Miércoles, 10 de marzo de 2021
De 6 grados que había a primera hora, a las 10.30 h,
cuando salgo, hay 14.
Menos mal que la primera
rampa mecánica desde Numancia ya está arreglada…Asciendo por las escaleras
mecánicas hasta General Dávila, la calle
más larga de Santander (casi 4 kilómetros). Mientras subo, veo que el colegio Cumbres fue antes “Villa Trini”.
Hoy cojo hacia la izquierda:
al fondo, se ven las montañas aún nevadas en la lejanía.
En una finca con paredón de
cemento (que tapa al ladrillo) y portalada rodeada de hiedras y laureles, una
casa (¿la de los guardeses…?) con el canalón desgajado. ¡Qué pena!...Es La Cubana, en el número 113. Los cables
cuelgan por el muro y veo un cajetín eléctrico abierto.
En el número 115, el
hotel-escuela Las Carolinas.
Cuando llego al parque de
nombre imposible (te sale Mendicoague y , cuando preguntas, la gente te dice cualquier
cosa…), un mirlo macho se está comiendo una gusana sobre la hierba, rodeado por
gorriones que levantan el vuelo en cuanto paso.
En una placita, una
escultura: “A quienes hicieron de nuestro barrio un lugar para vivir”. En el
monolito, una pala y una mochila.
“Ernesto, José Luis y Clemente, que nos acompañaron en la lucha para
conseguirlo”. Un mural en el edificio cercano, dice: “Abriendo caminos”.
En el centro del parque, en
la cima de un montículo, vallado, un palomar junto a una encina enorme. Al
fondo, hacia el mar, creo reconocer la iglesia de Monte.
En otro lugar rocoso,
laureles y un olivo. Hay muchas palomas.
Doy la vuelta a todo el
parque, pero no encuentro su nombre por ningún sitio. Pregunto a una señora mayor: “¿Cómo se llama este sitio…?”.
“Mendicoague [sin la “u”]. -me responde, sin dudar. “¿Y cómo vamos a saberlo
los que no somos de la zona…?”. Por fin, veo un monolito -junto al parque
infantil-, con una rana. Y el nombre. ¡Ahhhh! Que la rana era una fuente…
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