lunes, 2 de diciembre de 2019

A MADRID, EN TREN, POR EL 25 CONGRESO DE APIA

Este año, la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (APIA) cumple/cumplimos 25 años.


Como cumplir un cuarto de siglo ya es una hazaña y ¡vete tú a saber dónde y cómo estamos en el 2044 -los siguiente 25-!, este era un buen momento para juntarse con l@s compañer@s y compartir y recordar los inicios, la historia y los retos futuros.


Primero, lo importante. Luego, el relato…

Algunas cosas que se han dicho en el XIII Congreso Nacional de Periodismo Ambiental, y con las que me quedo:

  1. La información ambiental debe ser transversal y formar parte de todas las informaciones que se den.
  2. El diagnóstico y el lamento ya no valen; la fase de diagnóstico ya terminó: hay que aportar soluciones, contar nuevas historias.
  3. El diálogo y el intercambio de conocimientos son esenciales.
  4. El periodista hoy ha de transmitir -de manera sencilla y solvente- mensajes positivos que inciten a la acción. Empatía, solvencia y rigor son fundamentales para hacer una buena presión.
Javier Valenzuela, vicepresidente de APIA: “Somos la antesala de la COP”. (La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, “Tiempo de actuar/Time For Action”,  tendrá lugar en Madrid del 2 al 13 de diciembre).

María García de la Fuente, presidenta de APIA: “Vivimos una emergencia climática y también de biodiversidad”.

Nemesio Rodríguez, presidente de la FAPE: “La APIA es una de las asociaciones más pujantes de la FAPE”.

Teresa Ribera, ministra en funciones para la Transición Ecológica: “Dan ganas de quedarse con vosotros todos estos días… estar con profesionales que entienden, respetan, exigen… Empatía, solvencia y rigor son fundamentales para hacer una buena presión”.

El escritor Manuel Rivas está de acuerdo con las palabras de Miguel Torga: “El primer compromiso del periodismo es escribir; sin olvidar que, todo lo que escribes, compromete”.

María Sánchez, veterinaria de campo y escritora: “Quiero un campo diverso, sostenible y feminista”. “Hay que reivindicar la palabra campesino/a”.

Manuel Campo Vidal, fundador de la Red de Periodistas Rurales: “La salud [enfermos climáticos] va a ser una palanca para que la ciudad mire al mundo rural”.

Víctor García, emprendedor rural: “La aldea del futuro ha de ser cosmopolita, pero hay que adaptar la gestión al territorio”.

Los inicios de la APIA, 1994, por sus soci@s

Rosa Pradas: “La ventaja de estar juntos es que no estás solo”.

Josefina Maestre: “Necesitábamos reconocernos como especie”.

Rafa Ruiz: “Como yo soy de pueblo [de Quintanaentello, Burgos], le puse mucho ahínco”.

En el folleto de presentación de APIA, en 1994, por su primer presidente, Joaquín Fernández, este ya citaba: “el crecimiento de los mares, los agujeros del cielo o los cambios climáticos que provocan prematuros florecimientos”. 


La ilustración de Amechazurra -un periodista-fotógrafo todoterreno, con un nido en la cabeza, al que muerde un cocodrilo, respirando los humos de una industria contaminante y con los pies en un vertido sin depurar-, suspirando: “Señor, ¡qué profesión! “, es bien descriptiva del momento. Rafa Ruiz aportaba  el punto cómico-irónico. 


A continuación, venían los apellidos de l@s primer@s asociad@s y la primera Junta directiva.

Tengo guarreado mi programa con algunas notas: “El periodismo ambiental puede humanizar la política y el periodismo”; “Objetivos de la asociación: darnos moral y arroparnos un poco”; “El acto es un homenaje de los periodistas a sus fuentes”, y una observación: “trajes y camisas de cuadros…”.

25 años después

Arturo Larena, EfeVerde: “Ahora jugamos la Champion League”.

Olimpia García, SEOBirdlife: “Se trata de no perder el rigor científico, haciendo unos artículos sexis”.

Mª José Esteso, Ecologistas en Acción: “Buscamos que los artículos sean un poco más ligeros, con más ilustraciones, y queremos llegar a librerías críticas”.

Edurne Rubio, Greenpeace España: “Ha cambiado el contexto. Ahora, la gente se preocupa”.

Coral García, WWF España: “La comunicación ambiental sigue teniendo que ver con las personas y las relaciones humanas”.

Rafa Ruiz, El País, El Asombrario: “Una cosa son las redes y otra el periodismo. Las redes no son el contenido: son herramientas”.

 Mi relación con APIA y “lo ambiental”

Tengo el número de socio 27. En 1994, cuando se creó, yo trabajaba en la revista GENTE CE, una revista juvenil, donde llevaba los temas de medio ambiente desde 1990 (Páginas verdes).




Aunque pocas veces he trabajado a tiempo completo en “lo ambiental”, siempre tengo el rabillo del ojo puesto en sus contenidos, sobre todo a través de esa función que se llama  FORMACIÓN/EDUCACIÓN A TRAVÉS DE LOS MEDIOS.

Siempre, desde el principio, me he sentido parte de la APIA.

Epílogo

Ha sido un gusto ver a tod@s los compañer@s. Más que nada, porque los siguientes 25, ya tendré 82 y, ¡a no ser que pongan chaise longues para estar en horizontal…! Además, Concha Velasco ha dicho, el día que cumplía 80 años, que “Toda la vida queriendo llegar a los 80 y, cuando llegas, no hace tanta gracia”….

Así me siento yo en 2019… Pero voluntad me sobra...


El relato. Santander, 26 de noviembre de 2019. En la estación

¡Qué pasión por hacer cola…! Llego en taxi a las 6.35 h (el tren sale a las 7.05 h) y, en cuanto ven a la chica del checkpoint, la tercera edad en pleno, aún sin abrir, corre a permanecer de pie al menos 10 minutos.

Yo, me he sentado en uno de los fríos bancos metálicos, poniéndome bajo el culete el plástico con los papeles importantes…por las cistitis, que nunca se sabe…

Como ya no me daba tiempo a tirar las últimas basuras, he metido en el congelador los posos del té: no quería que se quedaran canos en la nevera u olorosos al aire.

Pues hoy abren antes el checkpoint…Casi tengo que irme hasta Valdecilla a por mi vagón, el 8, al principio del convoy…

En la calle he visto ¡17! grados. ¿Estará bien…?- le pregunto al taxista., que bosteza al inicio de su jornada laboral. “Igual está un grado por encima, pero sí”. O sea, que va a hacer un calor…

En mi vagón, no funcionan los lumínicos (espero que no sea una mala señal. En un viaje anterior, no recuerdo si era este vagón, también íbamos fundidos…) y cada uno que entra, pregunta: ¿Este es el 8…?

En el vagón número 7 también marca 17 grados. “Veremos la película Un hombre fiel y el documental…”. “Estamos llevando a cabo una encuesta sobre nuestros servicios…” (a mí nunca me llegó).

En mi vagón, vamos 4, uno de ellos (luego, me enteraré de que ha venido a trabajar a Valdecilla durante 6 meses desde Andalucía) despistado del todo. ¡Horror! Su móvil es de los que no ha quitado el ruido de las teclas al wasapear. Y guasapea todo el rato…

Salimos puntuales  a la hora. A las 8 menos 10 empieza a amanecer.

No han previsto dónde colocar los andadores de las personas mayores: ni caben tras los asientos, ni en las rejillas para maletas, así que sale un trozo hacia el pasillo.


Nubes de sur llegando a Reinosa. De momento, no veo nieve en Santiurde…¡Que quiten los carteles de las ventanas del pasillo: no dejan ver!

En el andén de Reinosa no hay nieve. Dejándola atrás, el cielo está negro de tormenta. O de nieve (panza de burro) y se ve mucha agua embalsada en los campos.

A las 8.50 h paramos en Aguilar. Está tan oscuro que parece que no acaba de amanecer. De hecho, las luminarias de la estación permanecen encendidas.


Pasado Aguilar empieza a llover. Niebla baja y los árboles casi en esqueleto, como si fueran una chuleta medio roída.

En la parte delantera de mi vagón, 3 jóvenes (2 contra 1) se enzarzan sobre política, uno de ellos bastante excitado: “Solo tener una empresa, ya explotas…”, “Todos los de izquierdas, os vais a Amancio Ortega…”.

En Palencia, a las 9.45 h, sigue la luz tenue y baja, gris. Siempre que llegamos a la desviación por carretera que pone a Villamuriel y Soto de Cerrazo, el tren va muy despacio o se para. Nos quedamos en silencio, como si fuéramos en un coche eléctrico.

Por la izquierda, cruzan nubes negras; por la derecha, se ven nubes y claros (pedazos de cielo azul, detrás o arriba de las nubes).

Solo dos nos hemos salido a la plataforma a hablar por el móvil. Un señor detrás de mí lleva un buen rato contando en alta voz sus cuitas y diretes. Luego la gente habla de la intimidad violada…Pero si la publicitas tú a voz en grito… “El comité de empresa…”, “Como ahora los de Viesgo son Repsol…”.

Decido hacer caso a un compañero y seguir hasta Atocha en el tren (que va a Alicante) en vez de bajarme en Chamartín y coger el billete combinado. ¡En buena hora…! Empezamos a ir hacia atrás y a dar un rodeo que hasta pensé si me iba a Levante. Y unos metros antes de llegar a Atocha, nos paramos…Había gente que a las 13 h tenía que enlazar con el tren a Sevilla. ¡Y, como siempre, nadie nos dice nada hasta pasados muchos minutos! “Por avería indeterminada” y tiempo también indeterminado…Al final, llego a Puerta de Atocha a las 12.45 h en vez de a las 11.57 h… ¡Bien está lo que bien acaba! 

Miércoles, 27 de noviembre

Ohhh! Se traspasa mi quiosco de la glorieta de Atocha, donde compraba mis postales y la Guía del ocio cada vez que venía a Madrid…


A las 8.15 h en que salgo, ¡qué ruido! El tráfico, las máquinas de segar o aspirar hojas; gente que habla alto y agudo, los martillos “trepanadores” y las cotorras, con su grito chirriante. En Atocha, gente con maletas y niños que van al cole con sus mochilas de ruedas.

A las 9.26 h, cuando llego al Círculo de Bellas Artes, hay 10 grados.


Jueves, 28 de noviembre

Hoy salgo a las 8.30 h y sigo parándome ante todo lo que me llama la atención…


Me llevo toda la farmacia del Paseo de las Delicias (no sé si me va a dar un ataque de ciática o de lumbago)…y me tomo un chocolate y media de churros (3 de 5, 2´70 euros) en El Brillante, de Atocha.


Sigue el cartel que marca menos - 273 grados en el restaurante Prado, cerca del Congreso. ¿Será profético…?

Los señores que escupen entre el colmillo (ya he visto a dos)… ¡qué cerdez!...

Un hombre va hablando detrás de mí por el móvil en un inglés macarrónico.

Yo voy siguiendo un caminito de hojas secas en la acera como si fueran las baldosas amarillas de "El mago de Oz".


Viernes, 29 de noviembre. Después del Congreso

Salgo a las 9.30 h con día mortecino (pero sin lluvia, por el momento).

Hoy hay “mercadillo de calle” en Atocha, junto al museo Reina Sofía. Casi no se puede pasar. Parece todo de segunda mano.


Me compro la Guía del ocio en el quiosco y selecciono las exposiciones que me interesa ver: en la Biblioteca Nacional, hay una de Galdós y otra sobre el exilio republicano. Y en la Fundación Francisco Giner de los Ríos, sigue la que conmemora el centenario del Instituto-Escuela.

Se pueden sacar fotos, sin flash, así que aprovecho para inmortalizar lo que me interesa. Por ejemplo, una imagen de Galdós “tomando un coche de punto a la puerta de San Quintín”, en Santander, o la escalera de la casa adornada con grabados de los Episodios Nacionales Ilustrados.


Mientras voy a la ILE, en General Martínez Campos, veo “empapelada” toda la calle con banderines de Madrid Green Capital (aunque los nuevos gobernantes se hayan cargado Madrid Central y las medidas ambientales brillen por su ausencia…).


Después me acerco a la Residencia de Estudiantes, en Pinar 21 (siempre que entro en el recinto es como si sintiera que pertenezco a este lugar). Quizá me quede a comer el menú (lástima, hoy el comedor está completo). Pido en la cafetería una caña y una ración de ensaladilla. Luego, ¡a casa! con todos los libros que me he comprado: Toledo (por lo visto, le gustaba mucho) e Italia (que comienza en Santander, el 30 de octubre de 1888, quince días después de regresar de Roma), de Galdós, y el catálogo de la expo  de la Fundación, con una pregunta para el visitante: "¿Y si el futuro tiene cien años…?", y la imagen en la retina de San Vicente de la Barquera, sede de las colonias escolares, pintada por Darío de Regoyos en 1910.



Sábado, 30 de noviembre

A las 10.25 h, en Sol, un vejete con gorra de la Legión, o eso me parece…, baila y golpea el suelo con el bastón al ritmo de soleares. Su arte surte efecto y un montón de gente, fundamentalmente mujeres, se acerca a dejarle unas monedas.


¡Y la cola de Doña Manolita!, a pesar de la máquina de turnos…


En la Gran Vía (y ¡cómo es la Gran Vía…!), una mujer joven duerme beatíficamente, boca arriba, a plena luz del día.


En Montera, descubro otro jardín vertical, como el de Caixa Forum, pero en un edificio de viviendas. 


Enfrente, el número 27, está “todo roto”, en plena rehabilitación desde los cimientos.


Sobre las 12 h, se levanta una ventolera…

ENLACES

https://elpais.com/elpais/2019/11/25/album/1574685513_501390.html. “La Navidad llega al Jardín Botánico”. Yo, prefiero verlo con sus colores naturales…






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