sus espaldas cuelga un zurrón amarillo, de cuero. Camina lentamente, como
si siempre estuviera cansado, como si viniera de muy lejos, andando sin parar.
Tiene la cara pálida, los ojos pequeños y hundidos, las barbas largas y negras.
A veces toca una flauta, sin dejar de caminar. Cuando los pastores oyen la
flauta del Musgoso, miran a las nubes con recelo. No tardará en soplar el
vendaval. Entonces apacientan el ganado apresuradamente y ponen más piedras
sobre el techo de paja de la cabaña, para que no lo lleve el viento.
LA GUAJONA
La Guajona es una vieja muy delgada y consumida que se tapa con un
manto negro desde la cabeza a los pies. Sus ojos relumbran como las estrellas y
sólo tiene un diente negro, muy afilado y muy largo.
De día no se la ve nunca. Dicen que está escondida debajo de la tierra
como los topos. De noche sale de su escondite, anda por los pueblos como un
fantasma y entra como las rámilas en las casas donde hay críos, mozos o muchachas
sanas con buenos colores. La Guajona clava el único diente que tiene en una
vena de los críos o de los mozos cuando están dormidos y los chupa la sangre,
dejándolos descoloridos y debilitados.
EL ARQUETU
El Arquetu va vestido con un hábito blanco salpicado de pintas
moradas. Nadie sabe de donde vino, ni donde vive ni a donde va. Es un viejo de
melenas enrojecidas y muy largas que anda muy despacio y lleva colgado del hombro
derecho una talega del color de las nubes cuando relumbra el sol.
Debajo del brazo izquierdo lleva un arca pequeña de oro, con adornos
de bronce y de plata y en la frente tiene una cruz verde rodeada de llaves y de
candados pintados.
El Arquetu tiene rabia a los gastadores y a los que tiran las
haciendas en jaranas. Va por todos los caminos del mundo enseñando su arqueta,
las llaves y los candados para que la gente rica y la pobre no malgaste los
caudales. Cuando algún desgraciado pierde la hacienda y va por los senderos del
monte llorando sus melancolías, se le aparece el viejo Arquetu con la cara
hosca y con aires de compasión al mismo tiempo. Después de afearle su conducta,
le consuela y le regala unas monedas de oro para que las siembre en el trabajo
y se arrepienta de su mala vida pasada. Pero si no se arrepiente y gasta las
onzas de oro en cosas malintencionadas, le castiga a pedir limosna toda la
vida.
LOS VENTOLINES
Los Ventolines dicen que viven en las nubes de la puesta del sol. Son
como los ángeles y tienen unas alas verdes y muy grandes. Los ojos son blancos
como las olas cuando se desenredan, y la cara lo mismo que la de los ángeles.
Cuando un pescador viejo se cansa subiendo las redes, bajan los Ventolines de
las nubes de la puesta del sol y les cargan los peces en la barca y además los
limpian el sudor o los abrigan con las alas verdes cuando hace frío. Después
cogen los remos y traen la barca hasta cerca de las dársenas. Otras veces izan
la vela. Si no hace viento, soplan inflando los carrillos volando detrás de la
embarcación y hacen una brisa que es lo bastante para que navegue la barca. Hay
un romance que empieza así:
Ventolines, ventolines,
ventolines de la mar,
este viejo está cansado
y ya no puede remar...
EL OJÁNCANO
El Ojáncano es un animal con las mismas trazas de las personas, muy
alto y muy gordo, con unos brazos larguísimos y fuertes. Tiene una cabeza muy
grande, con unas melenas muy largas y revueltas del color de la sangre. Las
barbas también son muy revueltas, como un matorral, y del mismo color que las
melenas. Nada más que tiene un ojo grandísimo en mitad de la frente, que es muy
morena. Dicen que vive en las cuevas más escondidas del monte y que mata a todos los hombres que encuentra
en su camino con una honda hecha de piel de oso o de lobo. Siempre anda
descalzo y no se hiere los pies aunque pase por encima de los escajos más
puntiagudos. Suele entretenerse llenando de piedras las fuentes y destrozando
las cabañas de los cabreros. También roba a las pastoras guapas. La única
manera de poder matar al ojáncano es arrancarle un pelo blanco que tiene entre
las barbas rojas. Tiene de amigos a los cuervos y al cuegle.
LOS CABALLOS DEL DIABLO
Dicen que son almas condenadas por sus muchos pecados. El colorado
dicen que es un señor que prestaba dinero a los labradores pobres y después los
embargaba con trampas de mala ley; el blanco es un molinero que robaba muchas
maquilas de harina; el negro, un ermitaño que engañaba a la gente; el azul, un
tabernero; el verde, un señor muy rico que perdió a muchas mozas honradas, y el
anaranjado, un hijo que pegó a sus padres.
Aparecen en la Noche de San Juan. Destruyen los tréboles de cuatro
hojas y sólo la verbena conjurarlos.
Hay un dicho que dice: El que coja la verbena la mañana de San Juan no
le pica la culebra ni bicho que haga mal.
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