lunes, 2 de marzo de 2020

EL JARDÍN DEL PRADO. VER EL MUSEO DEL PRADO A TRAVÉS DE SUS PLANTAS-FLORES


Su autor, Eduardo Barba Gómez, jardinero, botánico, paisajista y profesor de jardinería, dice en el prólogo que “todas las plantas seleccionadas [45] pueden crecer en una maceta colocada en un pequeño balcón”. Y que podemos aprender observando.

“En el barrio de mi infancia me gustaba clasificar las terrazas y balcones que colgaban a la calle entre los que tenían plantas y los que no…”- comienza el prólogo.

El libro oscilará así entre los recuerdos personales y la información científica y práctica de este botánico viajero.

“La culpable de esta mirada hacia las plantas era mi madre…”- continúa. Ella recogía cualquier resto de planta caído en el suelo y, ya en casa, lo plantaba en una maceta, donde florecía provocando sorpresa y admiración en el Eduardo niño. (Él también rescatará, de adulto, plantas del cubo de la basura de una floristería…).

Este decidió hacerse jardinero y ahora selecciona 45 plantas (que están en los cuadros del museo del Prado) que cualquiera puede cultivar en un tiesto en un pequeño balcón.

La primera que aparece es la malva real (en el jardín de la casa de Fortuny), una de mis flores favoritas, y que nunca he conseguido sacar adelante (a pesar de que las veo junto a las casas en muchos pueblos y que parecen cuidarse solas…). Eduardo no lo dice, pero era también una de las flores favoritas de Fray Junípero Serra, y los frailes franciscanos la llevaron a las misiones de las Californias, en Estados Unidos, en el siglo XVIII.


Otra que me encanta es la vincapervinca, llamada también violeta de bruja. Recuerdo que la primera vez que la vi fue en Polientes (Cantabria), cercana al cauce de un arroyo. Y eso que el color de la flor no me encaja tan bien con el verde (de las hojas) como el rojo…


En cambio, el tulipán siempre me ha parecido una flor muy tiesa, que, además, al menor soplido, se descabeza. Por el contrario, el nacimiento de los narcisos, que salen como directamente de entre la hierba, me sigue maravillando (en abril de 1983, en Nottingham, fue prodigioso).

Me gustan los lirios azules, la budleia, el serbal de cazadores o la glicina (Los tengo apuntados para cuando tenga que plantar algo, y tenga sitio suficiente…).

Sobre él mismo, “la persona que busca las plantas en los cuadros”

[En mis viajes] “Cuando cargo la mochila siempre van conmigo un tubo de cartón ancho y muy rígido y una bolsa grande con cierre hermético” [y papel húmedo que hidrate los esquejes]…Varias de las plantas irán para el lugar donde doy clase. Otras terminarán en casas de amigos. Finalmente, llevaré algunas especies muy concretas al vivero municipal de estufas del Retiro…”.

“De pequeño fui tan fan de Darwin  como de Astérix o Lucky Luke. Me entusiasmaba leer su diario del Viaje de un naturalista alrededor del mundo…Si puedo, suelo visitar las casas donde vivieron personalidades que me marcaron de una u otra manera. Especialmente, viviendas de artistas…". 

Con 10 años plantó su primer bulbo de jacinto azul en la terraza de su casa. “Era de la variedad Delft Blue”. Pero su “Serengueti particular” era el descampado enfrente de casa. Allí, entre la tierra arenosa, buscaba malvas en otoño. Con 14 cultiva su primer drago. Un amigo del instituto le trajo una semilla tras un viaje a Canarias con sus padres.

Uno de sus bodegones favoritos es el de Clara Peeters, con flores, copa de plata dorada y jarra de peltre. Hace un homenaje a su restauradora, Clara Quintanilla, que lo fuera muchos años del Prado. Tiziano es otro pintor “absolutamente cautivador e imprescindible” en su bagaje personal. Como Fra Angelico.

Patinir y El descanso en la huida a Egipto  serán el inicio de su relación con el museo del Prado, primero catalogando las plantas para su propio conocimiento (“Patinir me enseñaba la riqueza de su tierra a través de sus ojos”), luego colaborando cuando era requerido. Habla de lo que los ingleses llaman plant blindness, la ceguera que tenemos hacia las plantas en las obras de arte. “Patinir… atrapa. Muchas veces suelo empezar las visitas que hago con amigos al museo [del Prado] por la sala de Patinir”. Para él, uno de los fragmentos botánicos  más hermosos de la historia del arte es el manzano que aparece en El paso de la laguna Estigia, con toda su cohorte de plantas: “un rosal, violetas, una celidonia, fresas, un llantén menor y una azucena con sus flores blancas”. 


“Una de las cosas que persigo en clase es que los alumnos sientan la curiosidad por aprender el lenguaje de las plantas…lo que significa que una planta pierda el color vivo e intenso,…o por qué una rama de un árbol se ha secado”.

“A lo que aspiro como jardinero…es al buen gusto y a la humildad, a intentar imitar a la naturaleza con sus reglas y aprender de ella con respeto”.

La amapola azul del Himalaya es una de sus flores favoritas. Otra, la cimbalaria o palomilla de muro. Sus olores favoritos: el de las rosas antiguas (rosa de boticarios), el aroma de la flor del almendro, el de las celindas, los lilos, el eleagno, el azahar o la cletra japonesa (A mí me gusta el de las lilas, las clavelinas, o los alhehíes. En cambio, el del jazmín siempre me ha parecido demasiado fuerte/intenso).

También nos cuenta que un verano fue a trabajar de voluntario en el Jardín Botánico Alpino del Col du Lautaret, en los Alpes franceses. Y que otras veces ha intercambiado alojamiento por ayudar con las plantas a ciudadanos parisinos. El libro lo ha escrito en un jardín mediterráneo, el de sus amigos Andreu y Regina.

Los jardines botánicos son una de sus visitas obligadas cuando viaja (tiene la costumbre de pasar el día entero allí, en los más grandes). “El jardín de invierno de Cambridge fue el primero en diseñarse con este concepto…El jardín botánico de Berlín  me arrebata de los pies a la cabeza…El botánico de Roma es parte de mí…”. También son especiales para él el Hortus Botanicus de Amsterdam, el de Utrech y el de Leiden. Y, por supuesto, el Botánico de Madrid. “Hay plantas que fueron traídas de América y cultivadas aquí por primera vez en Europa…Es un privilegio poder ver una planta en el Jardín Botánico y entrar al Museo del Prado a continuación para ver cómo el artista captó la personalidad de esa misma especie en su pintura…”.

Pompeya es para él “uno de los rincones más magnéticos”. Y Versalles, en cambio, le deja frío. Amsterdam es una de sus ciudades favoritas para pasear.

Dos frases: “Cultivando una planta te cultivas a ti mismo”, “El arte me sirve como una manera de conocerme mejor”.

Obras que le transforman, que le fascinan, que no puede dejar de mirar:

Entró 8 veces en el Museo del Louvre para admirar la Victoria de SamotraciaLas Meninas y el Retrato de Inocencio X, de Velázquez. La Flora, de Stabias, en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. La Anunciación, de Fra Angelico.

Artistas que le ponen contento

El pintor holandés Adriaen Coorte. “Enfrentarse a una de sus obras es realizar un ejercicio de…mindfulness, de atención plena…”. 


Jardines que le han transportado a momentos poéticos

El bosque de la Alhambra, en la colina de la Sabika, en Granada, y El Romeral de San Marcos, del paisajista Leandro Silva, en Segovia.

Aprendiendo con él…

La calabaza…es una de las primeras plantas en ser domesticada por la humanidad.

El drago más famoso pintado en óleo es el del Jardín de las delicias de El Bosco. Este pintó los frutos de color azul [debió de basarse en un grabado, en blanco y negro], cuando estos son verdes, y anaranjados a medida que maduran.

Patinir…al que se considera el primer artista paisajista.

La rosa es la flor que mayor número de veces aparece en el museo del Prado, seguida de la hiedra. El laurel está entre las cinco que más aparecen. Y la azucena blanca es una de las diez plantas más representadas.

Jan Brueghel el Viejo ha ilustrado casi la mitad de las más de quinientas especies y variedades vegetales que tienen en la colección. Solo en el cuadro llamado El olfato, que realiza junto a Rubens, aparecen más de 60.

Con el trigo (en los campos de cereales)…suelen crecer la correhuela, la margarita bastarda y la amapola [y el azulejo].

Goethe era un enamorado del Ginkgo biloba (yo lo llamo el árbol “con hojas de abanico”).

Los nombres populares de las plantas son fascinantes…En cualquier idioma se convierten en una fuente de conocimiento por sí mismos.

Plantas fáciles de cultivar en maceta (y con muchos meses en flor)

Estas son sus recomendaciones: Tagetes, petunias, margaritas amarillas, pensamientos, begonias, verbenas, primaveras, alegrías, ciclamen, gazania,  coreopsis, aliso de mar, ajo silvestre, cimbalaria…

La regla de oro para realizar cualquier semillero es no enterrar la semilla más de dos veces su tamaño. Conviene echarlas, antes de sembrarlas, en un vaso con agua.

“Un jardín puede ser algo tan sencillo como tres macetas colocadas con gusto…, donde luzcan las plantas que nosotros queramos”.

Plantas con flores muy aromáticas

Su selección: Lirio de los valles, don Diego de noche, heliotropo (o vainilla de jardín), galán de noche, naranjo mejicano, fresia…

Y una propuesta

Salir un día de casa enfocando solo las plantas que aparecen ante nosotros y nos rodean. También o, sobre todo, en la ciudad. “En el pequeño jardincito enfrente de casa, en los balcones de los vecinos, en las grietas del asfalto, en las fisuras de las aceras, en los alcorques de los árboles, en los portales de los edificios, en las jardineras y macetones del bulevar, en las medianas y rotondas, en las llagas de los ladrillos…”.

Por ejemplo, los ombligos de Venus en la Biblioteca Municipal de Santander…


LEER MÁS

https://elpais.com/cultura/2020/02/12/actualidad/1581514149_630969.html. Un recorrido por el Museo del Prado de flor en flor.

https://elpais.com/cultura/2019/03/13/actualidad/1552483706_733860.html?rel=listapoyo. El jardinero que conoce todas las flores del Prado. El botánico Eduardo Barba ha catalogado las plantas de las 1.050 obras del museo que contienen motivos vegetales.

https://www.eldiario.es/cultura/libros/libro-explica-plantar-jardin-delicias_0_997050922.html. Del Prado a la maceta: pasos para plantar los claveles de Goya o un trozo de 'El jardín de las delicias' en tu propia casa.

MÁS SOBRE JARDINES Y PLANTAS



NOVELAS con la pintura de fondo

El enigma del maestro Joaquín [Patinir], de Sigrid Heuck.


El misterio Velázquez, de Eliacer Cansino.


La joven de la perla, de Tracy Chevalier.





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