Ficciones de lo real: CAMBRIDGE, 1996, noviembre. NOTAS DE VIAJE

Entre los años 1995 y 1997 asistí a varios “campos de trabajo” ambientales en el Reino Unido (ellos lo llamaban “voluntariado por la conservación”): levantar tapias de piedra seca, desbrozar senderos, construir setos vivos con árboles espinosos… Era una manera de conservar mi inglés, aprender técnicas nuevas y conocer el país y sus gentes. En España, entonces, eran para menores de 30 años y, más que nada, se trataba de plantar árboles o anillar pájaros… Allí había más variedad, y la edad no importaba.

Estas son las notas que tomé en uno de esos viajes…

De Gatwick hay autobuses directos a Cambridge cada hora (Cambridge Coach Services). El billete cuesta 17 libras. El bus es el número 78 en la dársena (platform) 8.

El chico, de prácticas, en la oficina de turismo, era un borde; así que, al final, decidí ir al albergue.

Cuando llegué a Cambridge, primera sorpresa, el centro estaba acordonado por la policía debido a una amenaza de bomba. Aquí es una hora menos, así que a las 16.30 h es de noche.

Llego a las 14 h, tras 3 de viaje, porque pasamos por todos los aeropuertos a recoger gente: terminal norte de Gatwick, Heathrow, Stansted y Luton. Por los altavoces de Gatwick hablan en español, toda una deferencia.

La autopista M25 está en obras y el tráfico es denso. Hay un hotel Hilton junto al aeropuerto de Heathrow, pero, ¿quién quiere quedarse en un hotel sin vistas, y sin nada que hacer…?

Junto a la carretera han plantado profusión de árboles y arbustos: aunque pasamos rápido me parecen abedules y esos arbustos de bayas rojas que hay bajando a mi facultad desde Moncloa (espinos de fuego o piracantas).

En el aparcamiento de Luton se ven coches y coches y coches…

En Cambridge hay autobuses que hacen un tour de una hora por 7 libras. Quizá lo haga mañana para ver The Backs -la parte trasera de los colleges. En primavera se llenan de narcisos y flor de azafrán.

“My mother, Cambridge” (Chaucer)

Leo que el primer college, Peter House, fue fundado en 1284 por el obispo de Ely, y que las mujeres no tuvieron el suyo hasta 1869: Girton. Hoy son 31 colleges; el último, abierto en 1977, el Robinson College.

El albergue juvenil (Youth Hostel) está lleno de australianos: una bibliotecaria de Camberra, otra chica de Sidney con 9 semanas para viajar por Europa…

He comprado un librillo titulado Descubrir los bosques del condado de Cambridge, para darme cuenta de que apenas le quedan el 2% y que es el menos forestado de los condados ingleses…

The Backs son 340 yardas (310 metros) con infinitos tejos.

King´s College Chapel es la joya de la corona. De piedra labrada, madera y vidrieras, es hermoso: merece la pena.

En King´s College me sorprenden los enormes setos de haya de más de tres metros: nunca imaginé que pudieran crearse unos setos tan tupidos con árboles…

En Trinity, setos de boj, acebo y tejo. Si te gustan los árboles, aquí enloqueces.

El puente de los suspiros es una maravilla.

Cambridge, en 4 horas, una mañana andando, se puede ver bien.

Cambridge- Birmingham- Shrewsbury

Salgo en bus a las 11.45 h.

El paisaje, por la autopista, es totalmente monótono: está domesticado.

A las 13.13 h estoy en el condado de Leicester. A las 13.16 h en el de Warwick, el condado de Shakespeare.

A los lados de la carretera plantan, intentando simular un bosque, en líneas onduladas – en vez de en filas paralelas.

No me gusta Birmingham (llegamos a las 14.20 h): tardas en entrar en la ciudad y nunca acabas de salir…

Hacia Shrewsbury hay tráfico denso. Y eso que es autopista…

Viernes 15 de noviembre de 1996. Shrewsbury

Shrewsbury es como un alvéolo pulmonar limitado por el río Severn, aunque aquí lo comparen a una herradura o un rizo del río.

Contrariamente a las oficinas de información españolas, aquí están siempre abiertos, tienen mucha información sobre acontecimientos locales y paseos de medio, o un día, y te informan amablemente de todo.

Se nota que nos acercamos a Gales porque todo está lleno de ovejas…

Shrewsbury necesita al menos un día para verse bien. Pero el sábado por la tarde las calles eran un hormiguero (por las compras de Navidad) y me entró vértigo de verla, así que me fui a Telford antes de lo que pensaba. Prefería esperar allí que estar haciendo tiempo aquí.

Telford

La estación de Telford es enana: he llegado a las 17 h y me quedan dos de espera. La sala es un ejemplo de la condición humana: un adolescente está colgado del teléfono, supongo que hablando con su novia; un grupo de chavales está dando un repaso gratis a la prensa bajo las narices de la propietaria del quiosco, que no les dice nada. Otro chaval, con aspecto tímido, espera de pie no se sabe qué, o a quién. La gente viste mal. Parecen de Lloviendo piedras, nada de la alegría de los galeses a pesar de su pobreza.

La llegada del encargado del grupo de voluntarios ambientales ha sido triunfal: un punki de pelo verde en mangas de camisa (en pleno mes de noviembre inglés), con un tatuaje y un pendiente. De nombre Paul, dice que le llaman Star Trek…

En la estación, ya me había encontrado con un australiano de Sidney que, como todos, tiene un año sabático: es jardinero y un poco escéptico. Nichola, que trabaja en algo de servicios sociales en Londres, es la tercera, conmigo.

Al llegar al que será nuestro alojamiento, encontramos a Ken, de pelo blanco y ojos azules, una especie de Clint Eastwood. Trabajó en un banco, pero creo entender que le despidieron, o algo así, y ya lleva ¡51! BTCVs (campos de trabajo para la conservación): se hace 6 o 7 al año. Leía un libro y, muy inglés, a nuestra llegada, ni se inmutó…

Vivian, la otra coordinadora, es una chica jovencita, y Richard, el último, que no me he enterado de lo que hace, llega con su acento de Southampton...