Cuando mi amiga me habló de
que se había mudado a Valdilecha (Val Dilectam), pregunté: Y eso, ¿dónde está…?
Me sonaban Arganda, Campo
Real (por sus aceitunas), pero Valdilecha… Pues solo está a 40 kilómetros de
Madrid capital. El autobús 313 en Conde de Casal tiene dos paradas en el pueblo
de alrededor de 3.000 habitantes: una, al principio de la calle Alcalá -que lo
atraviesa-, y otra, al final. Tarda algo más de una hora y lo hay cada 60
minutos, desde Madrid, y hacia Madrid.
El primer día, domingo, salí
a pasear a las 7.30 de la mañana. Empecé por la calle principal, Alcalá. Pasé
ante el Shiva Center (el centro deportivo de Valdilecha, con pilates, pole
dance, brazilian jiu jitsu…), Bodegas Orusco (elaboración de crianzas desde
1896) y la cooperativa vinícola de San Isidro (elaboración y degustación de
vinos jóvenes. Venta directa de vino y aceite); la panadería-pastelería
Hermanos Cristóbal hoy ha abierto sobre las 7.45, pero en días laborables abre
a las 7 de la mañana, más o menos.
Llego hasta la fábrica de
muebles Pedro Alcaraz y La Ochava, que lo es todo: restaurante, pensión, hotel,
asador… Tiene una cabeza de toro disecada en la pared (en Valdilecha hay plaza
de toros, El Rejal).
Voy hasta el final del pueblo,
compro unos churros en la camioneta (“hoy es el último día”) y un bizcocho
anisado en la pastelería y me vuelvo a casa a desayunar. Constato que muchas
casas tienen los cortinones antimoscas y me fijo en los diferentes modelos de
estampado: rayas, animales, utensilios caseros…
Lunes,
7 horas
Hoy mi intención es hacer la
Ruta del Pinar, que he visto en la web del municipio.
Subo primero a la ermita de
la Virgen de la Oliva, patrona del pueblo (cómo no, si el campo está lleno de
olivos…). Del siglo XVIII, tiene contrafuertes redondos y parece una fortaleza.
Un banquito permite asomarse al interior a quienes no llegan al ventanuco. Un
poco más arriba, la ermita de San José, más moderna.
En el campo, las manchas de amapolas,
entreveradas de hierba viborera o malvas, me vuelven loca…
Bajando, llego a la plaza
del Ayuntamiento, que no está en la calle principal, sino en el interior.
Muchos portales lucen una placa de la virgen de la Oliva como la virgen del
Carmen está en los barrios marineros. En el escudo, una rama de olivo, lo que
me parece una portada de la Feria de Sevilla, y algo que no sé interpretar o
con qué identificar.
Al dar la vuelta a la
cercana iglesia de San Martín Obispo, de estilo gótico mudéjar, identifico el
segundo elemento del escudo: es una de las ventanas. ¿Pero el elemento que está
abajo…?
Tras este recorrido somero
del pueblo, a las 9.15 h inicio la “ruta del pinar” (2´5 km). Bajo la calle
Cañada hasta el pabellón deportivo cultural y el lavadero público de Valdilecha
-restaurado en 2006. Leo que la tabla de lavar se llamaba “banca” y que, una
vez lavada, echaban la ropa sobre las junqueras (aquí, en el norte, se decía
“echarlo al verde”, la hierba. Por lo visto, algo había en ella que blanqueaba
las sábanas…).
Sigo…, hasta que me salgo del
pueblo (veo la plaza de toros desde la carretera y la panorámica de vides y
olivos) y he de volver atrás. Pregunto y cojo ahora un camino de asfalto –
paralelo al lavadero y al parque forestal- que pasa ante la plaza de toros. ¿Va
a ser todo el rato carretera…? ¡Pues vaya una ruta…!
Voy junto a un arroyuelo y
paso ante una zona de descanso con bancos y distintos elementos para hacer
ejercicio.
Detrás de mí, camina con
bastón –jadeando, pero sin desmayo-, un vecino del pueblo, Antonio Benito, de
83 años. Va a hacer su ruta diaria hasta la piscina “donde hay un mirador muy
bonito”. Me dice que para “el circuito” hay que salirse del asfalto y coger un
camino de gravilla a la derecha en dirección al pinar. ¡Ah! Menos mal.
Encuentro el primer cartel:
“Circuito deportivo Los Pinos”. Recorrido: 1700 m”. ¿Pues no eran 3´5 km…? La
discrepancia no me preocupa. Al fin veo carteles. Hasta ahora no había
encontrado ninguno; y eso que en el PDF del Ayuntamiento ponía: “ruta
perfectamente señalizada”... “Es que los arrancan todos”- me había aclarado
Antonio.
Me encanta la asertividad de
los carteles: “Empieza usted a recorrer 1.700 m. Suerte”. Así da gusto.
En el siguiente cartel me
sugieren parar para hacer un ejercicio varias veces: “Adultos, 10 veces. Niños,
5”. Consiste en doblarse por la cintura a un lado y a otro. Lo hago (mirando en
derredor a ver si me ve alguien…). Ya solo me quedan 1.550 m… En los 1.250 m. hago
el ejercicio 2 (poner los brazos en cruz y levantarlos a la altura de la cabeza,
12 veces).
Luego, llego a una
bifurcación: el circuito sigue por la derecha, subiendo (si me hubiera traído
mis dos bastones…), pero también hay otro sendero apetecible de frente. Una
chica con un perro, me lo aclara: el camino de frente es uno más largo, también
muy bonito. Lo sigo durante un rato y, cuando llego a otra bifurcación, decido
volverme y reintegrarme al “circuito”, que ya ensaya su vuelta hacia el pueblo.
Ahí, a los 900 metros, encuentro el ejercicio 3, doblarse por la
cintura y tocarse los pies 8 veces. Los dos siguientes, hacer flexiones tumbada
en el suelo, 8 veces, y hacer
abdominales, 6 veces, ya no los hago.
Abajo me encuentro con una
pareja y me explican que en la última bifurcación que dejé atrás, el camino más
estrecho era el camino “de la cárcava”, y el de la izquierda, el del “barranco”.
Este último era para ir y volver por el mismo camino (los neófitos) porque
podríamos perdernos. El señor me ofrece acompañarle, pero estoy un poco cansada
y prefiero ver el mirador de la piscina y volver al pueblo por ahí.
En el mirador, un buen lugar
para hacer interpretación de paisaje, toda una cartelería con la fauna existente en
la ruta: perdices, palomas torcaces, liebres, ardillas (vi una cruzando el
sendero), y la flora (pino carrasco, olivo y vid). Todo muy didáctico.
El camino de vuelta va entre
campos de cultivo y huerto. Salgo al Camino de los Hornillos -frente a un bar-,
que era donde tenía que haber empezado. Las
vallas de obra y el cartel casi invisible me impidieron verlo cuando bajaba por
la calle Calzada. “¡Vamos! ¡Que hay que producir…!” – le dice el dueño del bar a
un operario que se apoya en una valla.
Por la tarde, en el paseo vespertino
vuelvo a encontrar a Antonio sentado con otros paisanos en un banco de la plaza del Ayuntamiento. Aprovecho para preguntarles
por el tercer elemento del escudo de Valdilecha: “Pues ¡el arroyo…!”. ¡Ah! Enigma
solucionado.
http://www.valdilecha.org/turismo-valdilecha/rutas.
Rutas por Valdilecha.
SABER
MÁS. Pueblos de los alrededores
https://es.wikipedia.org/wiki/Olmeda_de_las_Fuentes.
Olmeda de las Fuentes, el pueblo de los pintores. A 50 km de Madrid.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2015/08/20/madrid/1440097401_765555.html.
Olmeda, un pueblo para los artistas.
https://www.youtube.com/watch?v=8EUZkT39aYY. Olmeda
de los fuentes, antes, de las cebollas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario