Cota de nieve de 300 a 600
metros -veo en el telediario. Por si nos quedamos varados, he metido mandarinas,
un botellín de agua, 2 sangüiches de queso y 2 tabletas de chocolate…, negro.
Mi kit de supervivencia.
El taxista me dice que aún
hay gente más agobiada que yo (antes de mí, ha recogido, a las 6, a una chica
en Santa Lucía para el tren de las 7.05 h. Yo, al fin y al cabo, lo he pedido a las 6.30 h…). Pero también hay
gente con unos higadillos… En una ocasión, una persona, en Carrefour, le dijo 2
minutos antes de la salida del tren, que ¡a ver si llegaba!… Como que el taxista
tiene mecanismos de Mr. Gadget o es el Chiti-Chiti- Bang-Bang redivivo…
En la estación, la gente en
cola, media hora antes, esperando a que abran el check-in. Yo, sentada en uno
de los bancos “cistíticos”, con los billetes de tren en las posaderas, para no
congelarme los glúteos. Podían poner unos tablones de madera encima, como han
hecho en la Alameda de Oviedo…
En
el tren
¡Vaya! Me ha tocado
ventana… A ver si no viene mi pareja de pasillo y me cambio…
Salimos puntuales a las 7.05
h. De noche. 6 grados centígrados. ¡A ver qué pasa con la nieve…!
Voy leyendo el libro de
Berta Vias Mahou sobre Vivian Maier, titulado “Una vida prestada”.
Veo pasar las lucecitas de
los lugares mientras me como uno de los sanwiches de queso.
En Torrelavega, 5 grados.
Vamos bastante llenos. En el
departamento de las “mesas” van unas señoras gritonas cuya conversación oímos
todo el vagón. “La camisa que se compró en Cortefiel…”. A mi lado se ha sentado
un chico joven, que ha saludado al sentarse, y trastea por el móvil. Lleva el
billete en cartoncillo, así que lo ha
sacado en una agencia de viajes. Cosa rara…
Voy escuchando “la selección
musical de RENFE”, un poco aceporrada, mientras se hace de día y puedo ver el
paisaje. A las 8 y 10 el cielo está gris y aún solo distingo las siluetas
recortadas de las montañas; arbustos y árboles deshojados y desnudos; los
cables del ferrocarril y las torretas electrificadas. De momento, solo veo
nieve en las cumbres. Y ya debemos andar más allá de Bárcena de Pie de Concha… Parece
un paisaje del Romanticismo, de riscos y despeñaderos.
¡Hombre! Si estoy, de nuevo,
con “Doña Ana” de la película “Don Juan de Marco”… (Ver Viaje a Madrid 1. http://ficcionesdeloreal.blogspot.com.es/2018/01/paseos-de-invierno-madrid-ida-y-vuelta.html).
En la cafetería, uno habla
de algún negocio en Omán y otro de algo sobre el Palacio de Festivales. No es
que sea especialmente cotilla, pero la gente en los móviles habla de todo. Y en
voz alta…
En el vagón, una chica va
estudiando lo que parece un libro de historia, subrayado en amarillo fosforito.
Las nubes se mueven a toda velocidad en Aguilar. Luce el sol, pero hay bruma en
las montañas azuladas del fondo. Los árboles despelucados parecen algas puestas
de pie.
“Marcha de los niños
siameses”, de “El rey y yo”. También la conozco… En Monzón de Campos se ven
operarios cerca de las vías. Aquí esperamos el paso del Alvia procedente de
Madrid.
Tras dejar atrás la estación
de Palencia, entramos en una especia de cajón de ADIF: un ¿inter-cambiador…?
A las 10 y 10 estamos
parados frente al enorme cementerio a la entrada de Valladolid. Las de la
“mesa” son unas escandalosas y se ríen como beodas…
Llegando a Madrid, el cielo
está calimoso (no sé si será niebla
tóxica…). 15 grados centígrados a las 11.30 h.
EN
MADRID
Para esta ocasión, me había
apuntado: un paseo con Barea, organizado por el Instituto Cervantes; en la
Biblioteca Nacional, una exposición de Rosario Weis, discípula de Goya (además
de renovarme el carné); una exposición de fotografía en Conde Duque, de los
tiempos de la revista “La luna de Madrid”,
y una exposición en el Reina Sofía, de Pessoa. Más lo que encontrara en
la Guía del Ocio…
En las noticias de mediodía:
“35.000 pensionistas se movilizan en Bilbao para denunciar la pérdida de poder
adquisitivo…”.
De camino a la Biblioteca
Nacional, me cruzo con un viejo que lleva un gorro de lana con los colores de
la República y un hombre con una pancarta casera, donde pone: “Montoro,
vribón”, con la “v” corregida. Los restos de la manifestación…
Rosario
Weiss en la Biblioteca Nacional
Tras renovar el carné de
lector en el momento, bajo a ver la exposición de Rosario Weiss. Aunque había
ojeado varias obras suyas a raíz de la noticia en los medios, me llaman la
atención el dibujo de un cardo y un pescador sobre un puente. Pinta desde un
castillo en las inmediaciones de Florencia hasta una casa de campo normanda o
el hospicio de Burdeos. También retrata a varias mujeres: Amalia de Llano, una
mujer culta, aficionada al teatro, autora – hoy desconocida- de las novelas “Ledia”
y “Berta”; Manuela Oreiro, cantante de ópera… Ambas son socias del Liceo
Artístico y Literario de Madrid, lo mismo que la pintora. También retrata a una
mujer tocando la guitarra, una concertista mujer, quizá tocando en el Liceo. Según la información,
amazona intrépida, le gustan el circo y los números ecuestres, protagonistas de
algunos de sus cuadros.
Por la noche, sobre Forges,
que ha muerto hoy: “Sus dibujos no ignoraron a nadie…”.
Viernes,
23 de febrero de 2018
A primera hora, de cementerios…
Salí de casa a las 8 h,
pensando que, en el quiosco de Colón, un día laborable, abrían pronto, pero no.
Así que me cojo el bus en Ópera, esperando que en San Justo haya flores.
Hoy los muertos están muy
solos, con el canto de los pájaros, el sol y el frío. Mientras subo, los
pilares parecen los de un estadio de fútbol. Siempre hay ruido de obras en
algún lugar.
Arriba, se oye música
clásica por los altavoces. Compro margaritas amarillas y dejo para “las chicas”
(mi abuela y Mari Luz) las quimas con más flores.
Yo no quiero estar en “la
ciudad de los muertos”: prefiero el campo y el aire libre por el que he andado
tantas veces. Hace tanto frío (menos 1 grado centígrado) que pienso si me
saldrán sabañones.
En La Almudena, en el cuartel 223, hay un almendro en flor y se oye
una urraca en mitad del tráfago del tráfico. A las 11.30 h, tres horas y media
después, he acabado con los muertos.
Decido ir a Cibeles para
coger el bus 20 a Moratalaz, el mismo del que habla Antonio Muñoz Molina en su
último libro (a ver si me lo encuentro…). Al salir del metro, por el lado de la
calle Alcalá, sobre las 12.15 h, me
encuentro con una escena de la “Revolución
Francesa”: una parada militar con trajes de atrezzo
(luego leo que es el relevo de la guardia en el Cuartel General del Ejército el
último viernes de cada mes en el Palacio de Buenavista. Los trajes son de 1908,
ya decía yo…). Pero veo venir a mi bus y no me puedo parar…
Bordeamos el Retiro por la
calle de O´Donnell y Menéndez Pelayo. La gente en el bus va mirando sus
móviles. El mozo que se sienta a mi lado huele a sudor de cazadora no lavada en
años y, delante, un señor apesta a bar de los que tienen pegada la grasa de
siglos. No me parece que el trayecto tenga ningún encanto. Quizá al atardecer…
Al llegar al final de
trayecto, en el barrio de Pavones, me sorprende
una iglesia blanca (es mármol de Carrara) con una figura arriba que parece un
Cristóbal Colón, todo de oro (es la estatua del ángel Moroni -leo luego-,
responsable de la Revelación)…
Una señora muy pinturera,
con el pelo teñido de naranja, me dice en la parada que el templo es de los…,
al principio, entendí, Borbones ¿?- Mormones. Según ella, costó siete mil
millones de pesetas (42 millones de euros) hace más de trece años, cuando lo
inauguraron (en realidad, fue el 19 de febrero de 1999, hace casi veinte). Hubo
unos días de puertas abiertas y, el último, fueron ella y una amiga de Coslada, y no
regresaron a sus casas hasta las 11 de la noche: “unas lámparas, unas alfombras,
unos jardines…”.
Volviendo de Moratalaz, se
ve la sierra nevada al fondo. Una chica va venga a toser a pesar del caramelo
que chupa. Dice que es de la sequedad del ambiente…
Decido ir a comer el menú a
la Residencia de Estudiantes en la calle Pinar. La mayoría de los comensales
deben de ser profes o investigadores (“¿Tiene usted habitación…?”) o
alumn@s/becari@s. Solo otra mujer come sola; el resto son parejas o grupos de
jóvenes a los que se van incorporando miembros a medida que acaban sus tareas.
Abren el comedor a las 14 h,
así que he llegado en punto. Yo pensaba que servían el menú en la cafetería,
pero es en la planta principal del pabellón central, nada más entrar de la
calle.
La ensalada es bufé y cada
uno se sirve los componentes y cantidades que quiere de una mesa larga situada
detrás del comedor. El segundo plato, pato en salsa y arroz con pasas y curry,
está de levitar. De postre, pido un yogur. 14´30 euros, sin café. Bebo un
montón de agua: tenía la garganta reseca de andar zascandileando toda la mañana
por las calles.
Sábado,
24 de febrero
7.30 horas y ya es de día…Otra
jornada llena de luz rotunda.
Cuando salgo a las 8 h,
huele a calefacción de carbón en la calle. Antes de las 10 h, no empieza nada,
así que solo me queda pasear… Bueno, sí. Según la Guía del Ocio, a las 9.30 h
abren el Museo Arqueológico Nacional y el de Artes Decorativas, el Museo
Sorolla, el del Romanticismo y el del Traje, el Museo de América y el de
Antropología.
Pero yo decido explorar las
transversales -a mi derecha- según subo hacia Atocha por el Paseo de las
Delicias. La primera es la calle de las Delicias. Letrero La Nacional, fábrica
de chocolates, cerrada hace siglos; al lado, su “complementario”: una
churrería y fábrica de patatas fritas. La llevan latinos que han aprendido el
oficio muy bien. Abren a las 4 de la madrugada y deben servir a muchos bares
por los encargos que llevan. Me llevo un churro ( se venden por unidades) y una
porra, para probarla ( mi madre siempre me ha dicho que a mi abuelo le
encantaban). Yo prefiero el churro, más finito; la porra me llena la boca y casi no me deja
respirar…
Cojo hasta la manzana de
Rafael de Riego y hago una ruta en ziz-zag como en el supermercado. A las 8.30
h ha abierto El dedal, prensa y juguetes, y Frutas y verduras Manolo y Angelina
están colocando su mercancía.
Llego al colegio Menéndez
Pelayo y cojo la calle Murcia. En el número 17 han dejado al sereno, en los
balcones, todas las escaleras de mano. En dicha calle tiene su sede la
Asociación para Residencias de Pensionistas Ferroviarios.
En un estanco de la calle
Tortosa, que abre a las 8 h, cargo 10 viajes en mi tarjeta transporte. No se
pueden tener más de 20 viajes, así que si te quedan 1 o 2 viajes, solo puedes
añadir diez más.
En el hostal Argentina no
hay habitaciones. “Full (“Lleno”, en inglés) -pone en el portal. Tres hombres se ríen a
risotadas ante la entrada, dando a entender que hubiera algo…inconveniente. Un
poco más arriba, en el hostal La Manchega no hay ningún cartel de "completo".
A las 9 h una pareja de
Testigos de Jehová va con la publicidad en los carritos de la compra a poner su
chiringuito en Atocha, como todos los días.
Para hacer tiempo hasta la
Expo de Conde Duque, decido subir la cuesta de Moyano y contar las puertas de
El Retiro. Yo pensaba que tenía 4: norte, sur, este y oeste, pero ayer, de
camino a Moratalaz, vi que tiene innumerables…
En el Jardín Botánico
descubro una caja-nido numerada: B12, como si fuera una vitamina. Aún solo han
abierto unas pocas casetas y en el rayo de sol frío confraternizan los de un
puesto con sus clientes habituales madrugadores.
Cojo desde la calle Alfonso
XII en dirección a la Puerta de Alcalá. La primera es la Puerta del Ángel
Caído. En la valla, un cartel sobre el Parque Nacional de la Sierra de
Guadarrama, en el Centro de Información y Educación Ambiental “El Huerto del
Retiro”. La foto es de “un expedicionario en La Pedriza”, en 1890, en
Manzanares el Real. Abren a las 10 h, tarde para mí, así que continúo.
Los corredores están por
todas partes, cada uno inmerso en su recorrido. Tod@s corren con su música
incorporada. Yo llevo la mía en forma de tarareos de canciones que me gustan.
Un herrerillo se pone a comer mimosas sobre mi cabeza, sin ningún miedo. ¿Me
estaré pajarizando…?
La siguiente es la Puerta de
Murillo, frente a la parada del bus 19. La Puerta de Felipe IV está
enmarcada por “coliflores” de adorno. En la magnífica Puerta de España, pone “Parque de Madrid”.
A mi paso, parándome cada
dos por tres, lleva 20 minutos llegar a la Puerta de Alcalá. Tengo que ir al
baño ¡ya! en el primer sitio que encuentre…
El panel de los buses dice
que hay Manifestación en el centro a las 12 h y que entre las 12 y las 15 h
habrá modificación de líneas y frecuencias de paso. ¡Y yo de circuito
Bareniano…!
La exposición del Centro
Conde Duque lleva por título “La generación del 87 [1987]. Orígenes y
Destinos”. Se basa en un número monográfico de la revista La luna de Madrid que
se titulaba algo así como “Los 87 de 1987”; “nombres o rostros que nos parecían
relevantes o interesantes en aquel momento” -dice José Tono Martínez, en el
panel de presentación. Y cuál ha sido “la
evolución de las personas retratadas entonces”- añade Félix Cábez.
En 1987, yo tenía 25 años.
Había terminado la carrera un año antes y vivía en el barrio de Chamberí,
compartiendo piso con un grupo de amigos. Mi profesor de cuarto, Jorge Lozano,
había participado en uno de los primeros números de La Luna y los años 80 era
un periodo que yo había vivido en Madrid y que me trae muchos (buenos)
recuerdos…
Fotografío a algun@s que fueron “figuras, personajes y protagonistas”
en mi época: Duncan Dhu, con sus canciones
“Cien gaviotas” y “En algún lugar”; Coque Malla y Los Ronaldos (“Adiós, papá”), Santiago Roldán, rector de la UIMP cuando
yo empecé mis prácticas en la COPE, en 1984 (fallecido joven, en 1997). Alejandro
Gándara, escritor santanderino, autor de la novela juvenil ambientada en Santander,
Nunca seré como te quiero; la figura “cubista”
de Rossy de Palma, que empezaba por entonces en el cine de Almodóvar; la periodista
de televisión Inka Martí, hoy condesa consorte de Siruela, Vicente Molina Foix,
crítico de cine, al que también vi mucho en los veranos de la UIMP, y el productor,
para mí, desconocido, ¿ Francisco… , cuya foto, desangelado y ausente, me sorprende
treinta años después. ¡Cuánto hemos cambiado!...
Paseo con Barea por “su” Madrid
Paseo con Barea por “su” Madrid
Nos piden estar a las 11.25
h, pero pasadas las 11.30 h no ha llegado el/la guía ni se ha identificado
nadie…
Yolanda y Bea, de La liminal (colectivo de mediación
cultural nacido en 2015), serán las encargadas de conducirnos por los lugares
de la memoria. Nos dan un miniplano con las paradas del recorrido de hoy, parte
de uno más grande y detallado que consta en su página web (www.laliminal.com ).
Ellas son las autoras del magnífico plano que consta en la exposición de Barea
del Instituto Cervantes…
Tras una introducción
aprovechando los paneles, libros y objetos del lugar, salimos a la calle Alcalá
39, frente al edificio Metrópolis, en cuyos sótanos estuvieron los estudios de
radio de la estación EAQ donde Barea hablaba como La voz de Madrid durante la guerra. A continuación, nos dirigimos
frente al edificio Telefónica (Gran Vía, 28), desde el que ejerció como censor
de la prensa extranjera. Luego, bajamos hacia Sol para llegarnos a la plaza de
Santa Ana y al Hotel Victoria, donde se quedaron unos días (Barea y su segunda
mujer, Ilse Kulcsar), antes de partir al exilio en Inglaterra. La siguiente
parada, es la calle Luis Vélez de Guevara, 9, en su tiempo calle Urosas, donde
estuvo la buhardilla en que vivió Barea junto su madre y hermanos. El final, es
la reciente plaza Arturo Barea, en su barrio de Lavapiés, junto a las ruinas de
las Escuelas Pías a las que asistió de niño.
Dos horas y media de paseo
en el que aprendemos las últimas novedades en las investigaciones sobre su vida
y obra y compartimos saberes de personas
fascinadas por Barea. Todo un descubrimiento y un placer.
SABER
MÁS
http://quefluyalainformacion.blogspot.com.es/2017/04/la-forja-de-arturo-barea-una.html.
La forja de Arturo Barea.
Domingo,
25 de febrero
Huele a calefacción a
primera hora de la mañana.
A las 8.30 h, en la glorieta
de Santa María de la Cabeza, hay un puesto de churrería abierto.
En un alcorque de la calle
Doctor Vallejo Nájera, un mirlo hace acopio de pajitas para el nido.
Llego al fin del carril-bici
en la plaza de Peñuelas, referencia de Sergio del Molino. Las cotorras verdes
vuelan por todos lados asustando a las palomas y gritando desde los árboles
frente a los restos del botellón
nocturno.
Por el paseo de las Delicias
me cruzo con gente con bolsas de papel: En Madrid se siguen desayunando churros
los domingos. La churrería de la calle Delicias, a las 9.15 h, está a tope,
incluso con gente haciendo cola al sereno…
Lunes,
26 de febrero. Vuelta de Madrid
7.45 h. 4º C.
Voy leyendo las cartas entre
Marie Curie y sus hijas, y apenas me entero del paisaje, hermoso y soleado.
8.45 h. 0º C en Valladolid.
Se ve hielo en los márgenes de
las pozas después de Aguilar.
En Reinosa, 5 º C a las 10.39
h. La nieve solo está en las montañas. A ver mañana, martes… (En las noticias, hablan
de “La bestia del Este”, una nueva ola de frío polar). Tengo que venir a dar una
charla.
Al bordear la torre de Cobejo,
entramos en un chal de niebla y, en el valle de Iguña, nos sumimos en ella.
En Guarnizo, nos paran a las
11.50 horas; supuestamente, la hora de llegada a Santander. En el cielo, empieza
a formarse Mordorrrr…
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