Lunes, 12 de febrero. A Madrid
Cuando llego a la estación de Torrelavega, a las 7.20 h, ¡hay un montón de gente! ¡Y no veo mi tren en la pantalla…! Solo un Cercanías que para en todas las estaciones desde Santander… El reloj tampoco funciona: marca las 8 y 5.
“Cercanías Santander, Vía 2…”.
Empieza a chispear. En la App primero ponía a Madrid en la vía 2…
En el vagón llevo a una señora hablando a gritos por el
móvil a mi lado, en el lado de la ventanilla. Y la gente va tosiendo tan
pancha, sin mascarilla ni nada.
A las 8 y 20, en Reinosa.
Empieza a amanecer y, aunque hay nubes, está despejado y con un poquito de
nieve en las montañas. Ahora, mi compañera de asiento oye una telenovela a todo
gas. Bufff. ¿Para qué están los casquitos…?
En Palencia, pollo porque uno está fumando ante la
puerta, dentro, cuando la gente entra. Se pone farruco con un pasajero, que le
reconviene, y sigue justificándose ante sus amigos, delante, en mi vagón. Menos
mal que el sobrecargo, joven, templa gaitas y le dice que puede bajarse del
tren y que él le avisará antes de cerrar las puertas.
A las 10.15 h, en Pucela. Al
salir de Valladolid, ya vamos a 202 km/h. Hay agua en los campos, somera, unos
charcos de centímetros entre Valladolid y Segovia. El paisaje se va
transformando en Mordor.
Por la tarde, presento Diarios de una arbularia en la que fuera la biblioteca de mi barrio de Chamberí: me hace mucha ilusión...
Martes,
13 de febrero. Rosaleda de El Retiro y Villanueva, 17
Amanece un poco plof.
Salgo a las 8.20 h con la
intención de ver la rosaleda del parque de El Retiro, que abre ¡a las 6 de la
mañana!..., el parque…
Las cotorras graznan sobre mí en la calle Palos de la
Frontera: están por todas partes. También hay obras por todos lados.
Entro por la puerta del
Ángel Caído: una mimosa huele dulce.
A las 9 h ya hay mucha gente
por El Retiro: corredores, paseantes, paseadores de perros, ciclistas…Los
almendros están en flor y unas cotorras picotean las flores.
Tirando a la derecha en la
estatua del ángel caído, enseguida veo un busto blanco y, detrás, las pérgolas
que sirven de tutores a las rosas. Voy circunvalando el seto a ver por dónde
puedo entrar. ¡Vaya! Abren el recinto de la rosaleda a las 10 h, y son las 9.20
h. Damn…! En la rosaleda de El Retiro es donde primero se pensó para colocar un
monumento a Elena Fortún (finalmente, en el parque de Rosales): le gustaban
mucho las rosas y estaba cerca de una de sus casas, en la calle Villanueva, 17.
A las 9.40 h empieza a
chispear. Antes de las 10 h, hay mucha vida en el parque. Urracas, mirlos,
palomas torcaces, gorriones, carboneros…. Los plátanos, más lisos y blancos que
nunca, “descamisados” del todo para liberarse del calor.
En la biblioteca Eugenio
Trías (la antigua Casa de Fieras) hay unos cubículos que salen para estudiar,
leer o trabajar.
En Lagasca 1, frente a la
puerta de Hernani, la parroquia de San Manuel y San Benito.
Voy hasta la calle Villanueva, buscando el número 17 en
el que vivió Elena Fortún. Es la que llega a la Biblioteca Nacional.
Me la imagino llevando a sus hijos al Retiro, a contemplar los patos...
Miércoles,
14 febrero. San Valentín …, y yo, a ver
un cementerio
Hoy sale el sol en Madrid a
las 8.10 h y se pone a las 18.46 h.
Cojo el bus de las 9 h desde
la dársena 25 (en el piso menos 1) del intercambiador de Moncloa. El billete
cuesta 4´20 euros, ida, y no se puede sacar ida y vuelta. ¿Pensarán que
volvemos volando…?
El Boalo es la parada antes
del final de trayecto, Cerceda.
En el bus, un chico
porfiando ¿con su novia…? sobre a lectura de mensajes en su móvil: “¿Qué te he
hecho…?”, “Estábamos bien…”, “No sé qué quieres…”.
El día sigue mustio. Hay
mucho tráfico de entrada en Madrid, pero también de salida. Eso sí: fluido
pasadas las 9 h. La compañía es Francisco Larrea, con sede en Moralzarzal.
Desde la autovía se ven almendros
florecidos y encinas. Dejamos atrás la salida a Las Rozas y veo la estación de
tren. El colegio Europeo de Madrid, a mi izquierda, y la ITV Las Rozas, a la
derecha.
Hay retención en la A-6, la salida
hacia A Coruña, pero a nosotros no nos afecta. Madrid-Galicia 2 h 15 ´, anuncia
un gran cartel.
En Las Matas vamos paralelos
al tren de Cercanías. Veo una casa en lo alto de una colina, aislada,
arrostrando todos los vientos.
Dejamos atrás la torre de Torrelodones
y la salida a La Berzosa, a la derecha. La niebla se ve cerca, en las montañas.
A las 9.30 h estamos en la
primera parada de Collado Villalba. Hay un BM (supermercado) y entramos por un
puente sobre la autovía hacia el pueblo. En el patio de un cole celebran,
disfrazados, el carnaval.
Distingo una vía pecuaria
antes de Moralzarzal. El bus lleva tantos papeles pegados a las ventanas que no
veo nada. Moralzarzal tiene plaza de toros.
Sobre
las 10 h llego al pueblo de El Boalo.
Para ir al cementerio, me dicen que me baje en la segunda parada.
Cojo
la calle San Sebastián, de bajada. En la calle Peña Negra, junto a una
urbanización, una cigüeña se espulga en un nido. Otras dos se abrazan en la
chimenea de una casa sin tejado.
El momento, ilustrado por Paloma Casado Marco
Decido
bajar hasta la tercera parada, donde hay una caseta de información y finaliza
el pueblo. A las 10.10 h el punto de información está cerrado y no hay ni
siquiera un horario. Leo los folletos, por detrás, a través del cristal… Fuera,
un cartel de Las Dehesas de El Boalo, de la red de senderos locales, que
discurre por la red de vías pecuarias de la región. Dehesas de fresnos. Muchos
están trasmochados, una poda tradicional para alimentar al ganado con hojas y
ramas tiernas durante los meses de verano, cuando los pastos están agostados -leo.
Al
cementerio puedo llegar por la desviación a la izquierda, subiendo, que pone
Sierra Bonita, enfrente de la finca Las casas. Es la Avenida de la Paz (eterna,
supongo…). Los muros son de piedra seca (sin cemento ni argamasa).
A la
derecha, se alzan unos cipreses -el tradicional árbol de los muertos- e imagino
que ahí deba estar el camposanto. Las cigüeñas crotorean en el silencio junto a
los piares de los pajarillos.
El
tanatorio municipal está en el frente y, detrás, el cementerio. A la entrada,
unas palabras de Carmen Martín Gaite, de su novela Nubosidad variable: “El alma se parece a las nubes: no hay quien la
coja quieta en la misma postura”.
El
cementerio no es muy grande: voy recorriendo todas las calles. Las flores son,
sobre todo, de plástico, o de tela.
Ya
estaba desesperando cuando encuentro su tumba casi al final, pegando al muro
que da al monte de cipreses. Me gustaría haber traído alguna flor fresca o un
tiestito…
En
la lápida, están los padres de Carmen, su hija Marta, la Torci, y su hermana
Ana María. “Para mi hermana Anita, que rodó las escaleras con su primer vestido
de noche, y se reía, sentada en el rellano”. Toda la corta familia, junta…
De
vuelta, más cigüeñas en la espadaña de la iglesia de la plaza de San Sebastián.
Huele a humo de leña cuando las campanas marcan las 11 h.
Tiro
por la calle Audiencia, perpendicular a donde me bajé del bus. Llego al centro
del pueblo y tomo un cortado (1´60 euros) en El mesón del Boalo, en la plaza de
la Constitución. Más que nada, por ir al baño…
Hay
farmacia, ferretería, carnicería-frutería, centro de estética, un estudio de
fotografía…
En
la ferretería me orientan… “Llega a una pequeña glorieta… a la derecha, Los
Prados… Y luego, a la izquierda”. La casa de Carmen Martín Gaite está más cerca
de la primera parada, viniendo de Madrid. El cementerio, más cerca de la tercera
parada, a la salida del pueblo.
Calle
Vallejuelo… Al comienzo de la calle, otra placa, en este caso, con una frase de
El cuarto de atrás: “Pretender al
mismo tiempo entender y soñar: ahí está la condena de mis noches”.
En
el número 3, Los prados, hay una placa del pueblo a Carmen Martín Gaite. Es una
finca con peñascos recubiertos de musgo, pinos y robles. ¡Visto!
A
las 11.50 h estoy en la parada del 724, esperando al bus que me llevará a plaza
de Castilla por Manzanares el Real. En este autobús te van diciendo las paradas
por megafonía, como en el tren. La voz es como un loro: lo casca todo. Parecen
los GPS, que todo el rato te dan la brasa.
En
la parada del pueblo de Manzanares, frente al castillo, se sube bastante gente.
Bordeamos un pantano (embalse de Manzanares el Real). Otra vía pecuaria: ¡qué
envidia me dan esos caminos…!
En
Colmenar Viejo, en un lado, ovejas, y, en otro, construyendo urbanizaciones a
manta… Se construye todo. Las jaras ya están en flor y he visto un par de
malvas.
Jueves, 15 de febrero. Sacramental de
San Justo, otro cementerio
Cojo
el metro hasta Sol para tomar el bus 25
que llega a la Casa de Campo. Antes salía de Ópera, pero recuerdo que, la última
vez, lo cogí en la Cuesta de San Vicente y que la línea se iniciaba en Plaza de
España.
En
Sol, cada puerta de El Corte Inglés, cerrado a las 8.15 h, aloja a un sintecho.
9 grados y aún mortecino, pero no tengo sensación de frío: debe ser la poca
humedad…
En
la oficina del cementerio me dicen que Elena
Fortún está en Santa Gertrudis, 4ª sección. “Privilegiada 387”. Pues será que hay una sección de “privilegiados”
-pienso yo para mí misma…
Primero
visito y dejo flores a los míos; mis bisabuelos y abuelo. A las 9.30 h se oyen
los pájaros y gregoriano. Pregunto al cura, que sale de la capilla, por la música,
y me dice que son los altavoces, no que canten en directo los monjes en la
iglesia...
Llego
bien con el plano y la señalética hasta la sección cuarta. Luego..., es el caos.
¿Qué es eso de Privilegiada 387…? ¿Cómo se busca…? ¿Es un nicho, una tumba del
suelo…? Y no hay nadie a quien preguntar. Con razón decía el de la oficina: “Y
luego, busque…”.
Tras
recorrer la zona de nichos y la de suelo, miro desesperada a ver si encuentro a
alguien que me oriente. Sobre una lápida veo a un hombre tumbado, que me parece
afilando un dalle. Le pregunto y, muy solícito, intenta encontrarla, pero nada:
aquello es un galimatías. “Si encontrara a algún enterrador”… Le digo que la lápida
no es de ahora, sino de 1952…
Las
flores (dos minigerberas) se me están quedando chuchurrías en la mano, y tengo
más cosas que hacer, así que abandono. Cuando me paso por la oficina a
descargar mi frustración, el empleado me dice: “Pero si era muy fácil… Al subir
las escaleras, unos pasos a la izquierda, por el camino central (no sé qué
camino central…). Cuando miro en Google lo de las sepulturas “privilegiadas”,
lo entiendo: “a ambos lados de los caminos o pasillos centrales de cada patio,
muchas de ellas con suntuosas obras escultóricas…”. Si hubiera tenido cultura funeraria…
Dejo
las dos gerberas a mi abuelo y bisabuelo y voy a mi siguiente parada: el monumento a Elena Fortún, en el parque del Oeste. Creo que la única
vez que he estado en este parque fue de noche en alguna fiesta universitaria,
en los años 80…
Lo único
que sé es que está en la confluencia de Ruperto Chapí con el Paseo de Camoens.
Pero, ¿dónde demonios están los nombres de las calles…?
Como
me suena que, en alguna foto, lo he visto al pie de un arroyo, voy desde Moncloa,
bajando por el centro del parque, cerca del curso de agua, a ver... Pregunto a
dos chicos, los únicos que veo, y me dicen que “cerca, hay un monumento al
maestro…”. Cuando voy en esa dirección, veo un muro de pie, que visualizo como
el de las fotos. Sí, ¡es el monumento a Elena Fortún!, cerca de un puentito de
madera, y a un tiro de piedra del monumento al maestro, en la glorieta del maestro. La efigie de su
cara, de perfil, está enmarcada por un niño que lee un libro y una niña que
lleva unas flores. Las rosas, que decían…
A mí
este parque me parece un poco destartalado: me recuerda al de la Vaca (parque del Doctor Morales), en
Santander. Es como desapacible y desolado. Y pienso que Elena Fortún mejor
hubiera estado en la rosaleda de El Retiro. No sé por qué la pondrían ahí, ni
qué relación tiene con su historia de vida…
Viernes, 16 de febrero. De vuelta a casa
Esperando
al Cercanías a Chamartín en Delicias, los minutos se me hacen horas… 7 grados a
las 6.54 h, pero no tengo sensación de frío: ni siquiera me he puesto el gorro
de lana. A estas horas, mucha gente va a trabajar o al insti.
Atocha
está hasta las bolas y muchos se
bajan en Recoletos. … “Huelga encubierta…” - escucho a una señora sobre la
tardanza de los trenes.
En
el vagón del Alvia a Santander, dos niños, de unos 3 y 5 años, pintan en sus
pizarras mágicas (esas que luego se borran). El mayor, lleva un gorro con la Z
del Zorro, y es un fan… “Este es el Zorro
bebé. Pero no llora… ¿Quieres que dibuje un caballito bebé para el Zorro bebé…?-
le pregunta a su padre. Luego, me enteraré de que su canción favorita es… la
del Zorro…
En
la salida a Osorno de la carretera vamos muy lentos y hay niebla espesa después
de Palencia.
Los
tojos (según mi Guía florecen en mayo...) están en flor a los lados de las vías a la altura del viaducto de Montabliz,
y el muérdago cuelga de los árboles sin hojas antes de llegar a Bárcena de Pie
de Concha.
Los niños
y sus padres se bajan también en Torrelavega: se han portado muy bien.
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