Martes,
21 de marzo de 2017
20º C a las 14.50 h.
Voy espalda con espalda con
dos señores que arrastran las palabras como si estuvieran algo beodos.
Los árboles junto a las vías ya tienen más que una suave
“pelouse”. Cinco garcillas bueyeras se elevan al paso del tren cerca de
Muriedas.
Hace bochorno, pero el
horizonte está brumoso y con nubes. Poco a poco se va nublando.
Enfrente de mí va sentada
una señora con pinta extranjera…, que resulta ser una de mis “alumnas” de Unate
en Renedo. Me cuenta que es sudafricana
y que llegó a España hace más de treinta años… por amor. Me pide que hablemos en
inglés y así lo hacemos desde Parbayón.
Cada vez está más negro.
Menos mal que voy forrada (pensando en que voy a Reinosa – a 800 m. de altitud-
y en que volveré tarde).
En Los Corrales (mitad de
camino) me quedo de nuevo sola en el vagón. El río va caudaloso y los distintos
tonos de verde de los árboles matizan el color del agua. Atrás, en Lombera, he
dejado una huerta bien guapa y apañada.
Los coches bajan con las
luces puestas y hay niebla negra en las montañas. La temperatura va
disminuyendo a medida que ascendemos. A la salida de Arenas, por unos momentos,
competimos con el autobús de ALSA, que va paralelo por la carretera.
Al pasar por Santa Cruz de
Iguña me parece que han pintado la estación de color crema (tengo que mirar las
fotos que hice en mi diario de 2014. ¡Efectivamente…!). Aún estamos solo a 200
metros sobre el nivel del mar. Siempre hay alguna persona en cada estación que
no va ni viene: solo le gusta ver pasar los trenes.
La torre de Cobejo, la
“raqueta” subiendo hasta Pesquera, el valle abajo… ¡Qué bonito es viajar en
tren!. No sé cómo la gente no se da el lujo. El muérdago invasor en los
árboles, las florecitas blancas en los arbustos, prímulas en las laderas que
dan al norte, el amarillo brillante de los tojos… En el tren me pongo en modo
“stand by” y ¡a disfrutar!
Cuando llego a Reinosa, hay
11º C, pero a las 5 de la tarde, a pesar del frío, están jugando a los bolos y
a la petanca. L@s reinosan@s están hech@s de otra pasta.
En
el pueblo
En la terraza descubierta
del bar Ibiza, los hombres toman la fresca a 10 º C que, con el viento,
producen una sensación térmica de menos dos….
En la papelería Centro, junto a las vías del tren, me compro una cajita de acuarelas para mi taller de retrato de los viernes.
Descubro algún rincón con encanto fuera del paseo principal y fotografío algunos grafitis, para acabar en Vejo tomando un café y una palmera antes de dar mi taller.
De
vuelta, a las 19 h
Voy yo sola en el vagón, no
sé si en todo el tren. ¡Qué ruina…! Desde arriba voy reconociendo todo: el águila en la columna de Lantueno, la carretera de Las Hoces, la procesionaria en la copa
de los pinos, la granja de cerdos de Pesquera… En este último lugar, se sube el
revisor. Y en Arenas, la primera pasajera (aparte de mí). Luego, en Molledo,
sube uno de Seguridad que se encarga de abrir las puertas y asomarse en cada
estación.
Sobre las 20.30 h llego a Santander y, alrededor de las 21 h, a mi casa. Estoy cansada.
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