[Sigo con el desgarro en el talón izquierdo, así que hay que dedicarse a actividades más sedentarias...]
Para retomar el hilo: http://ficcionesdeloreal.blogspot.com.es/2016/01/diario-de-una-retratista-reincidente-i.html.
DÍA
5. HOY… ¡OREJAS!
Si ya lo decía yo: orejas, o
pelos. Ya no nos quedaba más... Sonia nos trajo 4 orejas, o la misma en diferentes
posiciones. Yo no quería hacer las 4, así que elegí la que me parecía menos habitual:
de espaldas. Me quedó como una vaina de judía verde…
Como acabé tan rápido, me
puse con la foto que me había traído de Susana niña (es la única que, aparte de
Marta, se ha atrevido a hacernos llegar una foto suya para que la pintemos. Las
demás no se han atrevido – por ahora).
Paloma me preguntó que por
dónde solía empezar yo los retratos: Por el óvalo de la cara –le dije sin
dudar. Ella empezaba por los ojos. Y la profe también. Pero, por lo visto, no
hay ninguna norma ni ninguna recomendación de la Escuela de Bellas Artes, así
que, yo, a lo mío…
Creo que no le he sacado la
expresión tan aniñada y dulce (igual le he puesto algún año de más), pero
Paloma me dijo que era reconocible, y me dejó tranquila y aliviada. Espero no
hacer un mal papel cuando se lo dé…
Decidí ponerme luego con una
de las fotos de revista que había traído Sonia para pintar distintas
expresiones –conforme al huevo con pelo y rasgos a rotulador que nos había
repartido al inicio de la clase. Elegí una chica guiñando, con la boca abierta.
Al principio, no me di cuenta de que tenía dientes (no me gusta pintar dientes:
me quedan muy mal), pero Paloma y la profe me exigieron que saliera de mi “zona
de confort” y fuera osada. Y, ¡ya lo sabía yo! Con el primer diente, parecía el
“cuñao” de la tele (una representación de hombre de pueblo con un solo diente
arriba, ¿o era abajo…?). Adiós al glamur y la guapura (creo, honestamente, que
había logrado un parecido notable). Cuando puse las sombras por debajo de los
dientes, aún fue peor. Me recordaba al día que pinté el cangrejo y su sombra
parecía un vomitado…
Pero entonces vino Sonia al
rescate como el hada madrina, o la Superwoman de la pintura, y con su esfumato
delicado fue dejando sombras aquí y allá… hasta que el dibujo parecía más suyo
que mío. Creo, de hecho, que es todo suyo a excepción de los pelos…que se nota
que son míos, por su esquematismo. En fin…
DÍA
6. HOY, TOSAR Y ZIDANE
Hoy Sonia nos dijo que
seguíamos con el tema del día anterior. Había traído nuevos modelos de revistas
para que eligiéramos. Yo escogí a Luis Tosar, que apoyaba su cara barbada entre
las manos: Así pinto manos –pensé (mi asignatura pendiente).
Tenía en mente plantearle a
la profesora que, para un próximo taller (de retrato), tanto como el cuerpo
humano, no, pero pintar manos y pies aislados (que nunca he sabido), me
prestaba…
Ay, pero que las manos son
muy difíciles de pintar…Al final, me centré en los ojos (que, para mí, es donde
se concentra toda la expresión de la cara. Con razón, tapan los ojos a los
menores y a las personas a quienes no se quiere que se reconozca). Creo que
cualquier persona, sin ver la foto, podría adivinar que se trata de Tosar,
aunque me ha salido más largado: como si fuera la quijada de don Quijote o un personaje
de El Greco…Los dedos, apenas un esbozo…
Luego, me puse con Zidane,
de quien había seleccionado dos fotos por internet: una en blanco y negro y
otra en color. Sin dientes: en una con una ligera sonrisa, casi un amago. En la
otra, serio, mirando hacia arriba, con muchas luces y sombras. Sonia se decantó
por esta última: solo la oreja le brillaba; el resto, era una sucesión de
grises y negros.
En un principio, aunque el
contorno estaba muy difuminado, creí que sería fácil trazar el óvalo de la
cara. Pero era una posición tres cuartos, para mí, un poco complicada. En el
primer intento, más me parecía un mono que otra cosa. Con los rasgos tan lindos
que tiene…Luego, lo rectifiqué un poco y, al irle dando las sombras, creo que
mejoró algo. Pero, en esta ocasión, no había logrado sacarle el parecido. Sonia
me dijo que o rectificaba los ojos y los hacía más pequeños, o tenía que mover
toda la cara. ¡Los ojos, los ojos…! -dije aterrada. Con tal de no volver a
empezarlo…Tras el paso de Sonia por mi mesa, mío solo le quedó el pelo y las
sombras del cuello – unos rayajos infames.
“¿Por qué no nos enseñas a
hacer pelos en la última clase…?” -le sugerí a la profe. No le pareció mal, así
que el próximo viernes aprenderé algunos trucos para mejorar mi rasgo más
creativo. Encima, tengo a Pepe a mi derecha, que es un maestro, y me da una
envidia…Pero es que yo necesito algunas claves… “Mirad los dibujos de Walt
Disney, que marcan mucho el pelo”- nos recomendó Sonia como tarea para casa.
DÍA
7 y ÚLTIMO. PELOS
Como quedamos, hoy tocaban “pelos”. Sonia nos repartió
una cabeza desde su “perfilación” hasta el acabado final.
La teoría, que me apunté en
mi cuaderno, era -más o menos-, esta: No
hay que pintar pelos sueltos; el cabello hay que construirlo como si fuera un
bloque, con sus luces y sus sombras. Se va degradando, de lo oscuro a lo claro
y, solo al final, se destacan las hebras (que es justo lo que hago yo, y que me
sirve de principio y fin… Claro, que yo lo llamo “pintar minimalista” y
Sonia dice que soy una vaga y que no
tengo paciencia…).
Como siempre, la profe había
traído láminas con distintos tipos de pelos: cortos, largos, rizados, con
movimiento…A José, le encasquetó, porque ya es un profesional, una postura
imposible y unos pelos de lo más enrevesados. Y María Jesús eligió, a propio
intento, a Shirley Temple, con su montón de tirabuzones inacabables: “Si hay
que hacer pelos, hagamos pelos a conciencia…”.
Yo le pregunté si podía
pintar a mi sobrino en una foto donde el pelo aparecía como un bloque. “Le has
sacado bien el bigote incipiente”- trataba de animarme Paloma. Pero, por
primera vez, no se me parecía nada, pero nada, a la foto; ni siquiera en los
ojos, que creo que es lo que me sale mejor. Al mirarlo con atención, me di
cuenta de que le había pintado la frente demasiado ancha y la barbilla muy
larga; así que borré pelo por arriba y lo puse por la frente y recorté la
barbilla con la goma. Me esmeré con el pelo, de verdad, pero ya me había
cansado de rayar el papel. Cuando Sonia lo cogió por banda, como siempre,
resaltó un poco aquí y allá y consiguió darle volumen. A propia idea, he dejado
las dos mitades -la suya y, la mía-, para que se aprecie la diferencia…
Después, seleccioné una
modelo de las láminas. El gesto, me dijeron que lo había pillado (a pesar de
que me salió un ojo más grande que el otro, y así se quedó…). Pero el efecto de
“pelo mojado” ya era mucho más difícil. Como dijo alguien por ahí, era para
tener un “discípulo” y encargarle la tarea fastidiosa de pintar todos los
degradados del negro al gris…Al final le hice unos cuantos rayajos de “hebras”,
que se supone que eran las luces, y ya.
El año que viene me presto a
hacer incluso el cuerpo humano, quizá fijándome en elementos como manos y
pies, que nunca he sabido pintar. Pero lo que más me gustaría es conseguir
hacer apuntes rápidos de gente que pasa por la calle o que va sentada en el
autobús, y que fueran reconocibles…De todas formas, lo que sí he llegado a la
conclusión es que “todo el mundo puede pintar”, si se lo propone y le dan unas
ligeras bases. El curso próximo, más y mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario