miércoles, 31 de agosto de 2016

EL SANTANDER DE ALEJANDRO GÁNDARA (CON SUS PALABRAS)

VERANOS EN LA CALLE ALTA HACIA 1969Santander, por detrás


“Por motivos familiares... mis padres me depositaban largas temporadas en la casa de mi abuela materna, una buhardilla de la calle Alta, entre el cuartel de la Guardia Civil y la prisión...En el rellano de aquel piso final había otras dos buhardillas. En una de ellas vivía una muchacha de mi edad, que de vez en cuando me dejaba ir con ella...

Los encantos de su compañía consistían más o menos en lo siguiente: salíamos a la calle, doblábamos por el primer callejón de la izquierda y nos metíamos en una bodega donde había tinajas llenas de aceitunas. El encargado, que era familiar suyo, nos llenaba un par de cucuruchos que chorreaban en las manos. Yo odiaba las aceitunas, pero a ella la volvían loca. En cualquier caso, me las comía todas.

Esa indigesta operación la llevábamos a cabo en un solar que había entre nuestra casa y la prisión, yendo hasta el final y sentándonos en el borde de una especie de precipicio desde el que se divisaban la bahía y, justo debajo, la estación. No me gustaban las aceitunas, pero me gustaba el paisaje...


Cuando se acababa el alimento, me transportaba de nuevo a la calle y nos introducíamos en una tienda del tamaño de un armario donde ella compraba todo tipo de porquerías: pepinillos, rabanitos, cebolletas y, en general, lo necesario para convertirse en un enfermo gástrico para el resto de la vida...”.
                        
(Del libro Perfiles de Cantabria. 1995)


EL SANTANDER DE NUNCA SERÉ COMO TE QUIERO


[Los textos están extraídos de su novela Nunca seré como te quiero (1995)].

El Barrio Pesquero. La casa de Jacobo


La lonja y la vía del tren lo aislaban de las miradas de los que pasaban por la avenida, y para encontrarlo había que acertar con la calle de la barrera y no tener miedo si se iba a pie. Era su mundo aunque no vivía allí. Ellos, su padre y él, ocupaban una buhardilla justo al otro lado de la vía del tren. Más allá de la Raya.

El Instituto de Santa Clara


Atravesaron los doscientos metros oscuros del Pasaje de Peña... Subieron por un lateral del Ayuntamiento y luego cogieron la calle del Coliseum. El Santa Clara estaba poco después del cine, en una de las calles en cuesta...


La casa de Christine

Jacobo empezó a seguir a Christine hasta su casa. Bajaba por la plaza Porticada, cogía la calle general Mola y terminaba en un portal de la Plaza de Pombo (el número 15).



El recreo


A las once, salieron al recreo. Jacobo echó una carrera hasta el Mercado Central, en la trasera del Ayuntamiento, y se presentó en el puesto de Matilde, que trabajaba de dependienta de carnicería... Christine y su grupo entraron en la cafetería del callejón, en un chaflán de la calle del Coliseum, que se había convertido en los últimos tiempos en el lugar de reunión de un grupo más numeroso y del mismo estilo.

"Pillada". El recorrido.

(Jacobo) Siguió caminando sin atreverse a volver la cabeza y, a la altura del cruce de Lope de Vega, con Puerto Chico a la vista, varios centros de metros después del angustioso portal,  decidió que podía mirar... Christine estaba allí...


Cuando llegaron a Puerto Chico... torcieron por el café Austriaco... y caminaron despacio por el Paseo Pereda... Llegaron a la Plaza Porticada... Doblaron la esquina y empezaron por General Mola, otra vez...















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