El 11
M tuve que obligarme a apartarme de la tele, para que no me pasara como el 11
S: 9 horas – de las 3 a las 12- sentada ante el televisor, incrédula,
conmocionada.
Recuerdo
que fui a la piscina y luego salí a
hacer unas fotocopias, pero iba por la calle como ausente, sin mirar a nadie.
Murakami,
en uno de sus relatos, agrupados bajo el título Después del terremoto, verbaliza esa misma situación: “Estuvo cinco
días enteros sentada frente al televisor. En silencio, con los ojos clavados en
las imágenes…”.
P.S.1.
Ha ocurrido de nuevo, en París (V 13 noviembre 2015). Las mismas imágenes,
repetidas una y otra vez por las televisiones. He tenido que dejar de verlas
porque soñaba por la noche.
P.S.2.
Y en Bélgica, hoy 22 de marzo de 2016… No importa el sitio: una sala de
fiestas, un aeropuerto, el metro… Cualquier lugar sirve para escenificar el
terror. En Occidente. Y también en Oriente, aunque no le prestamos la misma
atención. Parece que el terror
también tuviera “clases”…
“Entre
2000 y 2014 solo el 0´1 % de los atentados se ha producido en Europa
Occidental. Por el contrario, el 87 % han tenido lugar en países de mayoría
musulmana”…
Recoge
Svetlana Alexiévich en Los muchachos de
zinc sobre la guerra de Afganistán, contado por un soldado ruso: “… Amontonábamos
juntas todas las armas que cogíamos, como trofeo: las de producción china,
americana, paquistaní, soviética, inglesa…”.
Vendemos
armas. Y con el efecto boomerang, nos vuelven…
P.S. 3. [En Bruselas] “Muchos han perdido las piernas…”. Como
cuando ponen las minas y las bombas mariposa en Afganistán (película Kandahar). También me viene a la mente la dura película En el valle de Elah, sobre la guerra de
Irak. Y recuerdo las palabras de Ana Mª Matute, hablando del bullying y el
acoso – aunque entonces aún no se le daba este nombre: “Siempre hay unos que
aporrean a los otros, y no porque sean más fuertes, sino porque unos quieren
aporrear y otros no”…
[La imagen me ha llegado a través de facebook].
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