https://ficcionesdeloreal.blogspot.com/2017/04/de-san-vicente-santo-toribio-el-camino.html. EL CAMINO LEBANIEGO: DE SAN VICENTE A SANTO TORIBIO. Para ponerse al día…
En septiembre de 2013, anduve el tramo
común del Camino de Santiago del Norte y del Lebaniego: San Vicente de la
Barquera-Muñorrodero.
En abril de 2023, unos días antes de la
apertura de la Puerta del Perdón, decido continuar desde Muñorrodero por la
senda fluvial del Nansa: hasta donde llegue con todas mis “-itis”
(trocanteritis, fascitis…).
Martes,
11 de abril de 2023
Nada más aparcar junto al
cementerio (a la salida de Muñorrodero), donde veo la señal de “Senda fluvial
del Nansa”, se oye una sierra eléctrica en el monte cercano, cortando
eucaliptos, que rompe el silencio y el piar de los pájaros.
El aparcamiento frente a
Viveros Villar, con un árbol (¿un chopo?) repleto de muérdago a la entrada, es enano.
El cementerio, muy pequeñín,
está cerrado con llave. Se oye el rumor del río. Justo al inicio de un camino
de polvo y gravilla, una fuente. ¡Ahhh!, por lo visto el aparcamiento “oficial”
está un poco más adelante, como a 200 metros, por el camino de polvo. Hay una
autocaravana en este momento.
La senda fluvial empieza
bajando unas escaleras de madera para ir más cerca de la orilla. Un cartel
recuerda a los peregrinos que Muñorrodero “es el último pueblo con bar hasta el
final de la etapa en Cades/Puente El Arrudo”. Compra bocata -aconseja. Y, “si
quieres dormir en el albergue, necesitas reserva…”. En el panel de madera han
aprovechado para pegar un anuncio de la escuela de pádel surf OCLE. Ahí mismo,
corto las primeras zarzas.
En las cunetas del ribazo
del río distingo lechetrezna y unas flores blancas que tengo que buscar (mi App
se queda pensando: debe ser que no
hay cobertura…). ¿Oreja de ratón…?
Entre pitos y flautas, comienzo a andar a las 8.45 h. Está nublado.
¡Mejor! El río, flanqueado por alisos y salgueras, no lleva mucha agua; aunque
presenta restos de tiempos de avenidas, en forma de palitos en la horquilla de varios árboles.
El sendero es un camino de
herradura para solo una persona. De momento, ningún peregrino lebaniego a la
vista, o que me haya adelantado…
En esta ocasión, el símbolo
que he de seguir es una flecha roja y la cruz lebaniega cortada por la mitad.
El sol está a punto de salir tras un monte.
Las raíces de los árboles
son un obstáculo más. Aún hay prímulas en los sitios más umbrosos y húmedos. El
agua remansada lleva espuma.
Los mantenedores de la senda
se han esforzado en facilitar las subidas. Tras una bien pindia, un cartel de
madera señala a la izquierda un bar por una pendiente herbácea. Yo sigo el
camino a la derecha. No es un camino fácil, no. Ni para gente con vértigo. Y
menos mal que está seco (para no resbalar en las rocas).
Bajando el Alpe Diem (un montón de escaleras), me
adelanta el primer andarín: no es un peregrino; solo hace la senda, como yo.
En un cartel sobre control
de especies exóticas invasoras, hablan de la velutina (la avispa asiática), la
crocosmia, la cortaderia (o plumero), la falsa acacia, la reynoutria japónica y
el amor de hombre (Tradescantia fluminensis).
Hay que poner mucha atención
en donde pones los pies, pero el camino es precioso. De repente, oigo un
zumbido de algo: espero que no sean velutinas…
Me gustaría que, en los
postes, o en algún otro sitio, fueran indicando los kilómetros que has
recorrido, o que te faltan por recorrer… También sería deseable algún banco…
Tras bajar los escalones
pindios, el camino arenoso permite que puedan ir dos personas hombro con hombro.
Ahora solo se oye el canto de los pájaros y el rumor del agua.
Me adelanta una pareja con
un perro que pasa como una bala: también son andarines de senda. Y eso que
estamos a días de la apertura del Año Santo (este domingo 16 de abril…).
Llego a unas vallas de madera.
Son casi las 10 h y, como me paro tanto, no tengo ni idea de cuánto pueda haber
recorrido de los 6´8 km a Camijanes que
señalaba el poste del principio. Un habitual me saca de dudas: “Hasta Puente El
Arrudo le quedan 5 kilómetros”… O sea, que solo he andado dos en una hora. ¡En
mi línea!...
A las 10 me había prometido
a mí misma darme la vuelta. Veo un letrero que señala “Luey” y ando un poco más,
esperando “una señal”. Pero, ¿qué es este pedazo de espuma retenida entre las ramas…?
De repente distingo una casa
habitada cerca de un invernadero. Si hay casa, tiene que haber carretera… Igual
la próxima vez podría llegar hasta aquí en coche para seguir… Mientras me
decido, me adelanta el primer peregrino lebaniego
de la jornada.
Un poco más adelante, un
cartel señala como “mal” la variante “aguas bajas”, que parece ir más cerca del
río, y como “bien”, la senda principal. Dos parejas, una de Suances y otra de
Sevilla, cogen el camino que pone “bien”. Solo faltaba haber puesto un ángel y
un demonio…
En la finca del invernadero
anuncian la taberna El Paraíso en Luey, junto a la iglesia: raciones, pizzas y
tienda de comestibles. Veo una carrerita, pero el acceso desde este camino…
¡Aquí esta! ¡Localizada!
Pues no: el camino lleva a unos invernaderos con puerta de hierro. Quizá, en la otra dirección…
Pero son ya las 10.30 h: me vuelvo.
Creo que soy la única que hago
el camino inverso… En el trayecto, me
encuentro con el primer andarín, que no sé si va a la busca de ejemplares de algo… Y con uno
que lleva la radio a todo volumen. Bufff.
A las 11.15 h me cruzo con
un grupo de 30 que quiere estar el domingo en la apertura del Año Santo.
¡Empieza el mogollón…!
Y ahora… ¡a subir las
escaleras pindias!... A las 11.30 h tengo a la vista el cementerio: he volado.
Junto a mi coche, un autobús y varios vehículos más.
De vuelta, entro en Luey por
la carretera… Intenté por otra de las cinco entradas, pero era tan estrecha que
me di la vuelta (no soy una conductora muy consumada…). Busqué la iglesia y El Paraíso: quería ir al baño y tomar algo.
¿Un pincho de tortilla? – pregunto. ¿Un bocadillo de panceta…? -me responden.
Acepto y, con un aquarius, me cuesta 4 euros. Pregunto cuántos niños hay en el pueblo.
He visto varios en el polideportivo a la entrada. Son 17… Y sí, se puede bajar al
río desde ahí. Es un pueblo precioso, en un lugar alto y sano. Quizá me lo
piense para la próxima etapa…
SABER MÁS
https://www.eldiariomontanes.es/cantabria/cinco-doce-albergues-camino-lebaniego-cerrados-semana-20230331211902-nt.html. Cinco de los doce albergues del Camino Lebaniego, cerrados en Semana Santa.
Quejas entre los peregrinos que recorren las etapas entre San Vicente y Santo
Toribio por la escasez de lugares para pasar la noche.
https://www.eldiariomontanes.es/dmontana/senderismo/camino-lebaniego-kilometros-experiencia-20230411172821-nt.html. El Diario
Montañés recorre las tres etapas del Camino que dirigen a los peregrinos desde
San Vicente de la Barquera hasta el Monasterio de Santo Toribio.
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