viernes, 3 de mayo de 2013

VARIACIONES SOBRE VIVIAN MAIER


Las fotografías de Vivian Maier me han sugerido estas "Variaciones"...:

MIRO EL MUNDO CON LOS OJOS DE VIVIAN MAIER


Creo que mi obsesión por ella empezó tras leer el artículo en la prensa y, después, todo lo que encontré por internet.

Iba por la calle o en el tren y solo veía las fotos que ella hubiera hecho:

-          Una anciana sentada en un columpio con una bata fucsia.
-          Una mujer, con un paraguas, paseando al sol.
-          Un chico, al atardecer, junto a un carro de hierba hablando por el móvil.

Yo era demasiado lenta: no tenía tiempo de sacar la cámara, encuadrar y disparar.

Me la coloqué al cuello, como ella, en modo “on”, pero solo conseguí que se me agotara la batería.

Además, me daba vergüenza enfocar los rostros de la gente. Me parecía que invadía su intimidad. Nunca he sabido cómo lo hacen los grandes maestros.

Ahora, mi lista de instantáneas no deja de crecer, sobre el papel...


LA VIDA ES UNA RUEDA


La vida es una rueda y yo he rodado mi parte en ella.

Capté la mirada vieja de los niños, la felicidad pura, el cansancio, la confianza al final de una vida.

Mi vida toda está en las  fotografías: mi historia y la de las ciudades que aparecen a través de sus gentes.

Aquellos para quienes trabajé me consideraban un enigma porque quería mantener mi privacidad; otros me tildaban de rara porque no recibía llamadas de amigos; porque no llevaba tacones, no me arreglaba el pelo; porque no me pintaba ni llevaba pendientes.

Yo vivía con los reflejos de las cosas, sonreía a los pensamientos y, con ello, era feliz. No necesitaba nada ni a nadie. ¿Acaso es tan difícil de entender...?

Hay tantas maneras de vivir. ¿Por qué solo una habría de ser la buena...?

SOLO LA VI UNA VEZ…



Solo la vi ese día que me sacó la foto acodada en la ventanilla del coche.

La vi venir por la calle con la cámara al cuello y un sombrerito de institutriz.

De vez en cuando se paraba y fotografiaba a una señora saliendo de casa, a ella misma ante un escaparate o a unos niños jugando. Hacía fotos constantemente, mientras lo miraba  todo con una mirada concentrada y atenta.

No sonreía, pero su cara transmitía confianza. Y aunque había quien ponía ceño o le soltaba una expresión desagradable, por lo general o no reparaban en ella o le devolvían la  mirada sin miedo.

Muchos años más tarde supe que había sido una fotógrafa de calle, solitaria y secreta.

UN HIPOTÉTICO ENCUENTRO DE MAEVE BRENNAN CON VIVIAN MAIER
                                                                             (A propuesta de Paloma)



Yo me encontraba en la mediana de la calle Cuarenta y cinco, en pleno Broadway. Era de noche y me dirigía al hotel, cuando la vi.

Llevaba un sombrero de hombre, zapatos bajos deformados por el uso y un sobretodo. En el bolso grande, de mano, un ejemplar del Time. Al cuello, una cámara de fotos rolleiflex como las que usan en la revista.

Me llamó la atención su mirada: intensa, hipnótica.

No sé si ella me vio a mí, con mi traje de fiesta: una falda vaporosa y una estola blanca. Los objetos bailaban ante mí, desenfocados, cuando pasé ante ella no muy firme sobre mis tacones.



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