http://ficcionesdeloreal.blogspot.com.es/2014/01/diario-de-dos-pintoras-en-ciernes-i.html.
DIARIO DE DOS PINTORAS EN CIERNES.
http://ficcionesdeloreal.blogspot.com.es/2015/05/diario-de-una-retratista-aprendiza.html. DIARIO
DE UNA RETRATISTA APRENDIZA.
http://ficcionesdeloreal.blogspot.com.es/2016/01/diario-de-una-retratista-reincidente-i.html.
DIARIO DE UNA RETRATISTA REINCIDENTE. I parte.
http://ficcionesdeloreal.blogspot.com.es/2016/02/diario-de-una-retratista-reincidente-ii.html. DIARIO
DE UNA RETRATISTA REINCIDENTE. II parte.
https://ficcionesdeloreal.blogspot.com/2017/02/retrato-y-color-1-diario-de-una.html. Diario de una reincidente retratista.
“Los caminos lejanos -malva y pino-…” (verso del poema Crepúsculo, de JRJ). El color, también en la poesía…
DÍA 1. DEL CAOS AL ORDEN
Yo no quería…Lo mío es el lápiz y el retrato, pero me acabaron convenciendo y, en principio, fui para hacer bulto y contribuir al “mínimo” necesario (de alumnado) para que el taller pudiera comenzar.
Llego un poco tarde…, y ya
no me entero de nada. Los alumn@s me habían tomado la delantera y tod@s estaban
ya dibujando círculos concéntricos, dividiendo en dos con una raya la primera página
del cuaderno, o tirando líneas alrededor de los
círculos, lo que se llama “hacer la cuadratura del círculo”…
Solo tenemos una regla y un
compás para todos (es como el chiste del huevo y del palillo), así que decido
trazar “a ojo” la división en dos de mi primera página de mi nuevo bloc de
dibujo, apropiado para la pintura con acrílicos (las hojas son más gruesas para
soportar el agua…).
Esto es un descontrol: la
gente se pelea por la regla o el compás; hay quien lo monopoliza como hacen con
los chorros de la piscina. Me pongo tan nerviosa que tengo que ir a hacer pis (y
de paso cojo agua en mi frasco de cristal).
Cuando vuelvo, sigue el
caos. ¿Puedo hacer mi círculo con el culo del tarrito?- pregunto. No, es muy
pequeño - me contesta Sonia, la profesora. Así que, ¡a esperar!
Menos mal que luego me
revelaré como una niña “prodigia”…
El taller se llama no sé qué
sobre la teoría del color (muy filosófico), pero yo lo he rebautizado “Pintando
con acrílicos”. Al fin y al cabo, es lo que vamos a hacer…
Cuando hemos terminado de
cruzar los dos círculos con rayas diagonales a diestro y siniestro, Sonia nos
conmina a poner un poco de cada color primario (magenta, amarillo y azul) en
nuestra paleta/plato/lo que sea -que hayamos traído.
Con el color amarillo puro
pintamos el espacio más exterior, arriba. Luego, nos dice que contemos tres
espacios vacíos y, al cuarto, pongamos el color magenta y, lo mismo, y el azul.
Hay gente que cuenta mal y se le descabalan los espacios. A Isabel, no sé por
qué, le sale un cuadro marrón…
Después, se trata de ir
combinando los colores primarios para lograr “la rueda de color”. Mezclamos
primero azul y amarillo a partes iguales (50/50), y sale verde. El mío es color
reineta; el de Isabel, grani esmiz. En un segundo intento, añadimos más
amarillo o más azul a la mezcla, para lograr distintos tipos de verde, desde el
verde limón al verde oscuro. Yo, termino enseguida: soy un lince. Y me
autonombro “niña prodigia”. Sonia dice que para ser “prodigia” del todo hay que
lograr los morados, que deben ser los más difíciles. Bueno. No está mal…La
culpa la tienen mis colores, que no consiguen el tono adecuado…
Cuando terminamos la primera
rueda, viene la segunda, la de dentro: ahora se trata de añadir blanco, “para
quitar saturación”; en cristiano, para aclarar el color y volverlo más pastel.
Me queda bastante bonito, aunque para no pisar unos colores a otros, por mi
impericia con el pincel, he dejado unos estrechos espacios en blanco.
“Ahora, fijaos: los colores
complementarios son los enfrentados; el rojo, con el verde; el azul, con el
naranja, y el amarillo, con el morado”. Esto es importante si queremos lograr
un contraste a la hora de pintar.
He decidió hacerme fovista: a mí me encantan el naranja, el
turquesa y el verde. Paloma se ríe de mis palitos enfrentados: los suyos parecen
unas tizas planas. Se ha traído un juego de pinceles que ni que fuera Miguel
Ángel…Pilar ha llenado todo su cuaderno de “uñas”…Ha estado tan concentrada
todo el rato que no ha dicho ni mu.
DIARIO
DE UNA ACRÍLICA Y AMIGAS (en este caso, Paloma):
Tenía muchas ganas de comenzar este taller
porque iba a estar rodeada de amigas, a saber: Sonia (la capitana del equipo),
Gina, Aída, Isabel, Pilar y su hermana (aunque no la conozco tanto), y eso,
sabía que me iba a recargar las pilas del buen humor.
Me había comprado en el Lidel una caja de
pinceles que han sido la admiración del grupo y unos tubos “chanos” de
acrílicos. Cuando llegué (tarde por el aquagym), ya estaban acabando la ruleta
de la fortuna acrílica y pude enseñorearme del compás y la regla. Aún así, el
primer intento resultó fatal y lo tuve que repetir.
Los colores primarios fueron fáciles, solo
pringar el pincel de cada tubo: amarillo, azul y magenta. Después, la cosa se
complicó, sobre todo con los morados.
Aída, que es la más rápida, se autodenominó
“niña prodigia”. Creo que ha descubierto EL COLOR; tanto, que se va a hacer
“fauvista”.
Las demás hemos hecho lo que hemos podido.
Pilar se ensimisma cuando coge un instrumento pictórico y ¡¡¡NO HABLA!!!; a
Isabel no se la oye, deja su elocuencia para las charlas que imparte en los
institutos y en clase es muy discreta, y Gina le ha dado una lección a un
compañero sobre el “no color”.
A la salida, Pilar ha propuesto una comida de
“acrílicas aceleradas” para el viernes próximo.
Esto promete….
Como la semana pasada faltaron cosas, esta semana iba yo bien
pertrechada con lápices, gomas, compás y, además, paré para comprar dos
preciosos blocs. Ya iba de prisa y me encontré a mis compis que me indicaron el cambio de planes: pintaríamos al aire
libre. ¡Estupendo!, porque la mañana era fantástica; alguna se rajó: la calle
no las molaba. Volvimos a pintar a nuestro estilo. Yo he cambiado el arte bruto
por Pollock; Aída lo fotografía para la posteridad. Faltaré las dos próximas
semanas: os echaré mucho de menos.
VERSIÓN 3 (la de Pilar M.)
Antes de empezar mi primer día, confieso
que me apunté para hacer número.
En fin, comencemos... Primero teníamos que
hacer dos círculos concéntricos; cuando el compás llegó a mis manos, pese a la
ayuda de Gina, los míos decidieron por su cuenta y se ladearon. Después, el
cuadrado y las rayas diagonales; pero me pasé de rayas, y Sonia lo arregló (eso
no me pasó a mí sola…). También tuvo que arreglar el centro. Luego, los
colorines no fueron tan mal, aunque cada uno decidió salirse por donde quiso.
Las colegas, a su bola: Gina, toda seriedad; Aida, presumiendo de ser la
primera. Ana y Paloma, siguiendo la norma. Total, cada una a su bola, y yo a la
mía, dejando pinceladas de alegres colores rompiendo el círculo.
VERSIÓN MÍNIMA (la de Isabel)
Pues yo llegué tarde y me llevé una alegría inmensa al
ver a tantas chicas conocidas y queridas. Esto promete: será guay.
La rueda salió; con marrones, pero
salió.
Me alegro mucho de haber comenzado esta
actividad.
DÍA
2. SALIMOS A LA CALLE
Como este viernes coincide
con la semana cultural que conmemora los
40 años de UNATE, la ubicación ha cambiado y vamos a pintar en la calle a la vista del público.
En la alameda de Oviedo,
haga frío o calor, los vientos corren de este a oeste más que en la plaza de
España de Madrid, así que me vuelvo a casa a por más ropa, porque he salido a
cuerpo gentil.
Cuando vuelvo, ya está todo
el mundo sentado a la mesa con sus materiales desplegados. “Hoy vamos a pintar
con los complementarios…”- nos dice Sonia mientras nos pide partir la hoja en
dos.
Como mi imaginación anda un
poco floja y lo del “tema libre” no me va mucho, elijo uno de las reproducciones
que ha traído nuestra profesora, al menos para inspirarme en un primer momento.
Por si no me habían creído la semana pasada, les enseño mis mezclas de
colores con 6-7 años. La hoja se
titula “Los primeros colores” y, en ella, con los lápices Alpino, había ido
rellenando cuadritos y poniendo al lado, en letra, los resultados. En esta vida, todo deja su sedimento,
aunque no nos demos cuenta o lo tengamos en lo más profundo del baúl del cerebro…
Yo decido empezar con la gama
de los azules y los naranjas, mi favorita: soy un poco basta -de brochazo grueso-,
y, en cuatro trazos, ya lo he terminado (Sonia me dice que por qué no lo relleno
un poco más, pero no quiero guarrearlo: así ya está bien).
A mi lado, una principianta
finísima hace un trabajo delicado con pinos a los que se ven hasta las acículas.
“Pues empieza con el siguiente
dúo”- me sugiere Sonia, viendo que no la voy a hacer caso. Elijo el par verde y
rojo. Recurro a uno de los “must” de mi infancia: las montañas verdes con una casita,
que puede ser roja, en consonancia con el cielo de un atardecer.
Acabo enseguida; al final, lo
malogro un poco porque no había limpiado bien el pincel y me quedan dos trazos que
desentonan, pero no lo puedo arreglar. Me falta el par de los amarillos y los morados.
Me invento un cielo estrellado a punto de anochecer y flores en un suelo que va en la misma gama que el cielo. ¡YA he terminado!.
Tras revolotear un rato a ver
qué han hecho los demás, decido hacer un retrato a lápiz a mi vecino de la izquierda,
de perfil. No me queda del todo bien, pero es que Ernesto se ha movido y me ha cambiado
el ángulo…
Luego, Elena me pide que la pinte. Esta vez lo hago de frente. En un pis-pas
consigo dibujar su pelo (me sigue encantando pintar pelos) con las gafas por encima.
Me dice que se lo dedique, y así lo hago. Se creerá que se va a hacer rica cuando
me consagren…
Yo creo que mi curso de
Diseño de Moda, en 1989-90, y las mezclas de colores cuando tenía seis años,
han dejado su impronta…Quizá también los vestidos que les dibujábamos a las
“mariquitas”, recortables de papel, calcando sobre una ventana...
En el primer caso, recuerdo
las horas que pasé en el Museo de Antropología de Madrid para inspirarme en
el arte oriental a la hora de dibujar mi colección…en los colores naranja, azul y verde.
Si es que soy un talento
malogrado: ¡qué hubiera hecho si hubiera tenido buen@s maestr@s en mi infancia…
P.S. (Lo que hacen las demás, en una pincelada...): Paloma logra una aguada con reflejos; Pilar M. sigue pintando uñas por doquier. Isabel hace un puente morado y un caballo azul, y la otra Pilar consigue un cuadro abstracto lleno de contrastes. ¡Tarea conseguida...!
VERSIÓN PILAR M. DÍA 2.
Me
entretuve un rato hablando en administración y yo creo que fue por eso que no
me enteré…
Llegué
a lo de que había que pintar con la gama de los colores fríos (los del agua) y
de los colores cálidos (“nos recuerdan al fuego”)…, pero no a que había que
pintar lo mismo para sentir las diferencias más claramente. Así que yo, como
siempre, a lo mío...
Me
inspiré levemente, muy levemente, levísimamente, en Chagall (Sonia había traído
un libro del pintor: “Chagall juega con
el color”…).
Pensar en un dibujo libre,
imaginado, me cuesta mucho. Y hacer algo abstracto, también. Del modelo, me
inventé un bosque de pinos entre montañas con un río. “Píntale un pez morado”-me dijeron. Pero yo, inamovible, dije que eran los principios de la
Creación y aún no había nada viviente
sobre la Tierra…
A
continuación, pasé a los colores cálidos: del amarillo al rojo pasando por el
naranja. ¡Ya está!: una hoguera en un atardecer. Pues dicho y hecho. En la base
me quedaba un espacio en blanco que no sabía cómo rellenar. Hasta que se me ocurrió la idea brillante: unas flores
en tonos naranjas. Me he dado cuenta de que yo soy un poco impresionista…, o
puntillista. Hago unas pinceladitas, y ya.
Luego,
como siempre, me di un paseo alrededor de la mesa a ver qué hacían los demás. A
mi lado, Gina, que no había venido el día anterior, retomaba lo de los colores
complementarios.
La
exquisita Rosario (en otra ocasión la llamé la “fina”) había pintado unas panojas
en colores morados.
Ernesto
había preferido dibujar un diamante (a ver si se hacía realidad, supongo…), y el
resto había elegido otros temas, más o menos abstractos.
Lo cierto es que la única
que cumplió con la voluntad de la profesora fue S.: sólo ella pintó el mismo
motivo, en colores fríos y cálidos. De ser un examen, habríamos suspendido tod@s
por no prestar atención…
Después
pasamos a lo que será la siguiente clase: practicar con colores “quebrados”, que
no tiene que ver ni con las matemáticas ni con la masa de hojaldre. Se trata de
conseguir degradaciones mezclando -en lugar de dos colores-, tres, los tres básicos,
en distintas proporciones, y luego añadirles blanco, poco a poco, para ir aclarando
la gama.
Unos
se dedicaron a conseguir el color “topo”: otros, el tono “maquillaje”. Yo, a lo
que me pidió el cuerpo, e hice el malva, el verde y el naranja. “Poned debajo la
proporción para acordaros la próxima vez…”- nos dijo Sonia. Sí, que se cree que
voy a lograr el mismo tono aunque lo escriba…No escribí nada: es que soy una rebelde…
DÍA
4. GAMAS Y QUEBRADAS
Lo de hoy ya era para nota:
Teníamos que juntar las cosas del primer día con las del segundo (yo me lo tuve
que repetir, en alto, varias veces, para que me entrara en el magín). “Dividid
la hoja en cuatro partes y en cada una pintáis el mismo motivo…” -nos dijo
Sonia.
El “motivo” era una especie de casa sobre unos pilares, tres árboles y
un paisaje parcelado. “Podéis calcarlo, si queréis…”. Sí, claro, con una hoja
de acuarela de un grosor que no se trasparenta ni un cuadro fauvista…
Así que yo “reduje” el
motivo a una casa (la mía parecía más
bien un cohete), un árbol y varias franjas de cultivos diversos.
En el primer cuadro había
que representar una gama caliente (con
solo dos colores puros mezclados) y una quebrada fría (los tres colores y su
degradado en blanco). A voluntad, no nos ponía porcentajes.
Yo decidí pintar mi casa (el
cohete) en la gama caliente, mezclando magenta y amarillo casi a partes iguales.
El resto, lo haría en colores quebrados: me salieron varios azules y verdosos.
¡YA! -dije muy bajito, solo para
Sonia, porque una alumna confesó que le estresaba que acabara tan rápido…
Entonces me encargó, para el
segundo recuadro, una quebrada caliente y una gama fría. La gama fría en azules,
me encantó cómo quedó, pero la quebrada caliente me salió un color guarro, que
parecía caca. “Pues el contraste queda bonito”- intentaba animarme Gina. Pero
yo no quedé muy contenta. Lo que más me gustó, el chopo, que pinté como si
fuera una espiga de trigo.
En el tercero, había que
mezclar quebrados calientes y quebrados fríos: este sí que me salió bien, con
mis colores favoritos: azules y naranjas. El cohete parecía una caseta de baño,
y el ciprés, más trigo que nunca.
En el último, la propuesta
era una gama caliente con una quebrada caliente. La gama caliente me salió un poco
sucia: no había limpiado bien el pincel; y en la quebrada caliente me volvió a
aparecer el color caca.
Pero había terminado mis cuatro cuadros en tiempo
récord y aún me sobraba antes de ir al autobús: me di una vuelta alrededor de
la mesa, a ver qué hacían los demás. Algunos eran muy bonitos; otros, muy finos
y, otros más, muy coloridos, pero iban muy retrasados. O los acaban en casa o
no habrán aprendido los rudimentos para el próximo día…
Hoy hemos sido muy pocos:
con las vacaciones escolares, la gente se ha escaqueado en busca del sol…, o de
otros mundos. He echado en falta la delicadeza de Paloma, el buen hacer de
Isabel, el “arte bruto” de Pilar M. y la psicodelia de Pilar Gto. Les diré que
se lean la entrada para que se pongan al día…
DÍA
5. COLORES DE PRIMAVERA Y OTOÑO
Me siento como Charlot
cuando voy por la calle: En vez de ir apretando botones, ahora veo las cosas en
gamas frías y cálidas…He aquí un ejemplo de un paseo… (Casa verde y morada).
Mi plato de mezclas ya
parece una obra de arte (Elena me ha dicho que lo firme y le dé un número de
serie limitada…): El otro día, como aún no estaba seco de haberle limpiado los
restos de color, de vuelta a casa, lo llevaba al aire y a la vista. Una señora
por la alameda de Oviedo le dijo a su hija: “Mira qué plato tan bonito está
pintando…”. Oye, que igual tengo futuro en esto del “colorismo”…
En la comida mensual de “mi
cocina”, nos dedicamos a jugar a “pinta
lo que escribo” (se llama “cadáver exquisito”, creo) Y salen cosas
desternillantes. Sobre todo, si unas conocen a Giorgio Morandi, y otra (o sea,
yo), no…
La propuesta de Sonia para
hoy era pintar con los colores de la primavera, en verdes y amarillos, y con
los colores del otoño: ocres y rojizos. Para ello, dividimos la hoja en dos
partes (yo, arbularia, a ojo, como siempre).
Como cada sesión, para
mentes no imaginativas como la mía, la profe nos había traído una propuesta con
hojas, flores y frutos. Yo, me copié dos o tres motivos, los que más me
gustaban (una hoja lobulada de roble, margaritas, una mariposa y, de mi
cosecha, añadí varias rosas (que, al darles color, más parecían piruletas…).Como tengo horror al vacío,
el espacio blanco que quedaba entre los diferentes motivos, lo rellené de
pinceladas a su albur.
Hice lo mismo con los
elementos otoñales: pinté unas peras de invierno; convertí la mariposa en
polilla, coloreé tres manzanas reinetas y “otoñé” las hojas de roble. También
añadí tres racimos de uvas rojas. Y las pinceladas otoñales de rigor para
amenizar el blanco del papel. Podían utilizarse los colores quebrados que
quisiéramos.
Cuando terminé, me acerqué
sigilosamente a Sonia para preguntarle qué hacía. “Hazme una escala desde el
azul oscuro casi negro al azul casi blanco… (O sea, una degradación, ¿o era
degradado…?)”. Me dijo que ese azul (con
una pizquita de amarillo) se llamaba “índigo”. Yo me dediqué a echarle blanco
poco a poco (me iba quedando como una especie de sima y el pincel como las
botas cuando se te llenan de arcilla y no puedes levantar los pies…). Conseguí
12 degradados…
Luego me dijo que lo
intentara desde el granate (“es un siena tostado” -me susurró-, que suena mucho
más fino). A continuación, hice el verde “vejiga animal”. Y después, el verde
esmeralda y el turquesa. Sonia estaba ojoplática (me ha dado a entender que soy “una maga del
color”, o eso he querido entender yo, je, je…).
Cada vez que terminaba una propuesta,
me paseaba a ver qué hacían los demás…Hay en mi clase gente finísima y delicada
que no se sale nada por los bordes. Hasta Pilar M. ha dejado de hacer “arte bruto”…He
visto libélulas, una serpiente y una mariquita con orejas; un caracol-col-col, e
incluso un colibrí. ¡Qué imaginación!…
P.S. El próximo día
trabajaremos con los colores “luz” y los colores “noche”. Mi plato de mezclas ha
quedado un poco más guarro…
DÍA 6. COLORES LUZ Y COLORES NOCHE
DÍA 6. COLORES LUZ Y COLORES NOCHE
El viernes pasado, al final
de la clase, Sonia nos había explicado someramente con un cuadro, los colores
luz y los colores noche.
Hoy es el día de practicarlos…Hoy había que pintar con
colores "luz" y colores "noche". Y valía todo: colores quebrados, primarios o
mezcla de dos. Sonia había traído un almanaque con cuadros de Van Gogh, por si
queríamos copiar alguno o inspirarnos. Yo cogí dos y decidí hacer una naturaleza
muerta “a mi aire”: es decir, elegí un
sombrero de Panamá, o de paja, de uno, y
unos limones de otro.
¿Y por qué no haces un
retrato…? – me dijo Paloma. Sí, claro, y pinto media cara de un color y media
de otro…Así que tras hacer un breve y rápido esbozo a lápiz, me puse a pintar
los limones en amarillo puro. “El azul cián es el azul con más luz que hay” -
nos decía Sonia, entretanto. Me quedaron muy bien. Ay, pero que tenían unas
sombras…En buena hora… Le pregunté a mi profesora: ¿le hago sombras…? “¡Pues claro!”.
Y estropeé mis maravillosos limones. Entre que el pincel era demasiado grueso y
que el verde era demasiado intenso, me quedó como un borrón. “Ponle también un
poco de naranja”- me animaba Sonia. Y me quedó… otro borrón naranja. Ya mis
limones parecían cualquier cosa…
El sombrero lo pinté de un
verde ácido (no sé cómo se dirá en categoría pictórica…). Le puse la banda en
fucsia, para continuar con los colores “luz”. Luego, di unas pinceladas todo
alrededor para que el fondo no quedara tan vacío.
Y me puse con el mismo
motivo en colores “noche”. Para el sombrero elegí un azul marino, y un rojo
para el encintado. Los limones, verdes verdes. La sombra se la di en amarillo,
pero no sé si parecen una mancha informe al final. Esta vez rodeé el cuadro de
pinceladas moradas. En ambos casos, tuve que preguntarle a Sonia en qué color
iban las sombras, porque ya las iba a pintar en negro…
Como acabé rápido, me daba
tiempo para intentar otro dibujo. En esta ocasión, elegí unos montones de heno
(siempre me han encantado las hacinas o almiares: me recuerdan a la infancia) y
un “mackerel” (de los dos de un bodegón). “¿Alguien sabe qué es un mackerel…?”-
pregunté, pues el título del cuadro venía en inglés, y sabía que no eran
sardinas. Estaba entre chicharro y caballa. “Voy a pintar un montón de heno con
una caballa encima”- dije. “¿Pero cómo vas a hacer eso?”- se burlaron. “Porque
es un cuadro surrealista…”. Y me puse a lo mío.
Pinté primero los montones
de heno con pinceladas entre amarillas y anaranjadas. Me quedó muy Van Gogh.
Luego, rellené en azul la caballa. “La sombra, se la debes dar en su color,
pero más clara”- me sopló Sonia. Le puse un ojo amarillo y las branquias en
verde. Un cuadro fauvista con surrealista. Luego, lo pasé a “colores noche”: el
heno en azules y verdes, y la caballa, en rojo. “Pero si parece un Chagall…”-
me dijo Paloma. Pues eso: he transformado dos Van Gogh en un Chagall…
A Sonia le encantó: debe
pensar que soy el colmo de la creatividad…
(Este, yo pensaba que era un palacio encantado, pero Paloma me dijo que era un catafalco...).
No sé qué nos espera el siguiente día...
DÍA
7. DE TODO UN POCO
Hoy, como dice la canción:
“De todo un poco…”.
Sonia nos hizo dividir la
hoja del cuaderno en 4 y dibujar un barco muy infantil (como somos nosotr@s...).
El primer dibujo tenía que
ir “muy saturado” (sin blancos). El segundo, poco saturado (con mucho blanco.
Yo lo llamé “pastelado”, porque había que conseguir tonos pastel, muy pastel).
El tercero, iba de colores “tierra” (marrones, ocres, rojizos), colores
quebrados (intervenían los tres primarios), con un detalle rojo. El último, era
en tonos grises (para mí, el gris es un
color sucio, un no-color, y no me gusta; por eso igual me cuesta tanto…). Sonia había traído un ejemplo...
Yo empecé el cuaderno de atrás
adelante porque ya había terminado mis 10 hojas y no me iba a comprar otro, así
que, aunque algunas se me habían pegado y tenían motas, ya lo camuflaría…
El primer dibujo, bien: la
nube me quedó como una peluca sobre el palo de mesana (en los otros, también,
pero de distinto color…), pero los peces, al menos, se distinguían.
En el
segundo, añadí a los colores que ya tenía, más blanco (pero no debió ser
suficiente porque hubo quien consiguió un pastel “pastelero”, muy muy
pasteloso).
El tercero fue el que más me gustó, a pesar de los marrones (eran
bastante rojizos y así se separaban del color caca de mi uniforme del colegio).
Los peces ya quedaron un poco más “masa informe”.
El de los grises me costó
más. “Pinta encima porque no son muy grises”- me dijo la profe. Y a ello me
puse: a guarrear los colores hasta lograr un gris azulado y tirando a marrón y
verdoso. Los peces ya eran una piltrafa…De fondo, como siempre, unas
pinceladitas para matar el blanco del papel. Pero tenía que haberme esforzado
más y haberlo rellenado todo para que destacasen las saturaciones…Me di cuenta
cuando vi todos los dibujos juntos a vista de dron…
Como terminé pronto, fui a
pedirle más tarea a Sonia (discretamente, para no estresar a nadie). Me dio un
cuadro de Van Gogh, el de los girasoles, y me dijo que lo recrease en la gama
del “Renacimiento”, es decir, ocres, grises y azul saturado. Y a ello me puse. Para el jarrón, usé el azul
puro en una mitad y, en la otra, un verde azulado. Para los girasoles, elegí
hacerlos en distintos tipos de ocre. Algunos me quedaron muy bonitos, a mi
juicio (aunque mis hermanos, por wásap, me han dicho que alguno les parece una
caca de perro…No tienen sensibilidad…). El fondo, la pared, la puse gris. “Te
falta la mesa…”- me dijo Sonia. ¡Ah! Pues mezclaré lo que me queda en el plato,
y ya. Me salió un naranja precioso.
“Mira el gris que ha hecho
Sonia con las sobras…”- saltó Ernesto. Pues eso: hay que aprovechar y no
desperdiciar pintura.
Cuando terminé, me puse a
hacer el correveidile. Había cosas muy bonitas y originales.
“Vamos a ponerlos todos
juntos para comentar”- dijo la profe al final de la clase. Yo me subí a un
taburete (con grave riesgo para mi salud) para hacer la foto a “vista de dron”. “Uy,
hija, ¿no puedes decir “hacerla en vista aérea”…?”. “Yo es que soy muy
tecnológica de última generación…". Este fue el resultado...
Elena sugirió que el próximo
día copiemos a Sorolla. Pero no sé yo… Espero que S. no haya sufrido mucho
hoy. Dice que viene aquí a sufrir. Pero es que es muy perfeccionista y todo lo
quiere hacer bien. Si fuera arbularia como yo…
Otra señora que combina muy
bien la ropa ha hecho un diseño estético lleno de buen gusto. Y es que todo va
unido…
Sonia nos ha dicho que, en la universidad, mucha gente dejó la carrera por la asignatura de color. Pues yo me lo estoy pasando pipa... Igual tengo que apuntarme al de Composición, para cerrar el círculo...
Un enlace curioso que he
encontrado hoy…
DÍA
8. EL ARTE DE PINTAR ES UN ARTE DE PENSAR
Esta frase la dijo, al
parecer, Magritte.
Hoy Sonia nos propone unas
cosas muy poéticas: “una armonía de luna”, “luz de sol en su cénit”, un cuadro
tenebrista y otro de grises…Bufff. Para copiar, una estilización de un cuadro
de Morandi (Ahora ya sé quién es, ja, ja): lo componen varias botellas, una
jarra-jarrón y un tarro de algo.
Al principio, le digo que solo copiaré alguno
de los elementos pero, al final, los hago todos. Primero, los dos cuadros de
arriba, a lápiz, rápido. Y después, ya esbozaré los dos de abajo. Empiezo por
los grises y ocres, el que a priori me gusta menos (ya sabéis que a mí los grises no me ponen…). “Pintad primero el fondo” -nos sugiere Sonia. ¡Menos mal!
Yo ya iba a empezar por las botellas y luego tendría que deslizar el fondo en
los intersticios. Así, si me meto un poco, cuando se seque, puedo pintar encima
las botellas…Para aprovechar la mezcla coloreo todas las botellas del mismo tono,
apenas un poco más oscuro algunas. El fondo me queda de un bonito gris azulado.
Por supuesto, ni sombras ni nada, planas-planas.
A mi lado, la empollona de
Paloma pinta botellas de vino o de aceite medio llenas, en distintos colores y
con trasparencias. La que puede, puede…Dice del mío que me ha quedado muy “matérico”…
El tenebrista me queda poco
tenebroso. “Oscurece el fondo un poco más…”. Y ahí voy, una segunda y hasta una
tercera vez, ennegreciendo mi verde.
Al que le queda casi negro es a Ernesto;
pero, por lo visto él tiene unas pinturas de muy buena calidad…
El tercero es la “armonía de
luna”: colores de noche azulados, fríos, poco saturados con blanco -dicen las
notas que he tomado. Decido que “mi luna” va ser la botella del centro y la pinto
de un amarillo puro, sin mezcla. Los azules me salen turquesas y la profe me
dice que aclare un poco alguna botella. Al final, les doy a todas unas
pinceladas del nuevo color más apastelado. El tarro parece una olla Magefesa.
El cuarto es de colores
luminosos, con mucha luz, así que me tiro hacia los naranjas y pinto en azul
una botella y el tarro, que ahora parece un barreño de lavar la ropa. Las
botellas ya están tan estilizadas que parecen cualquier cosa. Creo que la mejor
– en los 4 cuadros- es siempre la de la izquierda, supongo que por ser la
primera que pinto…
A esta altura, S., que
iba por el segundo (una masa informe de colores donde no se distinguía nada…Por
intentar hacer sombras. Si hubiera pintado plano, como yo…), se da por vencida
y recoge sus pinceles. Se ha frustrado tanto que dice que ya no tiene ganas ni
de tomarse el vermú de antes de comer…"Pero si esto es un juego…Venimos a
divertirnos, mujer…”. No consigo consolarla.
Al final, volvemos a poner
todos juntos los trabajos de hoy. El resultado es muy bonito y colorista. Cada
cual tenemos nuestra manera de pintar, nuestra “pincelada”, y nuestros colores
favoritos que se revelan en cada ejercicio.
El próximo y último día (snif,
snif) vamos a analizar cuadros de pintores e intentar sacar los 3 colores base
de cada uno. Por lo visto, algunos pintan con triadas y con los tres colores
luego sacan las armonías (Esto es lo que he entendido…).
P.S. Hoy no he usado mi
plato. S,, en vista de que no tomo leche y no tengo bricks, me ha traído
uno, bien limpito, abierto, como si fuera un lomo de merluza. Así que he dejado
de lado a mi plato multicolor, que ya iba acumulando 7 capas de pintura…
P.S. 2. Lo que he visto dando vueltas a la mesa...
Hoy es nuestro último día:
se me ha hecho muy corto. Podría haber seguido el doble de días buscando
colores. Han faltado Pilar 1 y Pilar 2, Isabel, Paloma y más gente. ¡A más
tocamos…!
Sonia nos ha traído un
cuadro de su época de estudiante de Bellas Artes, con dos círculos cromáticos:
el que hicimos el primer día y uno en tonos ocres, que nos dice que son los
colores de Patinir.
Por una vez no quedo de
inculta (como con Morandi…): Yo sé quién es el pintor Joaquín Patinir gracias a
un libro juvenil de la editorial SM que leí hace años, en un tiempo en que me
dedicaba a leer novelas que tenían que ver con la pintura (creo que fue a partir
de La joven de la perla, de Tracy
Chevalier. Otra novela juvenil estupenda de esa época es El misterio Velázquez, de Eliacer Cansino).
La profe nos reparte unos
folios con el significado de los colores y nos pide que dividamos nuestra hoja
en cuatro partes para dedicar cada una a un color favorito nuestro. Luego dijo
que podíamos intentar el color dorado o dedicar uno a los blancos, pero yo ya
había elegido mis 4 colores y nadie me iba a mover de ahí.
Quise empezar por el color
lavanda, pero como me salió el color azul, decidí que ese era mi cuadro en
azules. Iba mezclando: un poquito de aquí, un poquito de allá…Le añado blanco…Eso
sí: intenté esmerarme para, esta vez, cubrir de color toda la superficie, de manera
uniforme, sin dejar espacios en blanco ni pinceladas a su albur. El azul indica
serenidad y armonía. Yo he pintado de azul marino la pared del cabecero de mi
cama, y como tengo cortinas de peces, me parece que duermo en el fondo del mar…
El segundo cuadro lo dediqué
al naranja. “Sonia, me ha salido un verde…”. “No importa, también es luminoso,
pero tus ocres tienen poca luz…”. Y así me puse a anaranjar los ocres. Me quedó
muy bonito y energético.
El tercero, era para el
verde. “Tus apuntes dicen que es el color de los celos…. A mí no me parece nada
“celoso”…”. A Sonia, el verde le transmite frescura (de chicle de menta, no de ser un/una fresc@...). Mi madre, cuando
ve un prado jugoso, dice que le gustaría ser vaca. Así que creo que se han
equivocado con esta simbología…
Y, por fin, retomo el color
lavanda, que da equilibrio. A Sonia incluso le huele a colonia…Con profesoras
así da gusto...
¡Ya he acabado!... “Pues
ahora elige un cuadro, entre los que he traído, e intenta sacar los 3 colores básicos
con los cuales el pintor ha creado toda su gama…”. Elijo uno poco conocido de
Van Gogh: son prisioneros paseando por el patio de una cárcel. Veo el azul, el
naranja y el verde. Pero hay que ir más allá: Sonia habla de ocre y siena
tostado.
Y ahí me pongo a mezclar colores como una loca y a pintar “uñitas”.
Cuando consigo cada uno, para utilizar la mezcla, pinto un gran círculo en el
centro de la hoja. Ahora se trata de juntar dos a dos para lograr toda la gama
de la paleta del pintor. Esto es muy entretenido y misterioso; primero,
adivinar, y luego, sacar los tonos.
A partir de ahora, ya no
volveré a mirar de la misma manera. Se me ha enriquecido y agrandado la mirada…¡Gracias,
Sonia!
Así han quedado nuestros
cuadros de hoy…
Y a vista de dron...
Y uno más de Nina, que es primeriza, y ya ha pintado esto en otra clase...
Creo que me voy a abonar a las clases de Composición y Collage. He salido de mi inmovilismo de "retrato a lápiz".
Siiiiii Aída que eres una prodigia y seguro que la composición tambien se te da genial!!!!!!
ResponderEliminarY los collages, ni te cuento. Ahí va a ser prodigia, prodigia.
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