Jueves, 11 de marzo de 2021
Salgo sobre las 10.30 h en
dirección al parque de La Teja. El cielo se está enmarañando y no sé lo que
tardará en estropearse…
Llego al parque de Jado, en
General Dávila, y un señor a quien me encuentro en ascensores y escaleras
mecánicas me dice que “igual está al otro lado” [de la colina]… Una señora me confirma
que, efectivamente, está al otro lado de la ladera, en descenso.
El cielo, al fondo, ya se ve
un poco negro; pero hace calor.
En una de las placas de las
calles veo que es la “Bajada de la Teja”: voy bien. Es un parque escalonado, como
el del Agua, con distintas terrazas creadas en el terraplén. Tiene una zona de
recreo para perros.
Sales frente a la Facultad
de Ciencias, en la Avenida de los Castros. Las plantas a los lados de las
escaleras (lavandas) están un poco “fané y descangalladas”. En el primer “piso”,
hay una pista de skate.
Encinas, pinos piñoneros…
Quizá resulte un poco monótono. Para mí, le faltan flores y color.
En la terraza superior, un parque
infantil y uno para mayores, con aparatos.
Bajo una enorme encina, se
encuentra el busto, sin nariz, del general Francisco Morazán, “padre de la
patria centroamericana”.
17 grados a las 11.39 h.
Mientras subo, ¿restos de la tejera…, una especie de chimenea…?
Llego a Jado y bajo por el
otro lado, en sentido inverso. Las nubes negras, invaden desde el mar, como una
gran mano. Cuervos y urracas me despiden con sus voces agrias.
Por 75 céntimos de euro
compro un sobre de rúcula, y dos patatas por 36 céntimos. Me sobran aún 19
céntimos del presupuesto de 50 euros para la semana.
Sobre las 15 h empieza a
llover. Pero yo ya he cumplido con el paseo…
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