lunes, 15 de agosto de 2022

EN EL ARBORETO “EL JOYUCU” DE TRASVÍA

 

Como este año no puedo andar mucho, decido intentar alguno de los itinerarios  más cortos y fáciles  que propone el Ayuntamiento de Comillas en uno de sus folletos.

En este caso, el que parte y termina  en el área recreativa “El Joyucu”,  una ruta circular de 2´5 kilómetros de dificultad baja. Yo, solo recorreré el área recreativa, que acoge un arboreto y un espacio con barbacoas, mesas y bancos para comer. Y un pequeño aparcamiento.

Viernes, 8 de julio

A las 7. 30 h, en que llego con el coche al aparcamiento, se oye  a un cuervo graznar y el prado está todo segadín. Solo se escucha, de cuando en cuando, un coche por la carretera general.

El desvío desde Comillas no está indicado: es una carreterita a la derecha, en dirección a Trasvía (de hecho, es el camino antiguo por el que se llegaba a Comillas desde Trasvía), de doble sentido, aunque muy estrecha (ruego porque no baje otro vehículo…).

Lo primero que veo, junto a la entrada, es el cartel del Quercus pyrenaica o rebollo… al lado de la nada (o lo han segado o se ha secado).

Sigo la empalizada por el lado izquierdo (donde acechan las ortigas)  y, el terreno está tan seco, que se agrieta.

El siguiente cartel, que apenas se lee, es del Acer negundo (negundo). El tercer cartel (Taxus baccata) está suelto (y lo han asegurado con un adoquín…).

El serbal de cazadores (uno de mis árboles favoritos), tampoco está. Sigue el Quercus ilex o la encina, pero ha desaparecido el Betula alba o abedul, de corteza blanca.

Al final de la empalizada, llego a una puerta de madera rota, que no da precisamente a un “jardín secreto”, sino a zarzas y maleza.

Voy hasta los confines (un seto natural de laurel al final del cual hay una entrada  a un bosquecillo…donde la gente aprovecha para hacer sus necesidades).

El acebo (Ilex aquifolium) está un poco lejos de su placa: quizá hubo dos, y uno murió…

Junto a la entrada peatonal de la derecha, un cerezo (Prunus avium) de corteza con rayas horizontales. Cerca, un Quercus suber o alcornoque, al que se reconoce por su corteza de corcho. Y junto a él, un avellano, tan propio de la tierra.

Un seto de aligustre cierra este lado junto a la carretera.

El Populus nigra o chopo tampoco está. Pero sí un par de arces (Acer campestre).

En el centro del arboreto, un fresno (Fraxinus excelsior) junto a una fuente… que funciona.

El castaño (Castanea xativa) con muchas de sus inflorescencias (lo que yo llamo “fuegos artificiales”) caídas en el suelo.

El aliso, con sus “bolitas negras” queda un poco lejos del cartel (no sé si alguien que no lo conozca podría adivinarlo: quizá en el cartel debieran haber puesto una foto o una ilustración). La placa está de pena y el nombre en latín ya ni se aprecia.

El suelo está lleno de toperas.

El roble albar (Quercus pétrea) tiene oidio (un hongo que pone blancas las hojas). El Quercus robur también está enfermo.

Tras salir del arboreto, ando un poco de la carretera en dirección a Trasvía; en las tapias semiderruidas, correhuelas y gordolobos. 

Llego hasta la piedra de ánimas – bajo un roble, donde el camino hace una curva  y sube, serpenteante, hacia Trasvía- donde me dijeron las mujeres de Trasvía que descansaban el féretro en su camino de Trasvía al cementerio de Comillas, y me vuelvo, que mi pie no da para más...




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