Me dicen que la línea de bus
17 Corbán-Ciriego es la que me queda más cerca de la Virgen del Mar. En esta
ocasión, haré el tramo que me falta, en sentido contrario, hasta donde dejé el
sendero costero la vez anterior, en las Pozonas de San Román.
Con 17 º C a las 9.20 horas,
hoy va a hacer un calor de muerte (si no sale el nordeste).
He perdido el autobús de las
9.15 h, así que cojo el de las 9.45. A las 10.15 horas estoy frente al
cementerio de Ciriego (http://www.cementeriodeciriego.com).Como no tengo prisa, aprovecho para entrar y echar un vistazo.
A la entrada, los “hijos
ilustres”. Solo una mujer, Sor Ramona Ormazábal. El resto: Pancho Cossío,
Joaquín González Echegaray, Guillermo Arce, Manuel Llano, Augusto G. Linares,
Jesús Carballo, Sixto Córdova. Juan Ignacio Pombo… No sé si me dejo alguno.
Quedan 4 nichos libres para otros 4 ilustres.
Dividido en manzanas y
calles (con nombres de santos y santas), como si fuera una ciudad (la de los
muertos), conviven en el cementerio
“naves” con “módulos” y “urnas”.
En el cementerio civil (http://elpais.com/diario/2007/02/03/espana/1170457222_850215.html),
los muertos están agrupados por orden alfabético bajo placas de mármol oscuro.
Veo a un tal Luciano Herreros Saiz. Tengo que preguntar si es pariente.
Al salir del cementerio, me
dicen que baje la cuesta, y sí, veo al fondo la ermita de la Virgen del Mar.
Llegando, hay un camping y
un asador. En el parking, “El chiringuito” y “Bambara Tavern”, aún sin
parroquianos. A él llega el carril bici.
Desde el camino de cemento
que bordea la ermita, veo hacia el este la antena de radio a la que había
llegado en mi anterior etapa. Están arreglando los desperfectos de la ermita,
supongo que para la próxima festividad de la Virgen del Mar, el 6 de junio.
Hay gente en la playa: uno bañándose
y otro en la ducha. Una pareja con un perro se resguarda del viento en una
oquedad del terreno.
A las 11 tomo el camino de
vuelta siguiendo el carril bici. En la cuneta, trébol de cuernecillos, la flor
del asno, trébol rojo, cerrajas, anagálides y malvas. Se oyen grillos, y el
viento. A ratos, huele a hierba recién cortada.
De pronto, me doy con una
pared inmensa (¿un estadio de fútbol aquí…?) que, al tiempo, reconozco como la
del cementerio en su parte baja, opuesta a la puerta principal.
Al llegar a la esquina, veo un pequeño aparcamiento y una
zona acotada por una valla de maderos. Es un área de encinar cantábrico recién
creada, pero lo cierto es que los árboles, desventados y deshojados, dan pena.
El camino, de guijo gordo,
bordea la costa. Han levantado el prado natural para “urbanizarlo” con
bordillos de cemento y suelo de piedrecillas. No sé si es que así el terreno se
compacta menos (¿??) con la pisada humana. Yo, lo hubiera dejado como sendero
costero natural, sin intervenciones, a la manera británica…
CODA,
3 de octubre de 2014
Me horrorizo al ver las
fotos con la “empalizada” costera. Recuerdo que, en un curso, hace años, nos
preguntaron a las personas participantes qué pensábamos. La mayoría (por no
decir “por unanimidad”) dijimos que dejarla como estaba salvo ordenación y
limpieza en lugares puntuales. ¿Para qué preguntan…? -me pregunto yo.
http://www.eldiariomontanes.es/santander/201410/03/grupos-ecologistas-critican-excesivos-20141003000322-v.html.
“Excesivos” trabajos de la senda litoral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario