Martes,
17 abril 2018
27 º C, al sol, a las 16.30
h en la farmacia de Jesús de Monasterio.
En la sala de espera de la
estación, la voz: “Prohibido jugar en el recinto…”. Pero si no hay nadie
jugando. Esto de las voces grabadas y en diferido…
En el tren, a la sombra, 21
º C. ¡Gracias a Dios! Y eso que, para mí, y mi cuerpo, más de 20 grados, ya es
calor…
No hemos llegado ni a
Valdecilla y ya nos hemos parado. Menos mal que voy con tiempo.
10 minutos en dique seco y
sin saber por qué, como siempre…¿Será por el tren que viene…? En la última
parte del Parque del Agua hay dos argayos.
La ropa flamea en los
tendales al aire del nordeste, en Muriedas. Tengo un sueño atroz: esta mañana
me he levantado a las 4…
Me encantan las casas con
tejas en las paredes exteriores. Así me parece que nunca entrará el agua, que
se desliza hacia el suelo.
Los asientos siempre me
cortan los muslos. Deben estar hechos para alguien que mida 1´70 m, al menos…
Las hojas están todas
fresquitas y jugosas, de verde luminoso y claro, recién nacidas en los árboles.
En los campos están haciendo la primera siega de la primavera, cerca de Zurita.
Han salido vinagreras, la flor del aro y distingo flor de cuclillo en las zonas
más húmedas. Un ratonero, de espaldas al ferrocarril, observa su campo de acción en un roble junto
a las vías.
Ya teníamos que estar en
Lombera, pero aún andamos en la estación del norte, en Sierrapando. Llegamos a
Lombera con 15 minutos de retraso. 21 º C.
La gente está con las
segadoras de mano en los jardines, o con los “federicos”, esas máquinas que son
como los aspiradores redondos, que andan solos por la casa.
Andando, andando, llego
hasta la salida que cojo cuando voy al Centro Social La Rasilla, al otro extremo de Los Corrales.
La plaza donde está la
biblioteca (La Pontanilla) está llena de árboles floridos y, antes, dejo atrás
el cementerio, donde veo dos mausoleos, uno de ellos cubierto de hiedra.
Me paro a tomar un té y una
porción de tarta de zanahoria (¡adiós a mi dieta disociada…!) en “Diablillos
Cake. Bakery and Coffe”, un sitio grande, de techos altos, en tonos
pastel, con mesas de madera envejecida.
De vuelta al apeadero, tras
la charla en la biblioteca Guillermo Arce, huele a hierba recién cortada, uno
de mis olores favoritos. En la estación, unos chavales juegan al balón que, a menudo, va a parar a las vías, ¿no tendrán otro sitio…? Ni caso al
paisaje tan maravilloso que tienen a su alrededor.
Los pájaros van volviendo a sus descansaderos para dormir ahora que se hace la noche. El paisaje desde el tren parece un teatro de sombras…
Los pájaros van volviendo a sus descansaderos para dormir ahora que se hace la noche. El paisaje desde el tren parece un teatro de sombras…
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