jueves, 21 de julio de 2016

MI SANTANDER, UNA CIUDAD ENCARAMADA


Santander es una ciudad vertical - a pesar del barrio de Castilla- La Hermida o de Puerto Chico, todo ello terreno ganado al mar.

En algunas calles (la cuesta de la Atalaya, que suben los ciclistas echando el bofe) parece que vayas a despeñarte: casi  da vértigo y, los días de lluvia, una suela de goma es fundamental para no patinar.

Santander se ha esquilado por las colinas desde el principio de los tiempos. Solo a partir del siglo XIX empezó a rellenar dársenas y a aplanar montículos.

Santander, ciudad inglesa

Por la mañana se oyen gaviotas y no sé por qué, pienso en Loo o en Polperro, al sur de Inglaterra. La verdad es que muchas azoteas parecen del cuento de Peter Pan, y el palacete del embarcadero o la calle de Lope de Vega, desde arriba,  me recuerdan a Eastbourne o Brighton.

Santander, ciudad marinera

Santander fue una ciudad de marinos. José Gutiérrez Solana dejó una estampa serena del viejo armador, uno de sus pocos cuadros no truculentos.

En el norte, uno se ensimisma fácilmente y de otear el horizonte se agudiza la mirada, y la expresión del rostro se vuelve atenta y en tensión.

Acostumbrado al ensimismamiento, a la ensoñación, uno se acostumbra a hablar consigo mismo en los paseos, o con las cosas...

A la caída de la tarde, con la bruma y la brisa soplando del mar, los veleros  se cruzan con los barcos que hacen la travesía a Somo y a Pedreña cada media hora. Y con los barcos de remo, que también hacen sus prácticas para la próxima regata de traineras.

Nostalgias

Me da mucha pena que, por un siglo, no haya podido ver las ruinas del castillo de San Felipe, en el cerro de San Pedro.

Santander tiene muchas placas dedicadas a escritores,... algunas en estado lastimoso; otras, aún falta quien se las dedique, como la de la pintora María Blanchard, en la calle Santa Lucía...

La ciudad de las 7 puertas

Hasta comienzos del XIX fue Santander una ciudad amurallada. Siete, un número mágico, eran sus puertas: Puerta del Arcillero, Puerta del Cay, Puerta de Santa Clara, Puerta de San Francisco, Puerta de San Fernando (o del Rey), Puerta la Sierra y Puerta del Cubo o de los Remedios.

VISIONES DE SANTANDER

Santander, primera noche

Ayer me desperté
                 en Santander;
y los vencejos...
                 ¡eran gaviotas!

Santander, otra

A veces,
                SANTANDER
me parece       OTRA                  ciudad.
Y creo estar en EASTBOURNE o BRIGHTON.

GUÍA PRÁCTICA (Y PERSONAL)

Para golosos: Una heladería: Monerris (tienen helados “de niño”, pequeños…), también con turrones exquisitos  -pura almendra o avellana. Mi recomendación: el de chocolate negro. Si hay más de 15º de temperatura, sigue la costumbre y cómprate un helado. Hay quien prefiere Regma… http://www.eldiariomontanes.es/economia/201606/23/regma-alia-rodilla-lleva-20160623000035-v.html .

Un libro: Santander en la historia de sus calles, de José Simón Cabarga (reeditado, por fin).

Un paseo: el clásico: por Pereda o por el muelle, al atardecer.
                   por la mañana, el de Reina Victoria hasta el Sardinero o el Chiqui.

Un rincón: Muchos. Déjate llevar y descúbrelos. El de Alejandro Gándara: la estación de tren desde la calle Alta; una visión de Santander, "por detrás". Para ver Santander desde fuera, subir a Peña Cabarga- si no hay niebla- bien abrigado.

Para curiosos literarios: La casa de Galdós, San Quintín, que ya nada tiene que ver con la original, desde Reina Victoria. Contemplar -en otoño, con la caída de la hoja- la bahía junto a Gerardo Diego. La casa de la abuela de Elena Quiroga, en la Finca Altamira.


Tiendas: Muchas. Para pasear tranquil@, las peatonales: Lealtad, Juan de Herrera, San Francisco, Arrabal, calle del Medio…

UNA MENCIÓN LITERARIA

“Al vagabundo, Santander, con La Coruña y Cádiz, se le antoja una de las tres ciudades más bellas de España” (Cela en “Del Miño al Bidasoa”, 1952).

ALGUNOS RINCONES Y RECORRIDOS





http://quefluyalainformacion.blogspot.com.es/2016/01/memorias-de-un-dia-recorrido.html. Memorias de un día, el recorrido de José Ramón Sánchez.







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