Cuando fui al Reino Unido en
septiembre de 1995, ya antes había ido como voluntaria en España al Campo de
Trabajo “Estudio de la migración de aves” en Doñana, en octubre de 1994, con la
SEO, y al Campo de Trabajo del FAPAS, de
plantación de árboles frutales para el oso, en Asturias, el verano de 1995.
Con la campiña inglesa había
iniciado mi relación antes, el curso 1982-1983, cuando estuve allí para mejorar
mi inglés. Salía con mi familia los fines de semana con el Long Eaton Rambling Club (http://www.longeatonramblingclub.org.uk/), de Nottingham, a recorrer los senderos en
los condados cercanos.
La ocasión de ir a la isla
de Mull, en Escocia, fue una oportunidad, al contar con una beca del Instituto
Británico que me pagaba la mitad del monto total. Con el dinero aportado por
los voluntarios, se contribuye a pagar los proyectos de investigación en curso
de la organización internacional ambiental Earthwatch.
No recordaba que había
tenido que escribir, en inglés, a mi regreso, un “reportaje de campo” sobre mis
días allí. Lo titulé: “Una experiencia placentera que merece la pena y que
recomiendo”. Eran tres folios.
Diario
de viaje
El
equipo VIII, del 11 al 23 de septiembre
El grupo de voluntarios está integrado por 4
estadounidenses, 2 británicas y 2 españoles.
Bill, que sirvió en la RAF
durante la II GM, es muy organizado: apunta todos los gastos y tiene una lista en
el ordenador con toda la gente a la que ha de escribir, y cada
día escribe a unos pocos. Le gusta sentirse protagonista.
Joe (estadounidense de
ascendencia italiana) es un hombre discreto y atento. Se nota torpe andando y
no oye bien. Creo que piensa que ha cometido un error viniendo.
Ruth (vive en California) es
tremendamente independiente. Sin saber que formaría parte del grupo, la vi en
el ferry de Oban a Craignure. Me llamaron la atención sus trenzas y su falda de
ante con flecos como la de las indias.
Edda reconoce que siempre ha
hecho vida de ciudad en los Estados Unidos.
Sarah Ch, es médico. De
Londres. Le gusta disfrutar del campo y los paseos.
Sara O., también
inglesa, acaba de salir de una
convalecencia y se agota fácilmente.
Rafa, español, es el más
joven. Tiene tan solo 18 años. Ha estudiado en un colegio bilingüe, así que
tiene el inglés bastante reciente.
Además, Paul Haworth,
ecologista de campo interesado en las aves rapaces, socarrón, alegre y festivo,
y Dom Morgan, ornitólogo de campo, serio
y callado. Ellos son nuestros mentores e investigadores.
Nuestra
labor
El proyecto consiste en
ayudar al investigador principal, Paul Haworth, con observaciones sobre las
aves que le interesan (el águila real, y su relación con ratoneros, cuervos y
cernícalos).
Cada día, salimos con un
plano y prismáticos a tomar nota de las relaciones entre estos pájaros (por
ejemplo, el acoso de ratoneros a un águila real o de cuervos que atacan a
ratoneros y cernícalos), apuntando las coordenadas, para luego pasarles los
datos a los investigadores.
En nuestro grupo,
generalmente tres o cuatro personas, nos habíamos dividido las funciones: Rafa
era el “oteador”; Sarah Ch, la lectora de mapas e intérprete, y yo, la
“escribiente”. Apuntaba la hora del avistamiento, las coordenadas en el mapa,
la dirección del vuelo, las especies vistas y la actividad que realizaban.
Vamos hasta Oban en un
trenecillo (West Highland Line) que va bordeando lo que parecen unos fiordos o
una ría de Galicia.
El bosquecillo junto a la
vía es de roble, arce, fresno y creo que serbal de cazadores, con las bayas de
un rojo reventón.
En el tren vamos poca gente
y te puedes cambiar de asiento según donde estén las vistas.
A las 16 h cogemos el ferry
de Oban (en gaélico significa “pequeña bahía”) a Craignure, ya en la isla.
Antes de cenar, subimos al
monte junto a la casa (Ben Doran Cottage) para explicarnos los procesos
geológicos, las islas en lontananza y todo lo que queramos saber. A las 19 h
sopla un viento frío de bigotes…
La cena me resulta un poco
cansada; tanto tiempo sin oír el idioma y, sobre todo, sin hablarlo, me ha
hecho un poco tímida para expresarme, y también me cuesta entender. Estar tan
concentrada me agota…
Fue muy gracioso: como al
principio no me enteraba de nada (tenía mi inglés muy oxidado), creía que Paul
era Alan [Fielding, el profesor que aparecía en el dossier que nos habían
pasado], y Dom, Paul. Rafa pensaba que Dom se llamaba Bob. Como siempre te
respondían, les llamaras lo que les llamaras…
Martes,
12 de septiembre
Hoy ha sido nuestra primera
expedición con “bad weather”. Vimos en la playa huellas de nutria (otter signs)
y hemos visto águilas reales y cernícalos (kestrels), sobre todo. Yo metí la
pierna hasta la rodilla en terreno pantanoso y necesité de dos manos y toda la
fuerza para salir y no dejar mi bota allí para siempre.
Miércoles
13
Día lluvioso y ventoso.
Estuvimos leyendo y estudiando. Sarah bajó a por el periódico y, de paso, echó
nuestras postales. Dom nos enseñó con el ordenador los usos de la tierra según
satélite y los avistamientos de águila real (golden eagle), cuervos y ratoneros
en la zona, con sus nidos y distribución. Luego, nos puso una cinta
grabada con los sonidos de varios
pájaros.
Comimos pronto, una
“sopa-resumen” muy buena y, como seguía lloviendo, nos dieron el día libre. Los
más jóvenes nos bajamos a Bunessan a ver tiendas (solo hay 3) y, de paso,
tomamos el té. Luego, las tres de “mediana edad”, Edda, Sarah Ch. y yo,
decidimos ir a Uisken, mientras Rafa y la otra Sarah se volvían a casa.
Vimos 5 o 6 “cottages” en
ruinas y entramos en dos para ver la construcción y la distribución de las
habitaciones. A las 18.15 h estábamos en casa después de haber andado 12
kilómetros, preparadas para tomar el té tras una ducha.
Estamos divididos en tres
grupos: Los más jóvenes, Rafa y Sara O. juegan con la pequeña Erika. Los
treintañeros: Sarah Ch., Edda y yo. Y las “viejas glorias”, Joe, Ruth y Bill,
en sus 70 s.
Jueves
14
Hoy ha amanecido un día
estupendo y, pasadas las 9 h, ya estábamos en camino con nuestros sándwiches.
Fuimos en dirección a Uisken,
donde habíamos estado ayer con tiempo muy diferente. Una señora en moto nos
advirtió de no dejar ninguna puerta abierta.
Comimos en la playa y me
mojé los pies. Luego, los más jóvenes del grupo fuimos campo a través por los
páramos y terreno pantanoso hasta Ben Doran. Rafa casi pisa una víbora.
Llegamos cerca de un nido de
águila real y, cuando bajábamos, salió de su refugio en un planeo maravilloso.
Nos quedamos tan estupefactos que no nos dio tiempo a sacar una foto.
A las 15. 30 h estábamos en
casa. Tras una ducha, Sarah Ch. y yo fuimos a Bunessan de compras y a por el
té.
Viernes
15
Hoy ha amanecido igual que
ayer y nos hemos dividido en dos grupos: los más jóvenes, con Dom, hemos
cruzado la península de Mull (The Ross of Mull) de norte a sur; primero, por
una pista que no aparecía en el mapa, y luego, campo a través entre los brezos
– que nos ha hecho llenarnos de garrapatas- hasta unos acantilados (Binnein Ghorrie) junto a una cascada, que
eran una maravilla. Allí hemos visto desplegar sus alas a 4 águilas, al menos,
aparte de cernícalos y cuervos.
A la vuelta, Sarah Ch. y yo
decidimos quedarnos en Bunessan y dar un paseo por los alrededores. Nos llevó
dos horas llegar hasta la carretera por un camino muy bonito y poco transitado,
y otra más por la carretera hasta casa. Al final, unos veintitantos kilómetros
y dos ampollas, pero mereció la pena. Luego tuvimos una opípara cena regada con
vino -que pone a la gente contenta- e hicimos unas risas.
Me encontré dos nuevas
garrapatas que tenían ya la cabeza metida en mi antebrazo. Espero no tener
ninguna más.
Sábado
16. A day off in Iona
Teníamos el día libre para
hacer lo que quisiéramos y decidimos ir a la isla de Iona. Ruth decidió irse
sola por su cuenta, Bill iba a Staffa y el resto decidimos ir a Iona, a una milla de Fioonphort.
Cogimos el ferry de las 10 h
-apenas 5 minutos- y, con un día espléndido, aterrizamos en Iona. Como la isla es muy pequeñita, decidimos
primero ver todo lo visible, luego tomar el té de las 11 h y, a continuación, ya “resucitados”, empezar
nuestro camino alrededor de la isla.
Como Joe anda un poco torpe
y tenía que ir a esperar a Bill a las 14. 30 h, fuimos primero a comer a la
parte norte de la isla, a una playa, y luego, tras dejarle encaminado,
iniciamos nuestra ruta.
Subimos primero al Dun, el
monte más alto de la zona – a 100 m sobre el nivel del mar- que te permite ver
toda la isla y sus alrededores. Luego, acompañados por un perro de la
localidad, que se nos pegó, fuimos decidiendo el camino para rodear la isla de
2´8 por 4´5 kilómetros.
Fue una tarde maravillosa.
Vimos varios ratoneros y algunos cuervos y, antes del último ferry, nos dio
tiempo incluso a tomar el té.
Ya en casa, una ducha y,
tras una cena picante con curry, fuimos a recoger nuestra colada.
En Iona me compré una
camiseta preciosa.
Domingo
17
Hoy, un nuevo camino. Un
camino matador: muy bonito, por debajo de los acantilados hasta los Arcos [de
Carsaig], pero acabé con los tobillos machacados. Había muchas rocas, incluso
en las partes con algo de hierba, y tenías que estar muy atento para no
romperte la crisma o las piernas. Eso
sí: hizo un día precioso.
Vimos una nutria: yo le vi
la cola, y Sarah Ch., la cabeza; muchas águilas, y lo pasamos muy bien, aunque
fue muy cansado.
Lunes
18
Hoy también vamos a la
costa, pero no a un sitio tan rocoso como ayer. Cogimos la carretera en
dirección a Fionnphort y estuvimos por una mancha del bosque primitivo:
avellanos, abedules, serbales, robles…Vimos tres “standing stones” [menhires] –
habitualmente de granito; las hay por todo el Reino Unido. Luego, fuimos en
dirección a los Potties y a Erraid, pasando delante de un torazo, que Sarah
dice que te patean con mucha facilidad.
Comimos en la playa y
decidimos rodear la zona porque la aparente lengua de tierra entre Mull y
Erraid, no era tal. Así que, como las cabras, cruzamos sobre rocas, saltamos
vallas, atravesamos marismas y llegamos con un viento helado a Fionnphort, a
tiempo de un chocolate caliente con un “cheesecake” (tarta de queso) casero
delicioso. Y ¡carretera adelante hasta casa!
Cuando quedaban unos 20
minutos para llegar, me dolían tanto las plantas de los pies y los hombros que
tuve que pararme un ratito, pero fue estupendo.
Martes
19
Hoy hemos ido con Dom por la
parte de arriba de los acantilados que el otro día hicimos por abajo. Aunque
había hoyos, ha sido mucho mejor:
menos cansado y con unas vistas alucinantes. Lo hemos pasado muy bien. Los tres
magníficos (Rafa, Sarah Ch. y yo) y Dom, que también es tranquilo y callado (no
le gusta hablar mucho). Mañana quizá vayamos a un pueblo abandonado.
Kintra no vale nada: 4
casas. Estuvimos en un joyero que hacía cosas de plata y piedras preciosas con
dibujos celtas muy bonitos, pero todo era carísimo.
Miércoles
20
Por la mañana, Sarah Ch. y
yo, las dos magníficas, abandonadas por Rafael, nos fuimos a Kintra cortando
por los páramos, sitios “very wet and boggy”. No vimos muchos pájaros, supongo
que porque tampoco había vida que los sustentara.
A las 2 -un poco antes, para
tomar una sopita caliente-, estábamos en Fionnphort para dar una vuelta en
velero. Las dos primeras horas, hasta el té, fueron bien: vimos bebés focas,
cormoranes, delfines en la lejanía y el chorro de una ballena. Pero luego el
cielo se empezó a cubrir y las dos horas siguientes fueron de chuzos hasta
casa. Rafa, Sarah Ch. y yo estuvimos
cantando a pleno pulmón casi todo el viaje de vuelta. La única pena fue que no
hizo viento suficiente para desplegar las velas…
Jueves
21
Edda, Sarah Ch. y yo fuimos
a Scoor, un pueblo supuestamente abandonado, que no era tal, aunque la iglesia
en ruinas merecía la pena. Una señora salió como una tigresa para decirnos que
no cruzáramos sus tierras. Luego, debió arrepentirse, y como un corderito nos
dijo el mejor modo de pasar.
Por la tarde, fuimos a
Tobermory bordeando la costa por una carretera enana para oír a un grupo de
música tradicional escocesa, Ceilidhs.
Me enamoré de Tobermory y
decidí pasar allí mis dos últimos días después de terminar en el campo de trabajo.
Viernes
22
Creo que hoy vamos a cruzar
la isla en busca de nidos de águila. Edda, Sara Ch. y Sarah O., Rafael y yo
vamos con Dom. Sarah O. decía que le dolían las piernas, pero Dom parecía estar
paseando por Hyde Park. Increíble que “Terminator” – como le llamaba Rafa-,
pudiera ir tan despacio.
Al final, Sarah O, decidió
quedarse en un pueblo abandonado mientras nosotros íbamos al nido de águilas en
la costa. Dos horas más tarde, estábamos allí de nuevo. Lo cierto es que a la
vuelta yo estaba muy cansada, no sé si por el cansancio general o porque había
comido poco. Todos teníamos los pies tan mojados que ya nos daba igual saltar o
no los charcos…
Para cenar, Rafa hizo
espaguetis con una salsa de pollo y verduras y yo dos tortillas de patata
enormes, pero no me quedaron nada bien porque los fuegos eran muy débiles y la
patata se me coció, y las dos únicas sartenes que había, se pegaban… Bebimos
mucho vino y no nos queríamos ir a dormir. Yo estaba muy triste: nos íbamos al
día siguiente…
Sábado
23. NOS VAMOS…
Los primeros en irnos, antes
de las 8 h, fuimos Sarah Ch, Rafa y yo; en coche.
Fui dando abrazos a todos y
al llegar a Paul, ya no me pude contener
y me eché a llorar. El pobre no sabía qué hacer, más que repetir que
podía volver cuando quisiera. La verdad es que toda la familia [Tricia, Paul, Erika y Katherine] ha sido un amor. Y Dom,
también.
LOS
PREVIOS
En verano había estado
trabajando de monitora de tiempo libre en un campamento juvenil. Habían sido
días de mucho estrés, con mucho griterío alrededor, y llegar a un lugar tan
bonito, solitario y silencioso fue para mí toda una cura espiritual.
LO
QUE APRENDÍ
Mucho sobre vegetación (las
plantas de los brezales y las zonas pantanosas). De hecho, nada más volver a
España me compré una Guía de flores y plantas en Europa, que aún conservo, veinte años después, toda
churretosa.
Sobre arquitectura del lugar
y sobre los problemas de los locales con los senderistas (que dejan las verjas
abiertas o llevan perros sin atar, un peligro para los rebaños de ovejas).
A valorar el duro trabajo de
un ornitólogo de campo que sale no
importa el tiempo que haga.
Y que un edredón es lo mejor
del mundo. ¡Fuera sábanas, mantas y colchas…!
Nota:
El País Semanal publicó mi artículo el 20 de octubre de 1996: “Isla de Mull. Un
solitario lugar lleno de aves, ovejas, pantanos y acantilados”.
Sobre Earthwatch: http://eu.earthwatch.org.
Hola Aida. Estupenda crónica, un viaje entrañable sin duda! muchas gracias... o como dicen allí mòran taing :) Cómo me recuerdas a Boli en algunas fotos :) . Besucos fuertes a todos
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