“En varias ocasiones me han
pedido amigos míos que recorramos las calles de Madrid siguiendo los
vagabundeos de los personajes de las novelas de Pío Baroja…”- escribe Carmen
Caro (hija de Pío Caro Baroja, nacida en Madrid en 1962, licenciada en
Geografía e Historia) en la presentación.
Así que, con motivo del 150 aniversario del nacimiento de su tío abuelo,
se pone manos a la obra en 2022 para seleccionar aquellos textos que aludan a
dichos recorridos.
“La Comunidad de Madrid
publicó en 2007 una Guía del Madrid barojiano…”- continúa; pero este libro “lo
componen un texto escrito por Pío Baroja a petición de una amiga inglesa” para
ilustrar las fotos de otras amigas (Lo
que desaparece en España, escrito en 1948) y textos procedentes de sus
novelas La busca o Aventuras,
inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox.
En los paseos se filtran
algunos recuerdos…
“Vine por primera vez a
Madrid el año 1879 [tenía 7 años]. Mi padre estaba empleado como ingeniero de
minas en el Instituto Geográfico y Estadístico…”. Entonces vivió en la calle de
la Misericordia número 2, junto al Monasterio de las Descalzas Reales, la casa
de su tía Juana Nessi con la panadería Viena Capellanes debajo.
El
Instituto de San Isidro (en la calle de Toledo nº 39)
“En el año 1886 [tenía 14
años] fuimos mi familia y yo a vivir a la calle de la Independencia, una
pequeña calle que sale de la plaza de Isabel II, al lado del teatro Real [en
Ópera]. Entonces yo comenzaba el último año del bachillerato en el Instituto de
San Isidro. Me gustaba husmear, vagabundear por las calles próximas a mi casa,
las calles del Espejo, Amnistía, Unión, la de Santa Clara, donde se suicidó
Larra, la calle de la Escalinata y la del Bonetillo”.
“Yo iba todas las mañanas al
Instituto de San Isidro, en la calle de Toledo [nº 39], antiguo Colegio de los
Jesuitas. El Instituto de San Isidro, como centro de barrios bajos, tenía
muchos chicos de gente pobre de los alrededores”.
“Para ir de casa al
Instituto de San Isidro salía por la calle del Espejo a la de Milaneses,
cruzaba la calle Mayor y, por un costado de la plaza de San Miguel, aparecía en
la plaza del Conde de Miranda…”.
“Algunos días que hacíamos
los del Instituto novillos, íbamos los compañeros hasta el Rastro. Entonces,
para llegar allí, al final de la calle de los Estudios, en lo que se llamó
Cabecera del Rastro y ahora está la
estatua del héroe de Cascorro…”.
“Otras veces los chicos del
Instituto nos quedábamos en las Vistillas…Desde aquellas alturas, a cuyos pies
pasaba la ronda de Segovia, se veía el
campo amarillento que se extendía hasta Getafe y Villaverde, los cementerios y
una ermita con sus tapias grises y sus
cipreses negros. El cauce relativamente ancho del Manzanares, de color de ocre,
aparecía surcado por alguno que otro hilillo de agua negra. El Guadarrama
destacaba de un modo vago la línea noble de sus alturas en el aire empañado”.
“El día del entierro de
[Manuel] Fernández y González [en 1888, en el cementerio (sacramental) de San
Isidro] creo que fue el primero en que me asomé a las afueras de Madrid, vi el Manzanares y el puente de Toledo”. Tenía 16 años.
La
Facultad de Medicina (hoy Colegio de Médicos) en la calle de Atocha (nº 106)
“…solíamos faltar con bastante frecuencia e
íbamos al Retiro, a los altos del Observatorio Astronómico y a los paseos
[Paseo de los Melancólicos, Paseo de las Acacias, Paseo de las Yeserías] y
rondas [Ronda de Segovia, Ronda de Toledo, Ronda de Valencia, Ronda de Atocha]
de los suburbios…Llegábamos rara vez hasta la orilla del Manzanares, nos
asomábamos al paseo de los Melancólicos y veíamos el barrio de las Cambroneras
y de las Injurias [desalojado en 1906]”.
“En los días que
escamoteábamos la clase, unas veces íbamos por cerca del Manzanares, pasábamos
por delante del puente de Segovia y de la ermita de la Virgen del Puerto, con
dos torres de pizarra, y después por la capilla del Socorro. Otras veces
marchábamos a la montaña del Príncipe Pío…”.
“Cruzada la ronda [de
Toledo], se iba por el paseo de las Acacias y el de Yeserías al barrio de las
Injurias [cerca del puente de Toledo]. Desde lo alto del paseo de los Pontones,
junto a la puerta de Toledo, bajando en dirección al puente, se descubrían los
campos de San Isidro, a la derecha, y el Campillo de Gil Imón, frecuentemente
cubierto a trechos de ropas puestas a secar, que centelleaban al sol. Allí, las
vecinas solían salir a peinarse a la calle, y los colchoneros vareaban la lana,
a la sombra, mientras las gallinas correteaban y escarbaban en el suelo”.
“El barrio de las Injurias era
una hondonada en donde había unas
míseras casuchas que estaban al borde de una carretera. En esta carretera, que
debía de ser la ronda de Toledo, al borde del mismo estaba la taberna de la
Blasa, en una barraca… En la misma hondonada se alzaba la Casa del Cabrero…”.
Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox
Salió Silvestre de su nueva casa [calle de Tudescos], tomó la calle Ancha
de San Bernardo y, por la cuesta de Santo Domingo, bajó a la plaza de Oriente…
Comenzó a bajar por la cuesta de la Vega…A la izquierda, se destacaba por
encima de algunas casas de la calle de Segovia, la pesada mole de San Francisco
el Grande… Silvestre bajó la calle de Segovia, pasó el
puente…siguió la carretera de Extremadura, y luego, apartándose de ella, echó a
andar por la vereda de un descampado…Pastaba allí un rebaño de cabras…
Madrid sobre sus colinas… A
la derecha, el puente de Toledo, por encima del cual salían bocanadas de humo
procedentes de la Fábrica de gas….En el centro se destacaba San Francisco el
Grande, sobre los terrenos arenosos de las Vistillas; luego se veían torres y
más torres, el Viaducto de color gris azulado, y el palacio Real…A la izquierda
aparecían los desmontes de la Moncloa y de la montaña del Príncipe Pío.
…Salieron los dos amigos
[Silvestre y Diz] a la calle de la Luna, y por la de la Corredera, desembocaron
en la calle del Pez… Subieron por la calle Ancha [de San Bernardo] a la plaza
de Santo Domingo. Y por la calle de Campomanes bajaron hacia la plaza de Isabel
II… Llegaron a la Puerta del Sol, entraron en la calle de Alcalá y se acercaron
a la Central de los ferrocarriles del Mediodía…Atravesaron la Puerta del Sol…,
tomaron por la calle Mayor… Por la calle del 7 de julio penetraron en la plaza
Mayor…La calle de Toledo estaba triste y oscura…De la calle de Toledo pasaron a
la de los Estudios… Volvieron por el mismo camino. Al llegar a la plaza Mayor…
salieron a la calle del Arenal y subieron por la de San Martín a la plaza de
las Descalzas. Se pararon ante uno de los tres edificios del Monte de Piedad,
que tiene en frente una estatua de un
fraile… Subieron por la calle de Capellanes a la de Preciados…
La busca. El itinerario del trapero
“Salieron…por Puerta de
Moros y la calle de los Mancebos al Viaducto; cruzaron la plaza de Oriente,
siguieron la calle de Bailén y la de Ferraz, y, al llegar a la montaña del
Príncipe Pio…
…hasta llegar a la calle de
Rosales…Bajaron el paseo de la Florida, y después el de los Melancólicos,
pasaron por delante de la Virgen del Puerto y siguieron la ronda de Segovia…
El trapero [el señor
Custodio] tenía sus itinerarios fijos y sus puntos de parada determinados.
Cuando iba por las rondas subía por la calle de Toledo, que era lo más
frecuente; se detenía en la plaza de la Cebada y en Puerta de Moros, llenaba
los serones de verdura, y seguía hacia el centro. Otros días se encaminaba por
el Paseo de los Melancólicos a la virgen del Puerto, der aquí a la Florida,
luego a la calle Rosales, en donde escogía lo que echaban algunos volquetes de
la basura; seguía a la plaza de san Marcial [actual plaza de España] y llegaba
a la plaza de los Mostenses.
SABER MÁS
https://www.esmadrid.com/mapa-cultural-ilustrado-baroja-por-madrid. Mapa cultural ilustrado: Baroja.
https://www.youtube.com/watch?v=Hz8_g2IVnVQ. Película La busca (1966).
No hay comentarios:
Publicar un comentario