jueves, 18 de febrero de 2016

DIARIO DE UNA RETRATISTA REINCIDENTE. II parte

[Sigo con el desgarro en el talón izquierdo, así que hay que dedicarse a actividades más sedentarias...] 

DÍA 5. HOY… ¡OREJAS!

Si ya lo decía yo: orejas, o pelos. Ya no nos quedaba más... Sonia nos trajo 4 orejas, o la misma en diferentes posiciones. Yo no quería hacer las 4, así que elegí la que me parecía menos habitual: de espaldas. Me quedó como una vaina de judía verde…


Como acabé tan rápido, me puse con la foto que me había traído de Susana niña (es la única que, aparte de Marta, se ha atrevido a hacernos llegar una foto suya para que la pintemos. Las demás no se han atrevido – por ahora).

Paloma me preguntó que por dónde solía empezar yo los retratos: Por el óvalo de la cara –le dije sin dudar. Ella empezaba por los ojos. Y la profe también. Pero, por lo visto, no hay ninguna norma ni ninguna recomendación de la Escuela de Bellas Artes, así que, yo, a lo mío…

Creo que no le he sacado la expresión tan aniñada y dulce (igual le he puesto algún año de más), pero Paloma me dijo que era reconocible, y me dejó tranquila y aliviada. Espero no hacer un mal papel cuando se lo dé…


Decidí ponerme luego con una de las fotos de revista que había traído Sonia para pintar distintas expresiones –conforme al huevo con pelo y rasgos a rotulador que nos había repartido al inicio de la clase. Elegí una chica guiñando, con la boca abierta. Al principio, no me di cuenta de que tenía dientes (no me gusta pintar dientes: me quedan muy mal), pero Paloma y la profe me exigieron que saliera de mi “zona de confort” y fuera osada. Y, ¡ya lo sabía yo! Con el primer diente, parecía el “cuñao” de la tele (una representación de hombre de pueblo con un solo diente arriba, ¿o era abajo…?). Adiós al glamur y la guapura (creo, honestamente, que había logrado un parecido notable). Cuando puse las sombras por debajo de los dientes, aún fue peor. Me recordaba al día que pinté el cangrejo y su sombra parecía un vomitado…

Pero entonces vino Sonia al rescate como el hada madrina, o la Superwoman de la pintura, y con su esfumato delicado fue dejando sombras aquí y allá… hasta que el dibujo parecía más suyo que mío. Creo, de hecho, que es todo suyo a excepción de los pelos…que se nota que son míos, por su esquematismo. En fin…


 DÍA 6. HOY, TOSAR Y ZIDANE

Hoy Sonia nos dijo que seguíamos con el tema del día anterior. Había traído nuevos modelos de revistas para que eligiéramos. Yo escogí a Luis Tosar, que apoyaba su cara barbada entre las manos: Así pinto manos –pensé (mi asignatura pendiente).

Tenía en mente plantearle a la profesora que, para un próximo taller (de retrato), tanto como el cuerpo humano, no, pero pintar manos y pies aislados (que nunca he sabido), me prestaba…

Ay, pero que las manos son muy difíciles de pintar…Al final, me centré en los ojos (que, para mí, es donde se concentra toda la expresión de la cara. Con razón, tapan los ojos a los menores y a las personas a quienes no se quiere que se reconozca). Creo que cualquier persona, sin ver la foto, podría adivinar que se trata de Tosar, aunque me ha salido más largado: como si fuera la quijada de don Quijote o un personaje de El Greco…Los dedos, apenas un esbozo…


Luego, me puse con Zidane, de quien había seleccionado dos fotos por internet: una en blanco y negro y otra en color. Sin dientes: en una con una ligera sonrisa, casi un amago. En la otra, serio, mirando hacia arriba, con muchas luces y sombras. Sonia se decantó por esta última: solo la oreja le brillaba; el resto, era una sucesión de grises y negros.

En un principio, aunque el contorno estaba muy difuminado, creí que sería fácil trazar el óvalo de la cara. Pero era una posición tres cuartos, para mí, un poco complicada. En el primer intento, más me parecía un mono que otra cosa. Con los rasgos tan lindos que tiene…Luego, lo rectifiqué un poco y, al irle dando las sombras, creo que mejoró algo. Pero, en esta ocasión, no había logrado sacarle el parecido. Sonia me dijo que o rectificaba los ojos y los hacía más pequeños, o tenía que mover toda la cara. ¡Los ojos, los ojos…! -dije aterrada. Con tal de no volver a empezarlo…Tras el paso de Sonia por mi mesa, mío solo le quedó el pelo y las sombras del cuello – unos rayajos infames.


“¿Por qué no nos enseñas a hacer pelos en la última clase…?” -le sugerí a la profe. No le pareció mal, así que el próximo viernes aprenderé algunos trucos para mejorar mi rasgo más creativo. Encima, tengo a Pepe a mi derecha, que es un maestro, y me da una envidia…Pero es que yo necesito algunas claves… “Mirad los dibujos de Walt Disney, que marcan mucho el pelo”- nos recomendó Sonia como tarea para casa.

DÍA 7 y ÚLTIMO. PELOS

Como quedamos, hoy tocaban “pelos”. Sonia nos repartió una cabeza desde su “perfilación” hasta el acabado final.

La teoría, que me apunté en mi cuaderno, era -más o menos-,  esta: No hay que pintar pelos sueltos; el cabello hay que construirlo como si fuera un bloque, con sus luces y sus sombras. Se va degradando, de lo oscuro a lo claro y, solo al final, se destacan las hebras (que es justo lo que hago yo, y que me sirve de principio y fin… Claro, que yo lo llamo “pintar minimalista” y Sonia  dice que soy una vaga y que no tengo paciencia…).

Como siempre, la profe había traído láminas con distintos tipos de pelos: cortos, largos, rizados, con movimiento…A José, le encasquetó, porque ya es un profesional, una postura imposible y unos pelos de lo más enrevesados. Y María Jesús eligió, a propio intento, a Shirley Temple, con su montón de tirabuzones inacabables: “Si hay que hacer pelos, hagamos pelos a conciencia…”.

Yo le pregunté si podía pintar a mi sobrino en una foto donde el pelo aparecía como un bloque. “Le has sacado bien el bigote incipiente”- trataba de animarme Paloma. Pero, por primera vez, no se me parecía nada, pero nada, a la foto; ni siquiera en los ojos, que creo que es lo que me sale mejor. Al mirarlo con atención, me di cuenta de que le había pintado la frente demasiado ancha y la barbilla muy larga; así que borré pelo por arriba y lo puse por la frente y recorté la barbilla con la goma. Me esmeré con el pelo, de verdad, pero ya me había cansado de rayar el papel. Cuando Sonia lo cogió por banda, como siempre, resaltó un poco aquí y allá y consiguió darle volumen. A propia idea, he dejado las dos mitades -la suya y, la mía-, para que se aprecie la diferencia…


Después, seleccioné una modelo de las láminas. El gesto, me dijeron que lo había pillado (a pesar de que me salió un ojo más grande que el otro, y así se quedó…). Pero el efecto de “pelo mojado” ya era mucho más difícil. Como dijo alguien por ahí, era para tener un “discípulo” y encargarle la tarea fastidiosa de pintar todos los degradados del negro al gris…Al final le hice unos cuantos rayajos de “hebras”, que se supone que eran las luces, y ya.


El año que viene me presto a hacer incluso el cuerpo humano, quizá fijándome en elementos como manos y pies, que nunca he sabido pintar. Pero lo que más me gustaría es conseguir hacer apuntes rápidos de gente que pasa por la calle o que va sentada en el autobús, y que fueran reconocibles…De todas formas, lo que sí he llegado a la conclusión es que “todo el mundo puede pintar”, si se lo propone y le dan unas ligeras bases. El curso próximo, más y mejor.





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