Su autor, Eduardo Barba
Gómez, jardinero, botánico, paisajista y profesor de jardinería, dice en el
prólogo que “todas las plantas seleccionadas [45] pueden crecer en una maceta
colocada en un pequeño balcón”. Y que podemos aprender observando.
“En el barrio de mi infancia
me gustaba clasificar las terrazas y balcones que colgaban a la calle entre los
que tenían plantas y los que no…”- comienza el prólogo.
El libro oscilará así entre
los recuerdos personales y la información científica y práctica de este
botánico viajero.
“La culpable de esta mirada
hacia las plantas era mi madre…”- continúa. Ella recogía cualquier resto de
planta caído en el suelo y, ya en casa, lo plantaba en una maceta, donde
florecía provocando sorpresa y admiración en el Eduardo niño. (Él también
rescatará, de adulto, plantas del cubo de la basura de una floristería…).
Este decidió hacerse
jardinero y ahora selecciona 45 plantas (que están en los cuadros del museo del
Prado) que cualquiera puede cultivar en un tiesto en un pequeño balcón.
La primera que aparece es la
malva real (en el jardín de la casa de Fortuny), una de mis flores
favoritas, y que nunca he conseguido sacar adelante (a pesar de que las veo
junto a las casas en muchos pueblos y que parecen cuidarse solas…). Eduardo no
lo dice, pero era también una de las flores favoritas de Fray Junípero Serra, y
los frailes franciscanos la llevaron a las misiones de las Californias, en
Estados Unidos, en el siglo XVIII.
Otra que me encanta es la vincapervinca, llamada también violeta
de bruja. Recuerdo que la primera vez que la vi fue en Polientes (Cantabria),
cercana al cauce de un arroyo. Y eso que el color de la flor no me encaja tan
bien con el verde (de las hojas) como el rojo…
En cambio, el tulipán siempre me ha parecido una flor
muy tiesa, que, además, al menor soplido, se descabeza. Por el contrario, el
nacimiento de los narcisos, que
salen como directamente de entre la hierba, me sigue maravillando (en abril de
1983, en Nottingham, fue prodigioso).
Me gustan los lirios azules, la budleia, el serbal de cazadores o la
glicina (Los tengo apuntados para cuando tenga que plantar algo, y tenga sitio
suficiente…).
Sobre
él mismo, “la persona que busca las plantas en los cuadros”
[En mis viajes] “Cuando cargo
la mochila siempre van conmigo un tubo de cartón ancho y muy rígido y una bolsa
grande con cierre hermético” [y papel húmedo que hidrate los esquejes]…Varias
de las plantas irán para el lugar donde doy clase. Otras terminarán en casas de
amigos. Finalmente, llevaré algunas especies muy concretas al vivero municipal
de estufas del Retiro…”.
“De pequeño fui tan fan de
Darwin como de Astérix o Lucky Luke. Me
entusiasmaba leer su diario del Viaje de
un naturalista alrededor del mundo…Si puedo, suelo visitar las casas donde
vivieron personalidades que me marcaron de una u otra manera. Especialmente,
viviendas de artistas…".
Con 10 años plantó su primer
bulbo de jacinto azul en la terraza de su casa. “Era de la variedad Delft
Blue”. Pero su “Serengueti particular” era el descampado enfrente de casa.
Allí, entre la tierra arenosa, buscaba malvas en otoño. Con 14 cultiva su primer
drago. Un amigo del instituto le trajo una semilla tras un viaje a Canarias con
sus padres.
Uno de sus bodegones
favoritos es el de Clara Peeters, con flores, copa de plata dorada y jarra de
peltre. Hace un homenaje a su restauradora, Clara Quintanilla, que lo fuera
muchos años del Prado. Tiziano es otro pintor “absolutamente cautivador e
imprescindible” en su bagaje personal. Como Fra Angelico.
Patinir y El descanso en la huida a Egipto serán el inicio de su relación con el museo
del Prado, primero catalogando las plantas para su propio conocimiento (“Patinir me
enseñaba la riqueza de su tierra a través de sus ojos”), luego colaborando
cuando era requerido. Habla de lo que los ingleses llaman plant blindness, la
ceguera que tenemos hacia las plantas en las obras de arte. “Patinir… atrapa. Muchas veces suelo empezar las visitas que hago con amigos al museo
[del Prado] por la sala de Patinir”. Para él, uno de los fragmentos
botánicos más hermosos de la historia
del arte es el manzano que aparece en El
paso de la laguna Estigia, con toda su cohorte de plantas: “un rosal,
violetas, una celidonia, fresas, un llantén menor y una azucena con sus flores blancas”.
“Una de las cosas que
persigo en clase es que los alumnos sientan la curiosidad por aprender el
lenguaje de las plantas…lo que significa que una planta pierda el color vivo e
intenso,…o por qué una rama de un árbol se ha secado”.
“A lo que aspiro como jardinero…es al buen gusto y a la humildad, a
intentar imitar a la naturaleza con sus reglas y aprender de ella con respeto”.
La amapola azul del Himalaya es una de sus flores favoritas. Otra, la cimbalaria o palomilla de muro. Sus
olores favoritos: el de las rosas antiguas (rosa de boticarios), el aroma de la
flor del almendro, el de las celindas, los lilos, el eleagno, el azahar o la
cletra japonesa (A mí me gusta el de las lilas, las clavelinas, o los alhehíes. En cambio, el del jazmín siempre me ha parecido demasiado
fuerte/intenso).
También nos cuenta que un
verano fue a trabajar de voluntario en el Jardín Botánico Alpino del Col du
Lautaret, en los Alpes franceses. Y que otras veces ha intercambiado
alojamiento por ayudar con las plantas a ciudadanos parisinos. El libro lo ha escrito en un jardín mediterráneo, el de sus amigos Andreu y Regina.
Los jardines botánicos son una de sus visitas obligadas cuando viaja
(tiene la costumbre de pasar el día entero allí, en los más grandes). “El jardín de invierno de
Cambridge fue el primero en diseñarse con este concepto…El jardín botánico de
Berlín me arrebata de los pies a la
cabeza…El botánico de Roma es parte de mí…”. También son especiales para él el
Hortus Botanicus de Amsterdam, el de Utrech y el de Leiden. Y, por supuesto, el
Botánico de Madrid. “Hay plantas que fueron traídas de América y cultivadas
aquí por primera vez en Europa…Es un privilegio poder ver una planta en el
Jardín Botánico y entrar al Museo del Prado a continuación para ver cómo el
artista captó la personalidad de esa misma especie en su pintura…”.
Pompeya es para él “uno de
los rincones más magnéticos”. Y Versalles, en cambio, le deja frío. Amsterdam es una de sus ciudades
favoritas para pasear.
Dos frases: “Cultivando una
planta te cultivas a ti mismo”, “El arte me sirve como una manera de conocerme
mejor”.
Obras
que le transforman, que le fascinan, que no puede dejar de mirar:
Artistas que le ponen contento
El pintor holandés Adriaen Coorte. “Enfrentarse a una de sus
obras es realizar un ejercicio de…mindfulness,
de atención plena…”.
El bosque de la Alhambra, en
la colina de la Sabika, en Granada, y El Romeral de San Marcos, del paisajista
Leandro Silva, en Segovia.
Aprendiendo
con él…
La calabaza…es una de las
primeras plantas en ser domesticada por la humanidad.
El drago más famoso pintado en óleo es el del Jardín de las delicias de El Bosco. Este pintó los frutos de color
azul [debió de basarse en un grabado, en blanco y negro], cuando estos son verdes, y anaranjados a medida que maduran.
Patinir…al que se considera
el primer artista paisajista.
La rosa es la flor que mayor
número de veces aparece en el museo del Prado, seguida de la hiedra. El laurel
está entre las cinco que más aparecen. Y la azucena blanca es una de las diez plantas más representadas.
Jan Brueghel el Viejo ha
ilustrado casi la mitad de las más de quinientas especies y variedades
vegetales que tienen en la colección. Solo en el cuadro llamado El olfato, que realiza junto a Rubens,
aparecen más de 60.
Con el trigo (en los campos
de cereales)…suelen crecer la correhuela, la margarita bastarda y la amapola [y
el azulejo].
Goethe era un enamorado del
Ginkgo biloba (yo lo llamo el árbol “con hojas de abanico”).
Los nombres populares de las
plantas son fascinantes…En cualquier idioma se convierten en una fuente de
conocimiento por sí mismos.
Plantas
fáciles de cultivar en maceta (y con muchos meses en flor)
Estas son sus recomendaciones: Tagetes, petunias, margaritas
amarillas, pensamientos, begonias, verbenas, primaveras, alegrías, ciclamen,
gazania, coreopsis, aliso de mar, ajo
silvestre, cimbalaria…
La regla de oro para realizar cualquier semillero es no enterrar la
semilla más de dos veces su tamaño. Conviene echarlas, antes de sembrarlas, en
un vaso con agua.
“Un jardín puede ser algo tan sencillo como tres macetas colocadas con
gusto…, donde luzcan las plantas que nosotros queramos”.
Plantas
con flores muy aromáticas
Su selección: Lirio de los valles, don
Diego de noche, heliotropo (o vainilla de jardín), galán de noche, naranjo
mejicano, fresia…
Y una propuesta
Salir un día de casa enfocando solo las plantas que aparecen ante nosotros y nos rodean. También o, sobre todo, en la ciudad. “En el pequeño jardincito
enfrente de casa, en los balcones de los vecinos, en las grietas del asfalto,
en las fisuras de las aceras, en los alcorques de los árboles, en los portales
de los edificios, en las jardineras y macetones del bulevar, en las medianas y
rotondas, en las llagas de los ladrillos…”.
Por ejemplo, los ombligos de Venus en la Biblioteca Municipal de
Santander…
LEER
MÁS
https://elpais.com/cultura/2020/02/12/actualidad/1581514149_630969.html. Un recorrido por el Museo del Prado de flor
en flor.
https://elpais.com/cultura/2019/03/13/actualidad/1552483706_733860.html?rel=listapoyo. El jardinero que conoce todas las flores del
Prado. El botánico Eduardo Barba ha catalogado las plantas de las 1.050 obras
del museo que contienen motivos vegetales.
https://www.eldiario.es/cultura/libros/libro-explica-plantar-jardin-delicias_0_997050922.html. Del
Prado a la maceta: pasos para plantar los claveles de Goya o un trozo de 'El
jardín de las delicias' en tu propia casa.
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SOBRE JARDINES Y PLANTAS
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LA VIDA.
NOVELAS
con la pintura de fondo
El enigma del maestro Joaquín [Patinir], de Sigrid Heuck.
El misterio Velázquez, de Eliacer Cansino.
La joven de la perla, de Tracy Chevalier.
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