30.7.
2014. 8º cumpleaños sin ti. En Cadaqués
Después de la experiencia
del año anterior en Baiona, recordando nuestra infancia, en 2013 decidimos
visitar Cadaqués, en donde papá y mamá
habían parado, de viaje de novios, en 1961. Fueron unos recién casados un poco
sosos: solo hay fotos de mamá, como una modelo, pero ninguna de papá ni de los
dos juntos. No se les ocurrió pedírselo a nadie…
Yo había estado en
septiembre de 2008 y, -de los rincones de la Costa Brava que aparecían en la
Guía de Néstor Luján que llevaban los
bolos-, solo había salvado ese rincón. Además, queríamos pasar por
Cardona; ya sabes, la patria de los Escasany…
Fue un viaje muy largo y
pesado, pero mereció la pena. La luz, el paisaje, la gente, incluso “la tramuntana”.
Yo hasta digo que me jubilaría en Cadaqués…
Encontramos el hotel en el
que estuvieron: el Rocamar, ahora enorme. Fuimos en tren y en barco a Port
Lligat. Nos bañamos en el Llané y anduvimos la calle principal hasta el Passeig
montones de veces. Yo, además, me bañé a la salida del sol y emulé, con mi
bolso, a “la Lidia de Cadaqués”. En las fotos, solo nos faltas tú…
Luego, en septiembre, salí a
hacer el Camino de Santiago… al ritmo de mi cadera. Te llevé todo el rato,
liviano, sentado en un hombro.
En noviembre, a papá le
diagnosticaron dos hernias inguinales, supongo que de llevar esos cargamentos
de fruta en que se empeña con 86 años.
Mamá ya lo ha probado todo
para aliviar su dolor de cuello que, debido a la cervoartrosis, se le ha
quedado como un tronco. Cuando le dices que gire la cabeza hacia la izquierda o
la derecha, lo hace solo con los ojos, como Lina Morgan.
En mayo, fuimos, como antaño
-cuando nos juntábamos todos a celebrar mi cumpleaños-, a Covarrubias (han
pasado ¡20 años!). Hemos decidido que los viajes sean solo de fin de semana, y
a dos horas de casa, como mucho, para no cansarnos. Carolina dijo que ella se
jubilaba allí. Es más: que ya se había jubilado (con ocho años...). Nos sacamos
una foto ante la casa de doña Sancha, como hace años, contigo.
Hoy he pensado que el cielo quizá sea una pradera de uñas
de gato… Yo, desde luego, quiero que dejen ahí mis cenizas; y unas poquitas,
contigo, en la cala, para coger olas en verano. El otro día, al ver pasar una
pareja de gaviotas, se me ocurrió: ¿habrá parejas en el cielo? Estaría bien…
CODA en 2024: ahora, antes de dormirme, siempre me digo: ¡Voy a soñar con Cadaqués! Pero, para jubilarme y tener una casita, pienso en Aguilar de Campoo, en la montaña palentina (Valderredible está demasiado lejos, aunque fue una opción...), un lugar seco, sin la humedad de aquí, que ya empieza a molestarme...
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