viernes, 30 de diciembre de 2022

RELATOS DE LO COTIDIANO. Ahora solo escribo para mis blogs

 

Mientras estudiaba Periodismo, redacté “minicrónicas de 4 minutos” para la radio, aquel verano de prácticas no remuneradas. Versaban sobre los cursos de la UIMP y compartía los 4 minutos con una compañera, así que, quizá, se quedaran en 2. ¿O también los repartíamos con nuestro jefe, que hacía las entrevistas importantes…? Recuerdo que tenía que escribirlas porque, ante el micrófono, me quedaba en blanco y se me fugaban todas las palabras…

Luego trabajé, también de prácticas, tres o cuatro veranos más en un periódico. Mi jefa no me mandaba nada, así que cada día salía a la calle pensando que yo sola tenía que rellenar las páginas locales. Después del último verano, recuerdo que me comentaron: “Aún nos quedan artículos tuyos en la nevera- que era como llamaban al cajón de sastre con lo no publicado. Todavía leí uno sobre “los pies y los podólogos” la primavera siguiente.

Más tarde, escribí en una revista juvenil para adolescentes. Creo que ahí aprendí a fijarme en las curiosidades, en lo inusual, para atraer la atención de un público tan selectivo. Quería que leyeran todas las páginas, también las del informe central, monográfico de 16 folios,  y que no solo hicieran el test. Con el maquetista discutíamos cada número si era más importante la forma o el fondo, e intentábamos llegar a acuerdos para que las tramas estampadas no dificultaran la lectura de los textos.

En El País, donde había realizado un curso el último año de carrera – gracias al inglés- conseguí colocar tres artículos sobre mis viajes al Reino Unido. Pagaban muy bien y, ojalá me hubieran cogido más, pero el suplemento de Viajes tenía ya mucho personal colaborador.

También  escribí para revistas de educación, en un periódico sobre televisión que duró poco, y en un semanario que cerraron por no poder pagar las deudas, tras una demanda. Coordiné una revista  de un colectivo; participé  con un artículo gratuito (nadie cobraba) en una revista anual de una tertulia  -hasta que la subvención, con la crisis, dejó de llegar. Y, entonces, decidí aprender “un poco” de nuevas tecnologías, mediante el intercambio de saberes con una amiga, y creé un blog para dar salida a todos esos pequeños textos que había ido escribiendo a lo largo de los años y que tenía en un cajón. Ahora es un aliciente y un reto para seguir escribiendo cada día, pues “un blog hay que mantenerlo”. Así, cada semana, o algo más, cuelgo un relato inédito, un artículo ya publicado, o nuevo (y no se me olvida cómo hacerlo…).



 

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