viernes, 28 de octubre de 2022

Diario pictórico “SIENDO, AÚN, (MÁS) CREATIVA”

Este curso me reincorporo, de manera presencial, al taller de “Creación plástica” de Sonia Piñeiro, mi dilecta profesora e ilustradora de mis dos últimos/primeros libros.

Miércoles, 3 de octubre de 2022

El primer día voy in albis: en mi cartera he metido el cuaderno de dibujo, varios lápices, mis acuarelas y unos círculos de cartón – por si necesitamos para hacer formas.

La profesora nos dice –a quemarropa- que hoy vamos a hacer “pintura metafísica”… A mí algo me queda del arte que di en el instituto, pero menos mal que lo explica: “… sacar nuestra vida interior usando objetos cotidianos, sacados de contexto”.

Nuestro objeto – al que tenemos que sacar de contexto- es una caracola marina. Sonia nos pone de ejemplo a Giorgio de Chirico y a Guillermo Pérez Villalta, para que los echemos un ojo.

Nos sugiere que primero pintemos caracolas (más de una…) y luego la integremos en un paisaje urbano solitario.

Yo, que pensaba pintar solo una…, pinto dos. Luego, debajo, hago que una de las caracolas sea el gorro y la media melena de una mujer acostada, rodeada por estrellas verdes. “¿He creado una pintura metafísica, profe…?” “¿Con esto vale…?”.

Pues no es suficiente: Sonia me dice que, en otra hoja, cree el paisaje urbano solitario e introduzca ahí a mi mujer-caracola. Busco un cuadro de De Chirico que creo poder utilizar y me pongo a ello.

Por si acaso no queda claro (y como sé que a mi profe le encantan las tipografías: hay que hacerle un poco la pelota…), en la espalda de la mujer, escribo: “mujer-caracola dormida”. ¡Y ya!

-       Esta…, ¡ es un rayo…! -le dice una de las antiguas a una de las nuevas.

En casa, ¡ya veré si hago lo de los cubos! (un ejercicio que Sonia ha propuesto al grupo de Dibujo. Como tardo tan poco en terminar, quieren que me haga dos o tres cursos al tiempo…).

Hoy ha faltado mi amiga Paloma y un montón de gente, que estaba de excursión: somos 13 en total. Y alguno más, que pinta a su aire, lo que quiere… 

Miércoles, 19 de octubre. Un trabajo del año pasado

Tras la fiesta del miércoles 12 de octubre la gente sigue pintando las caracolas “metafísicas”. Como yo ya terminé el primer día, la profe me ha dicho que yo voy a hacer el curso de este año y el del año pasado (que no hice: dos en uno…).

Sonia me dice que elija una figura geométrica (o dos) y haga con ella(s) distintas composiciones y combinaciones de color (me enseña un ejemplo en su cuaderno. A ella le ha quedado reprecioso, claro...).

Para recordarlas, busco en internet en el móvil, “figuras geométricas” a ver si se me ilumina la mente o hay alguna forma que me impresione… Las miro de una en una, pensando en posibilidades, y, de repente, digo: ¡Ya está!: ¡pentágono!...

Lo primero que se me ocurre son las celdas de las abejas, pero ¡ay!, que son hexágonos… Pues me cambio… Decido añadir a esta primera figura el triángulo de mis tejados de infancia…, planos.

El panal me resulta difícil de hacer: unas celdas me salen más grandes que otras (nada de la perfección abejil). Como no pienso borrar, decido poner una tipografía encima (que a mi profe le encanta), para que no haya dudas: “La abeja reina está loca…, y es azul”. Esto último es porque la abeja al principio del laberinto (he instalado unas flores aquí y allá, como si fuera a ir libándolas...), que parecía un ciempiés, al ponerle las alas que me sugirió Sonia, ahora parece una mariposa…

En el siguiente cuadrante, dibujo unos cuantos tejados (inspirándome en internet) con ventanitas distintas. Al lado, los montes de mis composiciones infantiles, con árboles de hoja caduca o perenne.

Debajo, pienso en reunir el hexágono y el triángulo…, y me queda una cometa. Solo tengo que pintarle la cola con unos lacitos.

Para el último (la profe me ha dicho que puedo hacer cosas abstractas, pero yo soy más de figurativo), pinto un espejo (que al poner, “cosas hexagonales” en internet, me ha aparecido) y poniendo mi móvil en posición selfi, me pinto a mí  misma dentro del espejo. Le añado un grifo y pongo una línea de lavabo.

¿Qué es…? -pregunto a la clase. Y se ve que no tienen imaginación -como cuando el Principito enseñaba la boa y todo el mundo le decía que “un sombrero”… Menos mal que soy difícil de desanimar…

Como no quiero empezar otro trabajo nuevo, me voy unos minutos antes: quiero conseguir un libro de Proust que salía hoy mismo en las librerías…

Miércoles, 26 de octubre. Patos con formas geométricas

La gente sigue con trabajos anteriores. Sonia, ¿qué hagoooo…? “Vas a convertir unos patos en sus formas geométricas”. “Pero, ¿cuántos patos…? ¿Vale con dos o tres…?”.

Mi profe dice que no los dibuje “del natural” (esto es, que no los copie de internet); que los convierta ya en sus formas geométricas (y, además, que haga una composición con ellos -¡como si yo fuera Picasso!…), pero yo así no me hallo. Así que, como siempre, hago lo que me da la gana…

Primero busco en mí móvil tres patos que me gusten (escojo un azulón, un pato blanco y uno moñudo) y los dibujo a lápiz. Luego, los coloreo con acuarela. A continuación es el momento de reconvertirlos en triángulos, rectángulos y otros “gulos”. Como queda un poco soso, les dibujo alrededor unas olitas.

Paloma, que está mi lado, haciéndose un “De Chirico” complicadísimo (ha hecho perspectiva y punto de fuga, todo con regla), me achaca que hago todo muy pequeño, y en una página,  para tardar menos.  Ah, se siente…

El trabajo de creatividad de hoy es “representar la música”. Ni más ni menos. “Sonia, yo en abstracto, no me puedo inspirar: tengo que hacerlo en casa, poniéndome mis canciones favoritas”…

Así que Sonia se pone a rebuscar en sus trabajos de años anteriores y me encarga que haga las casas de varios pintores, a estilo y semejanza de sus cuadros. Me pasa una lista de no sé cuántos nombres de pintoras…, que voy a estar imaginando casas hasta el día del Juicio Final.

Empiezo por la primera: Yayoi Kusama, una artista japonesa. Busco sus cuadros por internet y enseguida me quedo con la calabaza (debe ser porque Halloween está cerca…). Elijo una con unos filamentos alrededor del rabito y busco ventanas y puertas para inspirarme. Tras colorearla, decido poner un murciélago/vampiro sobrevolándola.

Cuando la enseño, me dicen: “Pero le faltan los lunares… Ella era una obsesiva de los círculos…”. “Y mi creatividad, ¿qué…?”.  En casa he pensado que quizá le ponga calabazas repetitivas por toda la superficie de la casa. ¡Con tal de no oírlos…!

Miércoles, 9 de noviembre. Pintando casas de pintores

Hoy yo sigo con mis “casas de pintores”. En clase, cada uno está haciendo una cosa…

No recuerdo donde escribí los nombres que me dijo Sonia, pero acabo encontrándolos en el reverso de una de mis láminas.

La segunda en mi lista es Chiaru Shiota (yo tenía apuntada Shiaro -como me sonó al oído…). Al principio pienso que “igual otra japonesaaa”… Pero, al ir mirando su obra en internet, de repente se me hace la luz. ¡Ya está! Como trabaja todo con hilos, se me ocurre que qué mejor que una “casa-araña” tejida por dos arañitas que lanzan sus hilos como si fueran dos pequeñas spiderwoman…

Cuando la profe lo ve, me dice que parece la casa de Louise Bourgeois (no me extraña porque la araña la he copiado de la que está junto al Guggenheim…), pero esa artista no está en la relación, así que… Yo la he elegido por el tema de los hilos. Y no pienso inventarme otra casa...

Decido poner a Chiaru sentada en el centro de su casita y, como Sonia me dice que la araña le da yuyu, la pinto de color azul (en vez de negro) y le hago una cara con sonrisa, ojos con pestañas y cabello rizado. Así creo que queda “más amable”… Bueno, ¡una terminada! Pasemos a la siguiente…

El apellido es complicado (igual lo tengo mal escrito) y no logro encontrarla en internet, así que cojo a Lita Cabellut. Miro sus obras y me leo su biografía. Enseguida lo tengo claro: le voy a pintar una casa-fuente (porque cuentan que con 10 años mendigó en la calle y uno de los lugares que frecuentaba era la fuente de la plaza Real donde los turistas arrojaban monedas). Enseguida me la imagino a modo de una “raquera” buceando en la fuente para rescatar las monedas. Ay, pero que la figura parece más una rata que una niña…

Sonia, sin querer, me da la solución: “Igual es que se siente como una rata”… Decido poner la frase en un bocadillo (por si alguien  tiene dudas). Sonia solo me dice – creo que me tiene por un caso perdido…- “Pinta las monedas”… Les doy un bonito color amarillo, como si fueran de oro. Ya tengo tres casas de pintoras…

Paloma me ha regalado hoy una caja de acuarelas chachi pirulis, con tantos tonos que ya no voy a necesitar mezclar hasta lograr el color que quiero. Tengo que practicar antes, no vaya a ser que haga un estropicio…

Hago fotos de los trabajos ya terminados de otras sesiones…

De la pintura metafísica, algunas más inquietantes que otras...



Y de los "patos geométricos"...

Han hecho auténticas "patadas" (¡vamos!, que han creado un averío...). 


Miércoles, 16 de noviembre. Haciendo lo que me da la gana

Hoy, como tengo que salir un poco antes y no sé el tiempo que me dará (no me gusta dejar las composiciones a medias…), decido empezar por el retrato de un amigo, que es lo que me apetece más.

Pongo la foto en el móvil y empiezo a hacer el boceto a lápiz. Es verdad, como dice mi hermana, que le hago un bonito flemón en su mejilla izquierda, pero creo que así y todo se le reconoce, y se reconocerá…. Mi profesora solo me dice que le aclare un poco el labio inferior porque el de arriba es el que da sombra (y por eso debe quedar más oscuro).

Luego, me pongo con mis “casas de artistas”. Elijo en esta ocasión a Isabel Villar. De su biografía me apunto las palabras “mujer”, “bosque” y “fieras”. Decido hacerle una “casa-dosel”, con los arboles como cúpula verde. De entre sus trabajos, me gusta la figura de una mujer contemplando soñadora mientras se refleja en una lámina de agua, así que la pinto.

También he leído que es la mujer de Eduardo Sanz, el pintor de los faros y, de repente, se me ocurre la idea de que, en vez de su reflejo en el agua, va a aparecer el de su marido pintor (“¿No es un poco machista…?”- me dice Paloma. Pues no: son dos pintores  y, como ella es un poco misteriosa, me puedo inventar que el reflejo de sus fieras y de sí misma es un faro, una ola, una gaviota y…, ¿la cabeza cortada de su marido…?- termina Sonia. “Pues claro: esa es la creatividad del artista. O sea, de mí misma…”. Y así lo dejo zanjado.

No me da tiempo a acuarelarlo: tendré que dejarlo para casa o para el próximo día. Ya me fastidia…

Cristina me enseña sus “casas de artista” del curso pasado, y me encanta la que ha dedicado a mi profesora Sonia…

Me ha dejado sus lápices de colores para acabar mi interpretación de la “música”. Recordé que, cuando mis padres nos compraron el primer tocadiscos, de niños, solo teníamos tres discos de mi madre: uno de Nina y Frederik, dos cantantes, pareja, de la época (los años 60) que, para mí, vestidos de negro y rojo, eran de lo más elegante; un disco de The Brothers Four, donde estaba la canción “El humo ciega tus ojos”, y otro de éxitos de películas.

Me puse a escuchar los dos primeros y me salió una “partitura”: la primera, rítmica y alegre, y la segunda, más sinuosa y melancólica. Pinté la primera a bandas rojas y negras, y la segunda (Campos verdes), en dos tonos diferentes de verde. Puse un  disco de 45 rpm al principio, y otro de 33 rpm, al final, ¡y ya!

https://www.youtube.com/watch?v=NJhujQpyUuE. Listen to the Ocean (1961), por Nina y Frederik.

https://www.youtube.com/watch?v=tVvbkvVIV8s . Greenfields, por The Brothers Four.

Miércoles, 23 de noviembre. Carnívoras y cartel de medicamento

Hoy, mi profesora me apabulló nada más llegar: “Vas a hacer el trabajo de la clase de Dibujo y el de la clase de Creatividad”… Como lo hago todo tan rápido... “En dibujo, hay que pintar una planta carnívora sobre fondo verde con insecto verde…”. Al parecer, se trataba de trabajar las gamas de verdes y su complementario (porque las carnívoras tienen tonos rojos y naranjas). “Después…”.

Yo me dije a mí misma: ¡Calma! Antes tenía que acabar la casa-dosel de Isabel Villar (me faltaba pintar el mar y el cielo, con nubes, que eran el “paisaje” de Eduardo Sanz, como si hubiera doblado en dos el papel y cada uno (Isabel y Eduardo) hubiera pintado su mundo…


En eso no tardé nada y enseguida me puse a elegir las carnívoras que me gustaban en internet para hacer mi composición. Primero, dibujé una especie de tentáculo con un insecto. Los filamentos tenían como gotitas -de jugos químicos, supongo-, al final. Luego, añadí una que parecía una serpiente y otras dos – una, de frente, y otra, de espalda- con una especie de tapadera abierta, para cerrarla cuando entrase el insecto incauto. Las pinté de distintos verdes y luego les añadí manchas y líneas de color rojo.

Ay, pero que cuando busqué el tentáculo con el insecto no conseguía encontrarlo para ver los colores. Como vas pasando de una foto a otra, ya no me acordaba de la línea de búsqueda que había seguido. Empecé a inventarme los colores (yo, para eso, no tengo ningún problema) y, de pronto, volví a dar con el insecto.

La pregunté a Sonia si, para el fondo, podía mezclar los restos que me habían sobrado y hacer un color quebrado. “¡Claro!”- me dijo. Así lo hice, pero me quedó más rosado que verdoso. “Yo dije fondo verde…”.  Pues lo cambio… “No, déjalo, a ver si lo vas a guarrear todo”… Pero yo no iba a dejar algo mal hecho, así que eché más verde a la mezcla y lo pinté por encima, en otra banda. También verdeé al insecto, que era un poco multicolor. ¿Y ahora…? “Ahora, bien”.

La siguiente tarea era inventarnos un cartel para publicitar un medicamento (de ahí lo de la “Creatividad”…): desde el nombre al lema, el tipo de letra…

Yo, enseguida lo tuve claro: iba a ser una pastilla para dormir toda la noche sin tener que levantarse a hacer pis. La píldora sería malva, del color de la noche. El nombre ya era más peliagudo: DORMI, estaba claro, pero la segunda parte… Pensé en sinónimos de “hacer pis”, pero los nombres son todos espantosos: mear, miccionar, orinar… “Sonia, ¿qué te parece dormiorín…?”. La cara de Sonia era un poema. Mejor buscar otro. Miraré en el Covarrubias cuando llegue a casa, a ver si me da ideas.

En el diccionario de 1611 aportaban otra expresión: “hacer aguas”. ¿Y qué tal “dormiaguas” o “dormiguas”, “dorminaguas”…? ¿Dorminar, dormiar…? Mejor lo dejo para el final. Voy a pensar otras cosas: el envase, el anuncio…

Creo que el cartel y el blíster podían ser a la manera de un “empapador”, y el frasco, que recordara, vagamente, a las “bragas de noche” de las residencias (braga incontinencia o pañales para adultos -las llaman).

Qué difícil pintar el empapador: son como las celditas de una colmena…

Para pintar el frasco, decido dar la vuelta a la braguita…Parece un dedal.

Me pongo a mirar letras para la tipografía… Leo que la Helvética es la propia (“neutralidad, versatilidad y alta legibilidad”). También me entero de lo que significan todos los símbolos que aparecen en las cajas de medicamentos. El saber no ocupa lugar…

Con todo esto, me he cansado mucho: ya seguiré otro día…

P.S. Hoy le regalé a Cristina un retrato mío por dejarme las pinturitas el otro día. “Ya tiene un Aída…”- dijo Sonia, como si fuera un Picasso o un Dalí…😂😂😂.

Miércoles, 30 de noviembre. Casas de pintores y cartel de medicamento

Cuando llego a clase, ya he pintado en casa el retrato de Gina para regalárselo en su cumpleaños. No se parece mucho, pero… es lo que hay. El velado de las gafas era muy difícil para mí...

Me pongo primero a terminar el cartel de mi medicamento. Me dicen que no sea vaga para pintar todas las celdillas del empapador que forma el fondo del cartel.

Busco luego en internet algún envase para ver lo que se puede poner. Decido que sea bastante minimalista y un poco críptico: pinto una pastilla y el envase – imitando a las bragas de plástico.  El nombre (una mezcla de dormir y “hacer aguas”) ha quedado finalmente en “Dormigüás”, con acento, -a Sonia le sonaba mejor; ha sido Paloma la que me ha advertido de poner la diéresis (está en todo…).

Yo quería dibujar en una esquina alguien durmiendo, muy esquemático, y un váter cerca con la palabra “NO” (de “dormirás de tirón sin tenerte que levantar al baño”…). Las chicas como que no lo veían, pero yo me he empeñado. Y lo he hecho. Mi profe, atenta a la estética, solo me ha sugerido que la cruz sobre el WC fuera del mismo color que el envase y la pastilla. Se lo he concedido…

Finalizado el ejercicio del día, he cogido mi lista de casas de pintores: me tocaba María Blanchard. En cuanto he leído su biografía, se me ha encendido la bombillita: voy a hacerle una “casa-coche de caballos” (por lo visto, su madre se cayó al descender de uno de ellos y debido a esto su escoliosis). Me decían que era cruel por haber elegido este motivo, pero “ella” no se va a enterar…

Pinté primero un apunte de retrato suyo y luego le puse, en rojo, un techado y dos ruedas del coche de caballos. Intenté jugar con la geometría: no sé si lo he conseguido. No sabía si ponerle un fondo, pero Sonia me dijo que lo dejara tal cual. A mí me gusta: sencillo y un poco cubista.

Miércoles 14 de diciembre. La casa de Picasso

Hoy – no sé si es por la cercanía de las vacaciones de Navidad- estoy un poco dispersa. Además, ando hecha un culo inquieto.

Me senté primero donde siempre, pero recordé que el pasado miércoles el calor del radiador me dio dolor de cabeza y cogí todos mis bártulos y me cambié de lado, “a la sombra”.

Empecé a ver los nombres de mi lista de “Casas de pintoras”, pero no se me ocurría ninguna idea brillante viendo las imágenes de sus cuadros, así que opté por lo que me pareció una “gran idea”: pintaría la “Casa de Picasso”. Ya la tenía en mente: Picasso rodeado y “abovedado” por todas sus mujeres (entre esposas y amantes).

Me puse a ello enseguida: primero busqué una imagen del pintor reconocible (por si no le sacaba bien el parecido). Después, fui buscando, una a una, en el móvil, por orden cronológico, a sus mujeres: Fernande Olivier, Eva Gouel, Marie-Thérèse Walter, Dora Maar, FranÇoise Gilot, Olga Jojlova y Jacqueline Roque. Las dispuse como una corona (no sé si de laurel, de espinas, o ambas) a su alrededor - mientras me cupieron; luego, al albur…

Entretanto, Paloma, a mi lado, seguía pintando plantas carnívoras. “¿Cuál te gusta más…?” Ella era partidaria de la más “aguada”, pero a mí me gustaban las que tenían más detalles.

Al llegar, le había entregado los retratos de su hermana y de su marido (él no se parecía a Lenin, como el que, en tiempos, le hizo ella, pero casi me había quedado “transparente”. “La culpa  la tiene él”-le dije. “El pelo estaba tan corto que no tenía nada con lo que separarlo del papel”… Yo, para quitarme las culpas, soy muy larga

Sonia había traído los calendarios de mesa y de pared para el año 2023: ambos preciosos y con unas gamas que me encantan. Precisamente, iban de “Casas de Pintoras”, el ejercicio que habían hecho el curso pasado y que yo hago este -junto a otros dos cursos porque “como voy tan rápido”…

Al final, por si no reconocían quiénes eran, Paloma me dio la idea y lo titulé “La casa de Barba Azul”. ¡A ver si lo adivinas sin pistas!, Marta…



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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