Martes,
10 de mayo de 2022
Hoy estreno mi tarjeta
dorada tras haber cumplido los 60 (4´45 euros, ida).
“Vía 7 con trasbordo en
Astillero… Aquí al lado…”- me dice el dispensador de billetes. Ya debí
extrañarme: empezar con un trasbordo…
Voy a la estación de
autobuses para sacarme el billete de vuelta, pero abren la ventanilla a las 9
h. Cuando regreso a la estación de FEVE, 5 minutos después, todo se ha
redefinido: el tren, en vez de a las 8 h (el Regional a Bilbao de las 7.54 h)
sale a las 8.15 h. La línea no es la 7, sino la 9, a Liérganes, y el trasbordo,
en vez de en Astillero es en Orejo. El propio dispensador sale de la oficina
para decírmelo personalmente: “¿Es usted la que iba a Bilbao…?”. Tampoco me
preocupé… Eso sí: me lo apunto todo, no vaya a ser que me vaya a Pernambuco…
En la sala de espera de la
estación hay una corrienteee…, que casi prefiero sentarme fuera (y quitarme la
mascarilla). Pregunto al revisor que sale del tren que llega por la línea 9, y
él llama para confirmar los últimos cambios: “Diez minutos antes de salir, lo
anuncian por megafonía”… Le doy las gracias.
Me entretengo leyendo todos
los anuncios que veo en el andén. Uno de ellos, sobre el mundo rural: “El mundo
rural ofrece a los jóvenes una alternativa real…”. Y yo pienso, para mí misma:
“y con estos trenes…”.
Voy a coger una pulmonía,
fuera o dentro. Y encima, a la que habla por el altavoz, no se le entiende
nada: parece que estuviera en una tinaja
(como hace años le oí decir a un señor en la nueva estación de Atocha, en
Madrid)
Cuando llega, aunque es un
tren “corrido”, me sitúo al final del primer vagón. El tren va bastante lleno:
al menos una persona en cada fila de los 3 vagones.
El día está macilento. Junto
a las vías, acacias y saúcos florecidos. Nos quedamos parados sobre un puente a
la salida de Nueva Montaña: son unos segundos, pero… Vamos a paso de caracol sobre
la autovía y sobre los árboles de la antigua marisma. A este paso, voy a llegar a Orejo a las 9 …
En Valle Real se baja gente:
¿chavales de instituto…? En Maliaño, también se bajan bastantes personas, pero
suben otras. Llevamos aire acondicionado, o lo que sea, y el tren va muy
ventilado.
Cuando pasa el revisor, le
pregunto si el trasbordo se sigue haciendo en Orejo (yo siempre pensando en otro tren…). Entonces me entero de que
en Orejo hay que coger un taxi… El revisor también viene con nosotros.
Cogemos marcha hacia San Salvador. La cartelería de las estaciones me parece nueva. Frente a Danone, huele a leche quemada, y en Heras se bajan estudiantes del instituto.
A las 8.50 h estamos en
Orejo. Creo que el taxi (ha venido de Gama) nos lleva hasta Marrón. Una chica
que va a Limpias en su primer día de trabajo está de los nervios. El resto de pasajeros
(a Gama y otros destinos) se ha repartido en dos taxis más.
Me entero de que, desde
Marrón, viene un bus de Sodupe que me dejará en la capital vasca. ¡Adiós a mi
ilusión de ir a Bilbao en tren…! Al menos, el día está despejado…
En el taxi, uno que sabe, me
dice que un tren eléctrico (en el que hemos llegado hasta Orejo) nunca llega a
Bilbao: que tiene que ser diésel (esos que suenan a camión y huelen que apestan…).
Advertida, e ilustrada, para la próxima vez…
También me entero de que mi
proyectado viaje, en tren, de Santander a Ferrol en septiembre (13 horas), en
dos fases, hasta Oviedo, y con trasbordo, hasta Ferrol, no puede ser, porque el
tren no espera si, por lo que sea, hay retraso (y puedo quedarme tirada en Oviedo)… Así que creo que iré
en ALSA (bus) a Oviedo y allí, a las
14.30 h, cogeré el tren a Ferrol, que es la parte que no he hecho aún, con la
Mariña lucense de por medio, que me han dicho que es preciosa.
“Se ha roto la unidad” -escucho. Así que “era eso…”, desde el principio. Pues podían haberme dicho;
devolverme el dinero y aconsejarme que cogiera un bus a Bilbao… Que yo lo que
quería era viajar en tren…
El conductor del bus aún nos
dice que “depende de la hora…” que nos lleve él mismo a Bilbao o tenga que
dejarnos en Sodupe. Menos mal que el revisor le aclara que nos tiene que llevar
al destino final…
En el bus, voy con el
interventor y un maquinista joven, que tiene que hacer el recorrido inverso, en
tren, a las 13 h. El maquinista se marea y pide sentarse delante, en el asiento
que suele utilizar el/la guía de viajes. El conductor va a toda mecha y el
camino me recuerda la carretera de Potes: estrecha y con muchas curvas. No me extrañaría que el chico echara la pota…
Menos mal que se me ha
ocurrido ir al baño en la estación de Marrón…Con este viaje accidentado, no sé
a qué hora llegaré a Bilbao…
En Carranza (en un balcón, una pancarta en defensa del tren Santander-Bilbao) quedan 52
kilómetros a la capital. A partir de este lugar, el paisaje cambia: más
caseríos… Me dice el interventor que calcula que sobre las 11 y 20 estaremos en
Abando, Bilbao (en tren, la llegada hubiera debido ser a las 11 h).
Menos mal que yo no suelo
marearme en bus: si no, podía haber potado
ya 10 veces…Dejamos atrás el Alto del Peso, la iglesia de San Miguel de
Linares, ¿Arcentales…?, y las bodegas Virgen de Lorea.
A las 11 h el calor (23 grados a la sombra) ya se nota en el bus: me quito todo. En Sodupe se baja una señora.
El maquinista joven (el que
tiene que sacar el tren a Balmaseda y almorzar antes) se aloja en Castro
Urdiales “porque es más barato”. El interventor le dice que por la zona donde
él vive, en Bilbao, hay pisos en alquiler por 700-800 euros. “Y te olvidas del
coche”…
Sobre las 11.30 h estoy en
la Plaza Circular de Bilbao. ¡Albricias…!
SABER MÁS
https://www.eldiariomontanes.es/santander/queremos-servicio-cercanias-20220527175152-nt.html. «Queremos un servicio de Cercanías, pero que funcione bien todos los días».
Medio
centenar de usuarios que realizan un viaje reivindicativo de cuatro días de
Bilbao a El Ferrol se han concentrado este viernes en Santander «por un tren
eficiente, social y público». «Menos Aves –trenes de alta velocidad–, más
regionales». «Queremos Cercanías que funcionen bien todos los días».
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