viernes, 15 de julio de 2022

AL ACANTILADO DE EL BOLAO (desde Toñanes)

Martes, 17 de mayo de 2022

Como no sé dónde pueda dejar el coche en el centro del pueblo, lo dejo a la entrada, bajo la sombra de los árboles de un parque, y voy andando por la carretera delante de la posada Puente Romano. Por este lado, hablan de medio kilómetro (por Cóbreces, me dijeron que uno).

Dejo atrás la iglesia de San Tirso siguiendo el cartel al “Molino de Bolao”. Más adelante, lo que parece una escuela tiene placas solares en el tejado. Los muros están plagados de hierba de campanario y parietaria.

Después de vueltas y reviravueltas de la carretera veo, por fin, el mar, y una gran extensión de pradera, salpicada por máquinas agrícolas.

Entonces, pierdo el cartel, pero, al acercarme a fotografiar un buzón -en mitad de la nada-, cubierto de caracoles, diviso abajo, junto al mar, el molino, y lo reconozco como el que vi, entrando por Cóbreces, unos días antes.

¡Hay una excursión…! Veo colorines ascendiendo desde la playa… Si ya decía yo… Con la publicidad de la película Diecisiete de Daniel Sánchez Arévalo (acaban de instalar una placa) y, ahora, el libro de Juan Gómez Bárcena (Lo demás es aire)...


Bajando una carretera llena de baches hacia una casa encajonada en el valle, el tercer cartel señala ¿hacia dónde…?

Sigo unas flechas blancas en el asfalto, que rodean la valla, y llego a un puentecillo de cemento con una puerta metálica cerrada con cables y un pastor eléctrico. Me pregunto si será un camino público, que han  cerrado…

Decido preguntar a los obreros que trabajan en la casa, que deben ser de la zona, y uno me grita que “empuje p´atrás o p´alante”, que es para que no se vayan las vacas. “Si no tocas el cable eléctrico, no pasa nada…”.

Así que, con mucha delicadeza, y dos deditos, empujo y vuelvo a poner el alambre enganchado en el poste.

Cuervos o chovas planean sobre mí y las vacas rubias también se acercan. El riachuelo (arroyo La Presa) está sombreado por los alisos, con sus raíces dentro del agua.

Tras llegar a los molinos, me vuelvo por el mismo sitio; solo que doy un gran rodeo y salgo a la carretera general por el  barrio de La Herrán, dejando atrás un par de bancos bien soleados, pero con dos plantas de sauces llorones, que proporcionarán frescor en el futuro.

Mi coche se ha mantenido fresco bajo la sombra.

Al acantilado, desde Cóbreces

Viernes, 13 de mayo

Paro donde los quesos (fábrica de quesos Trapa) y me dirijo andando a lo que me pareció la entrada, junto a un taller mecánico...

Una señora me dice que se puede llegar bien en coche, y que la carretera, aunque no está pintada, es para dos vehículos: "Como mucho, puedes encontrarte con un tractor...". Hay un kilómetro, más o menos.

En coche, se me hace largo. Llego primero al humilladero del Santo Cotajón...


Luego, al pequeño aparcamiento del que sale una pista de tierra y piedras hacia el acantilado y las ruinas de los molinos. El paisaje, casi solitario, a las 7 de la tarde de un día neblinoso, es fantástico. ¿Cómo no me había enterado nunca  antes de su existencia...?



Me alegro de haberlo podido ver antes de que lleguen las multitudes... El camino de vuelta, con Cóbreces al fondo, es una belleza.

SABER MÁS

https://www.youtube.com/watch?v=Ok_kQmzG-xY. Tráiler de Diecisiete.


Según la novela de Gómez Bárcena, los acantilados salen también en la película El túnel, de 1987.


Este año, del 8 al 10 de julio, se celebra la V edición del Festival Bolao Folk...



 

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