Antes de darme el alta, la ginecóloga me leyó a toda prisa el informe sobre el análisis de mi útero. Siempre me he preguntado por qué -para los simples mortales- no ponen el diagnóstico en cristiano, aunque sea entre paréntesis. Como los nombres de los pájaros… Este era una sucesión de latinajos y términos técnicos del que solo conseguí sacar en claro “hiperplasia en el endometrio”. “Ya lo miraré en internet cuando llegue a casa” -pensé para mí.
Al
hacerlo, entendí lo del apellido del
médico de cabecera. La hiperplasia podría ser precursora, en el futuro, de
cáncer endometrial. Pero yo me lo he quitado justo a tiempo. Aproveché también
para mirar imágenes de úteros miomatosos. En internet se puede encontrar de
todo. La verdad es que los dibujos eran bastante denterosos. En cuanto al peso, mi útero, con todos sus habitantes, casi alcanzaba un kilo, así
que nada de
Al sexto día después de quitarme las 17 grapas, se me empezaron a rizar los puntos de papel que me había puesto la enfermera antes de abandonar el hospital. En internet, en un blog de madres de hijos con brechas, hablaban de cuatro o cinco días, y yo ya empezaba a desesperar. Lo mejor fue que al preguntar a la ginecóloga si estos se caían solos o tenía que hacer algo, ella me preguntó: “¿Pero qué puntos de papel…?”. Así que mañana, después de la ducha, que estarán más blanditos, me los arranco.
Me
hubiera gustado que me dieran las recomendaciones por escrito, como hace
-
“Se
desaconseja el encamamiento prolongado por riesgo de trombosis”.
Y porque si no te da un dolor de
espalda que te mueres -añado yo.
Los médicos te ponen una sonrisa sardónica cuando les dices que has buscado esto o lo otro por internet. Como si creyéramos al oráculo en vez de a ellos, pero a mí, lo cierto es que internet me ha despejado dudas, me ha aclarado cosas, ha relativizado mis miedos…Y a veces me ha dado más comprensión y apoyo que los profesionales en persona.
Lo único que no he conseguido encontrar es “Cuándo salir a la calle”, así que lo he hecho cuando me lo ha pedido el cuerpo. Eso sí, muy despacito para que los pasos no me retumbaran en la tripa. En el hospital, no me había atrevido a salir de la habitación, más que nada porque mi hermana me decía que la gente, en vez de ventilar abriendo la ventana de su cuarto, abría la puerta del pasillo y todas sus miasmas iban a parar a los lugares comunes. Y yo no quería irme a casa con algo que no tenía…
TRES SEMANAS DESPUÉS
Tengo un punto interno que es como si al coser hubieran cogido dos telas a la vez.
Ya
he dejado de sangrar.
Me
pica y tengo desescamada la piel de la tripa, donde estuvo el esparadrapo del
principio, a pesar de la crema y del aceite de rosa mosqueta.
En
uno de los puntos externos hay un bultito, como un quiste. Espero que no me
tengan que volver a operar por eso...
Aunque
de la operación no tengo recuerdo, sí lo tengo de la sonda que me pusieron tres
horas antes “porque a las 3 cambia el
turno y bla, bla, bla…”. O sea, por facilidad suya, que no mía.
También
recuerdo a una enfermera joven y bruta que casi me explota la vena de la vía
porque para limpiar el conducto obstruido, metió suero con todas sus fuerzas.
O
cuando me quitaron el drenaje que, menos mal que me dijeron el truco de coger
aire por la boca y, mientras lo pensaba, sacó el conducto a toda prisa, porque
la sensación es bastante desagradable: es como si un látigo pasara entre varias
gelatinas moviéndolas como un colchón de agua y, a la vez, una fricción que
produce calor como cuando te tiras por una cuerda con las manos sin guantes. En
fin, que no quiero volver a pasarlo. Y luego, ¡podían dejar el drenaje del lado
opuesto a la puerta por donde entran las visitas!, porque ver una botella de plástico llena de
sangre no es la imagen más agradable cuando vienen a verte. Es como si fuera un vampirito…
[Relato escrito en 2009]
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