Como todo el mundo dice que
hay que estar en las redes sociales (¡Vaya! Acabo de leer que facebook está de capa caída), le pedí a una amiga que me
enseñara y tutelara los primeros pasos.
Me decidí por facebook (mi
tío pronuncia facebooc, en
castellano) porque yo no tengo mucho tiempo para gestionar blogs, correos
electrónicos y, ahora, redes. Y porque en twitter hay que estar todo el día
siguiendo a alguien, o que te sigan. Y, eso, para mí, es muy cansado…
Nada más darme de alta, un
montón de gente quería hacerse amiga mía. Y las solicitudes eran como
champiñones en un día de lluvia.
A medida que tomaba
confianza, empecé a buscar a personas a quienes había perdido la pista hacía
mucho tiempo.
A veces doy con algunas que
están mucho peor que yo, como aquella que suplicaba: “¡Por favor, que alguien me
quite esta foto de mi perfil…!”.
Al menos, confío en que no se
me cuele nunca una foto de mí misma, desnuda, en la parte pública…
Unos
meses después…
Todavía no tengo muchas
amistades, pero me entran tantas cosas que no doy abasto para mirarlas todas.
Además, algo debo de hacer mal porque cuando doy para atrás, en vez de seguir
desde donde me quedé, vuelvo al principio. Y entonces, es que ya me desespero…
También me asaltan algunas
dudas: ¿Tengo que poner “me gusta” a quienes me ponen “me gusta” a mí -como en
el concurso de Eurovisión al dar puntos…? ¿Cuántos “post” de otros debo
compartir por día? ¿Existe un número ideal…? ¿Está mal visto si comparto mucho
y yo no escribo apenas nada…? ¿Por qué algún@s se vuelven a poner “Me gusta” a
sí mism@s cuando yo ya se lo he puesto…?
Lo cierto es que todo esto
es muy enigmático para mí…
P.S. Tengo 195 amigos en
Facebook. Lejos de los 5.000 virtuales que te permite la red. Y me paso en 45
de los que los psicólogos consideran la cifra correcta para interactuar bien
(150) en la vida real…
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