Este año, la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (APIA) cumple/cumplimos 25 años.
Como cumplir un cuarto de siglo ya es una hazaña y ¡vete tú a saber dónde y cómo estamos en el 2044 -los siguiente 25-!, este era un buen momento para juntarse con l@s compañer@s y compartir y recordar los inicios, la historia y los retos futuros.
Primero, lo importante. Luego, el
relato…
Algunas
cosas que se han dicho en el XIII Congreso Nacional de Periodismo Ambiental, y
con las que me quedo:
- La información
ambiental debe ser transversal y formar parte de todas las informaciones
que se den.
- El diagnóstico y el
lamento ya no valen; la fase de diagnóstico ya terminó: hay que aportar
soluciones, contar nuevas historias.
- El diálogo y el
intercambio de conocimientos son esenciales.
- El periodista hoy ha de
transmitir -de manera sencilla y solvente- mensajes positivos que inciten a
la acción. Empatía, solvencia y rigor son fundamentales para hacer una buena presión.
Javier
Valenzuela, vicepresidente de APIA: “Somos la antesala de la
COP”. (La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, “Tiempo de
actuar/Time For Action”, tendrá lugar
en Madrid del 2 al 13 de diciembre).
María
García de la Fuente, presidenta de APIA: “Vivimos una emergencia
climática y también de biodiversidad”.
Nemesio
Rodríguez, presidente de la FAPE: “La APIA es una de las
asociaciones más pujantes de la FAPE”.
Teresa
Ribera, ministra en funciones para la Transición Ecológica: “Dan ganas de quedarse con vosotros todos estos días…
estar con profesionales que entienden, respetan, exigen… Empatía, solvencia y
rigor son fundamentales para hacer una buena presión”.
El escritor Manuel
Rivas está de acuerdo con las palabras de Miguel Torga: “El
primer compromiso del periodismo es escribir; sin olvidar que, todo lo que
escribes, compromete”.
María
Sánchez, veterinaria de campo y escritora: “Quiero un campo
diverso, sostenible y feminista”. “Hay que reivindicar la palabra campesino/a”.
Manuel
Campo Vidal, fundador de la Red de Periodistas Rurales:
“La salud [enfermos climáticos] va a ser una palanca para que la ciudad mire al
mundo rural”.
Víctor
García, emprendedor rural: “La aldea del futuro ha de ser
cosmopolita, pero hay que adaptar la gestión al territorio”.
Los inicios de la APIA, 1994, por sus soci@s
Rosa
Pradas: “La ventaja de estar juntos es que no estás solo”.
Josefina
Maestre: “Necesitábamos reconocernos como especie”.
Rafa
Ruiz:
“Como yo soy de pueblo [de Quintanaentello, Burgos], le puse mucho ahínco”.
En el folleto de
presentación de APIA, en 1994, por
su primer presidente, Joaquín Fernández, este ya citaba: “el crecimiento de los
mares, los agujeros del cielo o los cambios climáticos que provocan prematuros
florecimientos”.
La ilustración de Amechazurra -un periodista-fotógrafo
todoterreno, con un nido en la cabeza, al que muerde un cocodrilo, respirando
los humos de una industria contaminante y con los pies en un vertido sin
depurar-, suspirando: “Señor, ¡qué profesión! “, es bien descriptiva del
momento. Rafa Ruiz aportaba el punto
cómico-irónico.
A continuación, venían los apellidos de l@s primer@s asociad@s
y la primera Junta directiva.
Tengo guarreado mi programa
con algunas notas: “El periodismo ambiental puede humanizar la política y el
periodismo”; “Objetivos de la asociación: darnos moral y arroparnos un poco”;
“El acto es un homenaje de los periodistas a sus fuentes”, y una observación:
“trajes y camisas de cuadros…”.
25
años después
Arturo
Larena, EfeVerde: “Ahora jugamos la Champion League”.
Olimpia
García, SEOBirdlife: “Se trata de no perder el rigor científico, haciendo unos artículos sexis”.
Mª
José Esteso, Ecologistas en Acción: “Buscamos que los artículos sean un poco
más ligeros, con más ilustraciones, y queremos llegar a librerías críticas”.
Edurne
Rubio, Greenpeace España: “Ha cambiado el contexto. Ahora, la
gente se preocupa”.
Coral
García, WWF España: “La comunicación ambiental sigue teniendo
que ver con las personas y las relaciones humanas”.
Rafa
Ruiz, El País, El Asombrario: “Una cosa son las redes y
otra el periodismo. Las redes no son el contenido: son herramientas”.
Mi relación con APIA y “lo ambiental”
Tengo el número de socio 27.
En 1994, cuando se creó, yo trabajaba en la revista GENTE CE, una revista
juvenil, donde llevaba los temas de medio ambiente desde 1990 (Páginas verdes).
Aunque pocas veces he
trabajado a tiempo completo en “lo ambiental”, siempre tengo el rabillo del ojo
puesto en sus contenidos, sobre todo a través de esa función que se llama FORMACIÓN/EDUCACIÓN A TRAVÉS DE LOS MEDIOS.
Siempre, desde el principio,
me he sentido parte de la APIA.
Epílogo
Ha
sido un gusto ver a tod@s los compañer@s. Más que nada, porque los siguientes
25, ya tendré 82 y, ¡a no ser que pongan chaise
longues para estar en horizontal…! Además, Concha Velasco ha dicho, el día
que cumplía 80 años, que “Toda la vida queriendo llegar a los 80 y, cuando
llegas, no hace tanta gracia”….
Así
me siento yo en 2019… Pero voluntad me sobra...
¡Qué pasión por hacer cola…!
Llego en taxi a las 6.35 h (el tren sale a las 7.05 h) y, en cuanto ven a la
chica del checkpoint, la tercera edad en pleno, aún sin abrir, corre a
permanecer de pie al menos 10 minutos.
Yo, me he sentado en uno de
los fríos bancos metálicos, poniéndome bajo el culete el plástico con los
papeles importantes…por las cistitis, que nunca se sabe…
Como ya no me daba tiempo a
tirar las últimas basuras, he metido en el congelador los posos del té: no
quería que se quedaran canos en la nevera u olorosos al aire.
Pues hoy abren antes el
checkpoint…Casi tengo que irme hasta Valdecilla a por mi vagón, el 8, al
principio del convoy…
En la calle he visto ¡17!
grados. ¿Estará bien…?- le pregunto al taxista., que bosteza al inicio de su
jornada laboral. “Igual está un grado por encima, pero sí”. O sea, que va a
hacer un calor…
En mi vagón, no funcionan
los lumínicos (espero que no sea una mala señal. En un viaje anterior, no
recuerdo si era este vagón, también íbamos fundidos…) y cada uno que entra,
pregunta: ¿Este es el 8…?
En el vagón número 7 también
marca 17 grados. “Veremos la película Un hombre fiel y el documental…”.
“Estamos llevando a cabo una encuesta sobre nuestros servicios…” (a mí nunca
me llegó).
En mi vagón, vamos 4, uno de
ellos (luego, me enteraré de que ha venido a trabajar a Valdecilla durante 6
meses desde Andalucía) despistado del todo. ¡Horror! Su móvil es de los que no
ha quitado el ruido de las teclas al wasapear. Y guasapea todo el rato…
Salimos puntuales a la hora. A las 8 menos 10 empieza a
amanecer.
No han previsto dónde
colocar los andadores de las personas mayores: ni caben tras los asientos, ni
en las rejillas para maletas, así que sale un trozo hacia el pasillo.
Nubes de sur llegando a
Reinosa. De momento, no veo nieve en Santiurde…¡Que quiten los carteles de las
ventanas del pasillo: no dejan ver!
En el andén de Reinosa no
hay nieve. Dejándola atrás, el cielo está negro de tormenta. O de nieve (panza
de burro) y se ve mucha agua embalsada en los campos.
A las 8.50 h paramos en
Aguilar. Está tan oscuro que parece que no acaba de amanecer. De hecho, las
luminarias de la estación permanecen encendidas.
Pasado Aguilar empieza a
llover. Niebla baja y los árboles casi en esqueleto, como si fueran una chuleta
medio roída.
En la parte delantera de mi
vagón, 3 jóvenes (2 contra 1) se enzarzan sobre política, uno de ellos bastante
excitado: “Solo tener una empresa, ya explotas…”, “Todos los de izquierdas, os
vais a Amancio Ortega…”.
En Palencia, a las 9.45 h,
sigue la luz tenue y baja, gris. Siempre que llegamos a la desviación por
carretera que pone a Villamuriel y Soto de Cerrazo, el tren va muy despacio o
se para. Nos quedamos en silencio, como si fuéramos en un coche eléctrico.
Por la izquierda, cruzan
nubes negras; por la derecha, se ven nubes y claros (pedazos de cielo azul,
detrás o arriba de las nubes).
Solo dos nos hemos salido a
la plataforma a hablar por el móvil. Un señor detrás de mí lleva un buen rato
contando en alta voz sus cuitas y diretes. Luego la gente habla de la intimidad
violada…Pero si la publicitas tú a voz en grito… “El comité de empresa…”, “Como
ahora los de Viesgo son Repsol…”.
Decido hacer caso a un
compañero y seguir hasta Atocha en el tren (que va a Alicante) en vez de
bajarme en Chamartín y coger el billete combinado. ¡En buena hora…! Empezamos a
ir hacia atrás y a dar un rodeo que hasta pensé si me iba a Levante. Y unos
metros antes de llegar a Atocha, nos paramos…Había gente que a las 13 h tenía
que enlazar con el tren a Sevilla. ¡Y, como siempre, nadie nos dice nada hasta
pasados muchos minutos! “Por avería indeterminada” y tiempo también
indeterminado…Al final, llego a Puerta de Atocha a las 12.45 h en vez de a las 11.57
h… ¡Bien está lo que bien acaba!
Miércoles,
27 de noviembre
Ohhh! Se traspasa mi quiosco
de la glorieta de Atocha, donde compraba mis postales y la Guía del ocio cada
vez que venía a Madrid…
A las 8.15 h en que salgo,
¡qué ruido! El tráfico, las máquinas de segar o aspirar hojas; gente que habla
alto y agudo, los martillos “trepanadores” y las cotorras, con su grito chirriante. En Atocha, gente con maletas y niños que van al cole con sus
mochilas de ruedas.
A las 9.26 h, cuando llego
al Círculo de Bellas Artes, hay 10 grados.
Jueves,
28 de noviembre
Hoy salgo a las 8.30 h y
sigo parándome ante todo lo que me llama la atención…
Me llevo toda la farmacia
del Paseo de las Delicias (no sé si me va a dar un ataque de ciática o de lumbago)…y me tomo un chocolate y media de churros (3 de 5,
2´70 euros) en El Brillante, de Atocha.
Sigue el cartel que marca
menos - 273 grados en el restaurante Prado, cerca del Congreso. ¿Será profético…?
Los señores que escupen
entre el colmillo (ya he visto a dos)… ¡qué cerdez!...
Un hombre va hablando detrás
de mí por el móvil en un inglés macarrónico.
Yo voy siguiendo un caminito
de hojas secas en la acera como si fueran las baldosas amarillas de "El mago de
Oz".
Viernes,
29 de noviembre. Después del Congreso
Salgo a las 9.30 h con día
mortecino (pero sin lluvia, por el momento).
Hoy hay “mercadillo de
calle” en Atocha, junto al museo Reina Sofía. Casi no se puede pasar. Parece
todo de segunda mano.
Me compro la Guía del ocio
en el quiosco y selecciono las exposiciones que me interesa ver: en la
Biblioteca Nacional, hay una de Galdós y otra sobre el exilio republicano. Y en
la Fundación Francisco Giner de los Ríos, sigue la que conmemora el centenario
del Instituto-Escuela.
Se pueden sacar fotos, sin
flash, así que aprovecho para inmortalizar lo que me interesa. Por ejemplo, una
imagen de Galdós “tomando un coche de punto a la puerta de San Quintín”, en
Santander, o la escalera de la casa adornada con grabados de los Episodios
Nacionales Ilustrados.
Mientras voy a la ILE, en
General Martínez Campos, veo “empapelada” toda la calle con banderines de
Madrid Green Capital (aunque los nuevos gobernantes se hayan cargado Madrid Central y las medidas
ambientales brillen por su ausencia…).
Después me acerco a la
Residencia de Estudiantes, en Pinar 21 (siempre que entro en el recinto es como
si sintiera que pertenezco a este lugar). Quizá me quede a comer el menú
(lástima, hoy el comedor está completo). Pido en la cafetería una caña y una
ración de ensaladilla. Luego, ¡a casa! con todos los libros que me he comprado:
Toledo (por lo visto, le gustaba
mucho) e Italia (que comienza en
Santander, el 30 de octubre de 1888, quince días después de regresar de Roma), de
Galdós, y el catálogo de la expo de la
Fundación, con una pregunta para el visitante: "¿Y si el futuro tiene cien años…?", y la
imagen en la retina de San Vicente de la Barquera, sede de las colonias escolares, pintada por Darío de Regoyos
en 1910.
Sábado,
30 de noviembre
A las 10.25 h, en Sol, un vejete
con gorra de la Legión, o eso me parece…, baila y golpea el suelo con el bastón
al ritmo de soleares. Su arte surte efecto y un montón de gente,
fundamentalmente mujeres, se acerca a dejarle unas monedas.
¡Y la cola de Doña Manolita!, a pesar de la máquina de turnos…
En la Gran Vía (y ¡cómo es
la Gran Vía…!), una mujer joven duerme beatíficamente, boca arriba, a plena luz
del día.
En Montera, descubro otro
jardín vertical, como el de Caixa Forum, pero en un edificio de viviendas.
Enfrente, el número 27, está “todo roto”, en plena rehabilitación desde los
cimientos.
Sobre las 12 h, se levanta
una ventolera…
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